
- 178 páginas
- Spanish
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eBook - ePub
Descripción del libro
Jorge Luis Borges llegó a considerar 'La divina comedia' de Dante como un microcosmos del saber medieval. La obra de Dante, en especial esta, permite una aproximación a diversas cuestiones de ciencia y de cosmología. El poema trata un amplio espectro de temas: filosofía, teología, moral y política. Las discusiones cosmológicas no constituyen el eje del texto, pero resulta inevitable, dado el plan general de la obra. Dante quería mostrar el recorrido simbólico y moral del alma a través de los reinos sobrenaturales: el infierno, el purgatorio y el paraíso. La geografía de estos reinos, en muchos casos, se acomodaba al saber de la ciencia medieval, especialmente en los versos del Paraíso.
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Sí, puedes acceder a Cosmología en la obra de Dante Alighieri de Jorge Iván Salazar Muñoz en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Philosophy y Medieval & Renaissance Philosophy. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.
Información
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Cosmología en la obra de Dante
Es el momento de recobrar lo visto en materia de cosmología griega y medieval, con el fin de mostrar su utilización en la obra de Dante Alighieri. A efectos de la exposición, el tema se dividirá en cuatro apartados. En primer lugar, haré una breve presentación de la vida y obra del poeta florentino. Acto seguido, revisaré con cierto cuidado el tema de las cuatro vías de exégesis bíblica, mostrando el origen y las líneas que permitieron a Dante valerse de esta peculiar forma de interpretación textual. Trataré de demostrar que la hermenéutica de las cuatro vías permitió a Dante moverse en dos planos paralelos: 1) desarrollar un recorrido poético a través de la estructura medieval del cielo, entendido como una realidad física, y 2) “espiritualizar” dicho espacio, de modo que el cielo quedara convertido en un lugar concreto, dotado de una física y una mecánica, pero también un espacio místico y simbólico. En tercer lugar, haré una exposición del Convivio en aquellos apartes más sobresalientes en lo que se refiere a la cosmología para, finalmente, concentrarme en La divina comedia.
Vida de Dante
Las informaciones que existen acerca de la vida de Dante son inseguras.{1} Su primer biógrafo, Giovanni Boccaccio, utilizó como material biográfico los textos del propio Dante; pero en la actualidad no hay certeza de que las manifestaciones autobiográficas de Dante, expuestas en varias de sus obras, sean del todo confiables. Se sabe que su nacimiento ocurrió en Florencia, en 1265. Era hijo de Alighiero di Bellincioni, comerciante medianamente acomodado. Perdió a su madre, Bella, hacia 1270. Pocos años después murió su padre y el poeta quedó a cargo de la familia. En La vida nueva, Dante afirma que a los ocho o nueve años de edad conoció a Beatriz, inmortalizada en La divina comedia. Los biógrafos de Dante señalan que se trataría de Bice Portinari, hija de un importante político florentino. No obstante, los datos del encuentro con Beatriz aparecen en un contexto fuertemente alegórico, lo que ha permitido a muchos autores dudar de las condiciones en las que se dio ese primer encuentro; algunos, incluso, ponen en cuestión la posibilidad de que Bice Portinari haya sido, en efecto, la verdadera Beatriz (Jacoff, 2006, pp. 1-13).
La situación política de Florencia era convulsa. La ciudad se debatía entre dos bandos políticos: por una parte, estaban los gibelinos, partidarios de respaldar el poder del emperador en detrimento del papado; por la otra, los güelfos, que apoyaban las pretensiones del papa. Dante militó en el partido güelfo e incluso participó en la batalla de Campaldino, en la que se selló la suerte de los gibelinos. El partido güelfo se aseguró el poder en Florencia pero pronto se vio dividido internamente. Una facción moderada, llamada los blancos, integrada por miembros de la clase media, los pequeños mercaderes y el pueblo, se interesó en promover soluciones de compromiso entre el papa y el emperador. La facción negra, compuesta por las clases aristocráticas y los comerciantes más poderosos, defendía abiertamente las prerrogativas papales.
El estado de cosas en Roma también era complejo. Pedro da Marrone, viejo franciscano adepto a la tradición de pobreza de su orden, había llegado al papado bajo el nombre de Celestino V. Su ascenso fue saludado por los grupos apocalípticos cercanos al mensaje de Joaquín de Fiore, quienes vieron en el anciano papa una señal de la llegada del tercer reino, el reino del Espíritu Santo, con el que llegaría la renovación de la Iglesia. Al cabo de unos pocos meses, el papa Celestino fue obligado a abdicar y debió poner las llaves de san Pedro en manos del ambicioso cardenal Benedicto Caetani, quien asumió el poder pontificio con el nombre de Bonifacio VIII. Dante colocó a Celestino V en el Infierno, en el sector dedicado a los indiferentes, pero reservó los peores suplicios para su sucesor, Bonifacio.
Poco se sabe de los años de formación de Dante. En varias partes de su obra admite haber crecido bajo la influencia pedagógica de Brunetto Lattini y bajo el amparo literario del poeta Guido Cavalcanti.{2} Giuseppe Mazotti afirma que Dante realizó estudios al lado de franciscanos y dominicos, quienes lo habrían puesto en contacto con la obra de teólogos y místicos como Tomás de Aquino y Buenaventura de Bagnoregio (Jacoff, 2006, p. 3). En esa época el poeta habría conocido la filosofía de Aristóteles. También habría estado en contacto con los círculos apocalípticos cercanos al mensaje de Joaquín de Fiore, como más adelante se verá. Sin embargo, el suceso más importante de este periodo habría sido la muerte de Beatriz, acaecida hacia 1286. Entre tanto, el poeta florentino contrajo matrimonio con Gemma Donati, con quien tuvo cuatro hijos.
Para el año 1300, Dante se encontraba en la cima de su carrera política en Florencia. Fue nombrado miembro del Consejo del Capitán y, en tal condición, debió de realizar delicadas labores diplomáticas cerca del papa Bonifacio. Este se encontraba adelantando una agresiva campaña política, cuyo objetivo central era debilitar el poder del emperador. Para lograrlo, el papa había apoyado abiertamente las pretensiones del Partido Negro, de Florencia. En 1302, Dante cayó en desgracia ante el papa y fue exiliado. En marzo de ese año fue condenado a muerte en ausencia y sus bienes fueron confiscados. Empezó entonces la última etapa de la vida de Dante, marcada por sus viajes por varias ciudades de Italia en busca de apoyo y protección. La tradición, iniciada por un comentario de Boccaccio, quiere que en esta época el poeta haya viajado a París. Sin embargo, no existen pruebas sólidas de que tal viaje se hubiera efectuado. Lo cierto es que después de un largo peregrinaje Dante se instaló en Verona, en la corte de su protector Canegrande della Scala. En 1319 viajó a Rávena, ciudad en la que murió en 1321.
La obra de Dante puede dividirse en dos periodos: uno de juventud, que comprende rimas, canciones y sonetos recogidos en pequeños libros que circularon de manera limitada. Durante este periodo Dante se alinea del lado del movimiento del Dulce Estilo Nuevo, iniciado por su amigo Guido Cavalcanti, cuyo ideario compendia una renovación de la poesía italiana bajo las influencias de la poesía trovadoresca de las cortes de amor de Provenza. Se trata, en esencia, de una poesía en lengua vulgar sobre temas de amor cortés. Al final de su juventud, Dante reunió algunos de sus sonetos y compuso La vida nueva. En general, se trata de una relación autobiográfica, pero acompañada por un fuerte elemento alegórico, en la que se narran los encuentros del poeta con la amada Beatriz y culmina con la muerte de la dama. Dante afirma entonces su intención de guardar silencio hasta encontrar las palabras adecuadas para alabar a su dama muerta: “Después de escribir este soneto se me apareció una maravillosa visión, en la que vi cosas que me persuadieron a no hablar más de mi bendita dama hasta que pudiese tratar de ella más dignamente” (Alighieri, 1986, p. 90). La estructura de la obra anticipa lo que más tarde realizará Dante en el Convivio: una serie de poemas, escritos durante un largo tiempo, seguidos de explicaciones con frecuencia simbólicas y alegóricas. Robert Pogue Harrison (Jacoff, 2006, p. 37) ha señalado que en La vida nueva puede notarse una gradual mixtificación de la figura de Beatriz, al punto que cuando Dante describe su muerte, la dama se aproxima a una figura mística y salvífica, cercana a Cristo en su función de señalarle al poeta el camino de la salvación. Al recurrir a la simbología numérica, Dante asigna a Beatriz en número nueve, de modo que ese número aparece constantemente relacionado con la amada. Así, en el capítulo XXIX dice:
Digo que, según la usanza de Arabia, su nobilísima alma partió en la primera hora del noveno día del mes; y según la usanza de Siria, partió el noveno mes del año, pues el primer mes es allí Tischri primero, que para nosotros es Octubre; y según nuestra usanza partió en el año de nuestra indicción, esto es de los años del Señor, en que el perfecto número se había cumplido nueve veces en la centena en que ella fue puesta en el mundo, habiendo sido ella de los cristianos en la decimotercera centena. De por qué este número era tan amigo de ella, esta podía ser la razón: ya que según Tolomeo y según la verdad Cristiana, son nueve los cielos móviles, y según la opinión común de los astrólogos, los citados cielos influyen aquí abajo según su posición conjunta, este número fue amigo de ella para dar a entender que en su nacimiento los nueve cielos móviles se hallaban concertados. Esta es una razón; pero pensando más sutilmente, y según la infalible verdad, este número fue ella misma; por similitud digo, y lo entiendo así: el número tres es la raíz del nueve, ya que, sin ningún otro número, por sí mismo hace al nueve. Por consiguiente, si el tres es por sí mismo factor del nueve, y el factor por sí mismo de los milagros es tres, a saber, Padre, Hijo y Espíritu Santo, los cuales son tres y uno, esta dama fue acompañada del número nueve, esto es, un milagro, cuya raíz, la del milagro, es solamente la admirable Trinidad. (1986, p. 71)
Aparecen en este fragmento varios temas que Dante utiliza más adelante en la construcción de La divina comedia: el valor místico de los números, relacionado con la estructura del cosmos y un sorprendente símil que hace de Beatriz una figura de la Trinidad. Hemos seguido la pista de esos temas numéricos de origen pitagórico y su recepción a través de Macrobio.
El segundo periodo de la producción literaria de Dante corresponde a los años del exilio y comprende el Convivio, el Tratado sobre la monarquía y La divina comedia. El Convivio y La divina comedia serán analizados con cierto detalle en las páginas siguientes.
Dante y la exégesis bíblica
Tanto en La divina comedia como en el Convivio, Dante acepta la teoría de las cuatro vías de interpretación y admite que su obra se encuentra construida sobre la base de dicha teoría. La consideración de que un texto, en especial un texto sagrado, tiene al menos cuatro posibles formas de interpretación, tenía una larga tradición en la Edad Media, específicamente como técnica de interpretar la Biblia. Las cuatro vías que la tradición admitía eran la literal-histórica, la alegórica, la moral y la anagógica. Dante señaló repetidamente que su obra debía encuadrarse dentro de esas formas de interpretación, esto es, que al igual que la Biblia, La divina comedia admite esos cuatro niveles; en el caso del Convivio, Dante señala que caben la interpretación literal y la alegórica, dado el tema general del texto, es decir, los consuelos que aporta la filosofía. De hecho, Dante desarrolló varias claves que debían permitir una mejor compresión de sus obras. En Convivio, libro II, parte I, Dante resume las cuatro vías o sentidos de interpretación, así:
El segundo se llama alegórico, y es el que se oculta bajo el manto de las fábulas, como una verdad escondida bajo una hermosa patraña [...] El tercer sentido se llama moral, y es el que los lectores deben tratar de encontrar en las obras escritas, para beneficio propio y de sus discentes, como puede hacerse en el Evangelio con el episodio en el que Cristo subió al monte para transfigurarse llevando consigo solo a tres de los doce apóstoles, donde moralmente se puede interpretar que, ante la presencia de las cosas más secretas, debemos acudir con poca compañía [...] El cuarto sentido se llama anagógico —o lo que es lo mismo, un sobresentido— y se da cuando una obra escrita es explicada según su significado espiritual: es decir, al margen de que dicho texto sea cierto incluso en sentido literal, remite, por lo que dice, a la gloria eterna de las cosas superiores. (Alighieri, 2005, pp. 293-205)
Dante advierte que en el Convivio va a utilizar el sentido literal ni el alegórico. Como se verá más adelante, en La divina comedia sí es posible encontrar una utilización de los cuatro sentidos. Dante sugiere que la interpretación de un texto por medio de los diferentes sentidos exige una técnica secuencial, empezando por el sentido literal, que es el más obvio, y termina en el sentido anagógico, que es el más oculto. De este modo, la interpretación debe ir de lo más externo (la letra) a lo más interno (el espíritu). En el caso de La divina comedia, existe la Carta XIII, que aparentemente Dante envió a su protector Cangrande della Scala, en la que el poeta describe el plan de La divina comedia y asegura que el texto inco...
Índice
- Portada
- Portadilla
- Créditos
- Introducción
- La tradición griega: de Platón y Aristóteles a Ptolomeo
- La tradición neoplatónica
- Los divulgadores
- La cosmovisión medieval
- Cosmología en la obra de Dante
- Conclusión
- Biografía
- Bibliografía