EL PAPA FRANCISCO EN AMÉRICA LATINA
La Argentina religiosa de los años 2000, antes y después del papa Francisco
Verónica Roldán
La Argentina es un país complejo y heterogéneo, caracterizado por una variada conformación geográfica y por una población de origen multiétnico formada por el encuentro de los pueblos originarios y también africanos –por la esclavitud en los tiempos de los virreinatos– con otros grupos étnicos, consecuencia tanto de la “conquista” española como de diversas olas migratorias en diferentes momentos históricos.
Esta nación “del fin del mundo” –como la definió el actual papa Francisco, por su posición en el confín extremo del “sur del mundo”– vivió de todos modos las mismas transformaciones socioculturales y religiosas sucedidas en las últimas décadas en las demás regiones del globo.
La Argentina ha experimentado también una transformación estructural de diferenciación de la esfera religiosa de las demás áreas de la vida social: la política, la económica, la educativa, la cultural, entre otras. De hecho, la pérdida de influencia de la religión institucional en la vida social parece referirse no solo a una crisis espiritual o religiosa, sino que es parte de un proceso global más amplio y profundo que ha tocado a otras instituciones tradicionales.
El objetivo de este artículo es responder a tres preguntas específicas: ¿Cuál es el contexto sociorreligioso de la Argentina de los años 2000? ¿Cuál ha sido la labor pastoral del cardenal Jorge Mario Bergoglio en Buenos Aires? ¿Qué repercusiones ha tenido, entre los argentinos, la elección del papa Francisco como guía de la Iglesia Católica universal?
Estudios cuantitativos sobre religión en la Argentina
La Argentina es considerada principalmente una nación católica. En efecto, a pesar de la presencia de otras religiones, así como de la persistencia de aquellas prehispánicas, la influencia del catolicismo sigue siendo marcante, como sucede en otras sociedades latinoamericanas con una historia similar. En todo el continente, incluso hoy, en la segunda década de los años 2000, se destaca el cristianismo, tanto por su mayoría católica como por la presencia de las Iglesias protestantes, pentecostales y evangélicas, junto con otras denominaciones y comunidades espirituales minoritarias.
En términos legales, la Constitución Nacional (1853), en su artículo 2º, compromete al gobierno federal a sostener el culto católico apostólico romano. Y hasta 1994, en la Carta Magna se especificaba que el presidente de la Nación debía profesar la religión católica.
En 2011, un informe del Pew Research Center especificaba que la Iglesia Católica tiene 1.195.671.000 miembros en todo el mundo, cuyo 56% se concentra en los diez primeros países con mayor número de fieles. Brasil es el primero con 149 millones de católicos. La Argentina está en el décimo lugar en esta clasificación con 34 millones de católicos, lo que la coloca en el cuarto puesto en América Latina. Después de Brasil (que posee el 69% de la población perteneciente al catolicismo), se encuentra México (segundo en el mundo, con 92 millones, lo que corresponde al 85% de sus habitantes) y Colombia (séptimo en el ranking mundial, con 38 millones de católicos). Por esta razón, se afirma que América Latina –incluido el Caribe– es la región del mundo con el mayor número de católicos (Allen, 2009: 18; AA.VV., 2013: 11-13).
En el caso específico de la Argentina, los datos de las encuestas realizadas en los últimos años, en particular en la primera década de los años 2000, confirman la identificación de la población con el catolicismo a pesar de que esta identidad religiosa se haya reducido en los últimos sesenta años. Los datos nacionales de los censos muestran que a mediados del siglo XX los argentinos que afirmaban ser católicos eran el 93,6% en 1945 y el 90,05% en 1961. En la actualidad el porcentaje de la identificación católica ha disminuido. El número de los que así se declaran es menor que en el pasado (las cifras oscilan entre el 88% en 2004 y el 76% en 2008).
Antes de profundizar en el análisis de estos datos cuantitativos, es necesario señalar que somos conscientes de que las investigaciones sobre actitudes y comportamientos religiosos llevados a cabo con cuestionarios estadísticos tienen sus limitaciones, algo que hay que tener siempre presente. En efecto, los datos son aproximaciones para estimar la participación en el culto, la devoción a los santos, las preferencias en la educación, el matrimonio, la política y otros aspectos sociales. Por esta razón en algunas oportunidades estos datos requieren estudios cualitativos ad hoc que permitan la comprensión y la explicación de los fenómenos estudiados. En esta perspectiva, se presentan los datos cuantitativos disponibles, con el objetivo de proporcionar una visión general –no definitiva– de las creencias religiosas de los argentinos de los años 2000.
De acuerdo con los datos de una investigación llevada a cabo en el país y publicada en 2008, la creencia en Dios sigue siendo muy alta: la declara el 91,1% de los encuestados. Quienes creen “a veces o dudan” constituyen el 4% de la muestra, y solo el 4,9% declara que no cree en absoluto.
El porcentaje de los que creen en Jesucristo alcanza el 91,8%, sigue la creencia en el Espíritu Santo (84,8% de los casos) y en la Virgen María para el 80,1% de los entrevistados. También se cree en los ángeles (78,2%) y en los santos (76,2%).
Al mismo tiempo, los argentinos parecen dejarse influenciar por las corrientes orientales y la New Age, lo que hace que se crea en la “energía” en el 64,5% de los casos. Por otra parte, el 38,8% de los encuestados tiene fe en la eficacia de los curanderos.
Gráfico 1. Las creencias religiosas de los argentinos, 2008 (%)
Fuente: Fortunato Mallimaci (2013a: 37).
Dos años más tarde, el 2010, un estudio realizado por la agencia de encuestas Poliarquía Consultores proporciona los datos sobre las diferencias de la práctica dentro del catolicismo: entre los que se profesan católicos, el 46% se declara no practicante, mientras que el 31% sí lo hace. La religiosidad es más pronunciada entre las mujeres: el 94% de mujeres frente al 88% de los hombres, y aumenta con la edad, pues el 98% de las personas mayores de 65 años cree en Dios; la cifra se reduce al 85% en el grupo de edad que va de 18 a 29 años. Lo mismo sucede con el nivel de instrucción: la religiosidad disminuye gradualmente en los casos de las personas que han obtenido un diploma de estudio superior (lo que incluye universitarios y posuniversitarios). Los católicos son el grupo más numeroso en ciudades y pueblos pequeños, mientras que los evangélicos concentran la mayor cantidad de fieles en las grandes ciudades.
En lo que se refiere a las distintas zonas geográficas, el noroeste resulta ser la región más católica, mientras que el porcentaje mayor de los evangélicos se observa en el sur del país (Mallimaci, 2013a: 33).
A diferencia de lo que sucede hoy en día, en un pasado no muy lejano no existía en la Argentina (como tampoco en otros países de América Latina y Europa) una clara distinción entre la creencia, la práctica religiosa y la pertenencia a la religión-de-iglesia, es decir a la religión institucional. Las dimensiones eran indistinguibles. Sin embargo, esto se ha modificado ampliamente en los últimos sesenta años: en los años 2000 una parte de los argentinos afirma creer sin sentirse parte de una comunidad religiosa específica.
Cuadro 1. Afiliación religiosa por regiones, 2008 (%)
| | Capital y periferia | Centro | Noreste | Noroeste | Cuyo | Sur |
| Católicos | 69,1 | 79,2 | 84,8 | 91,7 | 82,6 | 61,5 |
| Indiferentes | 18 | 9,4 | 3,2 | 1,8 | 5,3 | 11,7 |
| Evangélicos | 9,1 | 8,3 | 10,8 | 3,7 | 10 | 21,6 |
| Testigos de Jehová/mormones | 1,4 | 2,7 | 0,9 | 2,1 | 1,7 | 3,7 |
| Otros | 2,4 | 0,4 | 0,3 | 0,7 | 0,4 | 1,5 |
| Total | 100,0 | 100,0 | 100,0 | 100,0 | 100,0 | 100,0 |
Fuente: Fortunato Mallimaci (2013a: 33).
Entre quienes, en 2008, declaraban tener una relación con Dios (alrededor del 89%), solo el 23,1% afirmaba que lo hacía a través de la institución de la Iglesia, el 4,2% lo hacía a través de grupos o comunidades religiosas, mientras que el 61,1% decía tener una relación directa. Por último, el 11,1% de los encuestados declaraba no tener ninguna relación con Dios. Esta cifra coincide con la de los “indiferentes”, término nuevo en la identificación religiosa de los encuestados, ya que, en el pasado, la alternativa era declararse ateo o agnóstico. Esta “indiferencia” asume una importancia que no debe subestimarse en el análisis sociológico de la realidad religiosa, ya que se presenta como un distanciamiento que no niega abiertamente la existencia de Dios.
El 95,3% de los encuestados dice ser bautizado (aquí se debe considerar también la pertenencia a otras denominaciones, por ejemplo, a las Iglesias protestantes y otros credos de presencia minoritaria como los mormones, los testigos de Jehová y otros). Sin embargo, el porcentaje de los que se casan mediante una ceremonia religiosa desciende al 73,1%.
En otra encuesta de 2010, el 52% de los entrevistados expresó que tiene alguna devoción especial a figuras religiosas locales: la Virgen de Luján, San Cayetano, San Expedito, el Gauchito Gil y la Virgen Desatanudos, entre otras. Se trata de un tipo de religiosidad popular expresada a través de la devoción a algunas figuras religiosas –santos populares y difuntos– a quienes se les atribuye la capacidad sobrenatural de otorgar gracias. Esta experiencia particular de fe parece responder afirmativamente a las necesidades espirituales pero en un contexto de reconstrucción simbólica no institucional a nivel local o regional.
También la oración personal aparece como una práctica generalizada (78,3%) y en menor medida la lectura de la Biblia (42,8%). Debe quedar claro que la última cifra está influenciada por los adherentes al protestantismo, especialmente el evangelismo y el pentecostalismo, pero hasta un máximo del 9%, que es el porcentaje de sus miembros.
En el mismo período, el 31% de los encuestados visitó un santuario. Cada diez encuestados, ocho piensan que se puede ser un buen creyente sin asistir a la iglesia institucional. De hecho, cuando se preguntó con qué frecuencia participan en el culto de la religión a la que pertenecen, el 23,8% respondió que lo hace muy a menudo (el 60,6% de este porcentaje es evangélico); lo hace con muy poca frecuencia el 49,1% y nunca el 26,8% de los entrevistados.
Gráfico 2. Pertenencia religiosa en la Argentina, 2008 (%)
Fuente: Mallimaci (2013a: 33).
En cuanto a la identidad religiosa, según el sondeo de 2008, el 76,5% declaró ser católico, el 9% de la Iglesia evangélica (de los cuales el 7,9% son pentecostales), el 1,2% testigos de Jehová, el 0,9% mormones y el 1,2% perteneciente a otras minorías religiosas.
Cuadro 2. Pertenencia religiosa por edad, 2008 (%)
| 18-29 años | 30-44 años | 45-64 años | > 64 años |
| Católicos | 71,8 | 77,4 | 75,8 | 85,3 |
| Indiferentes | 17,2 | 10,4 | 8 | 7,1 |
| Evangélicos | 7,6 | 9,2 | 12,6 | 5 |
| Testigos de Jehová/mormones | 2,3 | 2 | 2,7 | 0,3 |
| Otros | 1,1 | 1 | 0,9 | 2,3 |
| Total | 100 | 100 | 100 | 100 |
A los argentinos también se les preguntó si a lo largo de sus vidas habían cambiado de religión. No lo hizo el 89,4%, pero sí el 10,4%. El alto valor de la primera respuesta hace suponer que existe una proporción de entrevistados que forman parte de la categoría llamada “segunda generación”, ya que el porcentaje total es superior al 76,5%, que corresponde a los católicos. Entre las religiones señaladas como la de anterior pertenencia se encuentran la Iglesia Católica, la evangélica, los testigos de Jehová, la Iglesia Mormona, el judaísmo, el budismo, la umbanda y las religiones africanistas, la Iglesia Universal del Reino de Dios, el espiritualismo, entre otras comunidades religiosas. En consecuencia, se puede afirmar que hay personas “en movimiento”, en busca de una espiritualidad que satisfaga sus necesidades, y que han adherido en el curso de sus vidas a más de una denominación religiosa. Por último, declaran haberse convertido incluso personas que antes eran ateas, a...