El sufrimiento en el trabajo
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El sufrimiento en el trabajo

Christophe Dejours

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El sufrimiento en el trabajo

Christophe Dejours

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La precarización laboral no afecta sólo a los trabajadores desocupados, sino que también produce un sufrimiento intenso en quienes tienen un trabajo estable. Junto al miedo a la pérdida laboral se produce una intensificación del trabajo con su aumento de carga y padecimiento. Sin embargo, son preocupantes los altos niveles de sometimiento y la neutralización de la movilización colectiva contra ese sufrimiento impuesto por el capitalismo mundializado.Todos estos procesos son importantes para elaborar un pensamiento crítico al sometimiento de la subjetividad a las condiciones laborales degradantes e indignas, y a las dificultades para resistir y pelear por mejores condiciones. Estos constituyen el eje de las concepciones de Christophe Dejours. Para ello utiliza -entre otros- los aportes de Sigmund Freud, Carlos Marx, Hannah Arendt, la escuela de Franckfurt, Jacques Derrida, Jean Laplanche y Michel Henry.Dejours viajó a la Argentina del 2 al 10 de mayo de 2013 por invitación por la Editorial y la Revista Topía y la Embajada de Francia. En dichos días realizó una serie de actividades en Buenos Aires y en Rosario.Este libro reproduce estas intervenciones de Dejours y la riqueza de su intercambio con el público. Se inicia con el Seminario "El sufrimiento en el Trabajo", realizado el 3 y el 4 de mayo de 2013 en el Hotel Bauen de la ciudad de Buenos Aires. A esto se suman las tres conferencias dictadas en la ciudad de Rosario del 6 al 8 de mayo, las primeras dos en la Facultad de Psicología de Universidad Nacional de Rosario y la tercera en La Toma, una empresa recuperada por sus trabajadores.

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Información

Año
2020
ISBN
9789874025425
Categoría
Psicología
Categoría
Psicoanálisis
El Sufrimiento en el Trabajo
I -
Voy a empezar hablándoles del sufrimiento y vamos a comenzar por la dimensión individual del sufrimiento en el trabajo, o mejor dicho del destino individual del sufrimiento, porque vamos a tener que tomar en consideración para después el rol que juega lo colectivo en el destino del sufrimiento. Esta es una separación un poco arbitraria, pero es más fácil para hacer la presentación y poder separar ambas cosas. Fenomenológicamente en realidad no tiene mucho sentido separar el plano individual del colectivo porque ambos estructuran el vínculo subjetivo con el trabajo.
Es bastante habitual en la actualidad considerar el trabajo esencialmente como una desgracia, una desgracia que fue originada socialmente. De hecho, es necesario reconocer que es bastante preocupante la evolución del mundo del trabajo, al menos en el mundo occidental. También tiene un carácter preocupante en el mundo no occidental porque se posee hoy en día una cierta cantidad de conocimientos sobre los problemas de la salud mental en el trabajo en Asia, en China, en Japón, y el panorama no es más mejor en oriente que en occidente.
Sin embargo, al explorar los daños psíquicos que son originados por el trabajo contemporáneo, reconocemos que este mismo trabajo puede ser también un instrumento terapéutico esencial para personas que sufren perturbaciones psicopatológicas crónicas. Y entonces es necesario relativizar el sufrimiento que es resultado de las obligaciones en el trabajo. Una vez que nos detenemos a mirar el destino de esos hombres y mujeres cuando son despedidos por las empresas o cuando son privados de acceder a un trabajo. Entonces en el terreno hay diversas configuraciones de los vínculos entre sufrimiento y trabajo que están fuertemente comprobadas.
La pregunta que surge es saber si es posible explicar y comprender las contradicciones que agrupa la clínica tanto en psicodinámica como en psicopatología del trabajo. Esto es posible, efectivamente, si tomamos de manera responsable la hipótesis de la centralidad del trabajo que sostienen un cierto número de filósofos e investigadores del mundo, entre los cuales me incluyo.
Y esta tesis se desarrolla en cuatro ámbitos:
En el ámbito individual. En este plano el trabajo tiene un rol central en la formación de la identidad y para la salud mental.
El segundo ámbito es el de las relaciones entre los hombres y las mujeres. En la desigualdad entre ambos y en los vínculos de dominación que establecen, que organizan lo que se llama ahora género. El trabajo ocupa un rol central en la relación entre hombres y mujeres, más teniendo en cuenta que aquí en este caso cuando hablamos de trabajo no entendemos solamente el trabajo asalariado sino también el trabajo doméstico, que es un trabajo a parte y de tiempo completo.
El tercer ámbito es el político, donde podemos mostrar que el trabajo ocupa un plano central respecto de la evolución de la sociedad entera.
Finalmente podemos distinguir una cuarta dimensión de la centralidad del trabajo que tiene que ver en este caso con la teoría del conocimiento. El noble status que tiene el conocimiento desde la filosofía griega supone que está de alguna manera suspendido por encima de las contingencias de los mortales. Este concepto debe ser revisado enteramente desde el momento en que uno considera el proceso de producción del conocimiento y no solo ese conocimiento. Es lo que llamamos la centralidad epistemológica del trabajo.
El deterioro de la salud mental en el trabajo está específicamente vinculado a la evolución de lo que llamamos la organización del trabajo y en particular en la introducción de nuevas técnicas entre las que primero encontramos la evaluación individual de los rendimientos, segundo, la “calidad total”, y en tercer lugar, la precarización el empleo, que es una cosa menos novedosa en Argentina, pero que constituye una verdadera mutación en Europa, donde se habían hecho enormes progresos a favor del empleo estable durante los últimos 40 años.
El aumento de las patologías mentales vinculadas con el trabajo es el resultado casi esencialmente de la fragilización, que es generada por ciertos métodos de organización del trabajo que destruye los vínculos que se establecen entre las personas y que en lugar de la confianza, de la lealtad y de la solidaridad instalan en el mundo del trabajo el “salvase quien pueda”, la deslealtad, y finalmente una soledad implacable en el medio de la masa.
Y más allá de la patología hay que hacerle un lugar específico al análisis del sufrimiento. Y si podemos hoy en día estudiar las causas de la patología mental en el trabajo, inversamente podemos caracterizar las condiciones que serían favorables para la salud mental. Para poder responder esta pregunta es necesario entrar en la materialidad misma del trabajo. Ir hasta el gesto, el pensamiento, los afectos que conforman el corazón o la centralidad de lo que podríamos llamar el trabajo vivo.
El trabajo vivo es una expresión que ha sido introducida por Marx. En esta parte de la obra de Marx, donde todavía siendo joven él hacia un trabajo de filósofo, y en particular en lo que se llama Los manuscritos económico y filosóficos y en la Critica de los fundamentos de la economía política. El trabajo vivo es un concepto fundamentalmente filosófico. Y vamos a tratar de descifrar el contenido psicológico, más exactamente subjetivo de lo que Marx ya había de alguna manera percibido. El escribía que el trabajo está -o es- vivo, es individual y subjetivo. Son los mismos términos que utilizaba el joven Marx. Los ergónomos han procedido a lo que se llama el análisis ergonómico del trabajo y de la actividad: la tarea define ahora el objetivo a alcanzar así como el camino a recorrer para alcanzar ese objetivo. Es decir, el modus operandi está prescripto. La tarea es lo que está prescripto por la organización del trabajo. Pero los ergónomos han mostrado que los trabajadores o los operadores, como se los designa en la ergonomía, no respetan nunca las prescripciones en su integralidad. Y en toda circunstancia, incluso en tareas que son muy cortas, hasta las que duran menos de un minuto, los operarios hacen trampa. Y no solamente por el placer de hacer una transgresión o desobedecer sino también porque hay que enfrentarse a anomalías, incidentes, momentos de ruptura cuando todo se detiene, disfuncionamientos, imprevistos, que van inevitablemente a perturbar el bello ordenamiento que tiene la producción. El operario hace trampa para poder hacer lo mejor posible en el tiempo más corto posible a pesar de los incidentes e imprevistos.
Y todos estos incidentes que vienen a perturbar las previsiones, es lo que llamamos lo real. Lo real es lo que le aparece o se hace visible a aquel que trabaja por la resistencia de la materia, de las herramientas, o de los objetos técnicos, las máquinas: es la resistencia al dominio, al control. Hay una paradoja en lo real. Cuando estoy utilizando una técnica que yo conozco bien, de repente sucede que eso ya no funciona más. Por ejemplo, una pieza que se rompe debajo de una prensa, o la máquina o la herramienta que tiene una sobrecarga y recalienta, o el cuerpo de un enfermo que tiene una reacción alérgica cuando le estoy inyectando un medicamento. Todo trabajo está así salpicado por las irrupciones de la resistencia de lo real. Y lo real entonces se manifiesta primero como un fracaso. Podríamos dar numerosos ejemplos de ello.
Esto tiene que ver con el encuentro de lo real en el trabajo del psicoanalista y la manera penosa o difícil en la que ocurre la experiencia del fracaso. Muchas veces es una experiencia muy penosa, de manera tal que podemos decir que lo real se manifiesta a aquel que está trabajando en primer lugar y ante todo, bajo la forma de una experiencia afectiva, subjetiva. Lo real del mundo se va a conocer en primer lugar solo subjetivamente. Y en la experiencia del fracaso, en el momento mismo donde lo que yo tenía dado por cierto, en el momento en que toda la confianza que yo tenía en mi técnica, en el momento en el que mi creencia en la verdad científica, en algún momento y de manera brutal, son puestas en fracaso por lo real. Hay que retener este descubrimiento del trabajo. Lo real es en primer lugar una experiencia afectiva y subjetiva. De tal manera, el trabajo vivo es el trabajo que consiste en primer lugar en hacer la experiencia y la prueba de lo real. Genera en primer lugar un sentimiento de sorpresa, luego sobreviene fácilmente la irritación, el malestar, a veces también la rabia, la decepción, y también puede ser un sentimiento de cansancio, de duda, y rápidamente un sentimiento de impotencia. Entonces lo real del mundo se manifiesta al que está trabajando en un modo pático. Es decir, en el modo pasivo de sufrimiento. Trabajar es siempre, en primer lugar, fracasar. Y luego, en segundo lugar, trabajar siempre es sufrir. No hay trabajo sin sufrimiento.
La dificultad con lo real es que a menudo no sabemos cómo enfrentarlo, no conocemos la solución. Pero si no conozco la solución hace falta que la descubra por mí mismo, a veces hace falta que invente soluciones. ¿En qué consiste entonces la inteligencia, de la cual hay que hacer uso para poder sobreponerse de lo real? La inteligencia es entonces, antes que nada, la capacidad de reconocer lo real, después asumir la impotencia, la pérdida de habilidad, y sobre todo lo más difícil es que hay que mostrar “aguante”. El “aguante” ante el fracaso. No voy a tener éxito pero tampoco abandono. Persisto, me obstino, busco. Y a veces esto dura muchos días, vuelvo a pensar fuera de mi horario de trabajo, pienso a la noche y no me puedo dormir, tengo insomnio a raíz de mi trabajo, y sueño. La inteligencia en el trabajo es todo esto, porque para inventar y encontrar una solución hace falta comprometerse completamente, con toda la persona, con toda la subjetividad. Y a fuerza de aguantar ante el fracaso, terminaré por tener la intuición de la solución. Pero hay que subrayar que la intuición nace de la intimidad con la tarea, con la materia. La intimidad con el objeto técnico que resiste. Hay que fracasar, aguantar, recomenzar, fracasar de nuevo, persistir, volver a la obra, y en un momento surgirá la idea, la solución, que es el “hijo bobo” del fracaso, y la familiarización con el fracaso. La solución viene del fracaso. Es porque fracasaron diez veces que viene la idea que la diferencia de las anteriores. La solución entonces es un hijo del fracaso, la solución proviene de la capacidad de resistir al fracaso y fundamentalmente de la capacidad de sufrir.
Entonces, trabajar es en primer lugar fracasar y trabajar es en segundo lugar sufrir. Y la solución es una producción directa del sufrimiento.
La transformación del sufrimiento en placer pasa por el reconocimiento. Para ello agregaré un elemento a mi presentación que tiene un vínculo con la teoría de la sublimación. Específicamente con lo que la clínica del trabajo puede aportar también a la teoría de la sublimación de Freud.
Aunque existen otros dos niveles que están implicados en la sublimación, primero hay un placer que está antes que dicho reconocimiento. Es un placer que uno extrae del trabajo y que no depende del otro ni de su reconocimiento y que nos remite más precisamente a un vínculo de uno mismo con uno mismo, en el registro estricto de la intrasubjetividad. Cuando uno tiene la resistencia a la confrontación con lo real tenemos la posibilidad de poner el cuerpo en movimiento de una manera que es puramente intrasubjetiva.
Les voy a dar un ejemplo, el del carpintero. Aquel que trabaja la madera durante años, y termina teniendo una inteligencia de la madera, y termina por amar la madera. Y hay que tomar este término de manera seria, ama a las maderas, ama más ciertas maderas que otras. La acaricia y cuando ve un mueble se detiene frente a ese mueble y siente una emoción, acaricia la madera, y dice este es un lindo mueble. Y nosotros no entendemos nada. Puedo dar el mismo ejemplo con el cemento, hay gente que trabajo tanto con cemento o concreto en su vida que se para frente a un edificio, en Brasilia, por ejemplo, y acaricia el edificio y dice este es un lindo cemento, y se emociona. Nosotros no entendemos como un cemento puede ser lindo. Y es un punto importante.
La confrontación con lo real, lo palpable de lo real a través del cuerpo se obtiene por un movimiento en el cual yo estoy ejerciendo un esfuerzo sobre el mundo, y en ese mismo momento donde yo descubro y aprendo a conocer el mundo, aprendo a conocer la madera, el cemento, a sentir una piedra, descubro en mí nuevos registros de sensibilidad que no estaba allí antes del trabajo. Y cuando hayan trabajado su piano y hayan sufrido de tanto ejercicio sobre ese piano que no quiere obedecerles, y cuando hayan trabajado el tiempo que hace falta para adquirir esa velocidad, ese “perlado” -es un término musical, un cierto tocar el piano- entonces sólo en ese momento van a empezar a escuchar en el otro pianista la perfección de un juego que aquel que no toca el piano no escucha. En otros términos, en el vínculo con la resistencia de lo real, yo estoy ejerciendo un esfuerzo sobre el mundo y descubro el mundo, pero al mismo tiempo nacen dentro de mi nuevos registros de sensibilidad y en realidad es la vida la que se está despertando dentro de mí, es la vida subjetiva la que crece. Es el mayor placer que uno puede obtener del vínculo con el trabajo, y es un vínculo entre uno mismo y el mundo, pero no con el otro, es verdaderamente la intimidad la que está implicada aquí. Y ustedes pueden creer que esto es válido para las actividades artesanales o manuales, pero no es verdad.
El cuerpo siempre está al principio de la inteligencia del trabajo, incluso en las tareas más intelectuales. El profesor por ejemplo. Para poder hacer que todos estén atentos y en silencio en el anfiteatro tiene que saber sentir la escucha del público, y si pierde la atención del público tiene que aceptar desviarse, cambiar el contenido de su conferencia incluso para poder volver a atraparlos y obtener la escucha. ¿Pero cómo sabe que lo están escuchando? Con su cuerpo, no con la cabeza.
La inteligencia en el trabajo es la inteligencia del cuerpo entero. Tanto para el trabajador manual como para el profesor y el investigador. Es el primer nivel fundamental de la sublimación.
El segundo nivel de la sublimación es el de los reconocimientos y el tercero es el colectivo, del cual hablaré mañana.
En todo trabajo de calidad la cuestión de la sublimación está puesta en manifiesto, por lo tanto la clínica del trabajo apoya la idea de que todos los trabajadores están concernidos por la cuestión de la sublimación La sublimación no es un asunto solo de grandes hombres. Freud hablaba de Leonardo, de Miguel Ángel, de Goethe, de Beethoven, y cita un cierto número de genios. Para Freud la sublimación estaba reservada a los seres excepcionales.
La clínica del trabajo nos lleva por el contrario a pensar que sobre éste punto Freud subestimaba la importancia del trabajo para cada uno de nosotros. Voy a ir un poquito más allá. En cada trabajador que busca hacer un trabajo de calidad hay algo que pone de manifiesto esta búsqueda. Para hacer un trabajo de calidad hay que querer y hay que buscar. El que busca no es solo el sabio, es todo trabajador. Incluso en el trabajo en cadena de montaje. Es una paradoja, estamos de acuerdo, pero no se puede aguantar en una cadena de montaje de un automóvil si uno no es capaz de desarrollar formas de inteligencia -y si las explicara estarían realmente muy sorprendidos-, es muy complicado realizar un trabajo en una cadena de montaje. Es por eso que digo que hay alguien que hace búsqueda en cada trabajador. Es importante tomar en consideración, porque de repente la sublimación si ya no es solamente un ideal sino que se encuentra junto con el trabajador común, entonces la sublimación tiene un rol mayor en la salud mental. La sublimación no es un suplemento del alma. Si la organización del trabajo está de acuerdo en implementar la sublimación, hay una posibilidad de construir sobre la identidad de uno mismo, hay una posibilidad de crecimiento de la subjetividad que es seguramente el mayor placer que uno puede experimentar, el sentimiento de que la vida crece dentro de uno mismo -la vida entendida en el sentido de la vida subjetiva y no la biológica- la vida que nosotros vivimos y experimentamos en un cuerpo, que no es un cuerpo biológico pero que es el cuerpo que yo habito, lo que en psicoanálisis llamamos el cuerpo erógeno. Esta es otra paradoja del trabajo. Este cuerpo de la inteligencia en el trabajo no es otro que el cuerpo erógeno, este mismo cuerpo que está comprometido en el encuentro amoroso.
Existen dos esferas en las cuales uno puede consolidar su identidad, donde podemos incrementar el sentimiento de la vida dentro de uno mismo, y lo que podemos llamar la realización personal. Existen dos esferas de la realización personal. La primera esfera se refiere al desarrollo personal en el campo erótico, y pasa por el amor. Es el centro de la preocupación del psicoanálisis. Pero lo que aprendemos de la clínica del trabajo es que existe una segunda esfera de realización personal que es la que se vincula al campo social, y esto pasa por el trabajo y siempre va a pasar por el trabajo. Entonces aquellos que están privados del trabajo están en una situación psicológica mucho más precaria que aquellos que tienen la suerte de poder ponerse a prueba de la sublimación. Hay enor...

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