Jesucristo, nuestro Salvador
eBook - ePub

Jesucristo, nuestro Salvador

  1. 256 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Jesucristo, nuestro Salvador

Descripción del libro

Esta iniciación a la Cristología tiene la finalidad de facilitar a un amplio círculo de personas un mayor conocimiento de la maravillosa riqueza y profundidad del misterio de Cristo: la primera parte analiza su persona en cuanto hombre y en cuanto Dios. La segunda, su obra redentora. La centralidad de Jesucristo en la vida de todo cristiano hace muy conveniente la lectura y estudio de los fundamentos de la Cristología.

Preguntas frecuentes

Sí, puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento desde la pestaña Suscripción en los ajustes de tu cuenta en el sitio web de Perlego. La suscripción seguirá activa hasta que finalice el periodo de facturación actual. Descubre cómo cancelar tu suscripción.
Por el momento, todos los libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Perlego ofrece dos planes: Esencial y Avanzado
  • Esencial es ideal para estudiantes y profesionales que disfrutan explorando una amplia variedad de materias. Accede a la Biblioteca Esencial con más de 800.000 títulos de confianza y best-sellers en negocios, crecimiento personal y humanidades. Incluye lectura ilimitada y voz estándar de lectura en voz alta.
  • Avanzado: Perfecto para estudiantes avanzados e investigadores que necesitan acceso completo e ilimitado. Desbloquea más de 1,4 millones de libros en cientos de materias, incluidos títulos académicos y especializados. El plan Avanzado también incluye funciones avanzadas como Premium Read Aloud y Research Assistant.
Ambos planes están disponibles con ciclos de facturación mensual, cada cuatro meses o anual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¡Sí! Puedes usar la app de Perlego tanto en dispositivos iOS como Android para leer en cualquier momento, en cualquier lugar, incluso sin conexión. Perfecto para desplazamientos o cuando estás en movimiento.
Ten en cuenta que no podemos dar soporte a dispositivos con iOS 13 o Android 7 o versiones anteriores. Aprende más sobre el uso de la app.
Sí, puedes acceder a Jesucristo, nuestro Salvador de Vicente Ferrer Barriendos en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Teología y religión y Teología cristiana. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2002
ISBN del libro electrónico
9788432141393

Capítulo 1

INTRODUCCIÓN A LA CRISTOLOGÍA

1. El estudio teológico sobre Jesucristo
a) El objeto de la Cristología
La Cristología es una parte de la teología que trata sobre Cristo. Estudia a Jesucristo en sí mismo —el misterio de su persona, como Dios y hombre verdadero que vivió en unas determinadas condiciones históricas—, y estudia también a Jesús en el plan divino de la salvación —como Mesías, Redentor y Salvador nuestro—, tal como nos lo propone la revelación divina y la Iglesia.
El objeto de nuestra fe sobre Cristo, que es, a su vez, el objeto de la Cristología, no es una fórmula vacía, ni una ideología determinada, sino una persona concreta: «Nosotros creemos y confesamos que Jesús de Nazaret, nacido judío de una hija de Israel, en Belén en el tiempo del rey Herodes el Grande y del emperador César Augusto; de oficio carpintero, muerto crucificado en Jerusalén, bajo el procurador Poncio Pilato, durante el reinado del emperador Tiberio, es el Hijo eterno de Dios hecho hombre, que ha ‘salido de Dios’ (Jn 13, 3), ‘bajó del cielo’ (Jn 3, 13; 6, 33), ‘ha venido en carne’ (1 Jn 4, 2), porque ‘la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad [...] Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia’ (Jn 1, 14.16)»[1].
b) «El misterio de Cristo»
Sabemos que el misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo, fuente de todos los otros misterios de la fe y la luz que los ilumina[2]. Toda la fe de la Iglesia se resume en el misterio de la Santísima Trinidad en sí misma y en el misterio su «designio benevolente» (Ef 1, 9) acerca de la salvación de todos los hombres.
Y todo ese designio amoroso divino de nuestra salvación se centra en Cristo: el Padre realiza el «misterio de su voluntad» (Ef 1, 9) enviando a su Hijo amado para la salvación del mundo, y por medio de Él nos comunica su Espíritu que nos hace partícipes de la vida divina. Este admirable designio divino es el «misterio que estaba escondido desde siglos en Dios» (Ef 3, 9) y que se ha revelado y se realiza en la historia por medio de Jesucristo.
La dispensación o realización de ese plan de la benevolencia divina de nuestra salvación es designada en el Nuevo Testamento como «el misterio de Cristo» (cf. Ef 3, 1-12). Así pues, se puede decir que el misterio de la persona y de la obra salvífica de Cristo anuda y resume todos los artículos de la fe: los que se refieren a la Trinidad, pues Él es Dios, Hijo del Padre, y nos revela a la Trinidad; y los que se refieren a los designios y obras de Dios, pues Él ha realizado el plan de su voluntad de salvación.
2. La fe y la razón humana ante el misterio de Jesucristo
a) Necesidad de la fe para conocer a Jesucristo
Al hablar del misterio de Cristo, afirmamos que en Él, además de la realidad visible e histórica que podemos conocer humanamente, hay una realidad divina y trascendente que está oculta a nuestros ojos. Lo visible del Señor, su presencia física entre los hombres y su actuación en la historia, manifiesta esa realidad divina a la vez que la encubre.
Mediante los métodos propios de la historia podemos llegar a conocer cada vez mejor la realidad exterior de la vida de Jesús. Pero únicamente mediante la revelación divina y la fe podemos trascender lo externo y llegar a conocer quién es Él verdaderamente, ya que «nadie conoce al Hijo sino el Padre» (Mt 11, 27), y, como Él mismo decía: «Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado» (Jn 6, 44).
Veámoslo en el episodio que nos narra san Mateo, testigo de ese acontecimiento: «Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías u otro de los Profetas» (Mt 16, 13-14). Son diversas opiniones ante la figura de Cristo y de sus obras admirables: «Es un hombre de Dios». Esta es una respuesta humana, una conclusión a la que llega la razón de los hombres.
Pero Jesús sigue preguntando: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?». Y Pedro responde: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Y Jesús añade: «Bienaventurado eres, Simón, hijo de Juan, porque no te ha revelado eso ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos» (Mt 16, 15-17). Esa confesión no era fruto de una deducción de Pedro con sus luces naturales a partir de lo que había visto de Jesús, sino un don y revelación de Dios; no es una respuesta humana, sino una respuesta de Dios Padre que declara la verdad y la realidad de Jesús muy por encima de la opinión de los hombres.
Así pues, no es suficiente considerar a Jesús como un personaje digno de interés histórico o religioso, ni considerarlo incluso como el ideal humano de una espiritualidad sincera y profunda, o el ideal del amor a los demás, o de una honda sabiduría moral. Sin la fe no se puede conocer verdaderamente a Jesús; sin ella solo se puede alcanzar una opinión muy pobre sobre Él, cuando no se trata de una caricatura. Hace falta ver a Jesús con los ojos de la fe para conocerlo realmente y confesar con Pedro: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
b) El papel de la razón ante el misterio de Cristo
Nuestra fe tiene una base real e histórica, y constituyen parte integrante de nuestra fe los acontecimientos históricos del nacimiento de Cristo, de su vida y de su actividad en este mundo, de su muerte, resurrección y ascensión. Jesucristo, que es el objeto de la fe de la Iglesia, no es un mito: es un hombre que vivió en un contexto histórico concreto, y los acontecimientos de su existencia fueron reales y comprobables.
Por eso, aunque la razón humana no puede con solas sus fuerzas llegar a comprender plenamente a Cristo, sin embargo desempeña una función importante en el conocimiento de muchas cosas de la vida histórica del Señor.
Precisamente el Nuevo Testamento está escrito como una narración de lo realmente acontecido y de lo verdaderamente enseñado por Jesús (cf. Lc 1, 1-4). Y aunque los Evangelios están escritos con el fin de suscitar la fe (cf. Jn 20, 31), esa finalidad no resta nada al carácter real e histórico de lo consignado, siendo los apóstoles los testigos de esos acontecimientos.
Es más, todos los hechos y enseñanzas de Cristo que la razón humana puede aportar facilitan la fe, pues sus obras dan testimonio de Él (cf. Jn 10, 25), son el sello de su misión divina, y hacen ver que la fe es razonable y no un movimiento ciego del espíritu.
3. La llamada «cuestión histórica» sobre Jesús y la pretendida distinción entre el Jesús de la historia y el Cristo de la fe
a) La búsqueda del «Jesús de la historia» con un método exclusivamente racional
En los últimos siglos se ha planteado la cuestión del «acceso a Jesús», esto es, la investigación de lo que se puede conocer con certeza acerca del «Jesús de la historia», empleando una metodología puramente histórica o literaria, sin tener presente el dogma ni la Tradición de la Iglesia, sin tener en cuenta «el Cristo de la fe».
1. La crítica histórica. Desde finales del siglo XVIII, en el marco de la Ilustración, surge una búsqueda que intenta reconstruir la vida de Jesús utilizando una metodología histórica que solo admite como verosímil lo que tiene una explicación racional; lo demás es considerado irreal e inadmisible para la ciencia. Para estos racionalistas el Señor fue un simple hombre, del que hay que despojar como mito todo lo milagroso y sobrenatural. Por tanto, para ellos, los Evangelios —que nos hablan de su divinidad y de sus milagros— no gozarían de ninguna fiabilidad, y no se deberían tener en cuenta para establecer una verdadera historia que quiere ser «crítica», puramente racional: esta historia tendrá que basarse en fuentes externas.
Poco después, a lo largo de todo el siglo XIX, también el protestantismo liberal intentó llegar por la crítica histórica a la verdadera figura de Jesús. Esta corriente de pensamiento siguió el mismo camino de contar únicamente con la razón y la ciencia histórica positiva, prescindiendo de los testimonios del Nuevo Testamento y de la Tradición de la Iglesia.
Después de un siglo de una búsqueda histórico-crítica al margen de los Evangelios, tanto por parte de los ilustrados como por los protestantes liberales, los resultados no fueron muy satisfactorios: solo podían llegar a conocer con certeza unas pocas cosas de ese «Jesús histórico»; y, desde luego, no llegaron a la fe: no llegaron a ver a Cristo como el Hijo de Dios hecho hombre.
2. La historia de las formas. En la primera mitad del siglo XX Rudolf Bultmann, autor protestante que ha ejercido una gran influencia entre los exégetas, incluso católicos, sostuvo que los Evangelios no intentan dar una narración objetiva de la vida y de la obra de Jesús, sino una teología. Para exponer sus ideas Bultmann señala que hay que distinguir estos estadios respecto a Jesús:
E...

Índice

  1. Portadilla
  2. Sumario
  3. Relación de abreviaturas
  4. Prólogo
  5. Capítulo 1
  6. Primera parte: la persona de Jesucristo
  7. Segunda parte: la obra redentora de Jesucristo
  8. Epílogo
  9. Bibliografía
  10. Créditos