Los remedios de la abuela… ¡2!
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Los remedios de la abuela… ¡2!

Medicina casera de los pies a la cabeza (pasando por el ombligo)

Valeria Edelsztein

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Los remedios de la abuela… ¡2!

Medicina casera de los pies a la cabeza (pasando por el ombligo)

Valeria Edelsztein

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¡La abuela ataca de nuevo! Valeria Edelsztein utiliza todo el arsenal de la ciencia para sugerir y proponer (y cuando corresponde prohibir terminantemente) los remedios caseros que todos llevamos en algún rincón del botiquín. Esta vez la autora recorre el cuerpo, de los pies (y las manos) a la cabeza –con una escala en el ombligo y sus circunstancias–, para adentrarse en sus molestos secretos y en las posibles curas recomendadas por la cultura popular (que nunca descansa).Consejos, advertencias y datos increíbles son desmenuzados y ordenados según su nivel de efectividad (nula, no demostrada, limitada, comprobada) y los estudios clínicos que avalan o refutan sus propiedades. Y los veredictos científicos son implacables.Por aquí desfilan esas ampollas, callos y sabañones que vamos pisando a medida que caminamos por la vida, cada uno con su explicación y sus remedios, y queda demostrado a cuáles de ellos acercarse con confianza y de cuáles salir corriendo. La abuela les dice basta a las bananas para aliviar los calambres, pero no es tan categórica cuando habla de dar un buen susto contra el hipo. Es que la panza también es fuente de problemas –allí están la acidez, el ataque de hígado, la enemistad con el inodoro– y, claro, de remedios caseros. Finalmente, por encima del cuello hay un poco de todo: insomnio, ronquidos, halitosis y hasta piojos. Pasen y vean la efectividad en cada caso del ajo, la leche tibia, el bicarbonato, el tecito de lechuga o el vinagre. Eso sí: desde ya les adelantamos que para la caída del pelo... no hay nada. Valeria Edelsztein se pone una vez más los ruleros y el batón y vuelve a la carga con nuevos remedios para los pies del caballero, el ombligo de los niños o la cabeza de la dama.

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Información

Año
2019
ISBN
9789876295017
… A la cabeza
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Necesito alguien
que me emparche un poco
y que limpie mi cabeza,
que cocine guisos de madre,
postres de abuela y torres de caramelo.
Sui Generis
Desde Medusa y Perseo hasta Divididos y su “cabeza de maceta”, nuestra próxima protagonista ha sido una fuente de inspiración. Muchos la han perdido por amor y otros en una guillotina. Una idea brillante puede hacerla volar y un fuerte dolor, explotar. Hay gente que la tiene llena de pajaritos y otros de aserrín. Testa, marote, mate, coco, sesera, llamémosla como queramos, pero es hora de ocuparnos de las dolencias del cuello para arriba.
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Dentadura imperfecta
“La Gioconda” es el retrato más famoso de la historia, y su sonrisa, fuente de numerosas especulaciones, dudas y fabulaciones. Incluso se ha analizado el cuadro con un software especial capaz de comparar expresiones faciales y se llegó a la conclusión de que la Mona Lisa está un 83% feliz, un 9% disgustada, un 6% temerosa y un 2% enfadada. Imaginen ahora si la modelo hubiese entreabierto los labios y nos hubiera mostrado una galería de dientes amarillentos, caries y otras imperfecciones. No se sorprendan. Es algo perfectamente factible ya que, desde los cazadores-recolectores que vivían en las Cuevas de Taforalt hace unos quince mil años, los seres humanos hemos padecido importantes problemas dentales.
En el interior de nuestra boca tenemos tres pares de glándulas salivales ubicadas en las paredes y la base, una lengua musculosa y hasta una campanita colgando. Además, nuestra boca está recubierta de mucosas que protegen su interior y la mantienen húmeda gracias a su constante producción de moco. Pero lo que nos permite mostrar una sonrisa perfecta son nuestros dientes.
Píldora de bolsillo
Viene de familia
“Dadme un diente y te diré quién eres” podría ser el lema de la odontología forense, una especialidad de gran relevancia en investigaciones judiciales e identificación de personas. Pero si piensan que esta rama de la ciencia es algo novedoso, están muy equivocados. El primer caso de identificación dental data del año 49 d.C. y podría ser parte del guión de Game of Thrones.[70]
Resulta ser que en Roma la pelea por el trono era cosa seria. Cuando el emperador Claudio decidió casarse por cuarta vez, Agripina la Menor, madre de Nerón y hermana de Calígula (linda familia), desplegó todos sus encantos e influencias. Así consiguió vencer a Lolia Paulina, su ex cuñada y una de sus rivales más fuertes en la pelea matrimonial. Una vez alcanzado su cometido, como no la quería cerca de Claudio, Agripina acusó a Lolia de practicar maleficios y ritos religiosos prohibidos logrando que la desterraran de Roma. Parece ser que esto no fue suficiente y, temiendo una posible venganza, ordenó que la buscaran y la decapitaran. Para asegurarse de que el trabajo había sido exitoso pidió que le trajeran su cabeza. No conforme aún, y para estar ciento por ciento segura de que era ella, le abrió la boca y le arrancó dos muelas de oro que sabía que tenía incrustadas. Linda historia, por si se preguntan de dónde salió Nerón…[71]
En principio podemos pensar en cada diente como un iceberg. La parte visible es sólo un tercio del diente, y los dos tercios restantes, en lugar de bajo el agua, se ocultan debajo de la mucosa bucal. A la porción que vemos se la denomina corona (por eso cuando el odontólogo la arregla nos “hace una corona”), debajo de la encía tenemos el cuello del diente y, finalmente, la raíz, que se une al maxilar a través del periodonto, los tejidos que rodean y sostienen a los dientes. Por otra parte, cada diente está formado por cuatro tipos de tejido: pulpa, dentina, esmalte y cemento dental.
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El recubrimiento más externo de la corona y su escudo protector frente al desgaste es el esmalte, el tejido más duro del cuerpo, formado aproximadamente por un 95% de minerales, un 4% de agua y un 1% de proteínas. El mineral estrella es la hidroxiapatita (fosfato de calcio cristalino), que le da su dureza y, al mismo tiempo, lo hace frágil.[72] Esto se compensa con la dentina, el tejido que se encuentra debajo, menos mineralizado y duro, y también más dúctil. Es un material poroso, con montones de canales microscópicos llamados túbulos, y contiene aproximadamente un 70% de componentes inorgánicos, proteínas como colágeno y agua. La mayor parte del diente está formada por dentina, y mientras que en la parte de la corona, como ya mencionamos, está recubierto de esmalte, en la zona de las raíces está recubierto con cemento dental, un tejido duro como el hueso que permite que el diente soporte la presión de la masticación y lo protege de las bacterias y los cambios de temperatura de los alimentos. Finalmente, llegamos a la pulpa, la porción más interna y más blanda del diente. También es la más delicada, porque está formada por tejido conjuntivo, nervios y vasos sanguíneos que lo nutren. Cuando tomamos sopa demasiado caliente o un helado, si nos rompemos un diente o tenemos una caries la responsable del dolor es la pulpa. Es decir, tanto la dentina como la pulpa cubren todo el diente de corona a raíz, pero la capa más externa será esmalte o cemento dental, dependiendo de si está por debajo o por encima de la encía.
Hay varias cosas que pueden andar mal en la boca y los dientes. Veamos algunas.
Caries
Podríamos pensar que una caries es básicamente un agujero en un diente. Dicho así no parece algo tan grave. En realidad, es una enfermedad multifactorial y transmisible, con cuatro factores principales involucrados en su aparición: la superficie de los dientes, la dieta, las bacterias cariogénicas y el tiempo. Vayamos de a poco.
El 99% de nuestra saliva está formado por agua, pero en ese ínfimo 1% restante ocurre la verdadera acción. Allí encontramos distintas moléculas e iones, como por ejemplo calcio, fosfato, enzimas, moco y glucoproteínas (proteínas unidas a azúcares). Estas biomoléculas son bastante grandotas y les cuesta mantenerse en solución, así que tienden a depositarse espontáneamente en la superficie del esmalte formando un revestimiento insoluble llamado película adquirida.
Esta película es protectora, pero también permite que se instalen cómodamente bacterias. Y no sólo bacterias; también se han aislado virus y hongos. Por esto es que ya no se la llama placa bacteriana, sino biofilm oral. ¡Tenemos toda una comunidad ecológica viviendo en nuestras bocas! Otra que Woodstock…
Las pioneras en la colonización suelen ser bacterias de la familia del Streptococcus mutans a las que les encanta la sacarosa (el azúcar de mesa). Este es el primer y más importante paso en la génesis de la enfermedad. Sin ellas, no hay caries que valga.
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Chupar la cucharita
Efectividad: De Guatemala a Guatepeor.
¿Qué progenitor no ha probado la comida de su niño con la misma cucharita con la que luego le hizo el avioncito? ¿Quién puede decir, incluso, que no ha chupado el chupete de su bebé ante la falta de una canilla cercana luego de que cayera al piso? Estas acciones desesperadas para evitar que un bicho intruso enferme a nuestro hijo pueden ser muy contraproducentes ya que, en nuestro afán de protección, podemos contagiarles bacterias cariogénicas. Y cuanto más temprano se instalan en la dentición primaria, más rápidamente se espera que aparezcan las caries y mayor es el riesgo de que surjan en los dientes definitivos.
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En una primera fase los microorganismos se depositan en defectos del esmalte (pequeños agujeritos o grietas) o se adhieren a su superficie, pero podemos echarlos con un buen cepillado o gracias a la acción de nuestra propia saliva. Hay dientes más susceptibles que otros a la acumulación de biofilm. Por ejemplo, los molares y los premolares son muy rugosos, con muchos surcos, y a la lengua y el cepillo les cuesta limpiar su superficie. También aparecen lactobacilos. Si bien no tienen capacidad de adhesión al esmalte y, por lo tanto, no pueden iniciar una caries, sí pueden hacerla progresar. Si no insistimos con una buena higiene oral, acumularemos capa sobre capa de microorganismos.
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Para poder crecer y desarrollarse, los estreptococos y los lactobacilos aprovechan los azúcares y polisacáridos fermentables de los restos de alimentos que quedan en la boca y generan ácidos (en especial, ácido láctico) como subproductos de fermentación. Este ácido es capaz de difundir a través de los poros del esmalte gracias a la poca agua que se encuentra rodeando los cristales de hidroxiapatita (que eran de fosfato de calcio). Estos cristales son imperfectos, como todos nosotros. Sólo que en lugar de ser impulsivos, egoístas o testarudos sus defectos consisten en que dentro de la red cristalina a veces el anión fosfato está reemplazado por un anión carbonato. Esto hace que el cristal sea más soluble en ácido acuoso que si fuera hidroxiapatita pura. Aproximadamente, uno de cada diez fosfatos están intercambiados en el esmalte, y uno de cada cinco en la dentina.
El ácido se va abriendo paso entre los poros y cuando llega a uno de estos sitios defectuosos, donde los cristales son más susceptibles, empieza a disolverlos. Así, los iones calcio y fosfato pasan a la saliva y vamos perdiendo parte del esmalte. Este proceso se llama desmineralización y ocurre predominantemente cuando el pH de nuestra saliva está por debajo de 5,5.
Pero a no desesperar. Como la saliva está saturada en estos iones (gracias, por ejemplo, a las estatinas, unas proteínas capaces de coordinar calcio y mantenerlo en una concentración relativamente alta), existe la posibilidad...

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