
- 594 páginas
- Spanish
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eBook - ePub
Comentario de la epístola a los Filipenses
Descripción del libro
Con este comentario, Gordon Fee ha demostrado ser uno de los mejores comentaristas del Nuevo Testamento de nuestros días. Esta obra incluye una introducción en la que se trata el propósito y la autoría de la epístola, y otros aspectos relacionados con su contexto y trasfondo, y recoge importantes temas teológicos. A continuación, el minucioso comentario no solo intenta explicar lo que la epístola significó para los primeros lectores, sino que logra extraer aplicaciones relevantes para el día de hoy.
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Información
Categoría
Teología y religiónCategoría
Comentario bíblicoCOMENTARIO DE LA EPÍSTOLA A LOS FILIPENSES
I. CUESTIONES INTRODUCTORIAS (1:1-11)
Casi todas las cartas del periodo grecorromano1 comienzan con un saludo triple: el escritor, el receptor y los saludos.2 Con mucha frecuencia, el siguiente elemento en la carta es un deseo (en ocasiones, una oración) de que el receptor se encuentre bien de salud. Las cartas de Pablo, que generalmente siguen esta forma estandarizada, normalmente incluyen unas palabras de gratitud.3 En algunas, como en este caso, también se incluye una oración.4 Pero a diferencia de la mayoría de cartas de la Antigüedad, que tienden a ser estereotipadas, Pablo suele elaborar estos elementos formales: y al hacerlo, como todo lo que las manos de Pablo tocan recibe la influencia del Evangelio, las convierte en cartas cristianas.
A diferencia de la mayoría de cartas del mundo grecorromano, los «temas introductorios»5 de Pablo son bastante largos, casi siempre porque están llenos de elementos que anticipan los contenidos de la propia carta.6 En este sentido el proemium de Filipenses es típico, pues aparecen de forma incipiente temas que volverán a aparecer en la carta: el enfoque central en Cristo y el Evangelio, el lenguaje de servicio y «comunión», la base relacional de esa «comunión», las «cadenas» de Pablo (por tanto, el tema del «sufrimiento»), la orientación futura de la presente vida en Cristo y la necesidad de amar y de vivir fructíferamente en el presente. En realidad, la mayoría de los elementos importantes de esta carta, por no decir todos, se anticipan ya de alguna forma al leer las tres secciones de estos temas introductorios.
A. Salutación (1:1-2)
1Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús,7 a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, incluyendo8 a los supervisoresª y diáconos: 2 Gracia a vosotros y paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
ª Tradicionalmente obispos
Aunque los propios filipenses no tenían la misma perspectiva que tenemos nosotros de Pablo como escritor de cartas, la forma más conveniente de entrar en el significado de este saludo es compararlo con las otras cartas del corpus. Cuando hacemos tal comparación, varias cuestiones se destacan: su comparativa brevedad, la naturaleza fija del saludo (v. 2), y la inclusión de «supervisores y diáconos». También señalaremos otros puntos, a medida que vayamos hablando de estas cuestiones.
1. (A) El escritor (los escritores). A pesar de que la práctica no es nada común entre las cartas grecorromanas existentes, Pablo suele incluir a su(s) compañero(s) en sus saludos.9 Esto es especialmente cierto con Timoteo. No sabemos muy bien qué hacer con este fenómeno (de la co-autoría). En el caso de 1ª y 2 ª Tesalonicenses, que están escritas en su mayoría en primera persona del plural, parece tratarse de una co-autoría genuina, y cuando Pablo desea dejar claro que se refiere a sí mismo, lo hace como en 1 Ts. 2:18: «Yo, Pablo, más de una vez». En 2ª Corintios aparece con frecuencia la primera persona del plural, aunque en muchas ocasiones también usa la primera persona singular. No obstante, el tema deja claro que en este caso la carta es del propio Pablo, y muy poco de Pablo y Timoteo. Cuando nos acercamos a las tres cartas desde el arresto en las que aparece este fenómeno (Filemón, Colosenses y Filipenses), el claro reclamo de la co-autoría nos hace pensar que en realidad Pablo es el único autor.
Así, la aparición de Timoteo en las seis cartas que también llevan su nombre debe entenderse de dos formas. En primer lugar, es probable que Timoteo sirviera como el secretario de Pablo, como el amanuense que escribió la carta que Pablo le dictaba.10 En 2 Ts. 3:17 encontramos evidencias de que Pablo utilizaba un secretario. En ese versículo firma la carta con su propia mano, después de que otra persona hubiera escrito el resto.11 Por supuesto, no podemos estar seguros de que Timoteo fuera el secretario en ese caso, o en el caso de Filipenses, pero es razonable pensar que sí lo fue. En segundo lugar, en la mayoría de las ocasiones, Timoteo era muy conocido entre los receptores,12 de ahí que se le incluya como «coautor», especialmente natural en una carta de amistad.13 Por tanto, aunque Timoteo no tuvo directamente nada que ver con la composición de la carta,14 se le menciona por ser (quizá) el secretario, cuya función podía haber sido también sugerir algunas ideas y/o correcciones. Dado que era tan conocido entre los filipenses,15 y dado que él mismo iba a ir pronto a Filipos (2:19-22), debería entenderse que la carta proviene de ambos: Pablo como autor, con la conformidad de Timoteo.
Pero esta salutación es única por otra razón, que se ve mejor cuando se compara con cuatro de las otras cartas en las que aparece el nombre de Timoteo. En 1ª y 2ª Tesalonicenses, escritas principalmente en primera persona del plural, los nombres de los que las envían aparecen sin ningún tipo de elaboración: Pablo y Silvano y Timoteo. Sin embargo, en Colosenses y Filemón, Pablo comienza como siempre con su propio nombre, seguido de una palabra para identificarse (apóstol / prisionero),16 que, a su vez va seguido de «y Timoteo nuestro hermano». Filipenses es la única carta en la que Pablo incluye a Timoteo en esa identificación o descripción de sí mismo. De ahí, «Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús». Las razones para incluir a Timoteo en este caso no son difíciles de encontrar, y están relacionadas con otros dos temas.
En primer lugar, después de 1ª y 2ª de Tesalonicenses, ésta y la epístola a Filemón son las únicas en las que no hay una declaración sobre el apostolado de Pablo. Eso explica por qué en otras ocasiones el nombre de Timoteo aparece aparte del de Pablo, pues este último se identifica como apóstol, y Timoteo no es un apóstol.17 Pero él también es «siervo» del mismo Señor. La razón de que Pablo no se identifique aquí como apóstol está menos clara: probablemente esté relacionada con la naturaleza tanto de la presente carta como de la relación de Pablo con la comunidad en Filipos. Pablo escribe para exhortar a una comunidad con la que tiene una buena amistad,18 no para persuadirles. Por eso, no necesita recordarles su apostolado; sin duda, Pablo hace un llamamiento a la obediencia, basándose en la naturaleza firme de la amistad que les une.19
En segundo lugar, la propia identificación, «esclavos [douloi]20 de Cristo Jesús», nos anuncia un tema que va a ser importante en la carta. Aunque «siervo», que aparece en la mayoría de traducciones,21 es una opción aceptable, hace que el lector pierda un poco de la fuerza que tiene la palabra douloi. Para los lectores de la carta (básicamente gentiles), esta palabra solamente podría haber significado «esclavo». Sin duda, douloi era tan común en la sociedad grecorromana que la asociación más directa era pensar en alguien que era un sirviente o propiedad de un amo.22 Es cierto que la institución de la esclavitud de la Antigüedad23 tiene muy poco que ver con la esclavitud racial que arruinó a la sociedad americana ni con la sociedad inglesa, que hizo posible la trata de esclavos. No obstante, el esclavo en el imperio romano no era una persona libre, sino que «pertenecía a» otro. Por lo tanto, aparte de otros aspectos, esta palabra lleva consigo connotaciones de humildad y servidumbre.
No obstante, los gentiles conversos al cristianismo ya no pertenecían solo a la cultura grecorromana. Habían entrado a formar parte de la «sociedad»24 de un pueblo cuyas raíces eran el judaísmo, y cuya historia tenía sus orígenes en el Antiguo Testamento, una historia que los filipenses debían de conocer bien a través de la tradición griega, la Septuaginta (LXX). Y ahí la palabra griega doulos, que se usaba para designar a los verdaderos «esclavos», también se utilizaba para designar a los «siervos de Dios», refiriéndose a la distancia y la dependencia entre los siervos y Dios, pero al mismo tiempo se convirtió en un título honorífico para aquellos que rendían un servicio especial a Él.25
Es probable que esta doble connotación esté detrás de que Pablo use esta palabra para referirse a los dos, tanto a él como a Timoteo. Son esclavos de Cristo, «atados» a Él como el esclavo lo está a su amo; pero la «esclavitud» de Pablo y Timoteo se expresa en el servicio entregado por causa de Cristo hacia los filipenses y hacia los demás. Es interesante ver que Pablo no suele utilizar esta palabra como título.26 Normalmente utiliza esa raíz para designar a cualquiera que «sirve» a Dios como un «esclavo libre», es decir, que es libre en Cristo Jesús, y que ha usado esa libertad para «realizar las tareas de un esclavo»27 sirviendo a Dios y a su pueblo. El uso que Pablo hace de esta palabra en el versículo 2:7 es de especial importancia; la usa para describir a Cristo y su humillación en la Encarnación. Como el verdadero siervo sufriente de Dios, se humilló para morir en una cruz –por los filipenses–, lo que sirve de base para el llamamiento que Pablo les hace a ser humildes (2:4). Deben «tener esa actitud que también es la de Cristo Jesús» (2:5), una preocupación que quizá ya se nos anuncia con esta descripción inicial.28
Por consiguiente, Pablo y Timoteo deben ser vistos como «esclavos/ siervos de Cristo Jesús». Aquí tenemos el tema predominante de la carta. Todo está en Cristo Jesús, y es por Él, de Él y para Él. Cristo Jesús es la base de su existencia como comunidad; él es el centro y contenido del Evangelio en el cual Pablo, Timoteo y los filipenses son compañeros y colaboradores; y Él es el Señor, ante quien toda rodilla se doblará, incluyendo las de los filipenses que actualmente están arrodillándose ante el emperador Nerón. Como «esclavos de Cristo Jesús», Pablo y Timoteo solo le pertenecen a Él; al mismo tiempo que son «siervos» de Cristo para el bien de los filipenses,29 quienes también están «en Cristo Jesús», y a quienes saluda con la gracia y la paz que vienen de Dios el Padre y de «nuestro Señor Jesucristo».
(B) Los receptores. La carta se dirige a «todos los santos en Jesús que están en Filipos». Mediante esta designación, Pablo repite tres elementos de los elementos estándar que aparecen en sus epístolas. En primer lugar, les llama «santos»,30 un calificativo común para los que están bajo el nuevo pacto de Dios, pero que hoy tiene demasiadas connotaciones erróneas, por lo que no es muy útil para el lector contemporáneo.31 Éste es uno de los términos que el Antiguo Testamento utiliza para designar a Israel –como pueblo elegido de Dios–, y que los autores del Nuevo Testamento se han apropiado para referirse al nuevo pueblo de Dios, constituido por Cristo y el Espíritu. El origen de este término lo encontramos en Éxodo 19:6, donde Dios se dirige a Israel como «mi pueblo... una nación santa», un pueblo consagrado y sujeto a Jehová y a su servicio. Este vocabulario se repite de forma regular en Levítico, todavía como un adjetivo,32 pero en el Salterio y en los demás lugares se convierte en un sustantivo para referirse al pueblo de Dios.33 La traducción preferible aquí y en todo el Nuevo Testamento es «el pueblo santo de Dios», que mantiene ambas dimensiones del término intactas: los creyentes en Cristo constituyen el pueblo de Dios; éstos han sido llamados a ser su pueblo santo,34 el Espíritu Santo los ha apartado35 para los propósitos de Dios; y son los que manifiestan su carácter en el mundo.36 La preocupación paulina de que sean el pueblo santo de Dios en Filipos se tratará más adelante (en los comentarios de 1:10.11: 2:14-15; 3:17-19; 4-8).
En segundo lugar, convertirse en «el ...
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