El libro de ruta del emprendedor

David Sánchez Sáez

• Editorial: Olelibros
• Año: 2016
• ISBN del libro electrónico: 9788416646425
• Categoría: Business
• Categoría: Entrepreneurship

El libro de ruta del emprendedor es una interesante propuesta para aquellas personas que quieren emprender un negocio con garantías. Con un contenido fuera de lo común su autor sostiene argumentos poco usuales en la aventura del emprendimiento, desterrando muchos de los mitos que, en los últimos tiempos, se han generado. A través del ciclismo y de la figura de Miguel de Induráin se ilustran las cualidades que todo buen emprendedor ha de tener. Un símil perfecto para conocer y comprender los atributos que han de confluir para que un emprendedor alcance victorioso su meta. A continuación, se analizan los principales elementos que han de regir el impulso de cualquier proyecto emprendedor, que quiera lograr el éxito. No hay una fórmula magistral pero sí claves fundamentales que hemos de seguir. Finalmente, se descubren diez experiencias emprendedoras de personas anónimas con perfiles muy variopintos y que han puesto en marcha negocios en sectores y entornos diferentes. El lector, sin duda, se verá identificado con alguno de estos casos.

Diez historias de emprendedores
anónimos

Ya conocemos las claves para que nuestro proyecto emprendedor prospere; un compendio de elementos aislados que, como tal, carecen de esencia. Para sacar adelante nuestra idea, tendremos que jugar con ellos y, así, dar con la fórmula que mejor se adapte a cada caso. No existe una única verdad universal, ni siquiera conjugando todo lo que acabamos de ver, en los capítulos anteriores, nos garantizamos nada. Tengamos en cuenta que partimos de elementos de muy variada naturaleza, en escenarios diferentes y en contextos que nada tienen que ver los unos con los otros.

A continuación vamos a conocer a 10 emprendedores, que han levantado sus proyectos en distintos sectores productivos, ante circunstancias personales y económicas diferentes, empleando métodos variados... Lo que a unos les funciona a otros no. Lo que para unos es imprescindible, los otros ni se lo plantean. Lo que para unos fue bueno, para otros fue lo peor. No busquemos un único camino, ni una respuesta global. Las posibilidades son enormes y la forma de dar con la cuadratura del círculo también.

Todo lo expuesto hasta el momento son pautas y recomendaciones que, sin duda, van a ser un importante apoyo para quienes quieren emprender, pero ha de ser uno mismo quien escriba su propia historia; nadie más lo hará mejor. Estas 10 experiencias nos servirán para conocer a personas, que han logrado hacer sus proyectos realidad. Con perfiles dispares, con objetivos diversos y con una visión variopinta de la vida, nos permitiremos la licencia de adentrarnos en los negocios de estos emprendedores que, un día, decidieron crear una empresa y arrancar un proyecto.

Ya hemos visto que el verdadero potencial del emprendimiento radica en las personas y no tanto en las ideas. Junto a estos emprendedores, vamos a descubrir la fórmula que les ha conducido al éxito. El verdadero poder emana de ellos mismos.

Mari Geli Gómez y su
Tienda-Museo Bodega La Muralla

Miranda del Castañar (Salamanca)

«Para recibir, hay que dar»

Entrar en la «Tienda-Museo Bodega La Muralla» es descubrir un espacio sensorial y emocional, un nuevo paradigma de fusión en el que la tradición cultural de la salmantina Sierra de Francia, se funde con el juego de luces y sombras y el relajado fluir musical que siempre pone banda sonora a este idílico lugar. Son muchos los adjetivos que se podrían conjugar para definir esta ancestral bodega, mezcla de tienda y de museo. Nadie sale indiferente de ella, es más, ejerce tal atracción que el turista, que tiene la suerte de visitarla, tarde o temprano, acaba volviendo. Pero este hipnótico lugar no sería nada sin la esencia persuasiva de su propietaria, Mari Ángeles Gómez, un torbellino de pasión, frescura y cordialidad, el alma mater de un negocio excepcionalmente innovador en su concepción y ambientación.

Mari Geli nació en Barcelona. Sus padres, como otros muchos, emigraron del campo a la ciudad en busca de unas oportunidades de las que adolecía un medio rural en decadencia. Paradojas de la vida, su hija retornaría a su pueblo deseosa de una vida más tranquila y plena, que la que dejaba atrás en la gran urbe. Cambió todo por un pequeño pueblo enclavado en pleno Parque Natural de Las Batuecas. La villa condal de Miranda del Castañar apenas llega a los 500 habitantes y cuenta con una extraordinaria riqueza popular y patrimonial. Perderse entre sus callejuelas es ir descubriendo un entramado laberíntico, repleto de diamantes arquitectónicos, testigos de lo que esta localidad fue hace siglos. «Todos los años pasábamos el verano aquí y nos gustaba mucho este estilo de vida; es toda una delicia. Una noche en una cena con amigos, Gerardo, mi marido, dejó caer que no le importaría venirse a vivir aquí. Enseguida recogieron el testigo, le buscaron un trabajo y, en dos años, nos mudamos».

Gerardo era policía local en Cornellà, solicitó una excedencia y se plantó junto a Mari Geli y sus dos hijos en Miranda del Castañar. Antes de conseguir su plaza en la función pública, había sido instalador, de modo que no le fue difícil encontrar trabajo como jefe de mantenimiento en el hotel más importante de la zona. Al poco tiempo de llegar a Miranda, compraron una bodega subterránea del siglo XVIII, que había estado en pleno funcionamiento hasta 1955. Su idea inicial era restaurarla para contar con un lugar acogedor en el que disfrutar, en grata compañía, de buenas cenas y sobremesas.

Durante dos años, en sus ratos libres, Gerardo y Mari Geli, fueron restaurando la bodega. Tras muchas horas tomó un aspecto soberbio. Durante un tiempo cumplió sobradamente el objetivo para el que se compró y fueron muchos los ratos de diversión que Gerardo y Mari Geli disfrutaron allí. Pero de nuevo, en una de esas cenas, entre amigos, surgió una idea, que iba a cambiar, por completo, la vida del matrimonio. Sus amigos consideraban que la belleza y la historia, que descansaban sobre aquellos muros, tenía que ser mostrada a las gentes del lugar y a los turistas, que acudían a la zona hambrientos por saborear espacios sublimes como éste. Dicho y hecho, durante los fines de semana comenzaron a abrir la bodega y a explicar a todos los que la visitaban aquello que habían investigado y descubierto sobre ella y la tradicional forma de producción y guarda de los vinos de la Sierra de Francia, elaborados con la uva autóctona de la zona: la rufete. Los turistas que acudían a la bodega, empezaron a demandar vino para llevarse a sus casas. Fue, entonces, cuando Mari Geli los puso a la venta junto a otros productos de la comarca. Surgió, así, la idea de crear la «Tienda-Museo Bodega La Muralla». Nada de planes de empresa, nada de necesidades diagnosticadas, nada de análisis de la competencia... El destino quiso poner en bandeja a Mari Geli la forma de trabajar en su pueblo y de crear su propia empresa. Todo fue espontáneo y un cúmulo de circunstancias sobrevenidas, que han desembocado en un negocio de características únicas, sumamente complicado de transcribir a otros lugares. La calidez de la bodega y el exquisito trato de su propietaria son dos exclusividades difícilmente reproducibles.

Mari Geli recibe a sus clientes con una explicación del lugar en el que se encuentran y les invita a que lo visiten de forma totalmente gratuita. En el piso inferior se ubica la tienda en la que se expone una selección de los mejores productos gastronómicos, artesanales y cosméticos de los 14 municipios que componen el Parque Natural de Las Batuecas. La calidad es uno de los estandartes de este comercio y antes de poner a la venta cualquier producto se han cotejado y comprobado sus propiedades. Además, su clientela puede tocarlos, olerlos y probarlos mientras escuchan las explicaciones que se hacen de ellos. Como dice Gerardo, en la «Tienda-Museo Bodega La Muralla» «está prohibido no tocar».

Aunque, progresivamente, el medio rural español se despuebla, hay valientes que resisten y se aferran a seguir viviendo, disfrutando y emprendiendo en él. Mari Geli es un ejemplo de ello, responde al perfil de lo que se ha dado en llamar «neo-rurales», personas que abandonan la ciudad para irse a vivir al pueblo.

Su centenaria bodega subterránea está excavada en piedra granítica, aprovechando la muralla del S.XIII, que circunda el pueblo. Se dispone en distintas alturas y, aprovechando el desnivel, la uva se bajaba en banastos hasta los lagares donde se pisaba y se maceraba durante 21 días. Posteriormente, por gravedad y gracias a unas mangueras, elaboradas con un intestino de cerdo impregnado en pez, llegaba a las cubas donde quedaba almacenada. Inicialmente la bodega contaba con nueve depósitos, pero a fecha de hoy solo se conservan cuatro, uno de los cuales guarda una sorpresa para el visitante, pues ha sido habilitado como aseo, gracias a su gran volumen. Finalmente un tubo atravesaba la gruesa muralla, de tres metros y medio de grosor, de manera que el vino salía hasta la calle, pudiéndose así llenar las vasijas que se disponían en carros. En el nivel superior de la bodega encontramos tres de las originales barricas en las que reposaba el vino. Junto a ellas una exposición de útiles, artículos etnográficos de la zona y trajes tradicionales con los que el visitante puede acercarse, un poco más, a la cultura serrana. Todo ello en un ambiente en el que la música, las fragancias y la luz han sido cuidadas al extremo.

El compromiso de Mari Geli con su territorio es enorme y, por ello, apuesta firmemente por los productos de la comarca. Tiene la convicción de que con su actitud colaborativa es posible prosperar y que cuando a unos les va bien, al resto, también. Así, además de vender artículos locales, promociona a artistas de la zona con la exposición de sus obras y, a su vez, deriva sus clientes a otros negocios y atractivos turísticos de la Sierra. «No somos nada competitivos, todo lo contrario, colaboramos con quien nos lo pide. Hemos ayudado a algunos comercios de Miranda y otros municipios. Hay sitio para todos y cuanto más amplia sea la oferta mejor para el turista, que podrá optar a una mayor variedad y, sobre todo, para nuestra tierra, porque el hecho de que surjan y prosperen nuevos negocios, siempre, es una gran noticia». Mari Geli fue pionera en Miranda del Castañar. Cuando ella abrió su bodega al público, tan solo existía una tienda de ultramarinos que vendía algún producto a los turistas. Hoy son más de media docena los establecimientos de esta naturaleza.

A pesar de que Miranda del Castañar cuenta con una riqueza patrimonial extraordinaria, el turista solo puede disfrutar de ella mientras pasea por sus calles. Ni museos, ni iglesias visitables y con un imponente castillo cerrado a cal y canto. Tampoco existen materiales divulgativos, ni rutas guiadas. «Hay mucho por hacer por el turismo en Miranda. A pesar de que somos muchas las familias que vivimos de él, hay innumerables carencias; dentro de nuestras posibilidades, en la Bodega La Muralla, invertimos por dinamizar y dar a conocer la cultura y el patrimonio mirandés. Además de la visita a la bodega y de la degustación de los productos, editamos un folleto informativo con un plano-guía de la localidad, que dispensamos a todos nuestros visitantes, para que puedan conocer y apreciar toda la riqueza que esconde ...

Índice

• Prólogo
• Introducción
• Primera Parte
• Segunda Parte
• Tercera Parte