Biotecnología en todos lados
eBook - ePub

Biotecnología en todos lados

En los alimentos, la medicina, la agricultura, la química… ¡y esto recién empieza!

Alberto Díaz

Compartir libro
  1. 176 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Biotecnología en todos lados

En los alimentos, la medicina, la agricultura, la química… ¡y esto recién empieza!

Alberto Díaz

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Cuando este libro apareció por primera vez, en 2005, el encuentro entre la industria y las ciencias biológicas era tan novedoso y tan reciente que el título mismo ("Bio… ¿qué?") se hacía eco del asombro ante ese acontecimiento. Pero en tan sólo una década, la biotecnología avanzó a pasos de gigante (y de bacteria, y de virus), y transformó los sectores productivos y económicos en todo el mundo generando una nueva revolución industrial.En esta versión recargada, Alberto Díaz, un pionero en las investigaciones biotecnológicas, nos ayuda a entender qué es eso de introducir información genética en células animales o vegetales para crear nuevos compuestos químicos, alimentos o combustibles, nos explica las limitaciones y los riesgos que presentan sus aplicaciones, las repercusiones éticas y sociales de esta práctica, y nos alerta sobre la importancia de un desarrollo bioindustrial sustentable.Desde los primeros productos fabricados en los años ochenta con las nuevas tecnologías de ADN hasta la actualidad, son innumerables los desarrollos que ingresaron en el mercado y muchas más las promesas en curso. Hoy existe la biología sintética, la bioinformática y hasta la bioeconomía, y pasamos del proyecto genoma humano y la genómica a una biblioteca de "ómicas" (proteómica, metabolómica y siguen los ommm). Esta nueva edición recoge lo clásico y anuncia la avalancha de novedades de un mundo cada vez más bío y más tecno.

Preguntas frecuentes

¿Cómo cancelo mi suscripción?
Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
¿Cómo descargo los libros?
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
¿En qué se diferencian los planes de precios?
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
¿Qué es Perlego?
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
¿Perlego ofrece la función de texto a voz?
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¿Es Biotecnología en todos lados un PDF/ePUB en línea?
Sí, puedes acceder a Biotecnología en todos lados de Alberto Díaz en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Médecine y Biotechnologie en médecine. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2019
ISBN
9789876294744
1. De qué hablamos cuando hablamos de biotecnología
Cada hombre, por lo tanto, es un mundo entero y alberga en sus propios genes un decálogo de toda la humanidad.
Paul Auster
Para recordar a mi abuelito y a mi gatito
En 2004 dos jóvenes alumnos del Departamento de Diseño Interactivo del Royal College of Art de Gran Bretaña ganaron el premio de 70.000 dólares que otorgaba la Agencia Financiera Nacional Inglesa de la Ciencia, la Tecnología y el Arte (NESTA) por su propuesta de producir semillas de árboles de manzano que contuvieran genes humanos. ¿El propósito de este invento? Poder tener en el jardín “recuerdos” de familiares que hubieran muerto (o “living memorials”). Gracias a estas novedosas plantas transgénicas, traerlos de nuevo a la vida sería una realidad, al menos en algún sentido.
¿Una locura? El éxito que tuvieron los llevó a crear su propia empresa (Biopresence), que ofrecía plantar en los jardines de las casas inglesas manzanos u otros árboles florales con genes de mascotas (gatos o perros) fallecidas. La sorpresa llegó cuando efectivamente comenzaron a recibir solicitudes de esta clase de plantas pero con genes de parientes muertos incluidos: el abuelo, el tío, los padres, los amantes. Así, sin ir a los cementerios, sería posible recordar a los familiares o las mascotas fallecidos mirando un limonero o regando una planta de claveles… claro que eso después de pagar 40.000 dólares por unidad. Sin contar con que sería mucho más fácil cuidar al abuelito… perdón, al arbolito. Cabe aclarar que diseñaban sus originales productos con los llamados “genes basura”, es decir, con genes que no expresan (producen) proteínas humanas. Quiere decir que al no haber en juego esta clase de proteínas no se trataría de organismos genéticamente modificados (OGM).
Pero no sólo de familiares se nutren las extravagantes noticias biotecnológicas. Por ejemplo, en la sección deportes del diario El País de España hace unos años podía leerse a propósito del uso de drogas en competencias deportivas:
En el pelotón se cuentan muchas cosas. Hace un año una de las historias que circulaba hablaba del chasco de unos corredores. “No uséis la EPO nacional”,[1] cuentan que les dijeron unos compañeros, “no uséis la nacional y pasaros a la rusa, que es indetectable”. “En efecto, no se detecta”, comprobaron aliviados los nuevos consumidores de la rusa después de pasar sin problemas algunos controles. “Pero, de todas maneras, tampoco andamos mucho mejor con ella”, se percataron. Poco tiempo después les llegó la verdad: les habían cobrado a precio de EPO unas estupendas ampollas de agua destilada.
Para no ser menos, los ingleses tienen sus historias de fútbol, según revela el diario The Independent:
Lo que era una charla tranquila sobre el aporte del fútbol a la integración europea devino en escándalo. Arsène Wenger, entrenador del Arsenal, aseguró el miércoles que algunos de sus futbolistas extranjeros –no citó nombre alguno– habrían podido doparse antes de incorporarse al conjunto inglés.
“Hemos tenido jugadores que llegaron al Arsenal de otros equipos y sus glóbulos rojos en la sangre eran anormalmente elevados”, explicó el técnico galo, sin decir abiertamente que presentaban síntomas de haber utilizado EPO, hormona que estimula la producción de glóbulos rojos, que son los que transportan el oxígeno.
A principios de octubre de 2013, la compañía de análisis genéticos 23andMe de los Estados Unidos obtuvo una patente por un método para predecir, a partir del ADN, la probabilidad de que un hijo pudiera tener ciertas características. La patente también describía cómo las clínicas de fertilidad podrían utilizar esta herramienta para elegir caracteres deseados por los padres. ¿El horóscopo del nuevo milenio? Sin duda, esto representaba el uso y abuso del secuenciamiento de ADN y no pasó inadvertido: un mes después la Food and Drug Administration (FDA), que regula todo lo relacionado con medicamentos, diagnósticos y alimentos en ese país, ordenó a la empresa dejar de comercializar ese test genético económico, dado que incluía resultados todavía no confiables que podían llevar a interpretaciones erróneas y riesgosas para el paciente (o posible paciente) y también en relación con sus ancestros.
Ingenierizar los sistemas biológicos a partir de sus componentes llevó a la aparición artesanal de la biología sintética. Unos años más tarde la firma Amyris anunciaba la producción de una droga contra la malaria. Habían logrado ingenierizar un microorganismo y su sistema metabólico para usos prácticos industriales. Amyris, una nueva empresa de biotecnología (biotech) sintetizó una levadura para producir ácido artemisínico (y otras moléculas químicas), un precursor de la artemisina que se extrae de plantas y se utiliza en el tratamiento de esa enfermedad. Introdujeron un sistema enzimático de la planta original en una levadura y con un biorreactor lograron pasar de 1,6 gr/lt a 25 gr/lt de producción. Una ONG, OneWorldHealth, licenció el procedimiento a Sanofi Inc., quien produce actualmente 40 Tn del ácido, y pronto llegará a las 60 Tn, que alcanzarán aproximadamente para ciento veinte millones de tratamientos
Estos son sólo unos pocos ejemplos de cómo la biotecnología se va “introduciendo” en nuestras vidas. En el deporte (con el buen y mal uso); en la aparición de los mismos “biofármacos” que tenemos en nuestros cuerpos; en nuestras casas y jardines, con los recuerdos de los familiares y su perpetuación a través de algunos de sus genes (ya no serán necesarias las pequeñas urnas con sus cenizas); con enzimas para la pasta dentífrica o para lavar la ropa; con los diagnósticos presuntivos y de descendencia (¿pitonisas moleculares?) y con la producción industrial de moléculas químicas.
¿Biotecnología?
La biotecnología existe “desde siempre” (al menos, desde que existen registros históricos), dijo un experto en microbiología industrial. Efectivamente, los egipcios del siglo IV a. C. –o VI a. D. (antes de Darwin), o VII a. G. (antes de la era genómica)– ya la usaban. También se ha dicho que es la tecnología de “la frontera cambiante”: nunca terminamos de alcanzarla ni de dominarla.
En realidad, la biotecnología a la que nos estamos refiriendo existe desde hace menos de cuarenta años, aunque tal vez haya comenzado a gestarse en el momento en que Watson y Crick describieron la estructura del ADN y, más audaces aún, arriesgaron hipótesis sobre cómo se duplicarían nuestras células o las de todo organismo vivo. Muchos años después, en 2005, Watson declaró: “En 1953, con F. Crick, creíamos que estábamos contribuyendo a una mejor comprensión de la realidad. No sabíamos que estábamos contribuyendo a su transformación”.
Esta joven tecnología se basa en “manejar” la información genética (IG), es decir, se puede tomar un fragmento de ADN (gen) de los cromosomas de un organismo, eligiendo el que tiene los datos para fabricar una determinada proteína (por ejemplo, insulina humana), y colocarlo en otra especie (bacterias, levaduras, células vegetales, etc.) para reproducirlo y obtener dicha proteína y, fundamentalmente, producirla de manera industrial. “Manejar” la IG, además, significa controlar que un gen no funcione o que funcione, se “exprese” o no se “exprese”.
Este conocimiento básico beneficia a la sociedad, a nosotros, en forma de nuevos medicamentos y alimentos, aplicaciones para control del ambiente, nuevos materiales, etc., a través de empresas industriales muy cercanas a las universidades y a los centros de investigación. Es más, no se puede pensar en la biotecnología (o, más en general, en las nuevas tecnologías como la nanotecnología, la informática y la de los materiales) sin considerar los programas de investigación, sin una política nacional en ciencia y tecnología integrada a las políticas económicas e industriales, y sin un financiamiento y gestión adecuados que permitan realizar investigación y formar científicos. Sin embargo, siempre es bueno prestarle atención al gran profesor de física y uno de los padres del desarrollo tecnológico argentino, Jorge Sabato: “¡Atenti! La investigación científico-tecnológica –y los investigadores, que son su subproducto más valioso– servirá para muy poco si el país no define e implementa una política económica que utilice plenamente esa capacidad autónoma”.
Lo esencial es preocuparse por que los resultados de la “investigación básica” sean transferidos a la sociedad, en especial al sector productivo.
No obstante, este camino no siempre es lineal (de una investigación “básica” o de una idea muy pura hasta el producto final). Los derroteros de los desarrollos tecnológicos tienen varios orígenes, pero sin lugar a duda cada vez más se fundan en los resultados de la ciencia y de la generación de conocimiento. Por eso las empresas de alta tecnología se ubican cerca de los conglomerados universitarios: Silicon Valley, en California, para la informática; alrededor de Boston o de Stanford o en Seattle, para la biotecnología (véase la tabla 12, en el capítulo 8) o, también en esta disciplina, en el Valle del Rin o en las cercanías de Estocolmo y Copenhague (en el denominado “Medicon Valley”). Los pocos ejemplos argentinos se concentran en Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe.
A la biotecnología suele llamársela “tecnología de ciencia intensiva”, porque está fuertemente ligada a la investigación básica. Aunque no hay una frontera clara entre la investigación “básica” y el uso o la aplicación de esos resultados, tal vez los podamos diferenciar según las miradas: una es la del investigador que, por ejemplo, estudia el código o posible código de plegamiento o de formación de la estructura terciaria de las proteínas, y otra es la del tecnólogo o investigador de una empresa de productos biológicos que observa el mismo proyecto considerando si le va a permitir expresar mejor proteínas para usarlas como fármacos o vacunas, aumentar la producción o el control de calidad y sus mercados y ventas.
Vale la pena consultar el libro de Arthur Kornberg, Premio Nobel de Medicina en 1959 por sus trabajos acerca de las enzimas que intervienen en la síntesis de ADN, en el que cuenta su experiencia para formar e integrar empresas de biotecnología y describe el papel de los científicos, su calidad y formación, la importancia del gerenciamiento, la integración de las dos “culturas” (la de los científicos y la de los empresarios), el rol social de las empresas y su centralidad en el desarrollo económico. (En otros capítulos volveremos sobre este tema.)
Pero la biotecnología no es sólo genética o genética aplicada, sino que se extiende a toda producción que use materiales biológicos para elaborar productos o servicios. No hay que confundirla con la biología molecular o la genética molecular. Como su nombre lo indica, tiene que ver, por un lado, con la ciencia (“bio”) y, por otro, con la ingeniería (“tecnología”). Es un conjunto de técnicas para hacer cosas prácticas que tendrán implicancias en el comercio o en el sector público: los precios de sus productos y servicios serán pagados por el mercado. Por eso no tiene la supuesta neutralidad de la ciencia (aunque la ciencia ya hace rato que ha perdido su virginidad…) respecto de la industria y el comercio, ¡y bienvenido que así sea!, siempre y cuando entendamos que la industria, el comercio, la producción agropecuaria o los servicios son la base para que un país crezca, genere riqueza y pueda ofrecerle una buena calidad de vida a su pueblo. La deformación de estas palabras en el mundo en general es la causa del alejamiento de muchos científicos del universo de la producción.
Hay varias definiciones bastante elaboradas de biotecnología, pero básicamente consiste en el uso de los sistemas biológicos y sus partes para producir bienes y servicios. Algunas personas, con menos sutileza, dicen que es la manera de hacer dinero co...

Índice