Iniciarse en la investigación académica
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Iniciarse en la investigación académica

Cristina Alayza

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Iniciarse en la investigación académica

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La investigación es una actividad asociada a la búsqueda y construcción de conocimiento, ambas tareas imprescindibles en el quehacer universitario. Así, Iniciarse en la investigación académica constituye una valiosa fuente de consulta para aquellos estudiantes universitarios que enfrentan la tarea de hacer investigaciones como parte de su formación profesional, así como para aquellos que están abocados a la tarea de elaborar una tesis o proyecto profesional. El propósito de este libro es ofrecer estrategias de trabajo y pautas para el diseño y ejecución de investigaciones de diferentes niveles de complejidad. Para ello, recurre a conceptos y herramientas de fácil aplicación. El resultado es un texto práctico y didáctico, que puede ser consultado para realizar trabajos de investigación de cualquier especialidad. Un aspecto novedoso del libro es la incorporación de herramientas tecnológicas que facilitan la gestión de información y la publicación digital de contenidos. Se trata del gestor de referencias bibliográficas Refworks y del portal Cybertesis. Iniciarse en la investigación académica es fruto de la experiencia docente adquirida en los cursos de Seminario de Investigación Académica, que desde hace 14 años se vienen impartiendo en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC).

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Capítulo 1

La investigación académica

La investigación académica

«Investigar supone aplicar la inteligencia a la exacta
comprensión de la realidad en un impulso de penetrarla,
arrancarle su secreto y dominarla.» (Zubizarreta 1998: 86)
La adquisición de conocimiento es una práctica habitual al ser humano. A lo largo de nuestra vida, adquirimos y utilizamos numerosos conocimientos que resultan de gran utilidad para nuestra vida cotidiana,1 o que permiten que nos desarrollemos adecuadamente en ámbitos como el laboral o el académico. Sin embargo, en algunas ocasiones, nos damos cuenta de que las cosas que creemos conocer no son tan simples, que la certeza de algunas afirmaciones puede ser puesta en tela de juicio o negarse por completo.2 En torno al conocimiento, y a la generación del mismo, se generan, muchas veces, situaciones problemáticas, debido a que la verdad respecto de la realidad (de un objeto, de un grupo social, de un fenómeno, de una situación, etc.) no suele revelarse siempre de forma sencilla ante nosotros; requiere ser buscada de forma activa y conciente a través de un trabajo de indagación sobre aquello que queremos conocer.3 Es en estos casos que el conocimiento que se espera alcanzar requiere llevar a cabo una actividad particular: la investigación.
¿Quiénes investigan? El hombre de ciencia, que percibe un problema en su entorno y plantea explicaciones plausibles para luego someterlas a prueba por medio de diversos procedimientos, está investigando. Un gerente de marca, que antes de lanzar un producto nuevo al mercado hace focus groups o encuestas para determinar cómo podría ser recibido su producto por los potenciales consumidores, está investigando. Un abogado, que, antes de tomar decisiones respecto de cómo llevar a cabo la defensa de un cliente, consulta textos clave para saber cómo se ha procedido en circunstancias similares, está investigando. El estudiante, que consulta a sus profesores, lee libros y revistas y discute con sus compañeros la solución de los problemas planteados en un curso, está investigando.
Podríamos construir una larga lista de ejemplos de investigaciones en diferentes niveles y con distintos grados de complejidad. Sin embargo, el hecho resaltante aquí es que la investigación no es una tarea ajena, lejana ni, mucho menos, inaccesible. Todos podemos investigar, de diversos modos, sobre temas variados y con distintos grados de complejidad y exactitud.
Para entender mejor el sentido de este término, resulta ilustrativo reparar, brevemente, en sus raíces etimológicas. Miryam Henao ha analizado el sentido de ciertas raíces latinas del concepto investigar como in (detrás), vestigium (vestigios) e ire (ir) y considera que esto permite asociar la investigación con la idea de «ir tras los vestigios».4 Otros autores señalan que las raíces latinas remiten a ideas como indagar y buscar. En todo caso, el sentido más simple que se suele asignar hoy en día al término investigación es el de hacer diligencias para descubrir o aclarar algo.5
Algunas formas de investigación son más exhaustivas que otras, pero, si hay algo común a todas ellas, es que, en ningún caso, se reducen a la obtención de información, sino que someten la información recabada a un proceso de selección, evaluación y análisis que permita producir algo nuevo, diferente. Una de las formas más exhaustivas de investigación es la investigación académica o científica.
En el caso de la investigación académica o científica, esta puede ser entendida como una indagación sobre la realidad y el mundo que nos rodea en la que se pone en práctica el denominado método científico, método que le permite analizar la realidad con rigurosidad, organización y meticulosidad. Otra forma de definir la investigación académica es que ella consiste en una actividad intelectual sistemática, empírica y crítica que busca información que pueda dar origen a nuevos conocimientos.6 Que sea sistemática significa que la investigación se lleva a cabo en el marco de una disciplina o área del conocimiento y que el trabajo tiene un orden y una lógica determinados; que sea empírica indica que se recolectan y analizan datos de cualquier contexto o fenómeno; que sea crítica supone que, a lo largo del trabajo, la investigación se evalúa y mejora constantemente,7 es un proceso espiral y cíclico (se repasa constantemente de inicio a fin) que puede obligar a replantear al investigador los objetivos trazados, la metodología aplicada o incluso asumir un punto de partida diferente.8
Otro aspecto a considerar respecto de la investigación académica es que, en ella, habilidades como la intuición y la imaginación cumplen un rol significativo. Carlos Sabino destaca cuán indispensable resulta hacer gala de una disposición creativa al momento de investigar, pues será esta disposición la que permitirá explorar, con mente abierta, diversos caminos con miras a obtener una respuesta a las interrogantes que se hayan planteado; sin embargo, reitera que dicha creatividad no permitirá la creación de conocimiento si no viene acompañada de una lógica de pensamiento crítico que permita al investigador distanciarse de las especulaciones, de las opiniones irreflexivas e incapaces de ofrecer fundamentos.9 Por ello, el pensamiento crítico y la disposición creativa hacen de la investigación una actividad creativa por excelencia, en la que se discute libremente el sentido de todo aquello que rodea al ser humano.
Para Hernández, Fernández y Baptista son dos los propósitos fundamentales que puede trazarse la investigación académica: a) producir conocimiento y teorías; b) resolver problemas prácticos.10 Ambos objetivos nos remiten a una característica de la investigación sobre la que también es necesario detenernos: esta es una actividad que puede estar en contacto con la experiencia de vida del investigador y la manera en que este interactúa con su entorno social. Al respecto, Armando Zubizarreta señala lo siguiente:
«La tarea intelectual no es un aislamiento egoísta e irresponsable, sino un fecundo servicio; por ello, el intelectual de las ciencias o las letras que reconoce su responsabilidad frente a la sociedad y sus urgentes necesidades, puede exhibir el inalienable derecho de establecer el programa y las condiciones de su tarea propia.» (1998: 11)
Esta manera de entender la investigación como un acto de servicio es llevada más allá por autores como Antonio Pulido. Para él, el conocimiento científico no debe ser un objetivo en sí mismo, debe ser entendido como una condición necesaria para la innovación que, a su vez, constituya un instrumento clave a favor del desarrollo económico y social.11 Si bien resulta discutible tener que exigirle siempre a la investigación académica que promueva crecimiento en términos económicos y sociales, sí es posible admitir que la investigación académica debe poner a disposición de la sociedad no solo su capacidad de reflexión, revisión y cuestionamiento de la realidad, sino, también, su habilidad para descubrir y sistematizar posibles respuestas para los problemas e interrogantes pendientes.12
Otro aspecto a considerar de la investigación académica es que se trata de una actividad colectiva. Es como estar frente a un rompecabezas por armar, todo aquel que esté involucrado en el quehacer académico o científico debe tener en claro que su trabajo le permitirá descubrir una de las tantas piezas de ese rompecabezas. Dicho descubrimiento adquirirá sentido solo si se tiene idea del lugar que ocupará como parte de una figura mayor. La meta que no debe perderse de vista es que el rompecabezas que se intenta armar está siendo completado de manera conjunta, es decir que el conocimiento que se intenta construir es resultado de un esfuerzo colectivo y progresivo.13
Para Sabino, un momento crucial de la investigación académica ocurre cuando «(…) el investigador se ocupa por definir qué es lo que quiere saber y respecto a qué hechos» (1992: 30). Es por ello que resulta pertinente ocuparnos de quien lleva a cabo la tarea de investigar. El investigador es aquel que, a raíz de una duda que le genera insatisfacción, siente el impulso de ofrecer respuestas o explicaciones capaces de satisfacer dicha duda. El investigador debe asumir una tarea compleja, por lo que se espera que cuente con ciertas condiciones esenciales:14 anhelo de saber; compromiso ético con la búsqueda de conocimiento; capacidad crítica que le permita jerarquizar problemas, establecer causas y explicaciones, resaltar lo fundamental; capacidad para analizar, interpretar, argumentar y proponer explicaciones. La labor académica requiere del investigador una sólida disciplina de trabajo, pues crear conocimiento no puede conseguirse aplicando, mecánicamente, alguna fórmula o teoría. Es por ello que, para algunos autores, investigar es una labor «artesanal» en tanto implica destrezas, conocimientos y aptitudes particulares, acordes a la naturaleza del tema a investigar, y que solo puede aprenderse llevándola a cabo.15 La calidad de la investigación académica será producto del espíritu creativo y meticuloso con que se asuma la tarea, y no de los instrumentos utilizados o la tecnología aplicada.
Otro asunto a tomar en cuenta respecto del perfil de aquel que quiera dedicarse a la investigación académica es que, si bien se le exige imparcialidad respecto de los temas que van a ser materia de investigación, también, se pide de él que logre involucrarse estrechamente con el tema, lo cual está asociado a la motivación que dio origen a la investigación. Como señala Zubizarreta, investigar es, ante todo, una vocación intelectual y aquel que desee seguirla deberá sentir no solo que el rigor propio del quehacer académico se manifiesta desde la primera etapa de su formación y se incrementa con el paso del tiempo, sino que deberá recordar cuán motivado y comprometido está en la labor de investigar para aprender a soportar tanto la crítica de los demás como su propia exigencia.
Como vemos, son muchas las condiciones que se plantean para el perfil del investigador; sin embargo, es quizás Zubizarreta16 quien ofrece una lista más completa:
INVESTIGACIÓN ACADÉMICA: CUALIDADES DEL INVESTIGADOR17
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Si bien no todo el mundo tiene que estar involucrado en la investigación académica, esta es una experiencia que no puede resultar ajena a un estudiante que esté siendo formado como profesional en las aulas universitarias. En el siguiente subcapítulo, daremos cuenta de la estrecha vinculación entre la investigación académica y la vida universitaria.

1.1. LA INVESTIGACIÓN UNIVERSITARIA

«Una atmósfera cargada de entusiasmo y esfuerzos científicos es el supuesto radical para la existencia de la Universidad. La ciencia es la dignidad de la Universidad; más aun es el alma de la Universidad, el principio mismo que le nutre de vida e impide que sea solo un vil mecanismo.» (Ortega y Gasset 1933 en Pulido 2009: 1)
¿Por qué la investigación académica está tan ligada a la experiencia universitaria? ¿Todas las carreras universitarias requieren que sus estudiantes reciban formación en investigación? ¿Por qué es importante que un estudiante universitario adquiera experiencia en investigación académica? ¿Acaso todos los universitarios graduados dedicarán su vida profesional a la investigación?
La investigación académica está estrechamente vinculada a la existencia misma de la universidad como espacio creador del conocimiento. Si bien es cierto que la universidad tiene como actividades fundamentales la formación profesional, el ejercicio de la docencia y la investigación, es esta última la que mejor contribuye a que sus docentes, estudiantes y egresados tomen conciencia de que el conocimiento está en permanente construcción. Como señala Zubizarreta, haciendo referencia a lo planteado por el filósofo argentino Bernardo Houssay, la formación universitaria puede ir más allá de la transmisión de conocimientos vinculados al ejercicio profesional, puede preparar a sus alumnos para que, luego de graduarse, mantengan el interés por actualizarse y especializarse, pues los conocimientos progresan y se modifican sin cesar; solo de esa manera podrá la universidad cumplir con la tarea de formar «(…) profesionales emprendedores, con iniciativa, curiosidad investigadora, juicio correcto, amor a su profesión y a sus semejantes, deseosos, capaces de saber plantear problemas nuevos y de resolverlos adecuadamente.» (Houssay 1955: 32 en Zubizarreta 1998: 86)
Como corresponde a toda tarea académica, las diversas modalidades de investigación que se lleven a cabo en la universidad deberán regirse de ciertas pautas para otorgar a sus resultados un margen considerable de validez.18 Decimos solamente un margen considerable de validez y no validez absoluta e irrestricta porque asumir que la investigación académica tiene como producto final teorías irrefutables y estáticas sería un contrasentido. Parte fundamental de la experiencia de investigar es reconocer que los alcances de esta tarea serán siempre limitados, que aquello que sirve de base para lo que descubrimos hoy podrá ser sometido a nuevas pruebas de validez más adelante. La soberbia intelectual, el creer que nuestras pruebas son irrefutables en todo tiempo y circunstancia, es enemiga de la búsqueda del saber. Sin embargo, esto no significa que debamos siempre relativizar nuestros resultados y considerarlos falsos o inadecuados. Se trata, más bien, de hallar un equilibrio entre el intento por descubrir nuevos conocimientos y el reconocimiento de que las teorías, las cienci...

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