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Residuo cero en casa
Guía doméstica para simplificar nuestra vida
- 290 páginas
- Spanish
- ePUB (apto para móviles)
- Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
Descripción del libro
Residuo Cero en casa, de Bea Johnson, es un libro original, creativo, aplicable desde la simplicidad, a su vez que desde la determinación, a nuestro día a día. La estructuración hegemónica del consumo viene acompañada de la generación de residuos que, en la mayoría de los casos, se podrían evitar. ¿Es difícil?
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Información

Había renegado de los envases de un solo uso e iba a reciclar nuestro último bote de mostaza de Dijon cuando, sin ningún tipo de curiosidad, leí los ingredientes de la etiqueta. Agua, semillas de mostaza, vinagre y sal. ¿Sería muy difícil hacerla en casa? Tenía a mano todos los ingredientes excepto uno. ¿La habría intentado hacer alguien a partir de las materias primas? Emocionada por las expectativas, corrí hacia mi ordenador y en pocos minutos encontré una receta sencilla.
¡Que ilusa había sido pensando que la mostaza era una de esas cosas que solo podía comprar en la tienda!, ¿por qué no lo había pensado antes?, ¿sería porque nunca había visto a mi madre batiendo esta especie?, ¿la razón sería que la mezcla no estaba en los estantes de la despensa de mi abuela?, ¿o porque no recordaba a Caroline Ingalls elaborando este alimento básico en La casa de la pradera? (sí que la recordaba batiendo mantequilla... así que pensé que quizás yo también podría hacerla).
Recopilé varias semillas de mostaza de la sección a granel de la tienda de comestibles y al día siguiente ya tenía un bote lleno de mostaza casera. Me había enganchado. Empecé a pensar en mi potencial para elaborar los pocos alimentos que todavía teníamos envasados en la cocina. Hablé con mi madre, mi suegra y amigas, y pasé horas en Google buscando recetas. Deseaba probar cualquier cosa.
Una conversación con mi amiga Karine comportó que hiciera kéfir. Añadí nódulos de kéfir –de cultivo vivo– a la leche y después de una noche obtuve yogur líquido gaseoso. ¡Que sencillo! El método era rápido, mis hijos adoptaron esta novedad sin problemas y les permití que añadieran un poco de azúcar... Pero al cabo de un tiempo, cuando ya no estaban tan interesados, continué con el proceso de fermentación y produje queso, una manera de utilizar el kéfir que nos sobraba ya que producíamos más del que bebíamos. Cubrí la bebida casera con un pañuelo de tela y la colgué sobre la pila de la cocina, dejando que el líquido se condensara en forma de queso fresco. Tenía el mismo sabor que el «de verdad» y dejé boquiabiertos a amigos y familiares. Su entusiasmo –y un poco de orgullo de ama de casa– me motivó para seguir experimentando con productos de temporada y con diferentes variantes: cubriéndolo con pimienta, rodeándolo con hojas de laurel (mis hijos lo llamaron «fracaso total»), adobándolo en aceite, presionándolo, secándolo, etc.
Los nódulos de kéfir son minúsculos, parecen arroz blanco. Pero requieren un grado de mantenimiento importante y hay que alimentarlos regularmente. Pronto influyeron en gran medida sobre nuestra vida familiar. Consideramos su bienestar junto con el de nuestro perro Zizou: ¿hoy has dado de comer a los nódulos?, ¿nos los llevamos de camping este fin de semana?, ¿nos los llevaremos a Francia este verano? Un proceso bien sencillo se había convertido en un problema y me había complicado la vida más de lo que quería reconocer.
En cuanto abandoné la locura del kéfir, aquellos pequeños nódulos –y anteriormente las semillas de mostaza– habían cambiado para siempre mi relación con los alimentos, los envoltorios e incluso las personas.
Cuando preparo alimentos cotidianos a partir de materias primas, lo que más me gusta es aprender el proceso de cómo y a partir de qué se producen. Más allá de satisfacer mi curiosidad, elaborar mis propios alimentos también me proporciona una sensación de control y seguridad, asociados al hecho de escoger los ingredientes en vez de comer alimentos que llevan una larga lista de cosas que no puedo pronunciar y en las que no puedo confiar. Las etiquetas muestran componentes de nombres complicados que en los alimentos caseros normalmente intentamos evitar, pero he comprobado que a partir de unos pocos ingredientes puedo producir la mayoría de productos que compraba empaquetados.
Los alimentos elaborados nos ofrecen comodidad, pero a costa de depender de su proceso de fabricación. Cuanto menos utilizamos las materias primas más dependientes somos de la cadena de producción. Estamos dejando de elaborar las cosas elementales que antiguamente nos otorgaban libertad y supervivencia. A medida que evaluamos la crisis medioambiental actual y buscamos la conexión con los objetos cotidianos de nuestras vidas, comprobamos que para buscar soluciones estamos volviendo «a lo más básico». Las tareas del hogar, facilitadas por el acceso a internet y los medios de comunicación, proporcionan un ámbito de colaboración en el que compartir conocimientos.
Dicha colaboración refuerza los lazos dañados por diferencias generacionales y culturales. Incluso he de agradecer que ha ayudado a mejorar la relación que tengo con mi madre, afectada por la distancia física que nos separa y a establecer vínculos con mi suegra ya que las desavenencias culturales nos habían distanciado. Espero que mis hijos y sus descendientes también se beneficien de ello; al fin y al cabo, el saber hacer es el único recuerdo de familia que pienso dejar en herencia, profundizaremos más adelante.
De acuerdo, seré honesta: mi lado rebelde también encuentra satisfacción siendo capaz de salir adelante sin la necesidad de comprar a las grandes empresas y estando al margen de sus estrategias de marketing. Saber que no dependo de ellas me aporta una sensación de libertad, me hace sentir como si fuera más astuta que el sistema actual.
Pero no es necesario que te emociones, tal y como me pasó a mí. ¡No dejes que el kéfir tome el control de tu vida! Después de todo, la sostenibilidad se basa en adoptar cambios factibles a largo plazo.
Actualmente ya no hago queso a partir de kéfir y no cuido sus nódulos. Los composté (con tristeza), junto con su alto nivel de mantenimiento (con alivio). No me arrepiento de haber aprendido nuevos procesos, ahora suelo hacer queso cuando me sobra yogur. Tampoco me sabe mal haber aprendido a hacer mantequilla ya que ahora sé y aprecio la cantidad de crema necesaria para hacer 450 g. Hacen falta 470 ml de crema relativamente cara para producir más o menos un cuarto de taza de mantequilla casera. Teniendo en cuenta la cantidad de mantequilla que utilizamos en casa (los niños necesitan sus galletas diarias), era demasiado caro hacerla a partir de las materias primas.
Mi cocina es un laboratorio científico. Si saco del congelador varias remolachas, puedo acabar haciendo una ensalada, un pintalabios o un color de acuarela. Las opciones son infinitas y están limitadas únicamente por mi creatividad. Pero tengo la prudencia de adoptar cambios que pueda mantener dentro de mis limitaciones económicas y de tiempo. Comprobé que el rato requerido para hacer queso y los costes asociados a la elaboración de mantequilla no entraban en nuestros planes de Residuo Cero a largo plazo. Obviamente es importante intentar buscar un equilibrio sostenible entre ser sencillo y ser ecologista.
En este capítulo explicaré cómo he llevado a cabo el Residuo Cero en mi cocina. Mostraré cómo acondicionarla, cómo comprar y cómo planificar comidas. Inevitablemente, el Residuo Cero conlleva cierto nivel de procesamiento en casa (para hacer las cosas que no están disponibles a granel), pero tienes que encontrar métodos que a la larga te sean viables. La clave para que el Residuo Cero no requiera ningún esfuerzo es simplificar. No hay necesidad de volverse adicto a todo aquello elaborado en casa. Los métodos Residuo Cero que te vayan bien pasarán a ser algo de lo más natural en tu cocina. Preparados, listos, ya (pero poco a poco).
DISPOSICIÓN DE LA COCINA
Hacer que una cocina normal se convierta en una Residuo Cero no es tan difícil como podrías pensar. Requiere reorganización y un poco de investigación, pero en cuanto el sistema esté establecido y la persona encargada de la casa esté entrenada para utilizarlo, el Residuo Cero es pan comido.
Simplicidad
Antes de ponerte manos a la obra, intenta entender nuestros objetivos de simplificación.
La cocina es una habitación común, a menudo citada como el corazón del hogar. Aquí es donde cocinamos, comemos, bebemos, colaboramos, conversamos y, a veces, incluso donde leemos y hacemos los deberes. Con estos altos niveles de actividad, la cocina es una fuente de residuos y de desorden clave en nuestra casa.
No mires más allá de los armarios de la cocina, donde la acumulación es abrumadora. Bolsas para bocadillos, bolsitas con cierre hermético, vasos desechables y comida congelada ponen de manifiesto que existe una causa común para este excedente de artículos: buscamos maneras de ahorrar tiempo.
Cuando se quiere establecer una cocina Residuo Cero el ingrediente clave es la eficiencia. La preparación de las comidas puede ser fácil y aportar tranquilidad; puedes convertir una acción considerada como tarea, en algo un poco más agradable. En la cocina, el Residuo Cero te ayudará a disponer de más tiempo y te liberará de hábitos derrochadores y poco saludables; pero también hará que ahorres energía y dinero. Aquí está la gracia: para conseguir los beneficios debes hacer que tu cocina sea una zona ordenada. Dependiendo de cómo lo tengas establecido actualmente, puede parecerte que ordenar es un trabajo dantesco, pero este proceso te hará disponer de tiempo para la creatividad, ya que no tendrás que limpiar tanto.
Una cocina Residuo Cero facilita cocinar: cada objeto tiene un lugar asignado (con mucho sitio libre alrededor), se encarga de los problemas de salud asociados con toxinas conocidas y maximiza tu inversión en tiendas. Podríamos decir que el objetivo del Residuo Cero va más allá del residuo sólido.
La mayoría de cocinas están llenas de aparatos que aseguran facilitarnos cocinar y el ocio: máquinas de hacer sorbetes, gofres, sandwicheras eléctricas... Pero, ¿realmente las utilizamos? Y, si es así, ¿cada cuánto tiempo?, ¿qué me dices del pelador, los moldes especiales para pasteles, los moldes de galletas, la docena de salvamanteles individua...
Índice
- Introducción
- Las 5R y los beneficios del estilo de vida Residuo Cero
- Cocina y compra de alimentos
- Lavabo, artículos de higiene personal y cosmética
- Habitación y vestidor
- Limpieza y mantenimiento de la casa
- Zona de trabajo y correo basura
- Infancia y escuela
- Vacaciones y regalos
- Salir al exterior
- Involucrarse
- El futuro del Residuo Cero
- Recursos