
- 256 páginas
- Spanish
- ePUB (apto para móviles)
- Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
Escribe tu vida y oxigena emociones
Descripción del libro
Ya sea como proceso terapéutico o como un ejercicio para rescatar la memoria, escribir una autobiografía permitirá revivir vínculos, comprender órdenes y jerarquías familiares, así como penetrar en el proceso creativo y asumir que los únicos responsables de nuestra existencia somos nosotros, lo cual ayudará a cambiar conductas al ver los lados oscuros y luminosos de nuestra existencia para poder realizar los cambios favorables en nuestro presente.
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Información
Categoría
Desarrollo personalCategoría
Superación personal Construir identidad con el ejercicio autobiográfico
Los ojos castaños de Lucía recobraron en ese instante
el asombro perdido de la infancia.
Elena Garro
El ejercicio autobiográfico: forjador de identidad
La identidad conforma quién eres, cómo vives, metas, aspiraciones, lo que te gusta. La identidad va relacionada con el linaje, la herencia, el paquete emocional e intelectual: valores, dinámicas del hogar, el entorno social y cultural, el idioma, país, y todo con lo que se creció y rodea. La ideología cumple un papel histórico en el seno de la familia y en la sociedad. Este legado construye la identidad porque una historia de vida nunca estará finalizada: la identidad se transforma y moldea con los años, como el cuerpo. El narrador es el actor principal en las memorias, por eso reconocemos que una autobiografía nunca pone punto final y generalmente tiende a existir una búsqueda hacia el origen de esa transformación.
A veces escuchamos expresiones como: “yo soy así, siempre lo he sido y así me moriré”. Esta rigidez impide per mear nuevas experiencias. En la vida hay momentos en que nos damos cuenta de que hemos perdido años viviendo vidas ajenas y siendo quienes no somos; reconozcamos que si queremos escribir todos los ángulos y colores de la vida propia tenemos que aceptar que la naturaleza humana es mutable como olas de mar. Aceptarlo provoca movimientos internos que ayudan a ver errores, analizarlos y no repetirlos, y en caso de volverlos a cometer estar conscientes de ello; esta actitud libera la rigidez.
Este tema también se relaciona con cambios de decisiones y ruptura de paradigmas. La identidad tiene una parte que no cambia, como es la educación, la pertenencia y el contexto social y cultural; y otra, como temperamento, carácter, entendimiento y evolución personal que cambia con el tiempo y llegan en ciertas etapas de la vida, como la segunda infancia, la adolescencia y la edad adulta cuando sus trasformaciones alcanzan el cénit. Estas fases forjan el carácter y construyen la identidad al identificar lo que gusta o disgusta, lo que se está dispuesto a seguir o renunciar para lograr los sueños. Hay comportamientos radicales, como romper con tradiciones absurdas o muy radicales de la familia que normalmente retamos. Escribir reta porque incluso al saber que no seremos aceptados seguimos con nuestro ideal, y al transgredir algo “intocable” nos exponemos a ser excluidos. Sin embargo, ese desafío con causa y convicción revela y delinea la identidad. Existen creencias y tabúes familiares y sociales que hemos seguido por inercia y que no estamos dispuestos a continuar. Al romper con ellos marcamos la diferencia. Es como si atentáramos contra nuestra comunidad, nos volvemos transgresores al romper la creencia de origen.
Normalmente renunciamos a nuestros gustos, intereses y metas para ser aceptados y amados; casi nunca estamos listos a renunciar a ser la consentida de papá o el heredero único. Arriesgar provoca moverse del lugar cómodo y explorar territorios desconocidos fortaleciéndose la seguridad y autoestima. Para “ver lo que es”, hay que romper, construir y renunciar. Resurgir de las profundidades y reconocer lo que es, lo que somos, lo que no puede permanecer más tiempo escondido. Los momentos de crisis son básicos para reconstruir la identidad, ya que provocan movimientos y soluciones; normalmente pasan, no duran siglos, pero la experiencia de cómo se maneja la situación es lo que muestra los alcances y limitaciones; es como si detrás de la crisis existiera un mensaje oculto que provoca movimientos para develar qué hay detrás de nuestra templanza, carácter y forma creativa de resolver los problemas y representa un libro abierto. Estas crisis cambian rutas, hacen que renunciemos a personas, apegos, sacrificios inútiles, transforman y normalmente aquella “sacudida” lleva invariablemente a tocarnos, ser genuinos y sacar fuerza para sobrevivir y fortalecer gustos y disgustos, intereses o vanos compromisos. Estos procesos de vida al escribirlos aclaran, templan emociones y enriquecen el texto; así la crisis se vuelve una oportunidad para conocernos mejor y crecer. Mirar estos eventos desde una cierta distancia ayuda a abandonar la necesidad de controlar la realidad. Este ejercicio muestra el pasado como una sombra que hay que alumbrar, pero es conveniente enfocarse en el presente sin miedo, la incertidumbre también es parte del orden de las cosas.
Hay un lugar en ti donde el mundo en su totalidad ha sido olvidado,
en el que no quedan memorias de pecado ni de ilusiones.
Hay un lugar en ti donde el tiempo desaparece y
se oyen los ecos de eternidad.
Un curso de milagros
Ideología
Identificar nuestra ideología y llevar estos procesos va enriqueciendo el contenido autobiográfico y al escribir hacemos conscientes ideologías e inquietudes; esto va íntimamente relacionado con la identidad. La historia individual es una mezcla de pensamientos, sentimientos, acciones personales, mitos, imágenes y símbolos, que determinan la sociedad. A veces el ser humano produce sin percibirlo estas ideologías que, en parte, no le pertenecen o no está de acuerdo con ellas. La autobiografía hace revisión de los temas importantes de vida, las metas, los anhelos y ayuda a discernir entre los datos internos y externos. La ideología cumple un papel único en el seno de la familia y nos ubica en la sociedad. Nuestra intervención es especial porque cumple con dos funciones: aceptar lo que somos por nuestra carga genética, social, cultural, y cómo hemos intervenido y modificado ese contexto.
En la autobiografía hay capítulos que requieren enfatizar con qué grupo hay identificación y en qué aspecto nos relacionamos. Extraer pensamientos y valores filtra puntos de vista, opiniones, preferencias ideológicas, aberraciones y pasiones. El ser humano posee un instinto natural para construir su identidad y lo que este ejercicio hace es revelar datos para alcanzar esa libertad de ser y hacer. Cuando la ideología se ve vulnerada por una voz autoritaria que hace todo lo posible por tener la razón, el vínculo de la comunicación, interés y afinidad, se rompen. Recuerdo a un joven frustrado y deprimido que no podía expresar sus pensamientos, se sentía raro y loco, sentía que no pertenecía a ningún círculo; finalmente gritó: “todo lo que está bien lo hago mal y todo lo que está mal, lo hago bien”. Después explicó que sus padres lo juzgaban de inútil y tonto, porque no tenía buenas calificaciones y a él realmente no le interesaba la escuela. Argumentaba que le aburrían las conversaciones superficiales y prefería emplear el tiempo leyendo. “Me critican porque tengo otras ideas”. Dentro del ambiente hostil que pretende tener siempre la razón, la expresión del joven embona perfectamente, en vez de que los padres observaran los “talentos diferentes” hacían todo para que su hijo siguiera el patrón establecido. Estos discursos opuestos confunden, debilitan el desarrollo y generan apatía. Este ejemplo es muy común; si el joven trata de escribir sobre sí mismo encontrará un primer obstáculo: los mensajes opuestos, y de inicio, no podría expresar nada de sí, porque además sentirá que es desleal a los padres y tendrá que trabajar con la “mala conciencia” o encontrar un lugar seguro o un amigo que escuche sin juzgar para expresarse, fortalecer talentos y fobias y construir sin miedo su propia identidad. El descontento interno se termina cuando logramos descubrir quién somos.
El juzgar y calificar limita el crecimiento personal. Frases tan predecibles como: una mujer inteligente debe ser fea, un hombre galán debe tener dinero, un empresario no debe ser poeta, un deportista es vanidoso, son patrones que sugerimos romper. Somos multifacéticos y con derecho de experimentar diversas formas de ser; esa libertad y gama de posibilidades otorga plenitud, motivación para afirmarnos.
Escribir memorias lleva a ser más observadores tanto de nosotros como de los demás, desarrollar la capacidad analítica y poner atención en conversaciones, lenguaje corporal, recuerdos y balances del día, mes y año, analizar cómo solucionamos los problemas o nos involucramos en un nuevo círculo social; reconstruir las historias orales de la familia, con qué tono describimos, qué palabras usamos, cómo interpretamos la realidad, somos detallistas o simplemente repetimos lo que escuchamos, ¿pensamos los pensamientos ya pensados o somos innovadores?
Al escribir nuestra vida y aceptar la realidad damos el paso para hacer literatura, creando de las memorias una obra bella y sencilla, con estructura interna y procedimientos artísticos como lenguaje, distribución temporal, ritmo, contexto histórico; estos elementos resaltan sus diferentes intereses en religión, política y cultura; son trazos que hablan de ti. La escritora chilena Gabriela Mistral tuvo una larga búsqueda religiosa, conoció la teosofía, el budismo, el catolicismo y el judaísmo; en su texto explica esta transformación:
“Yo tuve Biblia desde los 16 años tal vez; una abuela paterna me leía los Salmos de David y ellos se me apegaron a mí para siempre con su doble poder de idea y del lirismo maravilloso... Yo fui un tiempo no corto miembro de la Soc. Teosófica. La abandoné cuando observé que había entre los teósofos algo de muy infantil, y además mucho confusionismo. Pero algo quedó en mí de ese período —bastante largo—; quedó la idea de la reencarnación, la cual hasta hoy no puedo —o no sé— eliminar... Yo he tenido una vida muy dura, tal vez ello alimentó en mí la creencia de que esta vida de soledad absoluta —yo no tuve sino la escuela primaria— que ha sido mi juventud, viene de otra encarnación, en la cual fui una criatura que obró mal en materias muy graves... Del Budismo me quedó, repito, una pequeña Escuela de Meditación. Aludo al hábito —tan difícil de alcanzar—, que es el de la oración mental”.
Estos esbozos lanzados en una entrevista muestran cómo sus creencias transformaron su identidad; a pesar de vivir en una sociedad católica, Mistral en su confesión se muestra trasgresora por comulgar con otros credos, pero también se reafirma como librepensadora y a pesar de los prejuicios sociales no dejó de creer en sí misma:
“Soy cristiana, de democracia cabal. Creo que el cristianismo con profundo sentido social puede salvar a los pueblos. He escrito como quien habla en la soledad. Porque he vivido muy sola en todas partes. Mis maestros en el arte y para regir la vida: la Biblia, el Dante, Tagore y los rusos. El pesimismo en mí es una actitud de descontento creador, activo y ardiente, no pasivo”.
Confrontación
Mirarme en el espejo me ayuda a confrontarme y nutrir los episodios, capítulos, anécdotas de la autobiografía. ¿Cómo soy y he sido?, ¿qué cosas me gustan o disgustan?, ¿por qué he actuado de tal manera en la vida?, ¿he sido desenfrenado?, ¿pongo límites? Estos atributos reafirman. Otro tema para extraer datos es preguntar: ¿cuáles son mis valores e inclinaciones espirituales, mis retos, fracasos y profundos goces? A veces tenemos gustos distintos de los “normales”, los datos de vida indican si nos hemos atrevido a romper reglas en algún momento, si conocemos nuestras inclinaciones artísticas. Esto informa cómo nos relacionamos con los demás, en diferentes etapas. Las respuestas a veces sorprenden, otras hacen llorar, pero el contenido siempre se debe escribir. Teniendo los testimonios personales suficientes es tiempo de trabajar el texto, dividir la vida en etapas y vaciar datos en la línea cronológica. Siguiendo estos pasos los eventos se acomodan ordenadamente y los capítulos de vida se estructurarán con claridad. Consumado el escrito se recomienda analizar la manera de cómo se extrajeron datos; quizá valientemente, con coraje, si costó trabajo expresar y recordar, si se hizo de manera cómica, con asombro, con alguna innovación, quizá se utilizó la retrospectiva u otro recurso, esto con el fin de conocer el proceso personal. No podemos escribir con sombras en el pasado, se requiere sacudirlas, lavarlas y extenderlas en el sol para oxigenar el universo memorístico. El único termómetro de quien escribe es la cercanía con sus elementos, ahí radica el poder para dar voz al cuerpo y las emociones. Este tema conduce a la reflexión de Hellinger, el creador de las Constelaciones Familiares:
“Cada uno debe vivir su propia vida, y esta vida particular tiene su origen en fuerzas ocultas para nosotros. Cada vida tiene un destino particular y cada uno debe seguirlo. A veces la gente quiere escapar de su destino y busca ayuda, a veces la ayuda es necesaria porque se puede desarrollar, como la de padres e hijos. Pero hay quienes buscan ayuda para no vivir su vida de manera independiente y renuncian a sostenerse en sus propias fuerzas y fuentes. Quienes los socorren corren el riesgo de ponerse en una posición superior, incluso en lugar de Dios, primero porque bloquean la energía de vida, restándole poder a la vida del otro, segundo porque están interfiriendo en otro destino, tercero porque al interferir en los sentimientos de otro, pierden su fuerza. Al ver a cada persona con su propio destino y retos y si nos alejamos observamos cómo las fuerzas profundas guían la vida de cada ser, y al confiar en esas fuerzas nos movemos de acuerdo a ellas, nos detenemos en vez de actuar. Eso no significa retirarnos sino simplemente estar presentes a su lado. Nuestra presencia ayuda porque al estar en consonancia con aquellas fuerzas estamos en armonía con los seres y con el mundo tal y como es, sin interferir en destinos ajenos ni en los caminos del amor”.
La reflexión muestra cómo hemos interferido en algún momento de nuestra vida en destinos ajenos, tratando de ayudar. Enseña a detectar cuándo nos hemos debilitado por renunciar a nuestra integridad. En estos ejemplos se ven claramente los juegos en las relaciones humanas, mismas que ayudan a organizar las jerarquías familiares, tanto personales como de otros miembros, que juegan papeles importantes en nuestra vida.
Una ocasión se trabajó una constelación con padre e hija; el divorcio de los padres había llevado al padre a una depresión que lo dejó sordo de un oído; su hija mayor inconscientemente se sentía responsable de su tristeza; ella se metió a nivel inconsciente en sus sentimientos y vacíos. Al ver la imagen el padre le dijo a la hija: “Qué haces metida en mis vacíos y sentimientos, son míos salte de ahí. Tú tienes tu vida, yo puedo hacerme cargo de la mía”. La hija sintió una enorme liberación. Esta es una dinámica poderosa que enriquece la producción autobiográfica. Dentro del tema familiar invariablemente existen patrones, conductas y huecos que se repiten por generaciones. Las Constelaciones ayudan a ver los puntos ciegos y analizar el tema de los patrones, el orden del amor, la jerarquía de los hermanos, los parientes excluidos, entre otros. Después de revisar este tema también se pueden revisar las lealtades que matan y los amores ciegos, el sacrificio y la conducta de “me anulo para que el otro exista”. Pero también existen otros métodos para hacerlo, lo importante es detectar qué provoca las conductas que afectan la vida presente.
Al escribir la biografía de algún familiar que repercutió en la historia nacional o mundial, por ejemplo el del presidente Madero, se recomienda además de recurrir a diarios, epístolas, fotografías y archivos familiares, analizar si sacrificó su vida para salvar a la Patria y a las futuras generaciones, ya que esto afecta directamente a su familia y posteriormente, con un ejercicio llamado “movimientos del alma”, se ve cómo un evento colectivo repercute en oleaje en el alma familiar. Al descubrir estos datos es más fácil escribir, pues una de las tereas principales en la autobiografía es identificar, clasificar, ordenar y describir.
Al escuchar al otro, me atrevo a hablar
Este espacio está destinado a parir ideas y es donde se gestan conexiones de la historia personal, de esta manera los escuchas se conmoverán y sentirán empatía y seguridad para contar su vida. En la autobiografía se agradece la honestidad. Trabajar con experiencias personales que conmueven no es fácil pero escuchar al otro genera movimientos internos y después, recordando el relato y el modo de cómo movió algo en nuestro interior, resulta un dato detonante para hacer un testimonio, ya que las afinidades despiertan la memoria. Esta dinámica se mueve en espiral y va de la periferia al núcleo; por eso después de un tiempo hablar de sentimientos, presentes y pasados, se hace un hábito y después una necesidad, porque cuando bajamos las defensas es más fácil identificar la sensación. Lentamente quienes escriben adquieren seguridad y liberan la necesidad de aprobación. Normalmente quien no identifica sus sentimientos busca constantemente aprobación de otros, esto aleja de la tarea memorística. Al profundizar en la narrativa, que es la expresión literaria donde se manifiesta la necesidad de contar, ya sea en verso, prosa o cuento, dejamos de escribir en blanco y negro y nace el arcoíris del alma. Un ser en su plenitud no es un clon ni embona en patrones establecidos, el ser posee una gama infinita de tonos, puede ser pesimista pero tierno, reflexivo y humorista.
Estamos compuestos de infinidad de matices. Al hablar de nuestra persona a veces dudamos, porque regularmente interviene la culpa o tenemos preocupaciones, da miedo escribir un aspecto propio, el cual rompe con la imagen que otros tienen de nosotros, pero, ¿acaso tenemos la certeza de poseer algo más que nuestro aliento en este instante? Las opiniones de los otros son referencias, parámetros, pero al final nadie puede dar la respuesta, y menos la que esperas escuchar. Al escribir memorias se corre el riesgo de que la gente sepa en realidad quién eres, descubrir la identidad. ¿Tienes miedo de mostrarte como eres? Hay personas que tienen una vida doble, esto ya es parte de su naturaleza, a ellos les será un poco más difícil escribir sus memorias, porque la mentira se ha vuelto una muralla y antes de escribir se necesita derribarla, y no es que esté bien o mal, simplemente debe sacar toda la información y analizar el lado oscuro y el luminoso. Esto a veces es difícil porque creemos que al revelar nuestros secretos seremos rechazados, pero hagamos lo que hagamos es nuestra historia y entre más completa esté tendremos mayor fuerza para dar el siguiente paso. El problema no son los otros, sino los miedos y prejuicios propios. A veces los estándares no corresponden a nuestras expectativas, por eso al expresar sentimos culpa y al no hacerlo, nos asfixiamos. ¡Qué dilema! Por eso la esencia de este espacio es la aceptación. Cuando aceptamos la debilidad como inmadurez, intolerancia o necedad, lejos de bajar el ánimo, nos vigoriza: la resonancia de la voz propia se eleva y nace una sensación de autorespeto.
Encuentra tu voz
Escribir en primera persona adquiere fuerza, intención y resonancia. Al hablar “del otro” refiriéndonos a nosotros, se despersonaliza el texto. A veces es interesante utilizar al narrador que somos en otro marco narrativo para acentuar varios puntos de vista. Por ejemplo, escribir en primera persona una visita al panteón y de pronto el muerto habla y a partir de esa imagen inicia la remembranza. Este ser muerto llevará a un escenario y al final del capítulo puede aparecer lo insólito. Otro ejemplo, la voz en primera persona leyendo el nombre o epitafio de la tumba y aquello evoca a un amigo o pariente. Con referencia a esta re...
Índice
- Punto de partida
- Presentación
- Introducción
- Ideas embrión
- Desgaja la conciencia
- El impulso que lleva a escribir memorias
- Construir identidad con el ejercicio autobiográfico
- Recursos literarios
- Bibliografía