Dijo el Buda...
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Dijo el Buda...

El reto de las dificultades de la vida

  1. 456 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Dijo el Buda...

El reto de las dificultades de la vida

Descripción del libro

Hace dos mil quinientos años el Buda transmitió los sutras en los que se basa este libro. Los estudiosos solían pensar que el texto original del Sutra de los 42 capítulos debía haber existido en sánscrito o en pali, pero que, habiéndose perdido, sólo se conservaba su traducción al chino. Sin embargo, el sutra nunca existió en la India. Cada aforismo es del Buda, pero la obra es una nueva antología, creada especialmente para China, por encargo del emperador Ming, para que sirviera de introducción al pensamiento de Gautama Buda. A la manera de las Analectas de Confucio, cada párrafo comienza con las palabas: "Dijo el Buda…".Utilizando un idioma moderno, Osho extrae la esencia de la percepción y la comprensión profundas del Buda y presenta su mensaje imperecedero al lector contemporáneo de una manera lúcida, directa y rebosante de humor. En estos discursos el Buda, comentado por Osho, expone la necesidad de la duda y la discusión en la búsqueda espiritual; hurga en la naturaleza del deseo y en la disciplina del desapego; responde asimismo a preguntas sobre individualidad y universalidad; sobre amor, sexo y matrimonio; falsos maestros, o reencarnación. Un libro imprescindible.

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Información

Año
2020
ISBN del libro electrónico
9788499888217
Edición
1
Categoría
Filosofía

1. EL MEJOR DE LOS CAMINOS

Dijo el Buda:
«Estar libre de pasiones y tranquilo es el mejor de los caminos.
»A quienes dejan a sus padres, abandonan el hogar, entienden la mente, alcanzan la fuente y comprenden lo inmaterial se les llama shramanas.
»A quienes observan los preceptos de moralidad, son de comportamiento puro e intachable y se esfuerzan por realizar los frutos de la santidad se les llama arhatas.
»Después está el anagamin. Al final de esta vida, el espíritu del anagamin asciende al cielo y realiza la arhatidad.
»Después está el skridagamin. El skridagamin asciende al cielo (tras su muerte), regresa una vez más a la tierra y luego realiza la arhatidad.
»Después está el srotapanna. El srotapanna muere siete veces y renace también siete veces, para luego realizar finalmente la arhatidad.
»Cercenar las pasiones significa que, al igual que ocurre con los miembros cercenados, éstas nunca vuelven a utilizarse.»
El Buda Gautama es como Gourishankar, el pico más alto del Himalaya. Es uno de los seres más puros, una de las almas más virginales, un raro fenómeno en esta tierra. Su singularidad consiste en que el Buda es un científico del mundo interior, un científico de la religiosidad. Se trata de una rara combinación. Ser religioso es sencillo, y también ser científico, pero combinar, sintetizar ambas polaridades, es increíble. Lo es, pero sucedió.
El Buda es el ser humano más rico que nunca ha vivido; rico en el sentido de que en él se ven colmadas todas las dimensiones de la vida. No es unidimensional.
Hay tres maneras de acercarse a la verdad. Una es a través del poder, otra a través de la belleza, y la tercera es la de la grandeza.
El enfoque científico es la búsqueda del poder; por eso lord Bacon dijo aquello de «saber es poder». La ciencia ha convertido al ser humano en alguien muy poderoso, tanto, que puede destruir todo el planeta. Por primera vez en la historia de la conciencia, el ser humano es capaz de llevar a cabo un suicidio global, colectivo. La ciencia ha liberado un poder tremendo. La ciencia no deja de buscar más y más poder. Ése también es un enfoque y una búsqueda de la verdad, pero parcial.
Luego están los poetas, los místicos, y la gente con sentido estético. Buscan la verdad como belleza, como en el caso de Jalaludín Rumí y Rabindranath Tagore, entre otros, que creen que la belleza es verdad. Crean arte, y crean nuevas fuentes de belleza en el mundo. El pintor, el poeta, el bailarín y el músico también se acercan a la verdad, pero desde una dimensión totalmente distinta a la del poder.
El poeta no es como el científico. El científico trabaja con análisis, con la razón, mediante la observación. El poeta funciona a través del corazón, la confianza y el amor, es decir, a través de lo irracional. No tiene nada que ver con la mente y la razón.
La mayoría de las personas religiosas pertenecen a la segunda dimensión. Los sufíes, los baules,1 pertenecen al enfoque estético. De ahí que gentes religiosas creasen tan bellas mezquitas, iglesias, catedrales, y templos, como en Ajanta y Ellora. Allí donde predomina la actividad religiosa se crea arte, música y pintura, y el mundo se torna un poco más hermoso. No se vuelve más poderoso, sino más hermoso, más bello, más vivible.
El tercer enfoque es el de la grandeza. Los antiguos profetas de la Biblia –Moisés, Abraham; Mahoma, el profeta del islam; Krishna y Rama en el hinduismo– utilizan la dimensión de la grandeza, el sobrecogimiento que se experimenta a observar la vastedad del universo. Las Upanishads, los Vedas, se acercan al mundo de la verdad a través de la grandeza. Están repletos de maravillas. El universo es tan increíble, tan majestuoso, que uno sólo puede inclinarse ante él, pues nada más es posible. Uno se siente humilde, reducido a nada.
Ésas son las tres dimensiones normalmente disponibles para acercarse a la verdad. La primera dimensión crea al científico, la segunda al artista, y la tercera a los profetas. La excepcionalidad del Buda consiste en que su enfoque es una síntesis de los otros tres, y no sólo una síntesis, sino que va más allá de los tres mencionados.

El Buda es un racionalista. No es como Jesús, ni como Krishna. Es un racionalista absoluto. Einstein, Newton o Edison no hallarían ningún error en su razonamiento. Cualquier científico quedaría de inmediato convencido de su verdad. Su enfoque es puramente lógico, convence a la mente. No hay lagunas.
Alguien me ha enviado una bonita anécdota acerca de un famoso actor y ateo, W.C. Fields. Realizaba una gira por Estados Unidos. Un día, su agente entró en su habitación del hotel y se sorprendió al verle leyendo un ejemplar de la Biblia que suele haber en la mesilla.
–¡Bill! –dijo– ¿Qué diablos estás haciendo? Creí que eras ateo.
–Estoy buscando lagunas –replicó Fields–; sólo busco fallos.
Pero en el Buda no hay lagunas. Sí, en Jesús pueden hallarse, muchas, porque Jesús cree, confía, tiene fe. Es como un niño. En él no hay argumentos. La prueba existe, pero no hay argumentos que la apoyen. Su prueba es todo su ser.
Pero no ocurre eso con el Buda. Puede que no comulguéis con su corazón, que no creáis en lo que dice, puede que no veáis la prueba que él mismo es, pero tendréis que escuchar sus argumentos. Cuenta tanto con la prueba como con el argumento. Él mismo es la prueba de lo que está diciendo, pero eso no es todo. Si no estáis dispuestos a considerarlo una prueba, entonces puede convenceros, porque es un racionalista.
Incluso alguien como Bertrand Russell, que era ateo, puramente lógico, dijo: «Puedo luchar con Jesús, pero con el Buda empiezo a sentir dudas». Escribió un libro, Por qué no soy cristiano, que fue una obra muy importante y polémica. Los cristianos todavía han de dar una contestación, y mientras no lo hagan, esos argumentos seguirán ahí. Pero frente al Buda de repente duda, no se siente tan seguro, porque el Buda puede convencerle en su propio terreno. El Buda es tan analítico como Bertrand Russell.
Para ser convencido por el Buda no es necesario ser una persona religiosa, y ésa es su peculiaridad. No es necesario creer. No hace falta creer en Dios, ni en el alma, ni en nada… Pero, no obstante, se puede seguir con el Buda, y poco a poco se llega a saber también sobre el alma y la divinidad, pero ya no serán meras hipótesis.
Para viajar con el Buda no hace falta creencia alguna. Se puede llegar hasta él con todo el escepticismo del mundo, pues te aceptará y dará la bienvenida: «Ven conmigo». Primero convence a tu mente, y una vez que ésta está convencida y empiezas a viajar con él, poco a poco empiezas a darte cuenta de que tiene un mensaje que está más allá de la mente, un mensaje que la razón no puede confinar. Pero primero convence tu razón.
El enfoque del Buda es suprarracional, pero no está contra la razón. Esto ha de quedar muy claro desde el principio. Tiene que ver con más allá, con suprarracional, pero que no está contra la razón, sino que sintoniza con ella. Lo racional y lo suprarracional son una continuidad ininterrumpida; ésa es la singularidad del Buda.
Krishna le dijo a Arjuna: «Entrégate a mí». El Buda nunca lo dice, sino que te convence para que te entregues. Krishna dice: «Entrégate a mí y luego te convencerás». El Buda dice: «Convéncete primero, y luego la entrega llega como una sombra. No debes preocuparte por ello, ni hablar de ello».
A causa de su enfoque racional nunca plantea un concepto que no pueda demostrarse. Nunca habla de Dios. H.G. Wells dijo acerca del Buda: «Es el hombre más santo y más impío que ha existido en la historia de la humanidad». Sí, así es… el más santo y más impío. No puede hallarse una persona más santa que el Buda. Cualquier otra personalidad se eclipsa ante él. Su luminosidad es espléndida, su ser no tiene comparación, pero no habla de Dios.
Como nunca habló de Dios, mucha gente cree que el Buda es un ateo, pero no es así. No habló de Dios porque no hay modo de hablar de Dios. Toda conversación sobre Dios es una tontería. Todo lo que podáis decir sobre Dios será falso. Es algo que no puede pronunciarse. Hay otros visionarios que afirman que nada puede decirse de Dios, pero lo dicen, dicen que no puede decirse nada. Pero el Buda es totalmente lógico, y ni siquiera dice eso, porque lo que dice es: «Incluso al decir que sobre Dios no puede decirse nada, ya estás diciendo algo. Si dices: “Dios no puede ser definido” ya le estás definiendo de modo negativo, que no puede definirse. Si dices: “No puede decirse nada” también estás afirmando algo». El Buda es estrictamente lógico. No pronunciará ni palabra.
Ludwig Wittgenstein, uno de los más importantes pensadores de su época, y también de todos los tiempos, dijo: «De lo que no se puede hablar, mejor es callarse. Y sobre lo que no puede ser dicho, uno debe guardar silencio». Porque decir algo sobre algo que es inefable es un sacrilegio.
El Buda no es un ateo, pero nunca habla de Dios. Por eso digo que es una rareza. Lleva a mucha gente a la santidad… ha llevado a más gente que cualquier otro. Millones de personas se santificaron en su presencia, pero nunca pronunció la palabra. No sólo de Dios, sino ni siquiera del alma, del yo… Tiene una teoría al respecto. Se limita a decir: «Puedo mostrarte el camino para ir. Vas y lo miras». Dice: «Los budas sólo pueden indicar el camino, no pueden proporcionarte una filosofía. Eres tú el que estás ahí, así que entra y mira».
Un hombre fue a ver al Buda. Era un gran erudito, una especie de profesor, que había escrito muchos libros, y famoso en todo el país. Se llamaba Maulingaputta. Le dijo al Buda:
–He venido con una docena de preguntas y debéis proporcionarme la respuesta.
Dijo el Buda:
–Yo responderé, pero tú deberás cumplir un requisito. Durante un año permanecerás conmigo en absoluto silencio, y luego responderé, pero no antes. Podría contestar ahora, pero no recibirías las respuestas porque no estás preparado. Todo aquello que pudiera decir sería mal interpretado porque albergas demasiadas interpretaciones en la mente. Todo aquello que pudiera decir pasará por tu mente. Durante un año permanece en silencio, de manera que puedas abandonar el conocimiento. Cuando estés vacío te responderé a todo lo que quieras preguntar, te lo prometo.
Mientras el Buda así habló, otro de sus discípulos, Sariputta, empezó a reírse como un loco. Maulingaputta debió sentirse confundido, así que preguntó:
–¿Qué ocurre? ¿De qué os reís?
Sariputta dijo:
–No me río de ti, sino de mí mismo. Este hombre también me engañó a mí. Llegué con muchas preguntas y me dijo: “Espera durante un año”, y esperé. Y un año ha pasado. Ahora me río porque en este momento han desaparecido todas aquellas preguntas. Y él no deja de pedirme: “¡A ver, hazme esas preguntas!”. Pero yo ya no puedo hacérselas porque han desaparecido. Así que Maulingaputta, si de verdad quieres respuestas para tus preguntas, ¡házselas ahora! No esperes un año. Este hombre es un embaucador.
El Buda dio entrada a muchas personas, a millones, al mundo interior, pero de una manera muy racional. Se trata de un sistema muy sencillo: primero has de convertirte en un receptor, primero debes realizar el silencio; y luego la comunión se torna posible, pero no antes.
El Buda nunca solía responder a preguntas metafísicas. Siempre tenía a punto una respuesta a cualquier pregunta sobre método, pero nunca estuvo dispuesto a responder preguntas sobre metafísica. Ése es su enfoque científico. La ciencia cree en el método. La ciencia nunca contesta al “por qué”, sino que siempre responde al “cómo”.
Si le preguntas a un científico: «¿Por qué existe el mundo?», te dirá: «No lo sé. Pero puedo decirte cómo existe». Si le preguntas: «¿Por qué hay agua?», no podrá responder; se encogerá de hombros. Pero puede decir cómo está el agua; cuánto oxígeno y cuánto hidrógeno hace falta para que el agua ...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portada
  3. Créditos
  4. Preámbulo
  5. 1. El mejor de los caminos
  6. 2. Sólo la nada es
  7. 3. Permaneced por tanto atentos
  8. 4. Vivir el 'dhamma'
  9. 5. La verdad más allá de la magia
  10. 6. Las veinte cosas difíciles
  11. 7. En armonía con el camino
  12. 8. Una luz para ti mismo
  13. 9. Reflexiones sobre el vacío
  14. 10. La disciplina más allá de la disciplina
  15. 11. Iluminación espiritual
  16. 12. Siempre en la pira funeraria
  17. 13. No hay nada parecido a la lujuria
  18. 14. Conviértete en madera de deriva
  19. 15. Trabajar por una monda
  20. 16. ¡Fuera con las pasiones!
  21. 17. El óctuple sendero
  22. 18. Recuerda el medio
  23. 19. La disciplina de la trascendencia
  24. 20. Las diez tierras del camino
  25. 21. Provisiones para el viaje
  26. 22. Recoger cantos en la orilla de la vida
  27. Sobre el autor
  28. OSHO International Meditation Resort
  29. Más información
  30. Notas
  31. Contracubierta