La escuela rota
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La escuela rota

Sistema y política en contra del aprendizaje en México

Eduardo Andere

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Sistema y política en contra del aprendizaje en México

Eduardo Andere

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La escuela rota es la secuencia de La educación en México: un fracaso monumental, éxito editorial publicado en 2003 por el mismo autor. Diez años después la educación en México sigue siendo un fracaso. Un México pobre, con niveles máximos de pobreza según el Coneval, y uno de los peores índices de distribución del ingreso según el Banco Mundial, con un fuerte deterioro en seguridad, ecología y calidad de vida, no puede ser producto de un México educado.

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Información

1. LA MARCHA DE LA EDUCACIÓN


EXPLOSIONES DEMOGRÁFICA Y EDUCATIVA

El mundo no se detiene. En los últimos sesenta años la humanidad creció 2.7 veces. En el mismo periodo la población en México creció 4.4 veces (INEGI: 1996 y 2011a, Naciones Unidas, 2011). Éstos son signos de un neomaltusianismo a ultranza.

FIGURA 1.1. EXPLOSIÓN DEMOGRÁFICA MUNDIAL Y MEXICANA (millones)
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Los crecimientos exponenciales del mundo y México son un potente detonador de cambio en la vida social, política, ecológica, cultural y educativa.
Aun por encima de dichas explosiones demográficas, el crecimiento educativo ha sido todavía mayor, sobre todo para México.
La explosión educativa (fig. 2 y cuadro 1.3) aumentó 4.6 veces en casi sesenta años en el mundo y 10.6 veces en sesenta años en México (UNESCO, 2000: 41 y 54, y 2010: 126 y 146; INEGI, 2009: cuadro 3.2; Calderón, 2010: 309).
Nuestro país, por lo tanto, experimentó en los últimos sesenta años dos explosiones mostradas en el cuadro 1.1.

FIGURA 1.2. EXPLOSIÓN EDUCATIVA (MATRÍCULA PRIMARIA, SECUNDARIA Y TERCIARIA) (millones)
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CUADRO 1.1- CRECIMIENTO DE POBLACIÓN Y MATRÍCULA DEL SISTEMA EDUCATIVO MEXICANO 1950-2010

En 1950 el porcentaje de población mexicana que asistía a la escuela con respecto a la población total ascendió a 12.6; para 2010 representó casi la tercera parte de la población total.
La educación se masificó desde el siglo XIX y principios del XX en países desarrollados; en México este fenómeno ocurrió hacia la segunda mitad del siglo pasado. Esto quiere decir que nos subimos tarde al tren de la educación. Por ello todavía mostramos rezagos importantes en cobertura, sobre todo en los grados escolares que corresponden a la edad de 15 años en adelante.
La espera por décadas en el andén de la educación ocasionó que heredásemos una gran parte de la población adulta con muy bajos niveles de escolaridad y educación. El pasivo educativo acumulado dificultó el paso de la nación hacia el desarrollo y el bienestar de vida. Cargamos con una fuerte masa poblacional sin educación y sin las habilidades propias para una época que exige más y mejores educandos, aprendientes y trabajadores. Además de las impresionantes fuerzas maltusianas subyacentes, tanto para la nutrición alimentaria como intelectual, los niños y jóvenes de hoy enfrentan, en otros terrenos, un mundo diferente al de hace 50 o 100 años.
En 1950 éramos 25.8 millones de mexicanos (INEGI, 1996: 68) en un mundo de 2 532 millones de personas (Naciones Unidas, 2011). En 1970, veinte años después, crecimos a 48.2 millones de habitantes (INEGI, 1996: 68), casi el doble, en un mundo de 3 696 millones (Naciones Unidas, 2011). Para el año 2010 alcanzamos la cifra de 112.3 millones (INEGI, 2011a) en un mundo de 6 896 millones (Naciones Unidas, 2011). En 1950 la población de México representaba una centésima de la población mundial; en 2010 representó una sexagésima parte.
Junto con este crecimiento el mundo ha vivido también una explosión educativa que se ha intensificado en las últimas décadas. En 1950 había una matrícula primaria total en el mundo de 206 millones (UNESCO, 2000: 41); en el año 2008 esa matrícula aumentaría a 696 millones (UNESCO, 2010: 126). En secundaria y preparatoria para los mismos años la matrícula aumentó de 40.3 millones (UNESCO, 2000: 54) a 526 millones (UNESCO, 2010: 146). En el nivel terciario la matrícula mundial pasó de 7.6 millones (UNESCO, 2008: 54) a 159 millones (UNESCO, 2010: 146).
México ha vivido un crecimiento educativo exponencial aun mayor que el mundial (cuadro 1.3). La matrícula total en 1950 era de 3.25 millones para una población de 25.8 millones (INEGI, 2009, cuadro 3.2), es decir, 12.6%; la matrícula para el ciclo escolar 2010-2011 ascendió a 34.4 millones de estudiantes (Calderón, 2010: 309), 31% de la población total. En el mundo, en 1950, 11.8% de la población asistía a la escuela, en 2008 lo hizo 20.5 por ciento.

CUADRO 1.2. POBLACIÓN MÉXICO Y MUNDO

CUADRO 1.3. MATRÍCULA TOTAL DE PRIMARIA, SECUNDARIA Y TERCIARIA (millones)

La mayor aceleración en la cobertura de México con respecto al mundo en los últimos 50 años no indica mayor interés relativo o atención a la educación sino la consecuencia de un mayor rezago histórico. Lo que sucede es que México llegó tarde y rezagado a la cita con la educación. Hoy pagamos el costo de la negligencia o de la ignorancia de nuestros gobernantes de los siglos XIX y XX.
En 1950 el grado promedio de escolaridad en el mundo para una población de 15 años y más era de 3.2 grados (Barro y Lee, 2010a); en México ese promedio fue de 2.43 (Barro y Lee, 2010b). Para 1960 dicho promedio en México ascendía a 2.6 años (INEGI, 2000: 121) en tanto que en el mundo se ubicaba en 3.65 (Barro y Lee, 2010a: 32). Para el año 2010 la escolaridad en el mundo se estimaba en 7.76 grados (Barro y Lee, 2010: 32) en tanto que para México se calculaba en 8.6 grados (INEGI, 2011a).
A mayor abundamiento, el porcentaje de población de 6 a 14 años de edad que asistía a la escuela en 1950 (INEGI, 1996: 147) era de 37.5 contra 95 del 2010 (INEGI, 2011b).
Aunque la población y asistencia escolar han aumentado radicalmente no todos los niños y jóvenes que debieran estar en la escuela asisten a ella, y quienes no asisten son los que más la necesitan. En el rango de edad de educación primaria la inasistencia es menor, pero

CUADRO 1.4. CRECIMIENTO DE POBLACIÓN Y MATRÍCULA DEL SISTEMA EDUCATIVO MEXICANO 1950-2010

CUADRO 1.5. NO ASISTE A LA ESCUELA 2010 (INEGI, 2011)

aun así hay cerca de medio millón de niños que no van a la escuela; en secundaria son un poco más de medio millón; la suma de las dos poblaciones nos arroja una cifra superior a un millón de niños entre 6 y 14 años de edad que no asiste a la escuela. La situación es mucho más grave para la educación media superior considerando un rango de edad entre 15 y 18 años en el que 38.5% de los jóvenes, o sea, casi 3.5 millones, no asisten a la escuela (cuadro 1.5).
Si tomamos a toda la población entre 3 y 18 años de edad sumamos 7.6 millones de niños y jóvenes que no asiste a la escuela (cuadro 1.5). Esto significa llenar el estadio Azteca 76 veces: ése es el tamaño del déficit en cobertura. Así están el rezago y reto de la educación en México ya entrados en el siglo XXI, que se dibujan más dramáticos cuando analizamos con más detalle la realidad educativa del país y saltamos al mapa de la educación mundial, como lo veremos en los siguientes capítulos.

2. LA REALIDAD EDUCATIVA DE MÉXICO DEL SIGLO XXI: ¿PEOR O MEJOR?


PREÁMBULO

No abundaré sobre el rosario de indicadores de acceso o cobertura porque tanto la SEP como el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación1 (INEE) y organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos2 (OCDE) y la unesco,3 han producido en la primera década del siglo XXI un conjunto de series de datos de cobertura que ofrecen sendos panoramas de la educación mundial y mexicana. De hecho, en este conjunto de series destacan las excelentes publicaciones de Panorama Educativo tanto de la OCDE como del INEE. La OCDE comenzó con su serie en 1992, el INEE en 2004, dos años después de su creación en 2002. Los lectores interesados en perseguir los datos de cobertura y acceso pueden acudir a estas publicaciones que se ofrecen de manera gratuita en los portales electrónicos de ambas instituciones.
El tema de la calidad es mucho más debatido y cuestionado, sobre todo por los expertos académicos. Pero la diseminación abrumadora de mediciones y políticas de evaluación para fines de reforma educativa que ha provocado la prueba PISA4 a partir del año 2000, ha generado que muchos países se embarquen en frenéticas campañas de medición censal de la educación.
Uno como interesado de la educación y política educativa no puede hacer caso omiso del enorme aparato de medición del desempeño. PISA, como lo he documentado en publicaciones anteriores (Andere, 2003 y 2006), es una prueba que ha recibido una fuerte aceptación por parte de los gobiernos de muchos países, con una variedad impresionante de tamaños económicos o poblacionales, culturas, preferencias políticas o tradiciones educativas. Tan sólo el número creciente de países participantes es una muestra del éxito del instrumento y de la percepción de políticos y gobernantes de que los resultados y el mapeo pueden ser un fuerte insumo para movilizar agendas de reforma educativa (Alemania, Australia, Estados Unidos, Inglaterra, Japón) o fortalecer políticas educativas en turno (Finlandia, Suecia, Nueva Zelanda, Canadá, Singapur, Escocia y México). Y como veremos más adelante, el mundo está dividido en esto de las políticas de evaluación educativa y su alcance. Sin embargo, para efectos de este capítulo, aceptemos la importancia tanto de los indicadores de cobertura como de calidad para movilizar o corroborar agendas de reforma educativa aquí y allá. Por sí mismo este argumento justifica el pequeño paseo que ofreceré en unos momentos más sobre la ubicación de México en la geografía de la educación mundial en la era de la globalidad y el conocimiento.

EMPECEMOS POR LOS ASÍ LLAMADOS INDICADORES DE COBERTURA

¿Qué tanto está preparada la población de México, comparada con otras naciones, para el conocimiento y la globalidad?
Si la era del conocimiento y la globalidad exige una población más educada y preparada, ya sea con competencias o conocimientos, una forma cuantitativa de acercarse al tema es mediante la comparación de los niveles de matriculación en niños y jóvenes en el rango de edad que marca el final de la educación básica y el principio de la educación superior o terciaria. Para medir esto la OCDE tiene un indicador que permite comparar qué porcentaje de la población entre 15 y 19 años de edad está matriculada en la escuela.
La gráfica 2.1 muestra el enorme rezago y desafío en la cobertura de México con respecto a las mejores marcas internacionales y otras más cercanas a la región y cultura latinoamericana como Brasil y Chile (OCDE, 2012: 330).
Esta gráfica nos dice que casi 50% de los jóvenes mexicanos entre 15 y 19 años de edad (que en México correspondería según su edad teórica más o menos entre tercero de secundaria y primero o segundo de educación superior) está fuera de la escuela. Sin mencionar a las mejores marcas mundiales en este indicador —Irlanda, Bélgica, Finlandia y Corea del Sur—, la comparación con países del mismo o inferior nivel de bienestar económico que México —Brasil y Chile—, el nivel de deserción o abandono del trayecto escolar para una población tan vulnerable como la que se ubica en dicho rango, es enorme.
Además, este dato que parece sólo de cobertura, encierra un secreto de calidad. Cualquier indicador de desempeño académico, para jóvenes en este rango de edad, sobrestimará el resultado para México. Tomemos la prueba PISA, por ejemplo. Una prueba aplicada, con una muestra representativa, a jóvenes entre 15 años tres meses y 16 años dos meses de edad. Si como sucede con México la muestra se calcula sobre una población con un porcentaje relativamente bajo de jóvenes que asiste a la escuela, se sugiere que la población de esa edad (15-16 años) que se evalúa (que está en la escuela) es más sólida en conocimientos, pues es de supone...

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