¡Ciudadanos, a las urnas!
eBook - ePub

¡Ciudadanos, a las urnas!

Crónicas del mundo actual

Thomas Piketty, María de la Paz Georgiadis, Luciano Padilla López

Compartir libro
  1. 168 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

¡Ciudadanos, a las urnas!

Crónicas del mundo actual

Thomas Piketty, María de la Paz Georgiadis, Luciano Padilla López

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

¡Ciudadanos, a las urnas! asume el desafío de ayudarnos a entender un mundo atravesado por contradicciones: los proyectos de integración regional europea chocan con el Brexit, las promesas de regulación financiera no hacen mella en los paraísos fiscales, un avance tecnológico que habilita un progreso social sin precedentes convive con formas extremas de sacralizar la propiedad privada y estigmatizar a los perdedores. En crónicas ágiles, polémicas y ricas en hipótesis originales, Thomas Piketty se nutre de su formidable corpus de datos pero también de sus conversaciones con estudiantes, militantes, lectores, autores, actores de la sociedad civil y del mundo económico, cultural y político, y confirma su talento como uno de los intérpretes más lúcidos del mundo actual.En tiempos de conflictos vertiginosos y preocupantes, Piketty propone una lista de prioridades y convoca a construir "otra globalización", poniendo el acento en el poder de las sociedades para decidir, inventar y organizar mejores versiones de democracia participativa.

Preguntas frecuentes

¿Cómo cancelo mi suscripción?
Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
¿Cómo descargo los libros?
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
¿En qué se diferencian los planes de precios?
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
¿Qué es Perlego?
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
¿Perlego ofrece la función de texto a voz?
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¿Es ¡Ciudadanos, a las urnas! un PDF/ePUB en línea?
Sí, puedes acceder a ¡Ciudadanos, a las urnas! de Thomas Piketty, María de la Paz Georgiadis, Luciano Padilla López en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Economics y Economic Conditions. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2019
ISBN
9789876297721
Categoría
Economics
Parte III. El mundo
Por otra globalización
¿El capital en Hong Kong?
3 de noviembre de 2014
Según los diccionarios, la plutocracia (del griego plutos, “riqueza”, y kratos, “poder”) consiste en un sistema de gobierno en que el dinero constituye la base del poder. Para analizar el sistema que el Partido Comunista de China (PCC) trata de implementar actualmente en Hong Kong, estamos tentados de crear un neologismo: el “plutocomunismo”. En lo formal se autorizan elecciones libres, pero sólo entre dos o tres candidatos, que deben tener la aprobación previa de la mayoría de los miembros de un comité de nombramiento establecido por Pekín y monopolizado por los centros de negocios de Hong Kong y otros oligarcas prochinos.
En los hechos, se trata de una asombrosa combinación entre la lógica comunista de partido único (en Alemania Oriental había elecciones pero sólo entre candidatos leales al poder vigente) y las tradiciones aristocráticas y censitarias europeas (hasta 1997, la reina de Inglaterra nombraba al gobernador de Hong Kong; la democracia era directa y se fundaba sobre comités dominados por las élites económicas). En el Reino Unido tanto como en Francia, entre 1815 y 1848, una ínfima proporción de la población tenía derecho a voto: sólo los que pagaban suficientes impuestos podían votar (como si sólo pudieran votar los que pagan el impuesto francés a la fortuna –ISF–). Sin llegar tan lejos, parece que a China la tienta una vía parecida, y por añadidura con un partido único todopoderoso que guía el conjunto.
¿Cómo justificar semejante sistema? ¿Tiene algún futuro? A los comunistas chinos no les convence –y esta es una expresión bastante suave– el modelo occidental de democracia electoral y multipartidaria, basado en la competencia en todos los niveles: entre partidos, entre candidatos y, tal vez lo más importante, entre territorios. Para Pekín, lo esencial es la unidad política del amplio territorio chino: es la condición para un armonioso desarrollo económico y social, conducido por el PCC, garantía del bien común y del largo plazo. De hecho, respecto de otros países emergentes, en especial de la India, los éxitos de China se explican en gran medida por la centralización política y la capacidad del poder público para financiar las infraestructuras colectivas, las empresas mixtas y las inversiones educativas y sanitarias, fundamentales para el desarrollo.
A pesar de las privatizaciones, el capital público todavía representa entre el 30 y el 40% del capital nacional chino, en contrapartida con el aproximadamente 25% que se observaba en Europa: los “Treinta Gloriosos”.[36] Esta parte del capital público es casi nula en la mayoría de los países ricos (los activos públicos son apenas más elevados que las deudas), y hasta negativa en algunos casos (cuando la deuda pública la supera, como en Italia), en un momento en que el capital privado (expresado en años de PBI) recuperó sus cotas previas a la Primera Guerra Mundial. Visto desde Pekín, el modelo chino parece estar en las mejores condiciones para regular el capitalismo y evitar la pauperización del poder público. Esta sensación se intensifica debido a los bloqueos de la política estadounidense actual y a la impresión de que la Unión Europea atraviesa un marasmo insalvable, con un territorio fragmentado entre veintiocho pequeños Estados-nación, que compiten entre sí como posesos, empantanados en deudas públicas e instituciones comunes por completo disfuncionales, incapaces de modernizar su modelo social y de proyectarse hacia el futuro.
Sin embargo, en el seno mismo del PCC, se siente que el modelo chino actual, fundado sobre el aislamiento político y la lucha anticorrupción para limitar las desigualdades, no podrá sostenerse por siempre. En términos objetivos, causa inquietud la creciente influencia de las fortunas privadas en plena Asamblea Nacional Popular de China. En Pekín, se teme por sobre todo una evolución a la rusa, con fugas de capitales cada vez más importantes y un país saqueado desde fuera por oligarcas instalados con toda comodidad en el exterior. Se discute cada vez más la implementación de impuestos progresivos sobre sucesiones y propiedades. En principio, el gobierno chino tendrá la base suficiente para implementar los sistemas de transmisión automática de información bancaria, los registros de títulos financieros y los controles de capitales necesarios para llevar adelante dicha política.
El problema es que gran parte de las élites políticas chinas no tiene gran cosa que ganar con la transparencia sobre las fortunas, la fiscalidad progresiva y el estado de derecho. Y la facción que está preparada para renunciar a sus privilegios para dedicarse al bien público parece considerar que la unidad del país se vería irremediablemente amenazada por el ascenso de la democracia política, que, sin embargo, debería ir a la par con la llegada de la democracia económica y la transparencia fiscal y financiera. Sólo una cosa es segura: de estas contradicciones saldrá una vía única, decisiva tanto para China como para el resto del mundo. En este derrotero, las luchas que se están produciendo en Hong Kong constituyen una etapa decisiva.
[36] Designación usual para la época de crecimiento excepcional en Europa (los años de “boom económico” entre 1946 y 1975). [N. de E.]
El capital según Carlos Fuentes
1º de diciembre de 2014
En 1865, Karl Marx afirmaba que con Balzac había aprendido más que con nadie acerca del capitalismo y el poder del dinero. En 2014, estaríamos tentados de decir lo mismo, sólo que con un cambio de autores y países. En La voluntad y la fortuna, magnífico fresco publicado en 2008, pocos años antes de su muerte, Carlos Fuentes traza un retrato edificante del capitalismo mexicano y de la violencia social y económica que surca a su país, poco antes de convertirse en la “narconación” que en la actualidad figura en todas las primeras planas de los diarios. Encontramos también personajes pintorescos, como un presidente imbuido de comunicación corporativa de Coca-Cola y que a fin de cuentas no es más que el lastimoso locatario del poder frente a la supremacía eterna del capital, encarnada por un millonario todopoderoso, muy parecido al magnate de las telecomunicaciones, Carlos Slim, primera fortuna del mundo.
Algunos jóvenes oscilan entre resignación, sexo y revolución. Terminarán siendo asesinados por una bella ambiciosa que va a la caza de sus herencias y no necesita un Vautrin para cometer el crimen, como prueba de que la violencia subió algunos peldaños desde 1820. La transmisión patrimonial, que codician aquellos que son ajenos al círculo familiar privilegiado, y al mismo tiempo destruye las personalidades individuales de los que sí pertenecen, está en el centro de la reflexión del novelista.
Vemos también aquí y allá la influencia nefasta de los gringos, esos “norteamericanos” que –según reseña Fuentes– poseen “treinta por ciento del territorio de México” y de su capital, y hacen la desigualdad todavía más insoportable. De hecho, las relaciones de propiedad son todavía relaciones complejas, difíciles de organizar de manera pacífica en una comunidad política: nunca es demasiado simple pagar el alquiler al propietario y ponerse de acuerdo pacíficamente con él acerca de las modalidades institucionales en torno a esta situación. Pero cuando se trata de un país entero que paga alquiler y dividendos a otro país, se vuelve en verdad cuesta arriba. A menudo se suceden ciclos políticos interminables durante los cuales las fases de ultraliberalismo triunfante y de autoritarismo se alternan con breves períodos de expropiación caótica, que minan desde siempre el desarrollo de Latinoamérica.
Sin embargo, el progreso social y democrático todavía es posible en ese continente. Más al sur, en el Brasil, Dilma Rousseff acaba de ser reelegida con lo justo gracias a los votos de las regiones más pobres y los grupos sociales más vulnerables; estos, a pesar de las decepciones y abjuraciones del Partido de los Trabajadores (en el poder desde la elección de Lula en 2002), se sienten aún muy unidos a los progresos sociales que los beneficiaron y que temían perder por el regreso de la “derecha” (en realidad, el Partido de la Social Democracia, ya que en Latinoamérica casi todo el mundo dice ser de izquierda, al menos mientras no le resulte muy onerosa a las élites). De hecho, en los últimos quince años la estrategia de inversión social implementada bajo Lula y Rousseff –con la creación de la Bolsa Família (una suerte de asignación familiar reservada a los más vulnerables) además de un aumento del salario mínimo– permitió una sensible reducción de la pobreza. Hoy en día estas frágiles conquistas sociales se ven amenazadas por los factores internacionales, que pesan gravosamente sobre la economía brasileña y la llevan hacia la recesión (caída de los precios de las materias primas, en especial del petróleo, los avatares de la política monetaria estadounidense, la austeridad europea), y más todavía por las inmensas desigualdades que desgastan el país.
Encontramos aquí el peso de la maldición de la historia, de la cual nos habla Carlos Fuentes. El Brasil es el último país en haber abolido la esclavitud, en 1888, en un momento en que los esclavos representaban todavía casi un tercio de la población, y en verdad las clases poderosas no hicieron gran cosa para revertir esta tan pesada herencia de desigualdad. La calidad de los servicios públicos y de las escuelas primarias y secundarias abiertas a las mayorías es más bien deficiente. El sistema fiscal brasileño es muy regresivo y suele financiar gastos públicos que lo son también. Las clases populares pagan impuestos indirectos muy pesados, con tasas que ascienden hasta el 30% sobre la electricidad, cuando las grandes sucesiones tienen imposiciones irrisorias del 4%. Las universidades públicas son gratuitas, pero sólo las aprovecha una minoría privilegiada. El gobierno de Lula ha implementado unos tímidos mecanismos de acceso preferencial a las universidades para las clases populares y las poblaciones negras y mestizas (que derivaron en interminables debates acerca de los problemas planteados por la autodeclaración racial en los censos y documentos administrativos); sin embargo, su presencia en las aulas sigue siendo insignificante. Harán falta algunos combates para romper la maldición de la historia y mostrar que la voluntad política puede ganarle a la buena o mala fortuna.
Salvar los medios de comunicación en la era digital
23 de febrero de 2015
¿Se puede sacar el mejor partido de la revolución digital para refundar los medios y la democracia sobre nuevas bases? A esto nos invita Julia Cagé en un pequeño libro estimulante y optimista. Relata la secuencia histórica de la crisis actual y muestra que es posible desarrollar un nuevo modelo para los medios en la era digital, basado en compartir el poder y en el refinanciamiento participativo.[37] Ciertamente conocemos el aspecto sombrío de las recientes evoluciones. Debilitados por la caída de ventas y auspiciantes, los medios poco a poco quedan bajo la órbita de multimillonarios, a menudo a costa de calidad e independencia. Desde hace mucho se sabe que el canal televisivo TF1 pertenece al grupo Bouygues y Le Figaro a la familia Dassault, esta última también muy ávida de poder público y tenazmente involucrada en política.
El primer diario económico, Les Échos, es propiedad desde 2007 de la primera fortuna de Francia, Bernard Arnault, titular del holding LVMH (Moët Hennessy + Louis Vuitton). En fecha más reciente, Le Monde fue comprado por el trío Bergé-Niel-Pigasse y Libération por el dúo Ledoux-Drahi. En los sectores de bienes suntuarios, telecomunicaciones, finanzas, inmuebles: allí donde se construyen las fortunas, salen a relucir generosos accionistas dispuestos a “salvar” los diarios. El problema, nos dice Julia Cagé, es que esto lleva a una concentración del poder en pocas manos, no siempre competentes ni especialmente desinteresadas. Estos “salvadores” suelen hacer recortes de personal y tienen la enojosa costumbre de abusar de su poder.
Descontento con el reciente tratamiento que los periodistas de Le Monde dieron a los exiliados fiscales del escándalo SwissLeaks, Bergé explicaba con toda tranquilidad que no fue para eso que les “permitió adquirir su independencia” (Beuve-Méry y las asociaciones de redactores, que no esperaron a Bergé para ser independientes, se están revolviendo en sus tumbas).[38] En Libération, todavía recuerdan las palabras desdeñosas del accionista Ledoux respecto de los periodistas: “Quiero tomar de testigos a todos los franceses que de su bolsillo pagan a estos tipos”. Y, al mismo tiempo, todos estarán de acuerdo en que un diario vivo y maltratado vale más que uno muerto y prestigioso. Entonces, ¿qué hacer, además de lamentarnos? Primero, encuadrar la crisis actual en una perspectiva en el largo plazo. No es la primera vez que los medios deben renovarse, siempre lo lograron en el pasado: nos lo recuerda Julia Cagé, que advierte que los ingresos por publicidades en los diarios estadounidenses (expresados en porcentaje del PBI) vienen bajando desde la década de 1950.
Además, desde hace mucho tiempo existen otros modelos que permiten evitar el control de grandes accionistas sobre los diarios, con innegable éxito, como el caso de The Guardian (uno de los diarios más leídos del mundo, propiedad de una fundación) o el Ouest-France (primer diario francés en manos de una asociación sin fines de lucro). El desafío actual es volver a pensar estos modelos y adaptarlos a la era digital. La ventaja de las fundaciones y asociaciones es que los generosos donantes no pueden recuperar sus aportes (el capital es perenne) y que estos aportes no les otorgan derecho a voto. Beuve-Méry lo advertía en 1956: “Así, la ganancia consiste en poner de manifiesto la pureza de sus intenciones y quedar libres de cualquier sospecha”.
El límite de este modelo es cierta rigidez: los primeros fundadores forman el directorio, luego se cooptan y se reproducen hasta el infinito. De ahí la idea de proponer un nuevo estatus: la sociedad de medios de comunicación sin fines de lucro (o...

Índice