Entrevista de Judith Gociol y Patricia Kolesnicov, “Andrés Rivera y el arte de reescribir la historia”, Clarín, jueves 25 de abril de 1996, Buenos Aires (http://www.literatura.org/Rivera/Rivera_en_Feria.html, consulta: 7 de agosto de 2012). En ocasión de la Feria del Libro de Buenos Aires.
Recuerda en una entrevista con Silvina Friera: “Un día me expulsaron porque no estaba de acuerdo con la línea del Partido Comunista. La excusa fue que escribí un mal cuento, después lo mejoré un poco, «Cita», que se lo dediqué a Juan Gelman y Juan Carlos Portantiero, ambos expulsados del Partido Comunista. Me llamaron para rendir cuentas. Ahí se desató una discusión que terminó con algo que era típico por lo menos del Partido Comunista de ese tiempo: se me acusaba de «nacionalista burgués»”, en “La burguesía argentina es fascista”, Página 12, Buenos Aires, 12 de abril de 2009 (http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-13496-2009-04-12.html, consulta: 20 de mayo de 2012).
“Trabajaba en El cronista comercial cuando se produjo el golpe del 24 de marzo de 1976. Y estaba encargado de la tapa. Antes del golpe, El cronista era una suerte de sol. Había como cien redactores, asambleas todos los días, militantes montoneros. Y cuando viene el golpe, de los cien quedamos veinte. Me quedé porque tenía un hijo enfermo y porque hice un cálculo de probabilidades: habíamos venido de Córdoba, nos habían «oto ado» –para usar un término porteño–, mi nombre no figuraba en ninguna agenda. Entonces, fifty-fifty. Me quedé”, entrevista de Marcelo Luna, “Del impulso interior a la escritura”, La tecla eñe. Ideas, cultura y otras historias, N° 16, Buenos Aires, marzo de 2005 (http://www.icarodigital.com.ar/numero16/entrevistas/arivera.htm, consulta: 9 de agosto de 2012).
Lilia Lardone y María Teresa Andruetto, Ribak, Reedson, Rivera. Conversaciones con Andrés Rivera, Buenos Aires, De la Flor, 2011, p. 41.
Con un par de militantes del Sitrac (Sindicato de los Trabajadores Cordobeses, sindicato de empresa integrado por los operarios de la planta Fiat Concord Mecánica de Autos) y con un subsidio que reciben de Suecia, Fiorito y Rivera crean en Córdoba la Fundación Pedro Milesi, de la cual surge posteriormente la Biblioteca Popular Bella Vista. La biblioteca abre formalmente sus puertas el 4 de junio de 1990, cuenta por entonces con cuatrocientos volúmenes, un salón de cincuenta metros cubiertos, una bibliotecaria y una docente. En la actualidad, la Fundación y la Biblioteca poseen cuatro inmuebles propios, unos veinte talleres culturales, unos sesenta colaboradores, veintiún mil libros, ochocientos videos y más de seiscientos cincuenta vecinos que hacen talleres. Tres son los objetivos principales de esta iniciativa: promover la lectura entre sectores desfavorecidos y analfabetizados, crear una comunidad de aprendizaje y profundizar las instancias políticas, sociales y culturales de discusión y de acción en beneficio de la comunidad barrial.
Pedro Milesi (1888-1981) fue un dirigente obrero y sindical argentino. En marzo de 1976, mes del golpe militar, Milesi abandona su hogar y escapa de Córdoba. Vivirá del asilo y del cuidado de sus amigos, en distintas partes del país, hasta su muerte, en el invierno porteño de 1981.
Mayores precisiones acerca de la fundación en: http://fundacionpmilesi.org.ar/sitio/index.php?option=com_content&task=view&id=12&Itemid=29
Pensemos en aquellos escritores que, como Rivera, inician sus publicaciones en los años 50. Algunos de ellos: David Viñas y Antonio Di Benedetto en narrativa; Leónidas Lamborghini, Francisco Urondo, Alejandra Pizarnik y Juan Gelman en poesía. Otros, como Edgar Bayley, adquieren madurez literaria en esos años.
Andrés Rivera no acepta la invitación a la Feria de Frankfurt de 2010, que tuvo lugar entre el 6 y el 10 de octubre de ese año. La Argentina fue elegida como “País invitado de honor” de esa edición de la feria en razón de la celebración del Bicentenario de la Revolución de Mayo. Así explica Rivera las causas de su rechazo en la entrevista que Horacio Bilbao y Franco Torchia le hicieron para la Revista Ñ de Buenos Aires:
“¿Por qué tomó la decisión de no viajar a Frankfurt, siendo que fue invitado y que, incluso, tenía un par de mesas asignadas?
Estaba en veremos, digamos así. Mire, decidí no ir a Frankfurt porque me pareció que era sólo una cuestión de exhibicionismo. Todo me pareció, desde el principio al fin, un trámite burocrático. Una lista de escritores y bueno, ahí estaba yo, con las medallas colgadas de la chaqueta, y me pusieron”, en “No tenemos nada para discutir”, Revista Ñ. Revista de Cultura, Buenos Ares, 15 de octubre de 2010. Lo destacado me pertenece (http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/discutir_0_354564612.html, consulta: 12 de julio de 2012).
Tampoco había asistido seis años antes al III Congreso Internacional de la Lengua Española que tuvo lugar del 17 al 20 de noviembre de 2004 en la ciudad argentina de Rosario. Declaró en una entrevista:
“¿Qué reflexión le mereció el Congreso de la Lengua?
Yo sólo le voy a decir esto: no participé a pesar de que estuvo José Saramago y otros intelectuales. Me habían invitado y no fui porque se llamaba El Real Congreso de la Lengua y me pregunto para qué tuvimos en este país el 25 de mayo de 1810 y el 9 de julio de 1816. Ésa es una. La otra: me invitaron al congreso alternativo, al que tampoco fui y no porque tuviese menos eco público, sino porque se centraron nada más que en la reivindicación de los idiomas aborígenes. Yo creo que esos idiomas deben ser preservados, pero había que apuntar hacia otro lado. Va a llegar un momento en el que las reivindicaciones de lo que subsiste del mundo aborigen van a terminar por fundirse con las reivindicaciones del conjunto de la sociedad argentina”, en “Una risa silenciosa”, entrevista de Horacio Aranda Gamboa para la Revista Cosas nuestras, año 2, Nº 7, Córdoba (http://www.cardoncosasnuestras.com.ar/nota?id=180, consulta: 02 de agosto de 2012).
A lo largo de nuestro trabajo utilizaremos la noción de obra de manera general para significar el conjunto de publicaciones de Rivera. Sin embargo, conviene precisar que suscribimos las conocidas precisiones de Roland Barthes cuando en El susurro del lenguaje (1994) define la noción de obra, en contraste con la noción de texto, como un objeto de consumo que se cierra sobre un significado o sentido que la filología o la hermenéutica estudian. El objeto obra se ve (en las librerías, en las bibliotecas, en los programas de literatura), se sostiene en la mano, ocupa un espacio, es propiedad del autor. El texto en cambio es un “campo metodológico” (75) que no se ve ni se muestra, sino que se demuestra. El texto es una travesía, puesto que su lectura experimenta el orden del significante, y el significante se busca indefinidamente; es entonces plural porque realiza la pluralidad del sentido (y no la ambigüedad de los sentidos); supera los controles del yo que escribe. Por último, el texto solicita del lector una colaboración práctica. El lector consume el texto pero además lo pone en...