Metafísica para gente corriente
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Metafísica para gente corriente

  1. 212 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Metafísica para gente corriente

Descripción del libro

Para Tomás de Aquino, la filosofía es un esbozo del saber pleno, es comenzar a caminar, con una cierta prevención ante la arrogancia de la propia razón. Remontarse a la altura del ser "significa escuchar con atención, escrutar el latido profundo de las cosas, que pasa desapercibido a la mirada trivial". El objetivo de estas páginas es acercar al lector al nervio del discurso metafísico de Tomás de Aquino, denominado "metafísica del ser", que trata de descubrir en la intimidad de las cosas la huella de Dios, su dedo creador. Deja de ser así una fría introspección, para convertirse en luz radiante.

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Información

Año
2017
ISBN del libro electrónico
9788432148453
Capítulo II.
LA NOCIÓN DE ENTE
EN RELACIÓN AL CONCEPTO de ente, elaborado en una perspectiva ya propiamente metafísica —ens que ens—, podemos considerar cuatro aspectos: su estructura participial (la palabra «ente» es un participio), su prioridad lógica y gnoseológica, su indefinibilidad y su carácter analógico. Vayamos por partes.
1. Estructura partitiva de la noción de ente
A través del uso lingüístico que hacemos de la noción de ente podemos indagar algo de su semántica. Afirma Tomás de Aquino que algo se dice que es principalmente de dos maneras: o bien porque tiene realidad fuera de nuestra mente, o bien porque a esa realidad se ajustan nuestros juicios verdaderos[1]. «Ser» puede significar, por tanto, la existencia de algo o el ser-verdad de lo que afirmamos o negamos de él: ser existencial o ser veritativo. Fijémonos en la segunda acepción.
Este segundo modo de emplear el verbo ser, distinto del que declara que algo es (o existe), expresa la composición o división de conceptos que hace la mente en el juicio predicativo. En efecto, un enunciado une, si es afirmativo, los conceptos que lo integran —a saber, el concepto que hace de sujeto y el que le hace de predicado—, o bien los separa si se trata de una negación. Los juicios predicativos son aquellos en los que un concepto se atribuye o predica de otro. Al juzgar así, la mente emplea la noción de ser como nexo entre sujeto y predicado: nexo conjuntivo si el juicio los une o conecta al afirmar uno del otro —por ejemplo, cuando decimos que «Sócrates es filósofo»—, o disyuntivo si los separa o desconecta, negando que uno sea el otro, por ejemplo, al decir que «Sócrates no es futbolista». Los lógicos medievales denominaban este tipo de juicios «de tercero adyacente» (tertio adiecto), pues constan de tres elementos: sujeto, predicado y cópula o nexo. Por su parte, los juicios existenciales (de segundo adyacente) son aquellos en los que el verbo ser no se emplea como cópula predicativa sino que designa la existencia precisamente como aquello que se predica del sujeto, como cuando decimos que «Sócrates es (o existe)». También estos juicios existenciales pueden ser afirmativos o negativos, según que la existencia se atribuya o sustraiga al sujeto. Así como en los juicios predicativos el ser, la existencia, tan solo comparece de manera implícita —no cabe, en efecto, que Sócrates sea filósofo sin que Sócrates exista—, en los juicios existenciales la mente se pronuncia de forma explícita sobre la existencia extramental del sujeto en cuestión, afirmándosela o negándosela.
El verbo ser puede, por tanto, emplearse de estas dos formas: bien como nexo predicativo, o bien como expresivo de una acción, la de existir. Fijémonos ahora en este segundo aspecto.
La consideración pragmática, sobre el uso de la voz «ente», nos da una indicación precisa acerca de la semántica, del significado del término. Ente significa aquello que es, en latín, id quod est. Se trata del participio de presente del verbo «ser», cuya enunciación latina es: sum, es, esse, fui. La forma del participio de presente —ens, entis— traduce la correspondiente voz griega: ón, ontos, participio del verbo einai. —¿Qué significa un participio de presente? —Puede significar dos cosas: o bien el sujeto que ejerce la acción expresada en la forma del infinitivo activo de ese verbo (aquí, el sujeto que ejerce el acto de ser), o bien el ser ejercido por ese sujeto. Como cualquier participio de presente, el término ens puede usarse como nombre (ens ut nomen), o como forma verbal partitiva (ens ut participium). Tomado como sustantivo (nominaliter sumptum), se refiere al sujeto que ejerce una acción, mientras que tomado como forma verbal (verbaliter sumptum) se refiere a la misma acción ejercida. En sentido estricto, el participio de presente es una forma verbal sustantivada, hipostasiada: en este caso, el ser, pero que no puede ser-sido más que por un sujeto distinto, que no lo es sino que lo ejerce, del mismo modo que el amar no puede existir más que como ejercido por un sujeto que no consiste en eso, o el estudiar es real en el estudiante, pero no consiste en él (el estudiante a veces también descansa de estudiar). Dicho de otro modo, participio de presente activo es la forma verbal que expresa un sujeto que «participa», i.e. que toma parte (partem capere) en la acción, teniéndola sin serla.
Cabe hacer un énfasis diferenciado en el aspecto nominal o en el aspecto verbal. Podemos fijarnos más en el sujeto, o bien en la acción ejercida por el sujeto. Pero en ningún caso podemos separar ambos elementos, pues no se puede entender uno sin el otro: así como no puede haber un estudiar real que no sea realmente ejercido por alguien, tampoco puede haber ser sin entes que lo ejerzan. En ningún caso la acción se identifica con el sujeto que la realiza. El estudiar no es el estudiante. Estudiar no podría darse sino como ejercido por alguien que no consiste en ese ejercicio. Un estudiante algunas veces estudia y otras veces duerme. (De lo contrario, no podría estudiar cuando le toca hacerlo).
Asimismo, la palabra «ente» no se refiere solo al sujeto que está ejerciendo activamente la acción de ser; igualmente se emplea en Metafísica para referirse a quien puede ejercerla. También «ente» se aplica a los seres posibles. El filósofo árabe Avicena, siguiendo a Aristóteles, afirma que ente es lo que es o puede ser, entendiendo que ambas índoles no son excluyentes. No son lo mismo, pero no se repugnan. Estar ejerciendo el ser implica poder ejercerlo. Ningún ente real deja de ser posible. Lo que sí deja de ser —y necesariamente ha de dejar de serlo— es un mero posible. El ejercicio efectivo del ser es algo más que la nuda posibilidad. Mas lo primero que hace falta para ser es poder ser. Por tanto, la posibilidad no se contrapone a la efectividad —más bien está incluida en esta—, sino a la imposibilidad. Lo imposible es lo que de ninguna manera puede ser. De ahí que el concepto de ente, en el uso que de él hacen Aristóteles y Tomás de Aquino, se refiera también a lo que puede ser. Cierto que ser es el ejercicio activo de algo que está en acto —de lo contrario, no sería ser real—, pero en la realidad de cada cosa se incluye tanto lo que es en acto como lo que es en potencia. El poder ser de cada ente es tan real en él como lo que ya es.
Es importante comprender que estas dos dimensiones que se descubren en el análisis de la noción partitiva (ut participium) son sin-categoremáticas, índoles o categorías que se exigen mutuamente, no pueden darse más que juntas, com-puestas. Max Müller dice que la estructura partitiva del ente es bipolar (eine zweipolige Struktur). La composición no es entre dos cosas, sino entre dos principios intrínsecos de la cosa, i.e. que dan lugar al ente —lo «principian»— desde dentro de él, uno en la forma del acto y otro en la de la potencia. No pueden, por tanto, separarse, pues son aspectos distintos de lo mismo. En efecto, no cabe una acción que no sea ejercida por un sujeto.
Aristóteles dice que la acción es accidente; también la pasión lo es. Un predicamento accidental es un modo de ser que necesita de un sujeto distinto en el que ser; no es en sí sino en otro, y por tanto su ser es inherir en un sujeto distinto. La acción, así como la pasión, necesitan de un sujeto que respectivamente la ejerza o padezca, un sujeto activo o pasivo. Por ejemplo, amar no se da sino en un sujeto que lo ejerce y otro que lo padece o recibe (amante y amado), o comer solo es real en el sujeto que come, de la misma manera que el ser-comido es real en el alimento que lo está siendo.
En la propia forma gramatical con la que expresamos su noción encontramos ya un rastro de la estructura ontológica fundamental del ente, a saber, la composición entre modo de ser (modus essendi) y acto de ser (actus essendi). El ser necesita darse según un modo de ser, necesita modularse. Mas ningún modus es el ser según ese modus. El ente es un sujeto que ejerce el acto de ser de un modo. Pero lo que ejerce efectivamente es un actus. Es imposible existir sin existir de ningún modo, y no hay ningún modo real que no lo sea de algo que existe. Todo lo que es consiste en algo —la esencia es el algo en lo que el ente consiste—, pero la consistencia de algo no es lo mismo que su ser. Ser-mesa no es lo mismo que ser. Para esta mesa su ser tiene una consistencia concreta que es su ser-mesa (modus essendi). La esencia es, según Tomás de Aquino, potencial respecto del acto de ser: lo determina o restringe a ser de un modo, mientras que el acto ejercido según ese modus es el ser. Mas ningún ser es aquello en lo que consiste. Lo tiene, pero no lo es. Ser-mesa implica consistir en algo, pero si ser es lo mismo que consistir en algo, sería lo mismo ser que ser-mesa. En ese caso el ser sería único. Es lo que piensa Parménides, o Platón: todo lo que no es la idea de belleza-bien —o uno, én, en la que se resuelven o recapitulan todas las demás— consiste en algún aspecto o sombra de ella. Y las sombras se parecen a la realidad, la imitan, pero no la son. La única posibilidad de que el ser de algo consista en su modo de ser es que ese algo sea único, que no haya otro algo.
Ha de ser posible que el sujeto que ejerce el actus essendi lo tenga o participe sin sensu stricto serlo. Los entes ejercen el ser sin serlo. «Participan» de él, toman parte (partem capiunt) en el ser; sin agotarlo, digamos, lo acotan.
La configuración partitiva del término ens, entis es indicio de que hay en las cosas una estructura no solo nocional sino real, i.e. que en ellas se da la composición entre el ser que ejercen y el modo en que lo ejercen. Mas el hecho de que haya un modus que sea distinto del ser ejercido según ese modo, implica que el ser es tenido, digamos, sin ser «sido» por los entes. El ente es aquello que tiene ser —id quod habet esse— sin serlo propiamente. Es «de alguna manera» (relative tantum), según un modus que restringe y concreta el actus, o, mejor dicho, al tiempo que el modus restringe al actus, le suministra una concreción real. En efecto, todo lo que se recibe se recibe según el modo del recipiente (quicquid recipitur ad modum recipientis recipitur)[2]. Así como un fluido adquiere la forma del recipiente que lo contiene, el acto de ser se concreta y perfila según un modo de ser que es distinto de él, aunque inseparable. El acto no puede ser limitado por sí mismo sino que ha de serlo por la potencia en la que es recibido. Al ser tenido y no «sido» por el ente, el ser queda como constreñido, limitado.
Tomás de Aquino no comparte con Parménides ni Platón la idea de que el ser sea único, o que la variedad y variación en el mundo sean meramente aparentes. Además de Dios hay otros seres, y son realmente. Pero Tomás está convencido de que hay una diferencia decisiva entre el ser de Dios y el de los demás entes. El de Dios no es tenido o ejercido, sino «sido» (Deus est suum esse), mientras que el ser de los demás entes es tenido por algo distinto (in creatura differt realiter essentia rei et esse eius)[3].
Aunque en un sentido diverso al de Tomás de Aquino, Heidegger propuso una distinción análoga, entre ser-así (So-sein) y ser-ahí (Da-sein). Ser-así es la consistencia de un ente, y ser-ahí es la existencia de uno particular que es capaz de decodificar y asignar a los demás su consistencia y sentido. Este ser-ahí —o el ahí del ser, como también lo designa el filósofo alemán— es precisamente el hombre, capaz de desvelar el ser de los demás entes, llamarles a un sentido. La operación consistente en dar sentido (Sinngebung) a los entes es la vocación «ontológica» del Dasein. Por eso el ser-así de cada cosa es lo que es para el hombre, su situación en relación a él. Obviamente es esto distinto de lo que propone Tomás, pero Heidegger habla de una «diferencia ontológica» entre la...

Índice

  1. PORTADA
  2. PORTADA INTERIOR
  3. CRÉDITOS
  4. ÍNDICE
  5. PRÓLOGO
  6. Capítulo I. INTRODUCCIÓN: NATURALEZA DE LA METAFÍSICA
  7. Capítulo II. LA NOCIÓN DE ENTE
  8. Capítulo III. METAFÍSICA, CIENCIA DE LOS PRINCIPIOS
  9. Capítulo IV. ANALÍTICA ONTOLÓGICA
  10. Capítulo V.ESTRUCTURA DE POTENCIA Y ACTO. ENTIDAD Y MODALIDADES DEL CAMBIO
  11. Capítulo VI. LA NOCIÓN METAFÍSICA DE NATURALEZA
  12. Capítulo VII. SER Y OBRAR. LA CAUSALIDAD
  13. JOSÉ MARÍA BARRIO MAESTRE