El entrenamiento de resistencia basado en zonas o áreas funcionales
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El entrenamiento de resistencia basado en zonas o áreas funcionales

El Diper

Mariano García-Verdugo Delmas

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El entrenamiento de resistencia basado en zonas o áreas funcionales

El Diper

Mariano García-Verdugo Delmas

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Se sabe que una parte importante del entrenamiento que realiza un deportista resulta inútil y solo produce fatiga. Por otra parte, los niveles de rendimiento y de entrenamiento están llegando a un punto en el que a las mejoras basadas en "entrenar cada vez más y más fuerte" les queda poco recorrido, siempre y cuando la especie humana no sufra alguna mutación.Es por ello que la tendencia actual en cuanto a las posibilidades de mejorar el rendimiento debe dirigirse hacia una mejor gestión de la energía disponible, lo que pasará por una óptima administración de las cargas de entrenamiento.En este libro se propone la metodología basada en un plan de entrenamiento modelo DIPER que resulta sencillo de aplicar y, sobre todo, no precisa de medios y recursos sofisticados.El modelo DIPER consiste en un patrón de entrenamientos basado en ocho zonas o áreas funcionales que deben ser conocidas de la forma más exacta posible y que dependen directamente de la potencia con que se aplican las cargas. Para ello, se proporcionan los conocimientos y las herramientas necesarios para establecer esos límites y transiciones de las zonas, así como para facilitar el control del entrenamiento del deportista.El libro se dirige, especialmente, a los siguientes colectivos: - Entrenadores que quieren avanzar en la aplicación de cargas de entrenamiento.- Teóricos que pretenden aumentar su preparación para enseñar sobre el entrenamiento de la resistencia.- Todo tipo de técnicos deportivos y amantes del deporte de rendimiento.- Deportistas que necesitan comprender el porqué de las cargas que les asignan sus entrenadores.

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Información

Editorial
Paidotribo
Año
2019
ISBN
9788499108360
1
Hacia un modelo de entrenamiento basado en zonas o áreas funcionales
«Todos los caminos llevan a Roma.» Este refrán puede servir como punto de partida para este primer capítulo, ya que el entrenamiento puede enfocarse desde diferentes puntos de vista.
El entrenamiento deportivo ha venido evolucionando a lo largo del tiempo y esta evolución no se ha detenido. Esto significa que el entrenador no puede permanecer estancado ni pararse si no quiere quedarse atrás y tiene que mantener la mentalidad abierta hacia nuevas tendencias que le permitirán seguir avanzando.
Aquí presentamos un camino que puede favorecer ese avance cualitativo, que parte de un modelo de entrenamiento cimentado en zonas o áreas funcionales. El planteamiento general está basado en la energía precisa para poder realizar cualquier tipo de trabajo y en cómo plantear las progresiones.
El entrenamiento está determinado por una serie de componentes, entre los que destacan la carga o estímulo como factor desestabilizante, la recuperación, como factor de reajuste y la posterior reacción del organismo como favorecedora de las adaptaciones.
En este capítulo se trata el proceso de la obtención y la utilización de la energía para pasar a algunos conceptos básicos sobre el entrenamiento y sus componentes. Se destaca la relación entre la cantidad de energía demandada y el tiempo de aplicación, que la vamos a denominar con el término «potencia». En función de lo anterior, se aclaran algunos conceptos, especialmente en lo que concierne a cierta controversia en lo referente a la potencia y la capacidad.
Para terminar, nos ocupamos de la orientación que debe tomar el entrenamiento para poder llevar una progresión sistemática y, en consecuencia, para la mejora del rendimiento de los deportistas. Esta progresión se plantea de acuerdo con las direcciones que se deben tomar.
«En el entrenamiento está todo inventado», «Mis métodos funcionan perfectamente, entonces ¿para qué voy a cambiar?». En ciertos técnicos deportivos es frecuente escuchar comentarios de este tipo.
Hay entrenadores que se estancan en una metodología que les ha dado buenos resultados, permaneciendo ajenos a la evolución que se produce en diferentes campos, entre los que no queda ajeno el proceso del entrenamiento deportivo.
A lo largo de la historia siempre ha habido cambios. El dominio de ciertas civilizaciones ha sucumbido pasado un periodo de tiempo debido a los cambios. Persia, Egipto, Grecia, Roma, etc. iniciaron su decadencia en el momento en que comenzaron con la autocomplacencia. Estos momentos han coincidido con posteriores invasiones, bien pacíficas o violentas. El caso es que fueron sustituidas por otras civilizaciones más aguerridas, más sacrificadas o más emprendedoras.
Con el entrenamiento sucede algo similar. Los métodos y sistemas han sufrido cambios a lo largo de la historia. Ya desde los tiempos de la antigua Grecia, incluso antes, los atletas se entrenaban para competiciones deportivas. No obstante, en las últimas décadas, ha habido saltos cualitativos en la forma de entrenar que han redundado en impulsos en los resultados deportivos. En cada momento se ha considerado que lo último siempre era mejor y superaba los procesos anteriores.
En el deporte de alto rendimiento sucede algo similar. Los métodos de entrenamiento también han evolucionado a lo largo del tiempo. Si tomamos el atletismo como ejemplo, ha habido atletas o grupos de atletas y sus entrenadores que han marcado épocas: se conocen los casos de Perci Cerutty y Arthur Lydiard, en los años sesenta, con sus métodos de entrenamiento que constituían una referencia para todos los entrenadores del momento. En esta época también destacaban corredores tales como Ron Clarke (australiano), que pulverizó los récords de 5.000 y 10.000 metros, o Peter Snell (neozelandés), que dominó las pruebas de medio fondo. Más adelante, en los años setenta, aparece el boom portugués de la mano de Moniz Pereira con sus corredores Carlos Lopes, Mamede o los hermanos Castro. En los años ochenta destaca sobre otros países la escuela británica de medio fondo, con los corredores Coe, Ovett, Cram, Elliot, etc. En esta misma época coincide la escuela finlandesa de fondo con figuras como Viren, Paivarinta, etc. En la actualidad, son los corredores africanos los que dominan las carreras de medio fondo y fondo.
Pero la especie humana no ha cambiado en los últimos cincuenta años ni han surgido mutaciones ostensibles. Esto significa que las constantes mejoras en el rendimiento no se deben a la evolución biológica sino a los medios y procedimientos que se vienen aplicando. En lo que se refiere al entrenamiento, cada tendencia se ha visto superada por la siguiente. En cada época, aquellos que destacaban y entrenaban con los mejores métodos, pasado un tiempo, fueron superados por otros que utilizaron métodos más avanzados.
El entrenador no debe parar
Desde que se publicó la última obra de quien escribe, la experiencia y los conocimientos han avanzado considerablemente. Siendo así, los entrenadores deben estar en constante actualización, no pueden estancarse. Si esto sucede, se podrá afirmar que su decadencia como técnicos ha comenzado. En la película de Walt Disney Alicia en el país de las maravillas había un conejo que se pasaba el tiempo corriendo y que afirmaba algo así como que «en este mundo, para estar siempre en el mismo sitio, hay que pasarse la vida corriendo». A Horst Wein, se le atribuye la siguiente frase: «Si haces lo que siempre has hecho, no llegarás más lejos de lo que siempre has llegado».
Todo lo anterior debería hacernos reflexionar y pensar que lo que hoy parece definitivo no lo es y que hay que estar con la mente crítica y totalmente abierta a las evoluciones y las nuevas tendencias. Nadie puede asegurar los niveles de rendimiento que se alcanzarán dentro de tan solo diez años, ni qué métodos se aplicarán.
Esos saltos cualitativos en el rendimiento deportivo se han debido también a cambios motivados por innovaciones basadas en conocimientos y experiencias anteriores. Esto sugiere que no se ha llegado al final de un trayecto y que debemos estar dispuestos a incorporar los cambios que se están produciendo y otros nuevos que, sin duda, se van a producir. Hace tan solo una década, por poner un ejemplo en atletismo, ciertas marcas del orden de 1:58,00 en 800 m o de 4:00 en 1.500 m para mujeres, o de 1:44,00 en 800 m o de 3:31,00 en 1.500 m para hombres, podían garantizar una medalla olímpica, mientras que en la actualidad, apenas aseguran estar en las finales.
Con todo esto cabe preguntarnos si estamos seguros de que con los métodos de entrenar y de planificar actuales se podrán atender las necesidades de las próximas décadas. Por ello, será necesario estar atentos al surgimiento de nuevos modelos o métodos que pudieran provocar otro salto cualitativo y asumir la idea para evolucionar como técnicos e incorporar esas nuevas tendencias.
Dónde está y hacia dónde se dirige el entrenamiento para el alto rendimiento
Últimamente se ha llegado a niveles de rendimiento que obligan a profundizar en el conocimiento y en la organización de las cargas de entrenamiento. La sucesión de resultados deportivos requiere un importante perfeccionamiento tanto del nivel de preparación como de todo el sistema metodológico y organizativo cada vez más complejo. Ante estas dificultades se genera la necesidad de investigar más profundamente sobre la relación entre cargas de diferente orientación (fisiológica, psicológica, etc.), así como de nuevas formas de organización del trabajo, basadas en la relación entre gasto, restablecimiento de energía y reservas.
Por estas y otras razones, el entrenamiento actual viene derivando hacia nuevas direcciones entre las que se encuentra una mejor organización y orientación de las cargas, lo que conlleva un mayor control del gasto energía/tiempo y las adaptaciones que se producen en función de estos indicadores. Por todo ello, cada vez se hace más necesaria la incorporación de la ciencia para la obtención de soluciones a los problemas que pueda plantear la progresión del deportista.
El entrenamiento empírico y el entrenamiento científico. Ambos tienen limitaciones
El alto rendimiento está ligado a importantes estímulos funcionales implicados hasta cotas que, si no se ahonda en el conocimiento, por medio de la intuición no es posible aumentar. La vía del «cada vez más y más fuerte» tiene un límite muy a corto plazo y le queda muy poco recorrido si es que no se ha llegado ya al bloqueo. En consecuencia, solamente queda dirigirse hacia una optimización de los recursos, basada en una mejor organización de las cargas de entrenamiento.
De todas formas, no todo lo que nos aporta la ciencia es aplicable en la práctica. El entrenador «de a pie» no suele tener acceso a ciertos métodos o medios sofisticados que van apareciendo y tampoco todas las publicaciones tienen el rigor o la utilidad para llevarlos directamente a la práctica.
En nuestra opinión existe un exceso de analítica a la hora de estudiar el entrenamiento. Esa tendencia a analizar por partes cada vez más reducidas, aunque sea de forma más exhaustiva, puede conllevar el riesgo de perder el sentido de la realidad, que se centra en la persona que entrena y sus circunstancias particulares.
Existe otra tendencia que pretende integrar diferentes componentes del entrenamiento, basada en el coste real del esfuerzo, y este viene determinado, esencialmente, por el gasto de energía y su duración.
Siguiendo esta dirección, una parte importante de las metodologías actuales se inclinan hacia la determinación de las zonas de entrenamiento. No obstante, este concepto no es nuevo ya que existen modelos de establecimiento de zonas teóricas desde hace bastantes décadas y de las que nos ocuparemos más adelante.
El entrenamiento y la teoría de sistemas
El entrenamiento actual se asemeja a la teoría de sistemas (Sánchez Bañu...

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