PRIMERA PARTE
EL ANTIGUO ORDENAMIENTO
1. LOS ENTRAMADOS SEMIÓTICOS O FIESTAS DE MÉXICO
Lo que en la actualidad llamamos “fiestas prehispánicas” resultaban ser complejísimos entramados semióticos generados por los códices dedicados a especificar cómo habría de celebrarse cada fiesta del calendario, en interacción con la tradición oral, la sabiduría e imaginación del sacerdote encargado de celebrar la ceremonia sagrada y la pequeña acción personal de cada participante. Esos complejísimos entramados semióticos -de los que en la actualidad se nos escapa casi totalmente el significado- se realizaban en espacios sacralizados e in- teractuaban en ellos voces humanas recitando versos que reproducían los ritmos universales, cantos rituales en honor del dios, música que correspondía a la voz del propio dios en interlocución con el ser humano, coreografía perfectamente codificada, interjecciones rituales, máscaras, vestuario específico y lleno de significación, maquillaje con los colores de los dioses, coros, y, sobre todo, la participación directa del cuerpo social, característica heredada por nuestros actuales coloquios. Se convertían en eventos multifactoriales en los que cada elemento potenciaba la acción de los otros creando un entorno de vibraciones perfectamente codificadas que causaban un profundo efecto en el sistema nervioso de cada uno -representantes y espectadores- de los que tomaban parte en ellos y reforzaba en la sociedad el contrato social que la convertía en una unidad: el calpulli, en términos de la sociedad azteca. Figura social única creada por los pueblos indios originales del Nuevo Mundo. El calpulli como grupo necesitaba del dios para ser y el dios necesitaba del grupo para existir. Simbiosis teológica. Algunos de estos calpullis llegaban a tener un corpus ceremonial de hasta cuarenta o cincuenta ceremonias anuales que se convertían en un conjunto interactuante, en una verdadera gramática teológica que les permitía dialogar con el dios y con ello fortalecerse, ya que cada uno de estos entramados semióticos alimentaba al dios y al crecer la fortaleza del dios crecía geométricamente la del grupo: al crecer la fortaleza del calpulli1 crecía su capacidad de enriquecer los entramados semióticos2 a los que llamamos fiestas y que generaban tonos intelectuales, emocionales y pulsionales3 en cada miembro de la audiencia afirmando su yo con mayor intensidad y los convertía en escultores geniales, pintores únicos, guerreros feroces, comerciantes habilísimos, etc. Al mismo tiempo, incrementaba la coherencia del calpulli, haciendo que compartieran cada vez más profundamente experiencias, creencias, concepciones del universo: una cosmognórisis4 común que le daba un lugar específico al individuo frente al grupo, al dios, al universo y un lugar específico al calpulli en el devenir universal. Las causas del crecimiento del calpulli se atribuían a la fortaleza del dios y ésta se debía a que la gramática representacional de procesos referidos al dios, se incrementaba. Se constituye así el proceso histórico de los pueblos mesoamericanos que luego se manifiesta en construcciones culturales muy avanzadas como la olmeca, la tolteca, la maya, la zapoteca, la texcocana, la mexica, etc. De ahí que saber realizar correctamente esos entramados representacionales de tal riqueza semiótica eran guardados celosamente por cada calpulli y como sagrada pertenencia del dios.
Pueblos que vivían totalmente comprometidos con la naturaleza hasta el grado de convertirse en los mejores astrónomos del mundo sin ayuda del telescopio, de convertirse en los mejores cronólogos del mundo al crear el calendario más perfecto de la historia. En cada uno de ellos existían individuos entrenados desde la infancia específicamente encargados de sensibilizar su cuerpo para poder “hablar” con el dios. Esto es: percibir los más sutiles cambios de la naturaleza con una percepción que resulta ininteligible para nosotros a través de técnicas que abrían canales de comunicación con los otros cuerpos y con el universo entero al que pueden percibir -a diferencia de nosotroscomo una infinita unidad viviente; técnicas como el uso de puntas de maguey practicada con asiduidad tal que convertían a su cuerpo en notables receptores de los estremecimientos sutiles de la naturaleza como la gran madre biosfera que es. “Cuerpo mesoamericano, lugar donde se manifiestan, por excelencia, las fuerzas de lo sagrado. Sitio privilegiado para expresar el equilibrio del cosmos.” 5 Y sigue: “Cuerpo que se desborda proyectándose en la naturaleza completa”,6 los llevaron a una integración profunda con el universo. Esta relación, misteriosa y respetuosa con el entorno vibracional que los rodeaba los llevó a entender conceptos de una abstracción que a nosotros -mentes cuadriculadas por una educación parcializada- nos están vedados. Su capacidad de abstracción era tan enorme que pudieron llegar a percibir el concepto de “nada” que nosotros, en nuestras adiestradas mentes cartesianas traducimos como “los mayas descubrieron el cero”. Todo ello los llevó a vivir el tiempo de manera totalizadora y no lineal como lo percibimos nosotros. De ahí que podían manejar desde el concepto de una “carga” de años o de una “atadura” de tiempo hasta el de cinco días “vacíos”, cinco días cero que diríamos nosotros. Así pudieron culturizar el tiempo con elementos específicos y referidos al cuerpo humano ya que para ellos el ser humano era la medida de su relación con el tiempo y con lo metafísico. El sistema partía de los veinte dedos del ser humano y de los trece orificios del cuerpo: dos ojos, dos oídos, dos fosas nasales, una boca, dos tetillas, un ombligo, un meato en los hombres, el introito en las mujeres, amén de un esfínter de expulsión. Veinte dedos por trece orificios nos da 260 que era uno de sus niveles para culturizar el tiempo. Pero otro era el que indicaban los movimientos solares: los trescientos sesenta y cinco días que proponen los solsticios entre veinte, nos dan diez y ocho periodos de veinte días más cinco días nada. Medida que se convertiría en otra forma interactuante con la primera para culturizar al tiempo. Partiendo de estas medidas fundamentales los fenómenos celestes como el tránsito de Venus nos puede llevar a nuevos niveles de abstracción temporal hasta la asombrosa “cuenta larga” de los mayas.
El cuerpo humano conlleva la acción complementaria y contradictoria de dos elementos básicos: la mano izquierda y la mano derecha. Como contradictorios y complementarios resultan ser los pares: el día y la noche, el sol y la luna, el hombre y la mujer, la sequía y la feracidad. Esos elementos abstractos: veinte, trece, dos, combinados de múltiples maneras eran la base, literalmente matemática, de la relación codificada del ser humano con el universo al través del asombroso sistema.
Parte fundamental de él era la percepción del campo magnético de la Tierra que al cambiar su eje en cada solsticio cambiaba el “lenguaje” con el que le hablaba al sacerdote. Piénsese en las misteriosas formas de migración de los pájaros y los elefantes que lo hacen por percepción del campo magnético del planeta que se realiza, precisamente, al sintonizarse con el campo magnético de la Tierra. Esta entrañable relación con la tierra-madre-naturaleza la convertía en una madre que iba más allá de proporcionar los alimentos que resultaban sagrados porque venían del adentro de ella, nos explica también el origen de las peregrinaciones de las cuales la más notable es la de los aztecas cuyo dios abogado Huitzilopochtli, el colibrí de la izquierda, indicó a sus sacerdotes que Aztlán ya no era el lugar adecuado para el crecimiento del calpulli azteca y debían peregrinar hasta que llegaran a encontrar el lugar aparentemente menos adecuado para edificar la ciudad más prodigiosa del mundo y que sería centro de él, Tenochtit- lan. El cenagoso islote que resultaba ser el lugar donde el campo magnético -según mi punto de vista- de la Tierra haría crecer de manera desmesurada al calpulli mexica y de ser un grupo casi de pordioseros los convertiría en cien años en un poderoso imperio siempre y cuando fuera alimentado de manera adecuada en las diez y ocho ceremonias -sobre todo en Panquetzalistli- más dos.7
En tanto que cada grupo humano tenía una relación especial con un proceso de la naturaleza al personificarse ese proceso se convertía en el dios principal del grupo. “Dios abogado” lo llama el cronista Diego Durán,8 el dios que es el proceso y puede crecer si es alimentado correctamente o de decrecer si no lo es. La figura característica de este dios -su efigie- era también una abstracción de las cualidades y características del dios convirtiendo a la imagen en una maqueta inmóvil del tan movible proceso. Ya que el verdadero dios era un fardo envuelto en tela de ayate que contenía los elementos místicos que lo convertían en un receptor emisor de las energías del dios-proceso, el bulto sagrado, tlaquimilolli, que era el verdadero dios Tezcatlipoca entre los texcocanos contenía el hueso de su pierna o bien un espejo envuelto en mantas. Este fenómeno de sintonía y descodificación de las “expresiones” del dios solamente podía ser entendido por aquellos que habían convertido su cuerpo en un especializadísimo receptor de las “órdenes” que les llegaban al través del fardo. Por eso cuando Cortés derribó las efigies de los dioses de los templos nadie se ofendió. No fue así cuando destruyó los fardos. Fue entonces cuando los dioses “huyeron”. Por ello el sacerdote responsable era el intérprete de las necesidades, voluntades, favores, enojos y placeres del dios.
Sobre todo los complejos ceremoniales o fiestas entendidos como entramados semióticos, permitían una serie de resultados fundamentales:
1]En tanto que de la relación entre dios y calpulli dependía la supervivencia de ambos en una simbiosis teológica, los entramados semióticos le daban identidad al calpulli, sentido de pertenencia y, con ello, sentido de la existencia en el mundo.
2]Le otorgaban cohesión y capacidad de hacer sobrevivir su propia cultura.
3]Les inspiraban características formales que llegaban a constituirse en un canon estético propio del calpulli. Y las comidas propias del dios que llegaban a constituirse en un recetario sagrado.
4]Les indicaba qué era lo bueno y lo malo y de ahí se derivaban las reglas de comportamiento.
5]A cada individuo le conferían un lugar en el mundo y cada uno tenía una misión sagrada porque se realizaba en función del dios.
6]Les daba una adherencia a la tierra desde diversos puntos de vista.
Y con ello volvían suyos los procesos del planeta como la vida, la regeneración y la muerte, lo que hacía que las entendieran como procesos naturales sin las concepciones terroristas judeo-cristia- nas.9
Todo esto los llevaba a entender el mundo como un sistema de fuerzas contradictorias en “guerra”. Fuerzas que podían encarnarse en dioses contradictorios y, al mismo tiempo, complementarios cuya acción de “guerra” se ejercía sobre el ser humano. En una acción semejante a la de la mano derecha y la mano izquierda, que libran la guerra de acción sobre la materia.
Al organizar los entramados vibracionales con un alto contenido semiótico estaban permitiendo que el calpulli y el dios sobrevivieran y crecieran en su colaboración.
Ante la brusca irrupción europea estas características las heredan, empobrecidas, por la falta de dibujos de los códices que incrementaban su capacidad semiótica, los manuscritos en náhuatl del teatro evangelizador que resultan ser, también, solamente un punto de partida para que alguien pueda armar esos entramados vibracionales (las llamadas obras del teatro evangelizador y que en realidad son los primeros coloquios mexicanos) que, por la enorme carga semiótica que conllevan logran resultados sorprendentes y calificados por los frailes de “milagrosos”.
Esos primeros años son un momento único en la historia. Ni siquiera los podemos imaginar: “la construcción de una nueva religiosidad que no es la india ni tampoco la cristiana. Un proceso inédito que permite, por un lado, seguir reproduciendo las ceremonias religiosas como un entramado semiótico que tiene el resultado de cohesionar socialmente los agónicos calpullis y tratar desesperdamente de restablecer el equilibrio entre hombre y naturaleza a través de Dios, y que, por otro está construyendo nuevos elementos simbólicos en los que el pensamiento cristiano es asumido, reinterpretado e integrado”.10 Momento de desesperada necesidad de encontrar un nuevo Dios que le otorgue sentido al universo. La mayoría de los calpullis mueren en el intento. De ahí que la aparición de los manuscritos escritos ya con letras europeas pero en náhuatl -combinando el pergamino medieval con el códice mesoamericano- adquieren automáticamente el carácter de sagrados y se consideran una pertenencia social del grupo y los entramados vibracionales a los que dan origen: Adoraciones de Reyes Magos, Pasiones de Cristo, concertadas Guerras de moros y cristianos, adquieren la categoría de maquetas representacionales de los mismos procesos que representaban las “fiestas” prehispánicas pero con nuevos mundos ...