Y también hicieron periódicos
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Cien años de prensa de mujeres en Chile

  1. 296 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Cien años de prensa de mujeres en Chile

Descripción del libro

Este libro viene a saldar una cuenta muy grande que tiene la historia en Chile, y dentro de ella la historia de la prensa, con las mujeres. "¿Había prensa de mujeres en el siglo XIX?", o responden afirmando "seguro hay muy poco", incluso alguna vez alguien aseveró por lo bajo: "seguro los escribían hombres". Un trabajo casi arqueológico para que hoy podamos enterarnos de la existencia de la vasta producción realizada por mujeres dentro de la historia de la prensa chilena entre 1850 y 1890.

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Información

Editorial
Hueders
Año
2018
ISBN del libro electrónico
9789563651812
Categoría
Filología
Categoría
Periodismo
CAPÍTULO IV
Images
La institucionalización
y su dilución
1940-1950
En 1949, cuando González Videla convocó a un acto para celebrar la promulgación de la ley que reconocía los derechos políticos plenos a las mujeres en Chile, Elena Caffarena no fue invitada. Sí, una de las fundadoras del MEMCH y promotora del voto femenino fue ignorada por las autoridades de gobierno. Se tuvo que conformar con escuchar el acto por radio. Fue vetada por la “Ley Maldita”, a pesar de que no era comunista (su marido sí).
Este episodio entrega elementos clave para entender el cuarto período de estudio. Caffarena era una de las que escribió copiosamente en La Mujer Nueva, periódico que continuó circulando en los primeros años de la década del 40, ya sin las feministas que fueron expulsadas por la máquina del PC. La Mujer Nueva terminó su vida como un síntoma de la transformación de la prensa de mujeres en Chile, que se vio cruzada por la institucionalización del movimiento y profundos cambios en el sistema comunicacional, donde la radio comenzó a ser una gran protagonista.
El último período de la prensa de mujeres, “La institucionalización y su dilución”, abarca las décadas del 40 y 50. En esta etapa las turbulencias económicas de la década anterior promovieron un discurso desarrollista, que orientó gran parte de las acciones transformadoras del Estado. A partir del colapso del comercio internacional, se impulsó un “desarrollo hacia adentro”, enfocado casi exclusivamente en la industrialización, una forma de sustituir las importaciones.212 El Estado asumió un rol preponderante en diversos ámbitos de la economía y uno de los pilares de este proceso fue la creación de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO), en 1939. A partir de este hito, comenzaron a operar diversas empresas estatales dedicadas a impulsar este desarrollo en ámbitos tan distintos como la siderurgia, la producción agroindustrial o la energía.213 La discusión sobre desarrollismo se dio en el contexto de los gobiernos radicales que gobernaron Chile entre 1939 y 1952, al frente de coaliciones que, según las circunstancias, incluían todo el espectro político.
El período de los gobiernos radicales, que comenzó como una alianza de izquierda que excluía a conservadores y liberales, terminó por estrechar lazos con la derecha y la persecución del Partido Comunista.
En diciembre de 1938 Pedro Aguirre Cerda se había instalado en La Moneda, apoyado por el Frente Popular, el que en estricto rigor terminó por disolverse en 1941 por efecto de las disputas entre socialistas y comunistas. A fines de ese mismo año Pedro Aguirre Cerda murió de tuberculosis, por lo que tuvieron que realizarse elecciones anticipadas. Triunfó el radical Juan Antonio Ríos, apoyado por radicales, socialistas, comunistas y la fracción alessandrista del Partido Liberal, pero afectado por una enfermedad terminal falleció en 1946. En las elecciones presidenciales llevadas a cabo ese año, el radical Gabriel González Videla fue acompañado por su partido y los comunistas. No obstante, el triunfo por mayoría relativa de González Videla lo llevó a negociar con los liberales para conseguir su apoyo en la ratificación de su elección en el Congreso, que colocó a los liberales en el gabinete. Más tarde, las exigencias de la Guerra Fría y la presión social de los comunistas tensaron las relaciones con el presidente, al punto que se declaró la ilegalidad del partido. La Ley de Defensa Permanente de la Democracia fue aprobada por el Congreso en 1948 con el voto de los partidos de derecha, los radicales y la mitad de los parlamentarios socialistas. Conocida como la “Ley Maldita”, eliminó a los comunistas de los registros electorales y del movimiento sindical; a su vez, cientos de partidarios fueron relegados a Pisagua y otros, como Pablo Neruda, debieron esconderse. Estar fuera de la ley, sin embargo, no hizo desaparecer la influencia comunista.214
La Guerra Fría y la voluntad de la derecha de mantener el orden señorial constituyen dos grandes marcos, uno global y el otro local. Entonces la agricultura volvió a sus prácticas tradicionales después de la crisis del 29, tanto en función de los cultivos como en la organización del trabajo. Los terratenientes comenzaron a presionar al Estado para evitar la transformación del sector rural, especialmente la formación de sindicatos.215 “Si el gobierno –argumentaba la derecha– quería el éxito de la industrialización, debía evitar las alzas en los precios de los alimentos que a su vez generarían demandas salariales, por lo tanto debía impedir alteraciones en la producción agrícola, las que inevitablemente se producirían en caso de formarse sindicatos rurales y permitirse la organización de huelgas en el campo”.216
Un segundo punto de encuentro entre la oposición y el Frente Popular se dio en el proyecto de industrialización que terminó por fortalecer el capital privado, el cual tenía inversiones en el área manufacturera. El proyecto de industrialización impulsado a través de CORFO le aportó créditos e insumos a la empresa privada, lo que condujo a la formación de redes entre políticos y empresarios más estrechas, hasta formar un tejido continuo.217
El discurso y práctica desarrollista tienen un impacto significativo en los discursos sociales. Como lo ha planteado Eduardo Santa Cruz, el esfuerzo del Estado se orientó a construir un “ambiente de unidad nacional” que permitiera impulsar la empresa desarrollista a la vez que reacomodar la correlación de fuerzas de los grupos emergentes (profesionales y técnicos, dirigentes políticos, industriales e inmigrantes) con los sectores dominantes.218 El discurso desarrollista necesitaba nuevos intérpretes y referentes, que apelaran a las capas medias y populares, y que reorientaran su modelización cultural de la vieja Europa hacia la joven sociedad estadounidense. En este punto, es importante la función de los medios de comunicación, que fueron homogenizando el discurso nacional en el contexto del desarrollo. No deja de ser curioso, sin embargo, que en su análisis Santa Cruz no incorpore a las mujeres como parte de los “nuevos segmentos” en busca de inserción política y simbólica.
En este panorama, la prensa de mujeres continuó su vocación política, no obstante el número de publicaciones decreció considerablemente y sufrió un proceso progresivo de institucionalización.219 Este fenómeno se expresó en un cambio en los formatos y funciones. Muchas publicaciones pasaron a tener un carácter propagandista y otras de boletín interno.
Luego de haber conseguido logros como el voto municipal en 1934 y participar como candidatas en las elecciones de alcalde en 1935 y 1938, en los 40 las mujeres se volcaron completamente al activismo para alcanzar el reconocimiento de sus derechos políticos plenos y votar en las elecciones presidenciales.220 La salida a la calle significó que las publicaciones comenzaran a cumplir otros usos. Por ejemplo La Voz de la Mujer (Santiago, 1947), de la que no conocemos organización asociada, actuó como medio de promoción de las acciones del Partido Comunista y el MEMCH. La Mujer Nueva, vinculada al MEMCH y periódico paradigmático del período anterior, vivió un cambio abrupto cuando pasó al control de militantes comunistas y el propio MEMCH fue desarticulado. Por su parte, la FECHIF, Federación Chilena de Instituciones Fe...

Índice

  1. Portada
  2. Anteportada
  3. Créditos
  4. Portadilla
  5. Introducción
  6. ¿QUÉ ES LA PRENSA DE MUJERES?
  7. Capítulo I: Las precursoras (1850-1890)
  8. Capítulo II: La explosión de las voces (1900-1920)
  9. Capítulo III: La emergencia de las políticas (1930)
  10. Capítulo IV: La institucionalización y su dilución (1940-1950)
  11. Bibliografía
  12. Índice