TERCERA PARTE: EL PROBLEMA DE LA
RELACIONALIDAD DIOS-UNIVERSO
1. Introducción
En la Primera Parte se ha caracterizado a Dios –al Dios de la Teología cristiana– por sus atributos cósmicos. En este ámbito el ‘Dios de los cristianos’ puede considerarse el mismo que el ‘Dios de los judíos’ y que el ‘Dios de los musulmanes’ ya que está constituido por los mismos atributos. ¡Solo faltaba que los monoteístas tuviéramos dioses diferentes en el primer –primero, en sentido cronológico, no necesariamente fundamental– aspecto religioso, el de la existencia de un Ser Supremo Creador de TODO lo existente! ¡Y más aún si los tuviéramos para el tema capital de la Teología, si esta es “ciencia acerca de Dios”, cuya Creación es su acto primero! Pero ocurre que la Teología, de hecho, es, y no solo primordialmente, una “ciencia del hombre”.
En la Segunda Parte se ha descrito el proceso histórico de las sucesivas cosmologías, las concepciones acerca del Universo, poniendo especial interés en las propias del conocimiento científico, y sobre todo en los descubrimientos más recientes, como corresponde a la visión de un científico profesional147.
En esta Tercera Parte se aproximan ambas corrientes, el pensamiento sobre Dios y el conocimiento científico sobre el Universo, a lo largo de la historia, para: 1) analizar los problemas religiosos de la Creación y de la relacionalidad de Dios con el Universo según se ha planteado y respondido en las diferentes cosmologías; y 2) conocer la respuesta que puede darse en la actualidad a estos problemas; y hacerlo a la luz del conocimiento científico actual.
2. Naturaleza prioritariamente religiosa
En esta Tercera Parte se trata, pues, del Universo, se refiere al Universo, pero no prioritariamente desde una perspectiva propiamente científica, sino fundamentalmente desde la perspectiva religiosa que ha permeado la historia de la Cosmología. Esta perspectiva religiosa, a lo largo de la historia humana hasta momentos presentes, se ha basado poco –casi nada– en la ciencia, mucho en la religión, y esta más o menos, según época y fuente, adornada de filosofía.
En esta consideración prioritariamente religiosa, en el sentido de finalidad con el objetivo de responder al problema de la relacionalidad Dios-Universo, parece conveniente destacar que debemos utilizar, en aseveraciones, el “creemos” en lugar del “sabemos”, el “se cree” en vez del “se sabe”, y así en diferentes tiempos y número.
Y las preguntas –quizá más propio las respuestas que a lo largo de la historia se han dado–, desde esta perspectiva, en esta Tercera Parte, serán, en síntesis, y como más importantes. Primera: El Universo, ‘TODO lo que existe’, ¿es obra de Dios?, ¿cómo?, ¿directamente?, ¿inmediatamente?, ¿en 7 días? Y segunda: ¿Actúa Dios en el Universo o este una vez creado –puesto en marcha– continúa por sí mismo?
En las respuestas que se han dado a estas cuestiones básicas, de naturaleza religiosa, pero con implicaciones indudables científicas y filosóficas, se relacionan con el hecho de que se las plantean los hombres, que existen en el propio Universo y que, en esta perspectiva religiosa, también han sido creados por Dios, y que se plantean, también en este ámbito, otros numerosos problemas: ¿cómo?, ¿directamente?, ¿independientemente?, ¿fruto de la evolución natural?
En todo caso, e insistiendo en que ‘desde la perspectiva prioritariamente religiosa’, “aceptamos” (¡debemos aceptar!, ¡deberíamos haber aceptado!), como tareas del ser humano, el deber de conocer la “obra de Dios”, el Universo, en tanto que “tarea divina” impuesta al hombre por Dios, al haber sido dotado por Este de: inteligencia, libertad y afán de saber (curiosidad científica).
Por nuestra parte, de acuerdo con Ortega y Gasset, entendemos que la Ciencia en general y la Física en particular son una “forma especial de creencia”, ciertamente más fundamentada, en tanto que conocimiento, que la religión.
En la perspectiva del conocimiento humano del Universo en relación con la perspectiva religiosa, que implica una caracterización extrínseca de Dios, en su relacionalidad con el Cosmos, se ‘renueva’ un catálogo de preguntas fundamentales clásicas que se ‘completa’ con otras nuevas, tales como: 1) ¿Por qué existe este ALGO en lugar de NADA? (Leibniz); 2) ¿Qué es?… este ‘TODO lo que existe’; 3) ¿Cómo es?, ¿cuáles son sus características metafísicas?: ¿emergente?, ¿estructural?, ¿dinámico?; 4) ¿Cómo funciona?, ¿conforme a leyes?, ¿leyes matemáticas?; 5) Y con mi lenguaje, a falta de otro: ¿Cómo es-funciona el Universo? o ¿cómo funciona-es el Universo?
3. El Universo: primer problema de la filosofía-ciencia
Se ha anticipado en la Segunda Parte, y expuesto en síntesis apretada, que los “problemas” fundamentales de la Filosofía y de la Ciencia, es decir, del pensamiento, tal como la humanidad se ha enfrentado con ellos, en tanto que problemas intelectuales, han sido los siguientes148.
Primero. El problema de la Naturaleza (s. VII a.C.) con dos aspectos primordiales: a) Cosmología; y b) Materia.
Segundo. El problema del Hombre (Sócrates, Aristóteles, Platón).
Tercero. El problema de Dios (san Agustín, Concilios de Nicea I, Constantinopla I, Calcedonia).
Cuarto. El problema del conocimiento (Galileo, Descartes, Newton, Kant).
Quinto. El problema de la vida (Darwin, Ortega, existencialismo).
En la actualidad, el “Primero” sigue siendo hoy primero y fundamental, y de suma actualidad, en tanto que “problema”, pero de tal manera que los dos aspectos que integra –Cosmología y Materia– (el TODO y lo más pequeño) están unidos en el estudio del origen –primeros momentos– del Cosmos. Pero en la actualidad, el estudio del Universo es un problema de los científicos, solo de los científicos, en tanto que estudio ‘novedoso’ y campo de investigación. La filosofía y la teología, en este tema, deben estar a la escucha de la ciencia, para a su luz realizar sus funciones intelectuales, sin pretensiones de ‘recuperación’ de un ámbito que tuvieron, pero que intrínsecamente nunca debieron tener, en su basamento, como propio.
En los cuadros-diagramas que se construyen a continuación se resumen unas ideas básicas de las relaciones Hombre-Universo-Dios: 1) El Universo como fuente y como objeto, simultáneamente, del conocimiento humano; y 2) El Universo, en tanto que Creación de Dios, como medio para un más adecuado conocimiento de Dios.
4. El Universo: fuente y objeto de conocimiento
En los cursos y conferencias, como en los libros, me gusta introducir cuadros-síntesis que faciliten las explicaciones bien mediante relaciones entre conceptos filosóficos o bien mediante variables físicas, así como entre cuestiones de diverso nivel que presentan algún tipo de respectividad. En el problema objeto de estudio estos diagramas pueden multiplicarse. Analicemos el primero, diagrama A, que se reproduce a continuación, que integra una conexión Ciencia-Filosofía como representación gráfica, al modo de la teoría de conjuntos y de las aplicaciones entre estos.
El elemento de referencia es el Universo (físico) o la Naturaleza (perspectiva filosófica) que se integra en el nivel lógico de la Realidad [Ya hemos expresado la parcial sinonimia de los términos Universo, Cosmos, Naturaleza, Realidad escritos con mayúsculas. El Universo se presenta como lo inmediato, lo próximo, lo de general aceptación y comprensión.
CIENCIA-FILOSOFÍA
Representación gráfica con referencia en el Universo
A) Lo inmediato y general: el Universo (próximo)
El hombre, como consecuencia de la impresión de realidad (flecha de aplicación descendente), va logrando paulatinamente conocimiento, incrementando su saber, construyendo una ciencia, de tal manera que formaliza en cada momento histórico “lo conocido”, que puede, incluso, adquirir una situación generalizable como de “lo establecido”. Pero debe indicarse inmediatamente que tanto lo conocido como lo establecido han sido siempre, de hecho, ‘respuestas’ concretas aunque en cada momento y situación se hayan considerado como la ‘solución’.
Pero, además, el hombre, desde su conocimiento acumulado, a la luz de su saber se enfrenta con el Universo (flecha ascendente), le (es decir, se) plantea preguntas, hace experiencias con objeto de incrementar o modificar su ‘ciencia’.
La conexión entre los dos niveles, mediante las dos aplicaciones, permite pulir el valor de ‘verdad’ de ‘lo conocido’ con respecto a la Realidad y mejorar el método de adquisición de conocimiento.
Permanece una cuestión tradicional, siempre insalvable: el hombre, sujeto receptor de la impresión de realidad y ejecutor de la metodología de adquisición de conocimiento, forma parte del propio Universo, está inmerso en la Realidad.
Pero, en resumen, el Universo, obra cósmica de Dios, la Creación, es fuente de conocimiento a la vez que objeto fundamental del conocimiento humano.
5. El Universo: medio para un más adecuado conocimiento de Dios
En esta tesis, plano religioso en el que estamos, se parte de dos presupuestos: 1) Aceptación de la existencia de Dios; y 2) Dios Creador de ‘Todo lo que existe’, el Universo. Y desde la relación del ámbito de la Ciencia-Filosofía con el de la Religión, a la luz del siguiente diagrama, puede apreciarse que se considera al Universo como elemento mediador, intermediador, entre Dios y el Hombre. Dios creador del Universo en el que se encuentra el Hombre, y este, con sus instrumentos intelectuales de la filosofía y, sobre todo, de la ciencia, reflexiona sobre el Universo, obra de Dios, conocimiento –expresión correcta– que le permite ‘modular’ el conocimiento –expresión no tan correcta– que posee o puede poseer –por la fe y la razón– de Dios. Estas consideraciones quedan reflejadas en el siguiente diagrama B que incorpora, con respecto al anterior, el nivel de Dios.
CIENCIA-FILOSOFÍA-RELIGIÓN
Representación gráfica con referencia en el Universo
B) Lo mediato: el Universo (próximo), el problema de Dios
Los descubrimientos científicos modulan la “visión” de Dios
Dios (mediante la imagen que ofrecen las flechas descendentes) es creador del Universo que impresiona su realidad en el sujeto de conocimiento, el hombre, que construirá su pensamiento filosófico y establecerá su saber científico.
El hombre (mediante la imagen que ofrecen las flechas ascendentes) desde su sabiduría, con sus preguntas y sus métodos interpelará al Universo y desde este se aproximará a su Creador.
En síntesis, el estudio científico del Universo, desde esta perspectiva prioritariamente religiosa, colabora en la obtención de una respuesta más acorde al problema de Dios, que nunca alcanzará entre humanos –aunque constituya certeza religiosa para muchos– la categoría de solución149.
Así, el Universo se constituye en marco obvio, aunque no expreso de ordinario y tal que no puede soslayarse, para el conocimiento de Dios.
Dios, que habla de muchas y variadas maneras, habla en la Creación, y aquí propiamente de manera idéntica –objetiva– para todos los seres inteligentes del Universo de todos los tiempos. La Creación –el Universo, en tanto que ‘TODO lo que existe’– es fuente, primera y general, para el acceso a Dios. Además es –sería– universal, en el caso de existencia, posible e incluso probable, de otros seres inteligentes en el Universo.
La ‘revelación divina’ (Torá, Sagradas Escrituras, Corán), tal como la consideran las religiones monoteístas, las’ religiones de libro’, se refieren, y aplican: a) para los seres humanos, es decir, en el planeta Tierra; y b) desde Moisés, y/o desde Jesús, y/o desde Mahoma, es decir, en el contexto de la especie de homo sapiens150. Y en este marco hay que situar las teologías cristianas.
La Creación, lo creado por Dios, el Universo, hipótesis religiosa, por el Dios uno único, adquiere así no solo el carácter de fuente, sin...