Segunda parte
El entrenamiento
Las investigaciones realizadas en la década de los noventa han proporcionado nueva información importante acerca de los temas tratados en la segunda parte. He reescrito algunas secciones completamente para presentar la gran cantidad de material nuevo; solamente he revisado otras para incluir nueva información.
Los primeros dos capítulos, 9 y 10, presentan una revisión de la fisiología del ejercicio en relación con el entrenamiento de nadadores de competición. Estos capítulos proporcionan la información fundamental que apoya los métodos de entrenamiento que se presentan en los capítulos posteriores. El capítulo 9 trata de las reacciones musculares, circulatorias, respiratorias y hormonales al entrenamiento y al ejercicio. Se ha hecho hincapié en la información relacionada con la manera en que se utilizan diferentes tipos de fibras musculares durante el entrenamiento y la competición, para preparar el terreno para la revisión de la teoría del entrenamiento basada en el umbral anaeróbico que se presentó en las ediciones anteriores de este libro.
Se describen los procesos del metabolismo aeróbico y anaeróbico en el capítulo 10, y se detallan los efectos de entrenamiento que mejoran el rendimiento deportivo en el capítulo 11. Los científicos estaban empezando a estudiar la influencia de uno de estos efectos, la eliminación del ácido láctico de los músculos durante el ejercicio, cuando se realizó la revisión anterior de este libro. Ahora disponemos de una gran cantidad de información adicional sobre este importante efecto del entrenamiento. Por consiguiente, en esta edición se ha ampliado significativamente la presentación del proceso de eliminación del lactato durante el ejercicio y cómo se puede entrenar.
El capítulo 12 describe los principios del entrenamiento. La mayor parte de la información incluida en este capítulo es similar a la que presenté en la edición anterior de este libro, pero aquí he introducido algunos principios adicionales.
Las secciones más ampliadas de esta edición son los capítulos 13, 14 y 15. El entrenamiento de resistencia es el tema del capítulo 13 y el capítulo 14 trata del entrenamiento de velocidad. Quizás el cambio más importante en cuanto al énfasis del entrenamiento se encuentra en las categorías del umbral y de la resistencia con sobrecarga. Se exageró la importancia de entrenarse exactamente al nivel del umbral anaeróbico en las ediciones anteriores de este libro. Ya no creo que entrenarse al nivel del umbral anaeróbico sea la mejor manera de mejorar la resistencia aeróbica. Ni creo que el entrenamiento en el nivel del umbral anaeróbico mejorará la resistencia aeróbica tanto como puede ser mejorada. Presento información nueva que explica por qué ningún único nivel de entrenamiento producirá todas las adaptaciones necesarias para aumentar la resistencia aeróbica. Los deportistas necesitan entrenarse a intensidades tanto más lentas como más rápidas que la velocidad correspondiente al umbral anaeróbico para mejorar su resistencia de forma óptima.
No se comprendía bien el objetivo del entrenamiento de resistencia con sobrecarga cuando escribí la edición anterior de este libro. Los entrenadores no sabían exactamente qué adaptaciones únicas de entrenamiento producía más allá de las que podrían ser desarrolladas por el entrenamiento en el umbral. En esta edición sugiero una posible explicación del valor del entrenamiento de resistencia con sobrecarga que tiene que ver con el efecto único de esta forma de entrenamiento sobre las fibras musculares de contracción rápida.
El capítulo 15 está dedicado al entrenamiento de deportistas para diferentes pruebas. Éste es el capítulo crucial de esta sección porque ofrece sugerencias prácticas sobre cómo utilizar la información de los dos capítulos anteriores sobre la resistencia y el entrenamiento de velocidad con el fin de preparar a los deportistas para la competición. Este capítulo también describe los programas de entrenamiento de varios deportistas de éxito.
El capítulo 16 sobre el seguimiento del entrenamiento también contiene una gran cantidad de información nueva. Describo varios métodos nuevos para realizar análisis de sangre y reexamino la importancia de incluir mediciones de la potencia anaeróbica cuando se interpretan los resultados de dichos análisis. Los entrenadores sabemos desde hace tiempo que simplemente mejorar la velocidad a nivel del umbral anaeróbico no garantiza un mejor rendimiento deportivo. Tenía que considerarse la relación entre los desplazamientos de la curva lactatovelocidad en el umbral anaeróbico y por encima de él. Investigaciones adicionales ahora pueden ayudarnos a interpretar el significado de estos desplaza-mientos. Describo los resultados de estas investigaciones en esta edición.
La información relacionada con el uso de la frecuencia cardíaca para hacer un seguimiento del entrenamiento ha sido actualizada y clarificada en esta edición. Espero que esta información permita a los lectores utilizar este procedimiento útil con más eficacia. Finalmente, he incluido una sección sobre el uso de series repetidas para hacer un seguimiento del entrenamiento. La mayoría de los entrenadores encuentran que las series repetidas son el método más disponible para evaluar las reacciones de los nadadores individuales a sus programas de entrenamiento. Por lo tanto, he sugerido algunas series que pueden utilizar los entrenadores a este fin y muestro cómo se pueden interpretar los resultados de dichas series para evaluar los efectos del entrenamiento.
El capítulo sobre la planificación del entrenamiento, el capítulo 17, también ha sido actualizado y ampliado. Se han descrito los varios tipos de ciclo de entrenamiento en detalle con el propósito de proporcionar a los lectores algunas ideas que pueden utilizar para planificar sus temporadas.
Las investigaciones realizadas desde la década de los noventa han proporcionado nueva información sobre la puesta a punto, el tema tratado en el capítulo 18, y está incluida en él. Dichas investigaciones se han concentrado en dos áreas. La primera se relaciona con lo que ocurre desde el punto de vista fisiológico durante la puesta a punto, y la segunda tiene que ver con la relación entre la duración de la puesta a punto y la intensidad del entrenamiento que producirá los mejores resultados.
El último capítulo de la segunda parte, el capítulo 19, cubre el tema del sobreentrenamiento. Se incluye una presentación de la base fisiológica del sobreentrenamiento, cómo tratarlo y cómo prevenirlo, como temas principales de dicho capítulo.
9
Las respuestas
fisiológicas al
entrenamiento
U no de mis principales objetivos al escribir este libro es proporcionar a los lectores una comprensión básica de la fisiología del ejercicio. Lo hice para que pudiesen comprender la base científica de los métodos actuales de entrenamiento y evaluar los beneficios potenciales de los nuevos métodos que se desarrollarán en los próximos años. Por estas razones, proporcionaré en este capítulo una breve descripción de las respuestas de los sistemas muscular, circulatorio, respiratorio y endocrino al ejercicio y al entrenamiento. En el próximo capítulo repasaré el metabolismo del ejercicio.
El sistema muscular
El cuerpo humano tiene tres tipos de músculo: el músculo liso situado en varios órganos; el músculo cardíaco situado en el corazón, y el músculo esquelético. Estos últimos están unidos a los diferentes huesos del cuerpo, y se encargan de moverlos. Las contracciones de los músculos esqueléticos producen la fuerza que hace posible que los nadadores muevan sus miembros por el agua. Por consiguiente, su función y desarrollo deben ser de gran interés para los entrenadores y deportistas.
La estructura y función de los músculos
Los músculos se contraen cuando reciben mensajes del sistema nervioso central. Dichos mensajes vienen en forma de impulsos eléctricos que viajan a lo largo de las fibras nerviosas a una velocidad de relámpago hasta que llegan a su punto de conexión con la fibra muscular, donde hacen que las fibras se contraigan. Los músculos son grupos de fibras musculares que están conectados a los huesos. Normalmente van de un lado al otro de una articulación. Cuando se contraen o se acortan, tiran del extremo unido a un hueso particular, llamado la inserción, hacia el otro extremo, el origen, que está unido a otro hueso. A menudo hablamos de los músculos como si se contrajesen totalmente, pero de hecho, sólo algunas de las fibras en cada músculo se contraen en cualquier momento dado. Cuando la carga es pesada un gran número de fibras debe contraerse para mover esta gran cantidad de resistencia. Cuando la carga es ligera, puede que sólo una pequeña parte de las fibras tenga que contraerse para mover la resistencia por un rango de movimientos.
Los músculos están formados por miles de diminutas fibras, de las cuales cada una es una sola célula muscular. Con el grosor aproximado de un pelo humano, las fibras musculares pueden variar en su longitud desde unos pocos milímetros hasta varios centímetros. La figura 9.1 ilustra la estructura de un músculo. Está formado por haces de fibras musculares envueltas en tejido conjuntivo. Los elementos contráctiles de las fibras musculares son las miofibrillas, que están formadas por proteínas llamadas actina y miosina.
Figura 9.1. (a) La estructura del músculo esquelético. (b) Una fibra muscular y sus miofibrillas.
Adaptada de Behnke, 2001.
Cuando un impulso nervioso de bastante intensidad estimula la fibra muscular y se libera energía desde las sustancias químicas almacenadas en ella, los filamentos de miosina se unen con los filamentos de actina y tiran de ellos hacia dentro, haciendo que la fibra se contraiga.
Las fibras musculares están ordenadas dentro del músculo en unidades motrices. Un solo nervio motor sirve cada unidad motriz a través de ramificaciones que llegan a todas las fibras dentro de la unidad. Por lo tanto, cada fibra muscular tiene una terminación nerviosa que transmite mensajes del sistema central nervioso y le dice cuándo tiene que contraerse. Cualquier impulso que viene por el nervio y sus ramificaciones hará que todas las fibras nerviosas dentro de una unidad motriz se contraigan a la vez. Esto se conoce como la ley de todo o nada. Cuando un impulso nervioso con suficiente intensidad llega a una unidad motriz, todas las fibras dentro de esta unidad se contraerán. Ninguna se contraerá si la carga no es lo bastante fuerte. Se ilustra una unidad motriz en la figura 9.2.
El número de unidades motrices que se contraen en cualquier momento dado determina la fuerza contráctil de todo un músculo. Sólo unas pocas unidades motrices (unos pocos cientos de fibras) se contraerán cuando la necesidad de fuerza es baja, como cuando se nada de forma relajada. Se contraerá un número mucho mayor de unidades motrices cuando la necesidad de fuerza es alta, como en las carreras de velocidad. Nuestros cerebros aprenden por experiencia cuánta fuerza se necesita para ejecutar ciertas tareas. Luego nuestro sistema nervioso estimula el número apropiado de unidades motrices para que se contraigan cuando ejecutamos dicha tarea. Este patrón preciso de la estimulación de las fibras musculares se llama reclutamiento de las unidades motrices.
Una manera de mantener el trabajo durante un tiempo largo es rotando el esfuerzo entre grupos de unidades motrices de forma que algunas se contraen mientras que otras descansan.
Un cierto número de unidades motrices dentro de un músculo realizará el trabajo hasta que se fatigue. Cuando esto ocurre, dentro de los músculos que han estado descansando otras unidades motrices serán reclutadas para reemplazar a las unidades fatigadas para que se pueda mantener la cantidad de fuerza deseada.
La mayoría de los expertos creen que nunca utilizamos todas las unidades motrices de un músculo en un momento dado, incluso durante los esfuerzos máximos (Wilmore y Costill, 1999). El sistema nervioso nos inhibe de hacerlo porque la fuerza sería tan grande que nos podría romper los huesos. Se deben utilizar las fibras musculares o se atrofiarán. Se debe desarrollar un trabajo ligero a moderado durante bastante tiempo para que todas las fibras dentro de un músculo particular se turnen y participen en el trabajo. Evidentemente, este tipo de sesión de entrenamiento mejorará la resistencia de las fibras musculares. El segundo aspecto es trabajar cerca del esfuerzo máximo para que el músculo utilice todas o casi todas sus fibras para superar la resistencia. El trabajo de esta intensidad sólo puede mantenerse durante un corto período de tiempo, así que el efecto principal de este tipo de entrenamiento será mejorar la fuerza, la potencia y la capacidad anaeróbica.
Figura 9.2. Una unidad motriz, formada por una neurona motriz y fibras musculares.
Adaptada de Behnke, 2001.
Un factor que determina nuestra capacidad para mantener un ritmo dado, en otras palabras, nuestra resistencia, es el número de unidades motrices que deben contraerse en cualquier momento dentro de los músculos para mantener esta velocidad. Si se requiere un gran número, quedarán pocas para turnarse y hacer el trabajo más tarde y nos cansaremos antes. Si la tarea requiere un pequeño número de unidades motrices, un mayor número estará disponible para realizar el trabajo más tarde y podremos mantener un cierto ritmo durante más tiempo.
La velocidad con que las fibras pueden ser reclutadas y el número que puede ser estimulado en cualquier momento dado es probablemente un determinante importante del potencial...