Ética y ciudadanía
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Ética y ciudadanía

De la reflexión a la acción

  1. 284 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Ética y ciudadanía

De la reflexión a la acción

Descripción del libro

En el plano de los derechos políticos, sociales o civiles, la ética y la ciudadanía exigen a las personas potenciar cierta cantidad de destrezas tanto personales como sociales que las capaciten para afrontar las contingencias que genera la vida. Por lo tanto, es importante reconocer que, frente a la ciudadanía, hay muchas tareas pendientes, amplios retos educativos y pedagógicos y, asimismo, una necesidad por parte de una población dispuesta a hacer cambios que posibiliten unas relaciones sociales equitativas, con espacios para la participación, la pluralidad y el compromiso social. Este texto, además de presentar un análisis de esas tensiones entre ética y ciudadanía, se acompaña de un selecto conjunto de acciones pedagógicas para implementar en el aula, que posibilitan el tránsito de la reflexión teórica a un actuar práctico que dé cuenta de ese saber en la vida cotidiana de los sujetos.

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Información

Año
2017
ISBN del libro electrónico
9789588844268
Edición
1
Categoría
Filosofía

Segunda parte

Propuestas éticas centradas
en el cuidado y la compasión

La ética del cuidado de sí{*}


Jorge Eliécer Martínez P.{**}
Constituir lo que podría ser un cultivo de sí o cuidado de sí permitirá una ontológica crítica de nuestro presente, es decir, una ética de la relación de sí consigo mismo, desde los criterios de un arte de la existencia. En efecto, cada época histórica establece relaciones de poder mediadas por expresiones verdaderas en un saber, que legitiman unas técnicas que permiten llevar a la práctica las finalidades perseguidas por los modos de vida imperantes. Por lo tanto, el sujeto se produce no solo en las relaciones que el poder y el saber generan en torno a la verdad. El saber también puede plantear el problema de la verdad sobre sí mismo, cómo hallarla, conservarla, justificarla, etc., desde un conjunto de técnicas que implican la participación voluntaria y decidida de quien ejecuta estas técnicas: las técnicas de sí o tecnologías del yo.
Ahora bien, es ese tema de la inquietud de sí, consagrado por Sócrates, el que la filosofía ulterior reanudó y terminó por colocar en el corazón de ese arte de la existencia que pretende ser. Es este tema el que, desbordando su marco de origen y separándose de sus significaciones filosóficas primeras, adquirió progresivamente las dimensiones y las formas de un verdadero cultivo de sí. Con esta frase hay que entender que el principio de la inquietud de sí ha adquirido un alcance bastante general: el precepto de que hay que ocuparse de uno mismo es en todo caso un imperativo que circula en un buen número de doctrinas diferentes; ha tomado también la forma de una actitud, de una manera de comportarse; ha impregnado las formas de vivir; se ha desarrollado en procedimientos, en prácticas y en recetas que se meditan, se desarrollan, se perfeccionan y se enseñan; ha constituido así una práctica social, dando lugar a relaciones interindividuales, a intercambios y comunicaciones, y a veces incluso a instituciones; ha dado lugar finalmente a cierto modo de conocimiento y a la elaboración de un saber (Foucault, 2001c, p. 43).
En efecto, el cuidado de sí es una noción indagada por Foucault por medio de la cual llama la atención frente a las prácticas de la libertad y las relaciones del poder. Para ello, inicia una extensa arqueología y genealogía por la Antigüedad clásica griega, helenística y romana con el propósito de establecer las técnicas, procedimientos y fines históricos por medio de los cuales un sujeto se constituye en una relación determinada consigo mismo.
Pero es de clarificar que el cuidado de sí implica también una relación con el otro en la medida en que, para ocuparse de sí, es preciso, en un primer momento, escuchar las lecciones de un maestro que guíe al conocimiento de la verdad. Y, en segundo lugar, desarrollar interacciones en un grupo, en el que se despliegue la libertad individual.
Tras haber estudiado el campo del poder tomando como punto de partida las técnicas de dominación, me gustaría, a lo largo de los próximos años, estudiar las relaciones de poder partiendo de las técnicas de sí. Me parece que en cada cultura la técnica de sí implica una serie de obligaciones de verdad: muchas coacciones se consideran importantes bien sea para la constitución, bien para la transformación de sí (Foucault, 1999d).
La ética se entiende como una práctica del cuidado de sí en la que la relación del individuo consigo mismo permite constituir al sujeto en fuente de conocimiento. Esto se logra por medio del autogobierno, denominado por Foucault tecnologías del yo, las cuales favorecen un espacio para que las personas, solas o con la ayuda de otros, efectúen cierto número de operaciones sobre su cuerpo, alma, pensamientos, conductas y maneras de ser; es decir, se transformen con el fin de alcanzar cierto estado. De esta manera, es posible considerar que, si las tecnologías del poder actúan sobre los individuos desde el exterior sometiéndolos a una “subjetivación” coactiva, las tecnologías del yo actúan sobre los individuos desde su interior permitiendo su constitución en sujetos éticos. Por consiguiente, se entiende por ética un arte de vivir, una estética de la existencia individual, un esfuerzo por desarrollar las propias potencialidades, una aspiración a construirse a sí mismo lejos de las exigencias de obedecer a un sistema de reglas o códigos que se pretenden universales. Así es como la ética del cuidado de sí presenta cuatro aspectos que se tendrán en cuenta en una arqueología y una genealogía en la constitución de una nueva subjetividad:
  1. Ocuparse de sí no es una simple preparación momentánea para la vida: es una forma de vida, en la cual el sujeto se ocupa de sí, para sí mismo. Esto se consigue por medio de un modelo jurídico político: ser soberano de sí, ejercer autodominio, ser independiente.
  2. La práctica de sí debe permitir deshacerse de todos los malos hábitos, de todas las opiniones falsas que se reciben de la multitud, de los maestros, parientes y allegados. Desaprender es una de las características importantes de la cultura de sí.
  3. El cuidado de sí se concibe como un combate permanente. No se trata simplemente de formar, para el futuro, a un hombre o mujer de valor. Hay que dar al individuo las armas y el coraje que le permitirán combatir durante toda su vida.
  4. La cultura de sí implica un conjunto de tecnologías de la vida, en el sentido de que, en el análisis que hace Foucault de la Antigüedad, devela que Sócrates, Séneca o Plinio no se preocupaban tanto por lo que venía después de la vida o de lo que pasa después de la muerte. Para ellos, el verdadero problema consistía en comprender qué práctica se debía aplicar a fin de vivir tan bien como se debería. Dicho enigma se convirtió en una tecnología del yo, la cual implica la reflexión sobre los modos de vida, la existencia, la manera de regular la conducta, de fijarse a sí mismo los fines y los medios. De esta manera, es posible considerar que la cultura de sí no es autista, sino que establece una serie de relaciones interpersonales, de apertura al otro e influencia sobre los demás y de algunos sobre sí mismo. Séneca en sus Cartas a Lucilio desarrolla esta dualidad de papeles: por una parte, se retira a su interior todo lo posible, pero, por otra, se relaciona con todos aquellos de los que puede extraer alguna enseñanza útil.
Este cuidado de sí se constituye en una ascética, en un entrenamiento de sí mismo por uno mismo que prepara al individuo para enfrentarse a cualquier imprevisto, endureciéndolo y haciéndolo indiferente respecto a las vicisitudes de la vida y a los embates de la fortuna, siempre imprevisibles. La ascesis es imprescindible, ya que el individuo por sí mismo es incapaz de conseguir la verdad; por ello, es preciso una transformación, una metamorfosis, que lo convierta en un sujeto capaz de acceder a la verdad. La pedagogía o paideia, cuyo objetivo es la transmisión de conocimientos y saberes al sujeto, tenía que acompañarse de una actitud psicológica que no solo transmitiera una verdad al individuo, sino que lo transformara en su propio modo de ser sujeto.
La ética del cuidado de sí se presenta en relación con el concepto griego, tan complejo como antiguo, de la epimeleia heautou, que los latinos traducen como cura sui, “cuidado de sí”. Dicho concepto resulta novedoso en cuanto Occidente ha trabajado siempre con respecto al conocimiento del sujeto por sí mismo o gnothiseauton, “conócete a ti mismo”, convirtiéndose en la máxima délfica que funda las relaciones entre el sujeto y la verdad. Dicho gnothiseauton labrado en piedra en el templo de Delfos, uno de los más representativos de la cultura griega, es presentado en el diálogo Alcibíades como principio de la más básica razón.
Con el fin de contextualizar la interpretación que se ha hecho del gnothiseauton, Foucault, en sus clases en el Collège de France, presenta las observaciones y estudios hechos por historiadores y arqueólogos. El primer argumento presentado para tal fin corresponde a
W. H. Rochester, quien plantea, en 1901, en un artículo de Philologus, que los principios délficos eran preceptos dirigidos a quienes iban a consultar al dios, que había de leerlos como una especie de reglas, de recomendaciones rituales relacionadas con el acto mismo de la consulta [...] Meden agan (nada de exceso)... Eggue (las cauciones) o no te comprometas con cosas que no puedas honrar. Y Gnothiseauton (examina bien en ti mismo lo que vas a hacer) (Foucault, 2001a, pp. 18-19).
Posteriormente, acude a otra interpretación dada al “conócete a ti mismo”, esta vez de parte de Defradas, en 1954, publicada en el libro Les thèmes de la propagande delphique. En ella, Defradas propone que gnothiseauton no es en absoluto un principio de autoconocimiento. Según este autor, esos tres preceptos délficos serían imperativos generales de prudencia: de “nada en exceso” en los pedidos, en las esperanzas, ninguna demasía, tampoco en la manera de comportarse; en cuanto a las cauciones, era un precepto que prevenía a los consultantes contra los riesgos de la generosidad excesiva, y con respecto al “conócete a ti mismo”, sería un principio según el cual hay que recordar sin cesar que, después de todo, uno no es más que un mortal y no un dios, y por lo tanto, no debe presumir demasiado de su fuerza ni enfrentarse con las potencias que son las de la divinidad (Defradas, 1954, p. 19). Teniendo en cuenta estos dos apartes, se puede considerar la manera como este precepto tomó gran importancia en la historia de la filosofía y, más aun, con la utilización que de él hace Sócrates en Alcibíades.
En dicho diálogo, Sócrates trata de conquistar a Alcibíades, quien a su vez revela su profundo deseo por iniciar su formación como político para ejercer dominio sobre los demás, tomando en sus manos el destino de la ciudad. Entonces Sócrates, empleando la mayéutica, le indaga sobre las riquezas que puede tener para tal fin; pero no se refiere a la situación económica, sino a su educación, pues en esto lo considera pobre con respecto a los que van a ser sus rivales. Los persas encargan la educación de sus príncipes a cuatro maestros: uno de sabiduría (sophia), el segundo de justicia (diskaiosyne), el tercero de templanza (sophrosyne) y el cuarto de valor (andreia). Mientras que Alcibíades, al quedar huérfano a temprana edad y siendo heredero de una gran riqueza material, es puesto bajo el cuidado de Pericles, quien encarga la educación del niño a un esclavo completamente ignorante llamado Zopiro de Tracia. En este contexto, Sócrates invita al joven a reflexionar sobre sí y a conocerse a sí mismo con el fin de compararse con sus rivales y descubrir su inferioridad bajo la noción gnothiseauton, “conócete a ti mismo”, haciendo referencia a un principio de prudencia, el cual coincide con la máxima inscrita en el templo de Delfos, dirigida a quienes van a pedir algo al oráculo. Esta misma recomendación también es dirigida por Sócrates a Cármides, otro joven que, al participar en la vida política de la ciudad, se hace merecedor, por parte del maestro, del mismo consejo con respecto a la prudencia de sus deseos y pretensiones conforme a lo que le está permitido desear en su accionar político.
Es así como la epimeleia heautou (inquietud de sí mismo), aun siendo una noción más auténtica y original dentro de la cultura griega, quedó relegada al gnothiseauton de los dos diálogos anteriormente mencionados, pues estos cobraron más valor cuando se divulgaron y ganaron importancia en el escenario tanto filosófico como cultural.
Los neoplatónicos de los siglos III y IV a. C. muestran la significación concedida a este diálogo y la importancia que asumió en la tradición clásica. Querían organizar los diálogos platónicos a la vez como pedagogía y matriz del saber enciclopédico. Consideraban el Alcibíades como el primer diálogo de Platón, era el primero en leerse y el primero en estudiarse. Era el arché. En el siglo II, Albino dijo que cada joven dotado que quisiera mantenerse alejado de la política y practicar las virtudes debía estudiar el Alcibíades. Este diálogo servía de punto de partida y de programa para toda la filosofía platónica (Foucault, 1990c, pp. 55-56).
Debido a la importancia que tomó el diálogo Alcibíades en la vida cultural y en el desarrollo filosófico del momento, la epimeleia heautou (cuidado de sí), quedó relegada siendo una noción, la más auténtica y antigua dentro de la cultura griega, pues se convierte en la fórmula fundadora de la cuestión de las relaciones entre el sujeto y la verdad. Por otra parte, es importante resaltar que ambas nociones aparecen alrededor del personaje de Sócrates, haciéndose más populares el Alcibíades y el Cármides que la Apología en la cual Platón desarrolla de una forma magistral la epimeleia heautou, resaltando la importancia que tiene el cuidarse a sí mismo y no ignorarse.
Es importante destacar que la epimeleia heautou conduce a una de las reglas más importantes y generales dentro de la cultura griega: debes ocuparte de ti mismo, no tienes que olvidarte de ti, es preciso que te cuides. Recomendación que se convierte en la tarea de Sócrates para con los jóvenes atenienses y una de las razones por las que es condenado por ...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Créditos
  4. A manera de introducción: reflexiones sobre la relación entre ética y ciudadanía
  5. Primera parte
  6. Segunda parte
  7. Tercera parte
  8. Cuarta parte