Capítulo 1
Los orígenes internos del fenómeno
Yihadistas, yihadismo, salafistas, muyahidín… el enredo de las palabras
La profusión de términos que pertenecen al mundo yihadista y que con frecuencia se manejan de forma confusa en los medios de comunicación occidentales crea desorientación en la ciudadanía no musulmana. Esta parte del mundo desconoce generalmente una terminología que los islamistas sí utilizan con precisión, ya que define su fe, su comportamiento, y justifica sus acciones. En consecuencia, la prensa, la radio, la televisión y las redes sociales suelen caer en una confusión lingüística al hablar de todo lo concerniente al mundo islámico, ya que no utilizan con rigor los diferentes términos musulmanes, de tal suerte que a buena parte de los ciudadanos de Europa, América, gran parte de Asia y Oceanía les es difícil comprender con exactitud el significado y las diferencias de palabras, símbolos y actitudes.
En consecuencia ¿cuál es la auténtica naturaleza de un yihadista? ¿De qué hablamos cuando nos referimos al radicalismo islámico, a los fundamentalistas o a los muyahidines? ¿Qué debemos entender al escuchar la palabra salafista? En este capítulo intentamos clarificar toda esta jerga aunque no resulta tarea fácil, ya que ni los propios yihadistas se ponen de acuerdo a la hora de definirse. Es preciso insistir en que no es lo mismo ser musulmán que ser un terrorista yihadista. No son sinónimos, aunque todos los terroristas yihadistas son musulmanes que hacen sus propias interpretaciones del Corán. Como señalamos en la introducción, se estima que en 2015 había en el mundo más de 1.700 millones de mahometanos, de los que 75 millones serían yihadistas con vocación terrorista, según datos del Pew Research Center.
Yihadista es el nombre que en Occidente se da al muyahidín, palabra que designa en el contexto islámico a los que combaten por la yihad, por la causa de Alá, para lograr que el islam sea la única religión en la tierra y se consiga el Califato Universal. Los yihadistas (muyahidines) basan sus actos en una interpretación literal del Corán, que a su vez es interpretado diferentemente por los diversos líderes, lo que lleva con frecuencia a combates entre ellos mismos. Los yihadistas se consideran a sí mismos como los auténticos salafistas, es decir los que interpretan el Corán en un sentido literal y combaten por Alá.
No obstante, a pesar de aspirar a interpretar literalmente el Corán, existen diversos grupos salafistas que difieren en la interpretación literal de los mismos textos. Así por ejemplo, el mulá Omar, líder de los talibanes (una de las corrientes extremistas islámicas), conocido también por sus partidarios como el emir de los creyentes, máxima autoridad musulmana, dice de sus yihadistas: “Son simplemente una agrupación de consagrados jóvenes decididos a establecer las leyes de Alá en la tierra... Los talibanes lucharán hasta que no haya más sangre para verter en Afganistán y el islam se convierta en una forma de vida para nuestro pueblo”.
El enredo de acepciones al que acabamos de aludir queda perfectamente plasmado con esta otra definición lanzada públicamente por Ehsanullah Ehsan, portavoz del movimiento talibán, cuando explicaba el por qué de su oposición a la presencia americana en Afganistán: “Nuestra animosidad se basa en la religión. Odiamos a los estadounidenses por su ideología secular”.
Para simplificar la cuestión puede decirse que la definición más genérica de qué significa ser yihadista queda reflejada en este sencillo principio: es todo aquel que decide morir por la causa de Alá.
Cuando el fenómeno empezó a adquirir ámbito universal, es decir desde el momento en que se traspasó lo que serían las fronteras naturales de los países islámicos, los medios de comunicación, en especial los occidentales, inexpertos en una materia donde las sutilezas y los símbolos tienen un gran valor, se referían a ellos como muyahidines o sea como luchadores musulmanes fundamentalistas. Fue en la primera quincena del siglo XXI, cuando se produjo un cambio lingüístico por el que aquellos muyahidines pasaron a ser conocidos y citados como yihadistas, es decir los que hacen yihad, un concepto que se debe traducir como el esfuerzo orientado a la consecución de una finalidad y ligado al combate militar. En definitiva, tanto para los extremistas como para los medios de comunicación occidentales, yihadista es el combatiente que quiere morir por la causa de Alá.
Fue Osama bin Laden, el líder fundador de Al Qaeda, quien resaltó al yihadista mucho más por su épica y sentido mitológico que por su capacidad operativa y de liderazgo. Bin Laden, que fue y sigue siendo fuente de inspiración y modelo para muchos yihadistas, se definió a sí mismo y a sus compañeros con estas palabras: “Yo soy uno de los siervos de Alá. Nosotros cumplimos con nuestro deber de luchar por el bien de la religión de Alá. Es también nuestro deber enviar una llamada a todos los pueblos del mundo para disfrutar de esta gran luz y abrazar el islam y la experiencia de la felicidad en el islam. Nuestra misión principal no es nada más que la promoción de esta religión”.
La evolución que siguió la idea de yihad desde aquellas palabras de Bin Laden –tanto para el mundo no musulmán como para un altísimo porcentaje de los musulmanes– ha reforzado la versión bélica del concepto, por lo que en la actualidad, la expresión yihad va consustancialmente ligada a la palabra lucha, sea violenta o no, religiosa o sólo secular.
En cualquier caso, la eliminación física de los considerados enemigos de Alá y una interpretación extrema del Corán son una constante que rodea al yihadista actual y por ende define al yihadismo. Un buen ejemplo lo ofrece Sid Ahmed Mourad, líder del Grupo Islámico Armado (GIA), la organización terrorista argelina fundada en 1992, responsable de la matanza de 150.000 niños, mujeres y hombres durante los años noventa del siglo pasado. Mourad sí citó la yihad al decir: “… el país del próximo califato islámico no se edificará excepto por las manos del grupo combatiente que levanta la bandera de Alá y la yihad”. También Abdelkader Hattab, otro líder del GIA, define el yihadismo: “Nuestra yihad consiste en matar y dispersar a todos aquellos que luchan contra Alá y su Profeta. ¡Es potestad de Alá hasta cortar la garganta y asesinar!”.
El sábado 13 de enero de 1979 es una fecha clave que puede considerarse como el arranque moderno del yihadismo global tal como lo percibimos en la actualidad. Se trata del día en que el ayatolá Jomeini, clérigo musulmán poseedor de una educación coránica esmerada, constituyó en su exilio de París un consejo de la revolución islámica, negándose a abandonar sus actividades políticas tal como le había exigido el gobierno francés. Al contrario, Jomeini intensificó sus anatemas contra el sha de Persia, por aquel entonces jefe de Estado de Irán. Tres días después de su campaña más radical, el sha y su familia abandonaban el país, y el 1 de febrero el avión que llevaba a Jomeini desde París aterrizó en el aeropuerto de Teherán en olor de multitudes. Jomeini sorprendió a los occidentales aunque en absoluto a sus seguidores, que lo consideraban ya el líder indiscutible de la revolución islámica y el “líder y guía supremo” de la nueva República Islámica de Irán. Entonces, el ayatolá Jomeini expuso sin equívocos un mensaje para yihadistas que ha llegado en toda su dimensión hasta nuestros días: “Aquellos que no saben nada del islam pretenden que el islam persuade contra la guerra. Los que lo dicen son estúpidos. El islam dice: ¡Matad a todos los infieles al igual que ellos os matarían a vosotros! Matadlos, clavadles la espada y dispersad sus ejércitos. El islam dice que ¡cualquier cosa buena que existe es gracias a la espada y a la sombra de la espada! ¡Las personas no se hacen obedientes excepto con la espada! ¡La espada es la llave al paraíso, que se puede abrir sólo para los santos guerreros. Hay cientos de salmos coránicos y hadices [los dichos y hechos de Mahoma] instando a los musulmanes a la guerra y enalteciendo el valor para luchar. ¿Significa todo esto que el islam es una religión que impide que los hombres libren una guerra? Escupo a esas almas necias que hacen tal afirmación”.
Esta exaltación de la violencia basada en preceptos religiosos que la justifican es una constante entre los intérpretes más extremos del Corán y se encuentra una y otra vez en boca de líderes que predican en distintos territorios que consideran, de forma excluyente, su tierra santa. Este es el caso de Ahlam Tamimi, una mujer perteneciente a Hamas y al Movimiento de la Yihad Islámica en Palestina que asesinó a quince personas, entre ellos siete niños y una mujer embarazada, en la pizzería Sbarro de Jerusalén el 9 de agosto de 2001. Para Tamini “el islam es el camino”, de una parte del cual extrae sus ideas, conceptos y percepciones sobre el universo, la vida y el ser humano hasta llegar a decir tras el atentado: “Fue un acto calculado, realizado con convicción y fe en Alá... me dediqué a la yihad por la causa de Alá, y Alá me concedió el éxito. ¿Sabes cuántas bajas hubo? Eso fue posible gracias a Alá”.
La interpretación bélica del islamismo es una constante que el Estado Islámico (EI) sostiene con absoluta convicción y que no duda en proclamar públicamente. Así sucedió en mayo de 2015 cuando el califa del EI, el líder del movimiento, Abu Bakr al Bagdadi, resumió con esta frase pronunciada en un mensaje de audio su interpretación de islam: “Oh musulmanes, el islam nunca ha sido la religión de la paz, ni por un solo día. El islam es la religión de la guerra. Su Profeta, la paz sea con él, fue enviado con la espada como ayuda para la Creación. Se le ordenó hacer la guerra hasta que sólo Alá sea adorado. Él, la paz sea con él, le dijo a los politeístas de su pueblo: ‘He venido hasta vosotros con la matanza’. Luchó con los árabes y los no árabes de todas las ideologías. Él mismo se lanzó a la lucha y participó en decenas de batallas. Nunca, ni un día, se cansó de la guerra. Así que no hay excusa para que ningún musulmán capaz de hacer la hijrah [la migración] o capaz de portar un arma en donde esté se una al Estado Islámico, porque Alá, bendito y exaltado, le ha ordenado la hijrah y la yihad, y ha hecho de la lucha una obligación para él”.
En esta misma línea se encuentra Khadaffy Janjalani, líder del grupo islamista Abu Sayyaf responsable de atentados en iglesias y decapitaciones de cristianos en Filipinas. Para justificar sus acciones declaró textualmente: “Podemos ser pequeños en número pero somos suficientes porque están luchando con nosotros los ángeles y la mano de Alá. Soñamos con un mundo enteramente islámico y lo vamos a lograr. Alá está con nosotros.”
El lema de la milicia yanyauid, responsable de la limpieza religiosa de Darfur, en la zona occidental de Sudán, la que limita con la República Centroafricana, Chad, Sudán del Sur y Libia, es este: “Combatir y vencer. Muerte en el nombre de Alá”. Un ideólogo tan destacado como lo fue Abu Musab al Zarqaui, líder de Al Qaeda en Iraq hasta su muerte el 7 de junio de 2006, reiteró hablando momentos antes de decapitar a una víctima que “el Profeta, el señor de la misericordia, ha ordenado cortar las cabezas de algunos de los prisioneros de Badr. Él es nuestro ejemplo y un buen modelo a seguir”.
El yihadismo puede entenderse como el esfuerzo orientado a la consecución de un objetivo y tiene dos vertientes. La primera se refiere al esfuerzo interior que todo musulmán ha de llevar a término continuamente para mejorar como creyente y para construir una buena sociedad musulmana. La segunda es la vertiente bélica, la que se refiere al derecho y obligación de todo musulmán de defender su religión y la comunidad musulmana allí donde sean atacados. Es la guerra santa, la lucha para defender y propagar el islam con la fuerza que sea necesaria.
En el contexto islámico muyahidín es la persona que hace la yihad, es decir, morir por la causa de Alá. Muyahidín es el participio activo del verbo árabe yahada, que significa hacer la yihad, aunque emplearemos más su neologismo occidental, yihadista. En español se utiliza la forma muyahidín como singular, tomada del plural árabe, y que a su vez tiene el plural español muyahidines.
El concepto de yihad aparece muchas veces ligado al combate militar que tiene como protagonista al muyahidín, el combatiente musulmán o combatiente por el islam. La palabra árabe yihad, que como ya hemos señalado se traduce en castellano como esfuerzo, aparece cuarenta y una veces en el Corán.
La yihad es un importante deber religioso para todos los musulmanes que basan su fe y su práctica religiosa en los denominados cinco pilares del islam. Sin embargo, una minoría de los suníes, grupo mayoritario del islam del que hablare...