Capítulo 1
La imagen
Se han enunciado múltiples definiciones de imagen. Éstas van y vienen, según las posiciones, tendencias y enfoques de los diversos autores: justas a la medida de sus necesidades y objetivos. Pero el concepto con el que comulgan esas definiciones y con el que se le estabilizó después de un largo periplo histórico es la “representación”. En torno al núcleo de la representación, se añaden o sustraen elementos de diversa índole. Para esta investigación, nos circunscribiremos al territorio de la imagen icónica y a la idea de representación que se le otorga a este tipo de imagen, que es con la que en la mayoría de los casos se relaciona el bibliotecario. Esto no debe hacernos perder de vista que el universo de las imágenes es más vasto que el que en sentido estricto se reduce a las imágenes representativas.
La definición inmediata de imagen es la que señala los elementos más evidentes: que la imagen permite visualizar objetos de dos dimensiones1 dentro de un marco. En la mayoría de las definiciones de imagen, queda manifiesto que la representación es entendida como una concreción de un fragmento del universo perceptivo, que designa a otros objetos diferentes y que queda fijada en diversos soportes materiales para ser comunicada visualmente.2 Entre otros casos, se acentúa la reproducción que la representación hace de la realidad de manera estética y simbólica, lo que contribuye a su conservación en el espacio y el tiempo. Esto permite que la imagen trascienda épocas y lugares para ser ofrecida como “experiencia vicarial óptica” a diversas
personas y públicos.3 Algunas otras definiciones de imagen salen de la idea de representación y adelantan elementos externos a ella al caracterizarla por la codificación que hace cada cultura de la imagen, lo que involucra su interacción con la cultura humana.4
Deben hacerse consideraciones de fondo sobre la concepción y representación de la imagen para replantear su definición. De manera simple y limitada, se considera la representación como una copia o mera reproducción de la realidad, pero voces autorizadas de conocedores de esta problemática han cuestionado con fundamento semejante simpleza. El problema de la representación en la imagen tiene múltiples aristas que lo tornan extremadamente complejo: su clarificación es un dato de suma importancia para el conocimiento que el bibliotecario ha de tener en consideración sobre la imagen. Esto ha de confluir en el sentido que las imágenes pueden tener para los bibliotecarios.
El hombre está condenado a vivir en una realidad concreta, pero ésta se segmenta en múltiples espacios particulares de actividades de los individuos. Desde la perspectiva bibliotecaria, la producción inicial de sentido se da con la comprensión de los rasgos significativos que cada individuo le aporta a la realidad, pues éstos son la información seleccionada que será registrada de la imagen, la que se encontrará en disposición de hacerse objeto del proceso técnico con el que se le clasifica y cataloga. De esta forma, la realidad se configura como un plexo de información visual, por el cual se comprende la complejidad de la realidad con respecto a las variadas expresiones de información que genera. Esto le permite al bibliotecario ver mejor y más profundamente la variedad informativa.
La sociedad alcanza una conciencia cruzada de un progreso histórico con una imagen cuando construye un mundo visual con sentido, con lo que se propicia un nuevo o diferente orden del mundo. El discernimiento del sentido de la información visual entraña también la toma de conciencia del gremio bibliotecario como gestor de la información y, por ende, de su misión con respecto a la información. Así, la autoconciencia del gremio bibliotecario, metafóricamente, es el espejo donde contempla el progreso histórico de su imagen, es decir, las múltiples y cambiantes formas y posibilidades de lo que ha sido y puede ser a través del tiempo en su servicio a la sociedad, lo que le ha conducido a hacer frente a las diversas maneras en que se ordena la realidad para producir formas específicas y diferenciadas de información.
En la actualidad, el gremio bibliotecario tiene que habérselas con un avatar particular, en cierto modo diferencial y específico, de ordenación del mundo con su consiguiente expresión informativa: las imágenes. Comprender las imágenes al trasluz del sentido le permite al hombre hacer legible el mundo que le tocó en suerte habitar y, con ello, conocerse a sí mismo. La imagen le clarifica al bibliotecario la relevancia de la realidad en su multiforme generación de información, lo que reitera en la asunción plena de su profesión y contribuye a la consolidación de su identidad.
La travesía llevada a cabo tras las huellas de la imagen nos suministra los elementos para enunciar una definición especializada inicial de la imagen en relación con el espacio bibliotecario: al ser producto de una selección de rasgos significativos de la realidad, la imagen es una fuente de información, lo que muestra, a su vez, que la realidad se estructura como un plexo de información visual con sentido.
Con esta definición, podemos recorrer los territorios de la imagen y su correlativa lectura en Bibliotecología.
Modalidades de imágenes
Algo que parece obvio y que cualquier bibliotecario en su tratamiento de las imágenes puede constatar, pero que tiene agudas aristas, es que nunca vemos la imagen, en sentido abstracto; por el contrario, lo que siempre está ante los ojos son las imágenes en plural. Al percibir sólo la superficie visible diferenciadora de las múltiples imágenes, es como si únicamente se apreciara la punta del iceberg y quedara oculto bajo el nivel del mar su mayor porción, aquella que al no ser vista hace que encallen y naufraguen los navíos, al igual que el conocimiento. Eso que las imágenes no dejan ver y que es lo que las hace ser imágenes son las modalidades: ellas construyen su concreción y diferenciación sustancial. Resulta pertinente enunciar el concepto modalidades de imágenes, el cual puede ser una herramienta para el bibliotecario en su comprensión y manejo de las imágenes. De manera inmediata, puede decirse que las modalidades son aquellas que la gente aprecia simplificadamente como pintura, grabado, fotografía, cine, etcétera. Por su parte, el concepto de modalidad viene a ser un complemento del concepto soporte de la imagen (equivalente a cuando se habla en términos bibliográficos de soporte de un texto). Aunque por su extensión explicativa modalidad se subsume al concepto de soporte, este último se circunscribe a la parte material de la modalidad.
Las modalidades de imágenes pueden ser caracterizadas como la parte o conjunto de partes que constituyen a las imágenes, así como el despliegue de los medios que éstas adoptan para llevar a cabo una misión. A manera sintética de definición, una modalidad de imagen es un conjunto de piezas que conforman una unidad que lleva a cabo un despliegue de medios con una misión.
Esto engarza con lo que señala Jacques Aumont, que las modalidades de imágenes5 son asimismo “reguladoras de la relación de los espectadores con sus imágenes”, por lo que tales modalidades se despliegan en un “cierto contexto simbólico”, lo que las pone en rumbo al cumplimento de su misión. Es importante retener esto porque guarda paralelismo con el fundamento de las prácticas bibliotecarias: administrar la relación de los usuarios con la información. Aumont considera como una de las partes de las modalidades su circulación, la cual, propicia la conformación de una realidad visual que se establece como un contexto simbólico que rodea las modalidades de un aura de valores trascendentes, más allá de la inmediatez de su materialidad. Es lo que da razón de por qué cada sociedad y cada individuo le atribuyen a las imágenes diversas cualidades afectivas, religiosas, mágicas, rituales, etcétera. De ahí las identificaciones y adhesiones que propician las imágenes a nivel colectivo y personal.
Además de contar con una dimensión material, las imágenes son receptoras del universo simbólico de las sociedades, el cual a su vez es transfigurado para remitirlo a la propia sociedad, así realizan su misión. Los seres humanos, más que habitar la realidad, la configuran a su propia medida, es decir, humanizan su entorno. Sobre esta aspiración humanizadora, se levanta la segunda naturaleza que es la cultura, la cual se caracteriza por ser un denso y extenso entramado de símbolos. Una reluciente fibra de tal entramado es la correspondiente al universo de las imágenes, por lo que en gran medida su misión consiste en contribuir a hacer de la realidad una morada humana desde la visualidad. El mundo es más nuestro y habitable en la medida en que lo vemos por medio de las imágenes, se torna visible a la mirada humana, lo que también nos habla de su relevancia
cultural. Desde este ángulo, las imágenes ofrecen una amplia información del mundo cultural, social y científico, así como del quehacer cultural de las múltiples sociedades que las han creado. Cada sociedad a lo largo de la historia deja su testimonio en las imágenes que ha creado como legado a la posteridad.
Llegados a este punto, queda claro que el conocimiento de las imágenes desde la comprensión de sus modalidades resulta pertinente para el conocimiento bibliotecario porque hace legible la complejidad del proceso mediante el cual se gesta y estructura la in-
formación de que es portadora cada imagen. Esto es ver la gran masa del iceberg que se oculta bajo el nivel del mar, lo que nos acerca a la concreción: la explicación de cada una de las modalidades de imágenes bidimensionales más relevantes para el conocimiento bibliotecario.
Pintura, grabado, fotografía, cine y cómic
Cada una de las modalidades pone frente a los ojos de los usuarios imágenes particulares y tangibles. Se diferencian las imágenes pictóricas, fotográficas, cinematográficas, grabado y cómic, por citar sólo algunas.
Parecería que de manera inmediata y espontánea, los usuarios saben que la modalidad cine se visualiza de manera diferente a la modalidad pintura. Un largo aprendizaje social y visual así lo dicta. Pero aprender a ver las imágenes que ofrecen las diferentes modalidades transcurre a través de etapas. No es lo mismo ver que leer una imagen, como se explicará más adelante. La forma de visualización que requiere una modalidad de imagen en el momento en que ha sido creada no es inmediata ni automática. Cada modalidad tiene que definir su propia especificidad diferencial respecto a sí misma y frente a las demás modalidades de imágenes. Es conocida la asombrosa y hasta pavorosa impresión que causó la exhibición de las primeras películas. La anécdota que ilustra mejor los efectos de semejante impresión narra cómo los asistentes a una primera
muestra saltaban aterrorizados de sus asientos cuando la locomotora que veían en la pantalla venía hacia (sobre) ellos.
Las modalidades de imágenes pasan por etapas en las que perfilan sus características particulares y con ello un lenguaje propio en el camino hacia su definición, lo que acaba por diferenciar unas de otras. Estos lenguajes se transforman en mensajes icónicos y, por lo tanto, en la información que reciben los espectadores. Conforme ese lenguaje se depura, cada una de las modalidades adquiere el perfil con el que se identifica y los espectadores aprenden a verla. En gran medida, la especificidad diferencial de cada modalidad radica en su lenguaje particular, con lo que se pone de manifiesto que son una fuente de información. De ahí la relevancia que adquieren para el conocimiento bibliotecario y la pertinencia de conocer la forma en que se generan tales lenguajes y su especificidad, así como las relaciones y diferencias entre ellos.
Como se explicó, la modalidad de una imagen es un conjunto integrado de partes que conforma una unidad. Cabe destacar, para esta instancia, dos de ellas: la producción y la circulación para abordar la modalidad tanto en su conformación interior como en su despliegue social. Román Gubern nos da la pauta para comprender la conformación interior del lenguaje de las imágenes con su estudio sobre los mensajes icónicos en las sociedades actuales signadas por la imagen. Nos dice que los medios productores de mensajes icónicos (como él define a las modalidades) tienen un desenvolvimiento propio: nacimiento, fijación, estandarización, evolución o muerte. Dentro de este ciclo, operan las variables de aceptación o repudio por parte del público. Una modalidad no se crea de un día para otro, puesto que es el resultado de múltiples factores que se conjugan gradualmente para que la imagen adquiera su contorno característico. Hay un momento que puede señalarse como el de su nacimiento. Es entonces cuando las técnicas y los medios (materiales) para su producción quedan perfilados, conforme se refinan y conjugan armónicamente las modalidades que alcanzan su fijación, para luego estandarizarse, que es una codificación que da lugar incluso a convenciones. Este proceso es paralelo a la conformación de su lenguaje. A partir de esa fase, evoluciona o muere en función de la aceptación o repudio del público. Román Gubern añade que en la actualidad podemos tener
una visión panorámica de ese desenvolvimiento puesto que se cuenta con una variedad establecida de modalidades de imágenes, lo que a la par del desenvolvimiento de cada una permite comprender sus relaciones mutuas.6
Durante siglos, la principal modalidad con la que se contó fue la pintura. A lo largo de su trayectoria milenaria, que va desde las pinturas rupestres hasta la amplia variedad de las pinturas actuales, pudo registrarse con precisión su desenvolvimiento y con él las sucesivas técnicas y medios de su producción, así como la conformación de su propio lenguaje. De esta modalidad, derivó de manera directa el grabado en sus diversas variantes. Pero sólo fue hasta muy recientemente que se inventó una modalidad totalmente distinta: la fotografía. La pintura estableció peculiares relaciones con la fotografía, por lo que la autodefinición del lenguaje de las nuevas modalidades tendría que llevarse a cabo también en relación con las modalidades ya consolidadas en sus respectivos lenguajes. Así, Román Gubern explica que la nueva modalidad en su fase inicial se encuentra subordinada, “hipotecada”, a las modalidades precedentes con reconocimiento de arte mayor. Suple su
falta de tradición tomando elementos característicos de la modalidad consolidada para expresar sus mensajes icónicos, lo que limita en la fase inicial la conformación de sus técnicas y medios.7 Con el paso del tiempo, estas situaciones se superan y las modalidades configuran su propio lenguaje definitorio.
Una de las partes constitutivas de la modalidad de imagen es la circulación, ésta permite su despliegue social y contribuye a la conformación de un lenguaje identificable. Esto no debe entenderse de forma simplificada como que las modalidades de imágenes son un mero reflejo mecánico de los procesos sociales. Por el contrario, la iridiscente complejidad de la estructura social se entreteje con la modalidad en términos de apoyo y oposición, que encarna en la aceptación o el repudio de la modalidad por parte del
público.8 En medio de esta oscilante y contradictoria relación, también se va definiendo el lenguaje de cada modalidad, con lo que la información contenida en los respectivos mensajes icónicos se prepara para su distribución y consumo, es decir, para hacerse presentes ante la mirada de cada espectador; de manera específica será la información sobre la que ha de trabajar el bibliotecario.
Como se desprende de lo expuesto, cada modalidad de imagen configura su propio lenguaje a lo largo de un proceso de autodefinición hasta alcanzar su propia autonomía, la cual le otorga un perfil específico y definitorio que la diferencia de las demás modalidades. Asimismo, la particularidad del lenguaje de cada modalidad le da su peculiar forma a la información que expresa a través de sus mensajes icónicos. La información con la particularidad propia del lenguaje de cada modalidad se articula en múltiples estratos a lo largo y ancho de la imagen. El bibliotecario ha de identificar primero entre los estratos de la imagen la información pertinente para los requerimientos bibliotecarios para luego emprender su
descripción. Por eso, la necesidad de enfocar la comprensión de las modalidades de imágenes en las particularidades de sus lenguajes.
Pintura
La modalidad pictórica...