Desarrolla tu inteligencia emocional
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Desarrolla tu inteligencia emocional

  1. 144 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Desarrolla tu inteligencia emocional

Descripción del libro

The goal of this book is to aid individuals in developing their emotional intelligence—the capacity to perceive, understand, use, and regulate our emotions through natural growth and maturation. With this objective in mind, each specific exercise that works toward an emotional aptitude is presented as though it were a cooking recipe, with ingredients and step-by-step instructions clearly articulated. The direct and simplified presentation brings challenging psychological goals to an understandable and achievable level for any dedicated reader. El propósito de este libro es ayudar a las personas a desarrollar su inteligencia emocional, o sea, la capacidad para percibir, comprender, usar, y regular nuestras emociones y las de los demás de una forma natural. Con este objetivo, se presenta una serie de ejercicios para cada habilidad emocional básica. Dichos ejercicios se han detallado casi a modo de recetario gastronómico a fin de facilitar su comprensión por parte del lector, pero intentando a la vez que sean lo más eficaces posibles.

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Información

Año
2017
ISBN de la versión impresa
9788472457393
ISBN del libro electrónico
9788499885186
Edición
1
Categoría
Psicología

1. LAS EMOCIONES

El objetivo de este capítulo es introducir al lector en el concepto de emoción, así como en las funciones que las mismas desempeñan en la vida cotidiana.
Allí estaba él como tantas otras veces trabajando en sus proyectos. Aprovechando su distracción me dediqué a observarlo. Parecía cansado, quizá triste. Sabía perfectamente lo que sentía por aquel hombre o más bien sentía sin poder decir con seguridad aquello que sentía. Nunca el sentimiento fue lo suficientemente intenso como para llegar a comunicárselo, mas nunca fue lo suficientemente débil como para poder olvidarlo.
Me sentía atraída por él; sin embargo, mis palabras, como un extranjero en su propio país, expresaban algo diferente. Al despedirme experimentaba una gran tristeza; siempre ocurría algo parecido. Deseaba volver a encontrarle, comunicarle mis verdaderos sentimientos. Mas nunca volví atrás, siempre existió una gran distancia entre los dos.
Y así son las emociones…
En ocasiones su fuerza y certeza nos impulsan a actuar hacia una dirección determinada. Así, trabajas en algo que no te convence, no crees que sea de utilidad, te sientes triste y hastiado; finalmente decides abandonar. Las emociones en estos casos hacen su aparición de forma rotunda. Aunque intentes seguir con ese trabajo, ya sabes que lo detestas y tu propio estado de ánimo impide su ejecución. En estos casos razón y emoción parecen ir de la mano, no hay conflicto, la solución es sencilla.
Pero en otros momentos el mensaje emocional es más confuso, nuestros pensamientos creen saber algo que la emoción no parece secundar; en estas circunstancias, razón y emoción entablan una dura batalla y la solución parece no estar cerca.
Ella lo observaba… Sentía sin poder decir con seguridad aquello que sentía…
Si la protagonista de nuestra historia hubiese sabido con seguridad lo que sentía por aquel hombre, no hay duda de que hubiera actuado en consecuencia. Sin embargo, algo se lo impedía.
Quizá, la suma de muchas historias confusas, sobre todo muchas historias confusas cuyo final fue desgraciado, nos hizo aproximarnos a las emociones con cierto recelo.
Durante mucho tiempo se creyó que adentrarse en el universo emocional era acercarse a un mundo peligroso. Un mundo en el que o ejercemos el control o seremos controlados. La emoción pasa de este modo a transformarse en un animal salvaje con el que es importante luchar a fin de domesticarlo.
Sorprende ver cómo el trastorno obsesivo tiene precisamente por víctimas a individuos con un fuerte temor a sus emociones, personas deseosas de ejercer control sobre su medio para aliviar el malestar que les produce no tenerlo sobre su propio mundo emocional.
Desde otro punto de vista, sin embargo, las emociones son vistas de forma positiva. En su interior se halla información valiosa para el individuo, pero es necesario observarlas, dedicarles tiempo, comunicarlas y, si es posible, descubrir el misterio que encierran. Posiblemente lo que nunca fue adaptativo es la forma en la que muchos individuos hicieron frente a sus emociones. Interpretaciones poco adecuadas, acciones precipitadas que nos han mantenido durante mucho tiempo alejados de una valiosa sabiduría emocional.
En todo caso, las emociones tienen un efecto inmediato sobre el que las experimenta. Generan sensaciones en el individuo que bien pueden ser placenteras o desagradables. Constituyen un signo inequívoco de que seguimos vivos y en contacto con aquello que nos rodea. No es extraño que aquellas personas que experimentan un trauma en su vida pasen por períodos de embotamiento afectivo, momentos en los cuales parece que la emoción estuviera ausente, colapsada, atrapada. Circunstancias en las que el individuo también parece ausentarse temporalmente de su propia vida.
Y es precisamente en el propio corazón emocional, en este sentir atracción o rechazo por aquello que nos rodea, donde el ser humano encuentra la raíz de su motivación, el impulso para la acción. Acercarse hacia aquello que desea, alejarse de aquello que detesta e, incluso, adentrarse en su propio deseo a fin de saber algo más sobre su naturaleza.
Las emociones son reacciones complejas en las que se ven mezcladas tanto la mente como el cuerpo. La respuesta emocional de este modo incluye tres tipos de respuestas: un estado mental subjetivo (por ejemplo, me siento bien o mal), un impulso a actuar que puede expresarse o no de forma abierta (por ejemplo, aproximación, evitación, llanto), y cambios corporales o respuestas de tipo fisiológico (por ejemplo, sudoración, ritmo cardiaco) (Véase tabla 1).
Al margen de aspectos puramente descriptivos, es probable que el lector esté más interesado en conocer cuáles son las funciones de la emoción. Conocer el significado de la emoción en nuestro entorno social, saber si las mismas sirven a algún objetivo concreto y, en último término, si pueden ser modificadas para lograr determinadas metas.
Miedo
El miedo o ansiedad aparecen cuando el individuo percibe una situación o estímulo como amenazante
Ira
Emoción que se activa cuando se bloquea la conducta dirigida hacia una meta, como también al ser engañados, heridos o traicionados
Tristeza
Emoción que se activa ante el fracaso y la separación
Alegría
Emoción que se activa ante el éxito y los acontecimientos positivos, así como aquellas situaciones que refuerzan la autovalía
Sorpresa
Emoción que se activa ante sucesos inesperados
Asco
Emoción que se activa ante un objeto deteriorado o acontecimiento psicológico de mal gusto
Tabla 1. Definición de las emociones
En primer lugar, las emociones nos ayudan a transmitir cómo nos sentimos. Constituyen un medio no verbal y bastante efectivo de comunicación. Sirva de ejemplo cómo los niños, carentes de recursos verbales, a través de la expresión de sus estados emocionales comunican a sus padres de manera precisa sus necesidades.
Al mismo tiempo, la emoción es un mecanismo efectivo de regulación del comportamiento ajeno. Del mismo modo en que el lenguaje es un instrumento útil para lograr que otros individuos respondan a nuestras demandas, la emoción es un instrumento imprescindible para dicho fin. A pesar de ello, no siempre a través de las emociones logramos que otros individuos lleven a cabo las acciones que pretendemos. En ocasiones al expresar tristeza, lejos de encontrar apoyo, observamos sorprendidos cómo nuestros allegados parecen alejarse de nosotros. La razón de este hecho reside en que a veces la emoción constituye una amenaza para el receptor. Es más agradable estar cerca de aquellas personas cuyo estado de ánimo es positivo.
La emoción, sin duda, facilita la interacción social. Una de las pruebas más claras se produce a través de la sonrisa, que ha sido definida como un “imán social”. Sin duda, cuando una persona nos sonríe nos invita a mantener contacto con ella. Pero una de las funciones más importantes de la emoción reside en su papel determinante a la hora de percibir nuestro entorno. En la actualidad parece claro que la realidad depende de la persona que la evalúa; cada individuo percibe el medio en función de sus propios intereses y conocimientos. Incluso un mismo individuo puede contemplar su entorno de manera distinta en días diferentes. Esto es curioso, porque, a pesar de que la realidad no experimenta grandes cambios de un día al siguiente, la misma persona puede sentirse muy esperanzada un día y al siguiente percibir que su vida es muy complicada. La explicación a este hecho obedece al estado de ánimo del individuo a la hora de analizar su entorno.
Siendo conscientes de la importancia de los estados emocionales en diversas facetas de nuestra vida, estaremos más cerca de comprender el porqué de este reciente interés por el mundo emocional y, más concretamente, por las posibilidades de utilizar las emociones en nuestro propio beneficio. Aquí es donde se encuentran unidos los dos conceptos a los que obedece el presente libro. Nos referimos al de “emoción” e “inteligencia”. Conceptos que, fundidos, han dado lugar a la “inteligencia emocional”.
Conocer nuestras emociones, así como el efecto que la comunicación de las mismas tiene en otros individuos, saber cómo determinan la forma en la cual percibimos nuestro entorno y, en suma, ser conscientes de que un adecuado conocimiento y manejo de ellas harán que mejore nuestra vida son razones más que suficientes para tratar de optimizar nuestras destrezas emocionales.

La empatía, pilar fundamental de las relaciones sociales

Uno de los elementos clave que quedan integrados en el marco de la Inteligencia Emocional lo constituye la capacidad de sentir las emociones que otros individuos están experimentando, así como comprender aquello que piensan respecto a su mundo.
Dado que nuestra naturaleza es social por definición, parece lógico prestar una atención especial a dicho aspecto de la inteligencia emocional. Cuando hablamos de sentir con otros individuos aquello que ellos mismos están sintiendo, no deberíamos entender que debe producirse una fusión total entre interlocutores. Si me siento frente a una persona que está atravesando una situación difícil en su vida, ser empático no significa sufrir tanto como la persona que tenemos en frente sino más bien experimentar un tono hedónico similar desde nuestra propia templanza emocional a fin de ayudar a esa persona a contemplar su propia emoción desde la distancia de un observador.
Esta habilidad compleja y sencilla al mismo tiempo forma parte de nuestro repertorio en el mismo momento de nuestro nacimiento. A un nivel muy básico, el llanto de un bebé suscita el llanto de otro bebé. Con el paso del tiempo, el niño es capaz de aproximarse a otros seres no en un sentido puramente instrumental para obtener aquello que desea, sino con la finalidad de compartir junto a otros su propio mundo emocional.
La empatía evoluciona desde sus rudimentos más elementales hasta niveles de alta complejidad. Existe un momento crucial en que los individuos nos vemos inclinados a aliviar el sufrimiento ajeno como forma de aliviar el sufrimiento que el malestar del otro suscita en nosotros. En estos casos nuestra identificación con los sentimientos de la otra persona no nos permite todavía la actuación como verdaderos observadores.
Cuando la empatía se caracteriza por la presencia de sentimientos de ternura, compasión y cercanía, alcanza su nivel óptimo, llegando a ser un fin e...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portada
  3. Créditos
  4. Prólogo
  5. 1. Las emociones
  6. 2. La inteligencia emocional
  7. 3. Atención y percepción de nuestras emociones
  8. 4. Conocimiento de nuestras emociones
  9. 5. Regular nuestras emociones
  10. 6. Percepción emocional interpersonal
  11. 7. Comprender a los demás: empatía
  12. 8. Regular las emociones en los demás
  13. 9. Escribir expresando las emociones
  14. 10. Abuso sexual
  15. 11. Cómo afrontar la muerte de un ser querido
  16. Lecturas recomendadas
  17. Notas
  18. Contracubierta