La gran colusión
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La gran colusión

Libre mercado a la chilena

Renato Garin

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Libre mercado a la chilena

Renato Garin

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Una colusión es un acuerdo entre dos o más empresas para limitar la libre competencia en un rubro determinado. La palabra colusión es un vocablo jurídico que se corresponde con el concepto económico de "cartel". Los carteles desarrollan un control sobre la producción y la distribución para obtener los mayores beneficios posibles en perjuicio de los consumidores.Este libro aborda tres rubros donde los consumidores chilenos han sido fuertemente dañados por la acción de estos carteles: farmacias, pollos y papel higiénico. En una exhaustiva y documentada investigación Renato Garin pone al descubierto las decenas de productos objeto de este delito y a los responsables involucrados en torno a las tres colusiones de mayor repercusión en la opinión pública. No son las únicas, pero son las que más impacto han generado.Se describen pormenorizadamente los casos, sus protagonistas. También los complejos procesos judiciales que condujeron a una aplicación de justicia que produjo impotencia e indignación en los consumidores afectados. Se analiza el contexto industrial donde cada colusión operó, con detalles sobre el desarrollo de cada empresa y sus altos ejecutivos.Se sedimenta una tesis general sobre la operatividad del libre mercado en esta época, dando cuenta de una cierta contradicción entre la retórica dominante y las prácticas descubiertas. En esa tensión, aparecen el escándalo, el escarnio público, el auge y la caída de gerentes y empresarios que se ven involucrados en cada causa.Con particular amenidad el relato configura una metodología que va desarmando, pieza a pieza, los casos de colusión que marcaron la década y a la vez va sentando las bases para que la comunidad reflexione sobre las formas de terminar con un flagelo emblemático de abuso sobre el bolsillo de las familias chilenas.

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Información

Tercera parte
PAPEL: LO LIMPIO Y LO SUCIO

Capítulo siete
La opinión y el prestigio

La única cosa que respeta el poder es el poder.
Malcom X

“Los Matte tienen que dar una explicación a los chilenos”, fue la lapidaria frase de Jorge Awad, empresario y otrora presidente de la Asociación de Bancos. En esa interpelación, al ritmo de las preguntas del conductor Juan Manuel Astorga, se resume el sentimiento que recorrió a la elite empresarial al conocerse la colusión del papel higiénico. El programa de TVN El informante le dedicaba un episodio especial al escándalo. En vivo y en directo, Awad enjuició al clan más tradicional de la elite nacional.
En el caso, la FNE denunció a las dos principales empresas del rubro por operar con una colusión de precios y de cuotas de mercado. Según describió la misma Fiscalía, estamos ante una colusión “3.0”, pues los gerentes y ejecutivos —conociendo ya los casos farmacias y pollos— recurrieron a métodos poco ortodoxos para coludirse. En esta causa, se conocieron hechos tales como el uso de celulares de prepago, cuentas de correo falsas, computadores arrojados al canal San Carlos y un sinnúmero de menudencias que muestran una metodología curiosa y efectiva. La colusión del confort ilustra cómo los mandos medios, involucrados en la gestión diaria del plan, entendieron que las causas sobre pollos y medicamentos habían modificado las maneras en que la FNE investigaba a las grandes empresas. Conocedores de esos escándalos, los gerentes y ejecutivos de las empresas productoras de papel higiénico acudieron a mecanismos que posibilitaran un mayor grado de secreto y resguardo. En comparación con la apertura y desfachatez con que fue operada la colusión de los pollos, la causa sobre el confort puso de manifiesto la manera en que la elite gerencial chilena estaba aprendiendo a coludirse con formas cada vez más sofisticadas.
Junto con eso, las compañías involucradas pusieron en el centro de la escena a personajes altamente influyentes en los círculos empresariales. La Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC), más conocida como la Papelera, está en el centro de la economía nacional. Su familia controladora, los Matte, ocupan un lugar preponderante en el núcleo irradiador de la alta sociedad. Su patriarca, Eliodoro Matte, es uno de los hombres más relevantes de la historia industrial de Chile y su nombre es sinónimo de poder y éxito. Del otro lado está la empresa SCA, propiedad de un importante grupo internacional que había comprado la propiedad de esta a un exministro de Estado. Y ese exministro era, a su vez, uno de los propietarios del club de fútbol más popular del país. Con todos esos condimentos, el caso tenía los personajes necesarios como para ocupar un lugar estelar en las pautas de los medios de comunicación.
En la televisión, en particular, los reportajes fueron especialmente agudos. Fue en uno de esos programas, El informante, donde Jorge Awad se despachó en contra del grupo Matte y, enseguida, contra los mandamases de los gremios empresariales. A su juicio, los líderes industriales no habían condenado la colusión del confort con suficiente severidad. Sus declaraciones fueron intensas y quemantes, dirigiendo torpedos —desde dentro de la elite empresarial— contra uno de los clanes más decisivos del Chile actual. Así lo informó la prensa al día siguiente:
El empresario y expresidente de la Asociación de Bancos, Jorge Awad, se sumó a los personajes públicos que rechazaron el nuevo caso de colusión entre empresas que quedó al descubierto, esta vez entre las compañías CMPC y SCA (ex-PISA), que durante diez años controlaron artificialmente el precio de productos de papel. En esa línea, cuestionó duramente al presidente de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa), Hermann von Mühlenbrock, y otros empresarios asegurando que sus “sus lamentos por colusión son un show”. El exdirigente agregó en CNN Chile que este tipo de casos muestra que los empresarios están “desenfocados” con respecto a la política de transparencia que se pide actualmente en el país. “Quieren jugar de local y sin público”, enfatizó. Además, arremetió contra Bernardo Matte, controlador de la CMPC, y lo emplazó a dar explicaciones por el escándalo.
“Lamento que haya gente de la envergadura de la familia Matte que esté involucrada en este tipo de acciones. Su preocupación por el mercado ha hecho que se despreocupen de la sociedad”, señaló a El informante de TVN. “Se trata de una familia que está en las venas de la educación chilena. Los Matte tienen que dar una explicación a los chilenos y explicar la forma como van a solucionar esto”, agregó107.
El emplazamiento fue nítido y claro. Además, se ocupó de sostener que los lamentos de los dirigentes empresariales eran, simplemente, una puesta en escena. Los dueños de las grandes empresas, según Awad, se hallaban extraviados respecto de los senderos que transitaba la opinión pública. En el contexto de una seguidilla de colusiones, donde las causas sobre farmacias y pollos habían implicado grandes escandaleras, Awad no comprendía cómo la elite empresarial no tenía una reacción distinta ante un nuevo y sensible caso, como era la colusión del papel higiénico. Y, no conforme con eso, Awad se refiere a la envergadura de la familia Matte acusándolos de desligarse “de la sociedad” y enfocarse solo en “el mercado”. Para rematar la interpelación, apuntó a la influencia de este clan en materias educacionales, siendo ellos fundadores de colegios, por ejemplo. Este cuestionamiento público desplegado por Awad sería contestado luego, aunque no con el impacto que tuvo aquella performance en El informante. Ese programa de televisión fue la apertura de un desangre interior dentro de la elite empresarial, en cuyo seno se instaló una tensión inédita en los tiempos recientes.

Descubiertos

Fue en la última semana de octubre de 2015 cuando la FNE anunció que recurriría ante el TDLC para denunciar una enorme colusión en el mercado del confort. El requerimiento se dirigió contra CMPC Tissue y SCA Chile por haber creado y participado de un cartel. Dentro de los objetivos de la colusión estaba asignarse cuotas de mercado y fijar precios de venta de productos de la categoría de papeles tissue, utilizados en el baño y en la cocina de todos los hogares del país. La FNE sostuvo que ambas firmas celebraron y ejecutaron acuerdos que les permitieron mantener operativo este cartel por un largo período. Según la denuncia, el plan se gestó a partir del año 2000 y se extendió, al menos, hasta diciembre de 2011. En casi once años, se concibió e implementó un cuidadoso procedimiento, afectando el mercado nacional de papel higiénico, toallas de papel, servilletas, pañuelos desechables y toallitas faciales.
Las empresas mencionadas representan cerca de 90% del mercado de tissue en supermercados. Sus ventas anuales conjuntas suman más cuatrocientos millones de dólares. Vemos, por lo tanto, un enorme grado de concentración. Las marcas implicadas en la colusión eran Confort, Elite, Nova, Noble y Orquídea, en el caso de CMPC, y Favorita y Magiklin, por el lado de SCA. Durante la investigación, ambas empresas acudieron a la FNE a solicitar el beneficio de delación compensada, aportando antecedentes que hicieron posible conocer el alcance y la operativa del cartel.
En ambos casos, hubo una negociación con el equipo del fiscal Irarrázabal. En principio, ambas solicitudes fueron aceptadas por la FNE, que solicitó al TDLC la exención de la multa para la Papelera, por ser la primera empresa en autodenunciarse, en marzo de 2015. En el caso de SCA, la Fiscalía solicitó una multa de quince millones de dólares, otorgando una rebaja respecto del techo de multas establecido en la ley para casos de carteles, por haber llegado en segundo lugar a solicitar el beneficio de la delación compensada. La empresa SCA llegó siete meses después que la Papelera, en octubre de 2015; por ende, recibió un peor trato de parte de la FNE. Esta fue la quinta ocasión en que se tramitó ante el TDLC un caso de delación compensada, vigente en Chile desde 2009, cuando se utilizó en el caso farmacias. Las causas restantes fueron aquellas referidas a refrigeradores, transporte interurbano, asfalto y transporte naviero.
En el Confortgate se observa, en ambas partes, la misma voluntad de delatar toda la operación. Esto contrasta con la actitud de Cruz Verde y Salcobrand en la causa sobre farmacias, y el comportamiento de las tres avícolas y los tres supermercados en el megacaso sobre pollos. Esta carrera rumbo a la FNE, con el fin de ganarle a la competencia el beneficio de la delación compensada, muestra dos fenómenos paralelos. Por un lado, vemos un cambio de cultura en la manera en la cual las defensas reaccionaban ante las denuncias de la FNE. Si la primera reacción antes era negarlo todo y atrincherarse en una verdad alternativa, en este caso vemos una voluntad clara de llegar a acuerdos con los investigadores. Por otro lado, vemos la efectividad del mecanismo de la delación compensada. Si antes había dudas sobre la eficiencia de una norma que “premiara” a un coludido-delator, esta causa despeja cualquier escepticismo sobre el funcionamiento práctico de esta regla. Al verse descubiertas, las empresas no tuvieron más respuesta que delatar la colusión del papel higiénico.
Llama la atención, por supuesto, el equipo de abogados que condujo la delación de la Papelera. Los Matte, conocedores de la necesidad de un buen litigante, recurrieron a un nombre probado en estas lides; es así como la defensa de la tradicional empresa la asumió el abogado Cristóbal Eyzaguirre, de Claro y Compañía. En el caso de la sueca SCA Chile, la defensa a nivel corporativo estuvo a cargo del estudio Baker & McKenzie, en particular de los abogados Rodrigo Díaz de Valdés y José Joaquín Ugarte, ambos destacados académicos de la Universidad Católica.
Estos dos equipos de abogados se enfrentaron ácidamente durante varios meses. En una esquina del ring, los abogados de CMPC encarrilaron su estrategia en la negociación con la FNE. El objetivo, evidentemente, era ahorrarse un tedioso y desgastante proceso ante el TDLC. En la otra esquina del ring, los abogados de SCA sostuvieron que la Papelera incurrió en coacción contra sus representados, obligándolos a coludirse. Así, este caso marca un hito jurídico, en tanto es la primera vez que una empresa acusa a otra de ejercer presión deliberada para condicionarla y moverla hacia un acuerdo ilegal. De esta manera, los abogados de la Papelera sustentaron su defensa en la voluntad demostrada de colaborar con la investigación y delatar toda la operación. Al contrario, los abogados de SCA se basaron en tratar de probar que su competidora había obligado a los ejecutivos de la empresa sueca a coludirse.
Puestas así las fichas, ambas posiciones demostrarían ser incompatibles. Consecuentemente, la disputa entre ambas compañías se volvería cada vez más encarnizada conforme avanzaban los tiempos judiciales.

Un gran mercado

La historia del papel higiénico es tan antigua como la humanidad. Ya era conocido en China, hace más de dos mil años. En otras latitudes, sus funciones eran suplidas con paños de lana, lino, cáñamo y, directamente, con las manos y el agua. En Roma, se practicó el hábito de la limpieza que hoy se asocia con el uso moderno del confort. Se trataba entonces de una esponja amarrada a un palo y sumergida en un balde de agua salada que estaba a disposición en los baños públicos. Diversas culturas probaron con trapos viejos, virutas, hojas, hierba, paja, piedras molidas, arena refinada, musgo, nieve, cáscaras de plantas, helechos, pieles de frutas, conchas o corazones de maíz, todo esto según las condiciones climáticas y costumbres sociales de cada lugar. Luego de milenios de ensayo y error, los seres humanos, al parecer, llegamos a un acuerdo cultural respecto de la higiene con papel.
A nivel comercial, debemos remontarnos al siglo XIX para encontrar los primeros cimientos de la actual industria. Fue Joseph Gayetty, un emprendedor estadounidense, quien se anotó como el inventor del papel higiénico. El artículo de Gayetty se introdujo en 1857 a las tiendas de Nueva York, Chicago y Boston, volviéndose nacional en la década de 1920. Se comercializaba con la leyenda “papel medicinal” en formato de paquetes de cincuenta hojas planas que llevaban el nombre del inventor en una marca de agua. Los primeros ejemplares contenían aloe vera como lubricante y se recomendaban para las hemorroides, una enfermedad masiva en Estados Unidos durante la época.
Años después, fueron los hermanos Clarence e Irvin Scott quienes volvieron masivo el papel higiénico en rollos, una nueva forma de comercializar el producto que se transformó en el nuevo estándar exigido por los consumidores. Los hermanos Scott levantaron una verdadera fortuna gracias a su invento, pues consiguieron ser proveedores de hospitales y hoteles. Al primer cargamento lo llamaron Charmin y su logotipo fue una bella joven. Más tarde, el logo sería reemplazado por un bebé mofletudo, un pequeño oso y un tierno perro. Fueron los Scott quienes, movidos por el amplio éxito del producto, diseñaron el influyente paquete de cuatro rollos empaquetados en conjunto. Pronto este se volvería el principal formato de venta de papel higiénico en todo el mundo.
El desarrollo de la industria sanitaria y hospitalaria abrió vastos mercados para el papel higiénico, el cual se transformó en un producto de primera necesidad a múltiples niveles. Una prueba de la influencia de este elemento en la historia reciente es que, terminada la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de los Estados Unidos premió a la empresa Kimberly-Clark por sus “heroicos esfuerzos” en el suministro del papel higiénico a los combatientes.
Uno de los requisitos elementales de este producto es que debe descomponerse en contacto con el agua; en caso contrario, los ductos de desagüe colapsarían en cada hogar del planeta. Así, el desafío del productor de papel higiénico es doble: por una parte, debe satisfacer al consumidor en su limpieza y comodidad y, por otra parte, debe asegurar condiciones de circulación para los alcantarillados de las ciudades. Para lograr esto, actualmente este producto es el resultado de una larga cadena de elaboración. El papel se fabrica a partir de dos tipos de fibras de celulosa, largas y cortas. Las proporciones que se utilicen de cada tipo de fibra dependerán del producto final que se quiera fabricar. Estas fibras pueden obtenerse, a su vez, de dos fuentes principales, cuales son la madera fresca, que contiene fibras de celulosa virgen, o la madera recuperada de otros procesos. En la primera etapa, se mezcla la fibra que contiene la celulosa con distintos químicos y agua, formando una pasta o pulpa, que será la precursora del producto final. Esta mezcla ingresa a una máquina fabricadora que forma una gran hoja continua de papel. Sobre esta lámina se aplica calor, se seca y se la enrolla, generando así los enormes tubos de papel, que servirán como insumo para la siguiente etapa. Luego, se toman las grandes bobinas de papel secado, el cual dará origen a productos en rollos, ya sea toallas o papel higiénico. Por otro lado, se doblan y empaquetan los productos que no se venden en rollos, como servilletas o toallitas faciales.
En el mercado chileno, encontramos una división nítida. Según el vocabulario de las propias empresas productoras, existen tres nichos distintos, cada cual con sus productos asociados. En primer lugar, encontramos un segmento masivo denominado “económico”, el cual se configura, en general, por rollos de papel de una sola hoja y con menor tecnología de tacto aplicada, lo que lo hace más áspero y menos agradable. Este segmento contiene toallas en rollo para cocina y papel higiénico para el baño, con productos de precio más bajo que los otros dos segmentos. En segundo lugar, encontramos el nicho medio, denominado “valor”, donde preponderan los rollos de papel con doble hoja y más sensibles al tacto. Asimismo, aparecen toallas de cocina con mayor poder de absorción y más amables en su presentación. Por último, en la cúspide, encontramos el segmento denominado “premium”, donde destacan los productos top de la línea, con la mayor tecnología de tacto y el mayor poder de absorción de todo el mercado. Este es el segmento destinado a aquellos consumidores de mayor poder adquisitivo que destinan más dinero a la compra de productos de baño y cocina. Los otros dos segmentos, valor y económico, se configuran como oferta para la clase media y las clases populares que buscan un equilibrio entre el precio y la calidad del producto.
Según la tesis de la FNE, la colusión entre CMPC y SCA operó en todos estos segmentos, los cuales fueron monitoreados conforme a un plan para repartirse las cuotas de mercado y controlar el precio de venta al público.

Un apellido de tres siglos

Como ya se mencionó, la interpelación de Jorge Awad caló hondo en la opinión pública. La familia interpelada, los Matte, eran portadores de algo más que un apellido y eso se sentía en el ambiente. Después de descubierta la colusión, la sociedad civil chilena se paralizó a la espera de una explicación de parte de uno de los clanes nucleares de la elite industrial. Ocurre que, dentro de la clase empresarial del Chile actual, la familia ocupa un lugar preponderante, pues se les observa como continuadores de la vieja tradición castellano-vasca. En estricto rigor, el apellido es de origen español, aunque no castellano ni vasco. El clan proviene de la zona de Santander, en la provincia de Cantabria, en las costas del golfo de Biscaya, frente a los puertos franceses.
Uno de los primeros hombres públicos de la familia fue Domingo Matte Mesías, terrateniente, banquero y político vinculado al Partido Montt-varista de mediados del siglo XIX. Matte Mesías fue electo diputado en dos elecciones, por Valdivia y por Santiago.
Uno de sus hijos, el abogado Eduardo Matte Pérez, fue el litigante más reputado de la época, transformándose más tarde en un destacado dirigente político, y considerado uno de los mejores oradores de la historia del Congreso. Este personaje fue senador y ministro en los gobiernos de Balmaceda y Jorge Montt, en los cuales destacó como un posible candidato presidencial. Es el autor de una de las más célebres frases del siglo: “Los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo; lo demás es masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio”108.
Su hermano, Claudio Matte Pérez, fue rector de la Universidad de Chile y es uno de los pedagogos más influyentes de la historia. Su Silabario Matte fue el libro de instrucción primaria más popular en las escuelas chilenas, con el cual aprendieron a leer millones de niñas y niños a lo largo del territorio. En lo político, fue un destacado militante del Partido Liberal y, como docente, fue académico de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile. Los hermanos Matte Pérez fueron todos personajes respetados de la sociedad chilena de finales de siglo XIX y comienzos del XX. Podemos mencionar a Augusto, quien fuera embajador y banquero, a Ricardo, quien fuera presidente del Senado, y a su hermana Delia, fundadora del tradicional Club de Señoras de Santiago.
La siguiente generación, desarrollada durante el siglo XX, vería el florecimiento de la familia en sentido político, artístico y —por sobre todo— económico. En esta generación encontramos, por ejemplo, a la escultora Rebeca Matte Bello, nieta, por parte de madre, del jurista Andrés Bello López, redactor del Código Civil y refundador de la Universidad de Chile. Su primo, el abogado Guillermo Edwards Matte, fue diputado por Melipilla a comienzos de siglo, siendo luego nombrado ministro en el primer gobierno de Arturo Alessandri. Más tarde, Edwards Matte se convertiría en uno de los redactores de la Constitución de 1925. Su hermano, Ismael, fue un furibundo opositor de Alessandri y uno de los principales voceros liberales contra el gobierno. Ismael Edwards Matte fue, paralelamente, un prodigioso arquitecto, encargado, por ejemplo, del diseño de la Casona Cienfuegos 41, actualmente en propiedad de la Universidad Alberto Hurtado. Su obra más relevante y conocida es el edificio del Banco Central, en el centro de Santiago...

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