Y abriendo su boca les enseñaba diciendo
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Y abriendo su boca les enseñaba diciendo

  1. 176 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Y abriendo su boca les enseñaba diciendo

Descripción del libro

El Sermón de la montaña es una de las piezas literarias más bellas y de más rico contenido, no solo de los evangelios, sino de todo el Nuevo Testamento, e incluso de la Biblia entera. Las enseñanzas de este maravilloso discurso de Jesús representan un enorme desafío y una descomunal tarea para todos los cristianos; de ellas derivan exigencias difíciles de asumir y de cumplir cabalmente. La finalidad de este libro no es tanto un estudio exhaustivo de la exégesis acerca de los contenidos del Sermón de la montaña, sino más bien una propuesta a la reflexión. La esperanza es ayudar a vivir las enseñanzas en la vida cristiana y fomentar una espiritualidad inspirada en este magnífico y emblemático discurso del Maestro y Señor.

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Información

Editorial
PPC Editorial
Año
2019
ISBN de la versión impresa
9788428832854
ISBN del libro electrónico
9788428833820
Categoría
Cristianismo
1

EL EVANGELIO DE MATEO, UN COFRE LLENO DE SORPRESAS

1. Un teólogo y catequista se convierte en escritor
Abrir las páginas de cualquiera de los evangelios es una experiencia maravillosa, significa iniciar una aventura que nos atrapa y nos lleva de la mano, por caminos asombrosos, al encuentro de Jesucristo. Pero todavía más: al abordar el evangelio de san Mateo entramos en un camino muy particular. Si bien posee muchos elementos comunes, sobre todo con san Marcos y san Lucas, sus otros dos «hermanos sinópticos», sin embargo es indudable el carácter peculiar del evangelio que figura en primer lugar, según el orden adoptado por las Biblias. En efecto, el evangelio de san Mateo, donde precisamente tiene lugar el Sermón de la montaña, cuenta con un inicio y un final que dan la impresión de estar muy distantes, pero que, sin embargo, forman una sola unidad, desde los «orígenes de Jesucristo» (1,1) hasta el «fin de los tiempos» (28,20). Las primeras y las últimas palabras del evangelio.
En medio de esos dos extremos de la única historia de salvación, desde el génesis –«origen» en griego, y que evoca el primer libro de la Biblia– hasta el «final del tiempo» –que nos lleva al Apocalipsis– acontece la plenitud de la presencia de Dios y la salvación que nos ofrece en su Hijo amado, Jesucristo. En él llega a su cumplimiento todo lo que fue anunciado en el Antiguo Testamento, y en él también la historia de salvación se proyecta hacia su acabamiento final, pues la acompaña hasta el momento definitivo.
En una lectura atenta y detenida del evangelio de Mateo, a veces pareciera que ciertos pasajes se contraponen, creando una especie de aparentes contradicciones. Sin embargo, este evangelio constituye un ejemplo de destreza y capacidad de reflexión teológica. Posee una enorme riqueza, pero con rasgos que a primera vista parecen un tanto desconcertantes: Está profundamente arraigado en el Antiguo Testamento, como lo demuestran sus frecuentes alusiones a la Escritura, reclamando su cumplimiento, pero al mismo tiempo introduce datos que apuntan a una apertura más allá de las fronteras de Israel; presenta a Jesús sentenciando el valor absoluto de la Ley, hasta en la más pequeña coma o tilde, pero al mismo tiempo ofrece enseñanzas que claramente la superan; Cristo y sus discípulos tienen como objeto de misión las ovejas perdidas de la casa de Israel, pero ya desde el inicio es manifiesto el interés por la predicación a los no judíos, incluso los primeros en reconocerlo y adorarlo son unos personajes –«magos»– venidos de Oriente, es decir, paganos; Juan Bautista es el más grande nacido de mujer y, aun siendo más que profeta, es menor que el más pequeño en el Reino...
Esos y otros detalles más que tienen lugar en el evangelio según san Mateo suscitan dificultades en su lectura y comprensión. Sin embargo, aquí es donde radica precisamente la genialidad de alguien que no solo se limita a recoger variadas tradiciones, orales y escritas, o aglutinarlas en la construcción de un relato. El talento de san Mateo le lleva a diseñar y elaborar una magnífica obra literaria, teológica y catequética. Utilizando una metáfora, podríamos decir que el autor –o en su caso quienes pudieron intervenir en su elaboración– sabe hilvanar de manera magistral los hilos teológicos, catequéticos y literarios. El resultado es un «fino tejido». Una preciosa obra legada como herencia para los creyentes en Jesucristo.
En efecto, el evangelio de san Mateo llegó a ser una teología de la historia de la salvación elaborada de forma unitaria y concatenada. Traza una línea continua que parte del «origen de Jesús, el Mesías» (Mt 1,1) y se prolonga hasta el «final de los tiempos» (28,20), con dos momentos fundamentales, «camino» y «cumplimiento». Estos dos momentos se encuentran, se engarzan y se funden en una sola y única historia, donde acontece la salvación que Dios anunció desde antiguo y que cumple y lleva a su plenitud Jesucristo. Este, el Mesías prometido, el Emmanuel –«Dios con nosotros»– está siempre presente, hasta la consumación final.
El Señor de la única historia es el Padre, quien, con su voluntad soberana, dirige los acontecimientos y los conecta en una asombrosa interacción, de modo que los gérmenes anuncian y preparan los desarrollos más profundos, y estos asumen y recogen dichos elementos germinales en la dinámica de una constante «continuidad-superación». El momento central sobre el que gira toda la historia y donde tiene lugar la llagada definitiva del Reino es la presencia de Jesús, el Mesías e Hijo amado del Padre. El Emmanuel es la prueba más clara de la presencia de Dios en la historia, que ya no puede ser profana. La presencia del Hijo de Dios la hace salvífica y la acompaña hasta la consumación de los siglos.
Mt 3,15 define la misión del Mesías, que inaugura la etapa definitiva, como «cumplir toda justicia». Esto significa cumplir cabalmente lo que Dios ha dispuesto en su plan de salvación. Con estos términos programáticos, el evangelista sintetiza el propósito principal de la obra de Jesús: Llevar a plena realización todo lo previsto por el Padre celestial. Aunque su misión se ubica en la plenitud del plan divino de salvación, no cancela los pasos anteriores, sino que los recoge, los asume y los lleva a su cumplimiento.
Para el evangelista san Mateo, lo revelado por Dios en el Antiguo Testamento es una realidad vigente, pero no solo eso. Dicha revelación propicia y da lugar a la dinámica de la «continuidad-superación». Por eso la misión de Cristo, quien viene a cumplir «toda justicia», es decir, «todo lo dispuesto en el plan de Dios» (Mt 3,15), está perfectamente conectada con las realidades antiguas. En esta dinámica, Juan Bautista se presenta como quien viene en el camino de la salvación planeado por Dios. Por tal motivo él constituye una especie de eslabón que conecta la preparación con la plenitud. Conecta el camino y el cumplimiento.
Juan Bautista es un personaje fundamental, ya que recapitula el resto fiel de Israel. Él es Elías (Mt 11,14), el gran profeta, el esperado para los últimos tiempos. Por eso, siendo menor que el más pequeño en el Reino, es también más que profeta. Incluso puede iniciar su predicación con palabras idénticas a las del propio Jesús (3,2; 4,17). Que ambas predicaciones sean idénticas tiene gran sentido, ya que ponen de manifiesto cómo se conectan los dos tiempos, camino y cumplimiento. Son palabras que funcionan como eslabones en la cadena de la historia de la salvación.
Se puede decir que donde llega a su fin la preparación del plan salvador de Dios, allí comienza precisamente su cumplimiento. Las fronteras se entrelazan. Para Mateo no existe una división matemática de los dos momentos de la historia de la salvación, sencillamente porque esta es una sola. El camino entra en el cumplimiento y el cumplimiento asume el camino, en una maravillosa interacción. Así queda confirmado por el encuentro entre el Bautista y Jesús.
En su tarea de expresar la «continuidad» y al mismo tiempo la «innovación», el evangelista usa el término griego dikaiosyne («justicia», referido al «plan salvador de Dios»). Destacan dos textos claves: Mt 3,15 y 21,32. La relación que tiene lugar entre Cristo y su Precursor, entre el que viene «a cumplir todo lo dispuesto en el plan de Dios» (Jesús) y el que viene «por el camino trazado por Dios en su plan de salvación» (Juan Bautista) ilustra la interrelación y la conexión entre lo antiguo y lo nuevo.
La nueva y definitiva etapa de la historia de la salvación, según el evangelio de san Mateo, exige una conversión radical y, por tanto, un nuevo modo de existir para los miembros de la comunidad mesiánica. La vida de los creyentes solo puede tener su fundamento en quien ha traído la plenitud. El plan salvador de Dios que viene a cumplir Jesús comporta una nueva vida y una nueva relación con Dios y con los demás seres humanos, e incluye nuevas actitudes. Todo esto sin perder de vista lo que Dios pidió al pueblo de Israel en la Ley, don y exigencia a la vez. De este modo, la plenitud conlleva para los discípulos de Jesús una vida según el plan de Dios, proclamado básicamente en el Sermón de la montaña, pero que se extiende a lo largo de todo el evangelio.
Desde esta perspectiva de «cumplimiento y plenitud» que permea y domina todo el evangelio de san Mateo, en relación con lo anunciado y prometido en el Antiguo Testamento, es como nos proponemos ahora abordar la presente lectura del Sermón de la montaña. Esta visión nos parece muy importante para lograr una interpretación contextualizada en el conjunto de la obra evangélica, y no solo como una serie de enseñanzas aglutinadas, pero aisladas del resto de la narración.
La dikaiosyne es lo que identifica a los creyentes. Implica la adhesión firme y decidida (fe) a Cristo, el aprendizaje de su estilo de vida (discipulado) y la participación en su tarea (misión), con todas las consecuencias que esto implica. Las dos épocas de la historia, camino y cumplimiento, son asumidas por los creyentes-discípulos y puestas en práctica a través de estas mismas enseñanzas, sobre todo en la misión.
2. Un mosaico multicolor entre tonalidades judías y paganas
Una vez que iniciaron y se acentuaron las persecuciones contra las comunidades judeocristianas de Palestina, muchos de sus miembros emigraron a otras regiones para buscar refugio y llevar allá el mensaje del Evangelio. Así sucedió, por ejemplo, en las costas del Mediterráneo, como aparece en Hch 11,19-30. Varias de estas ciudades se caracterizaban por ser cosmopolitas, es decir, confluían en ellas una gran cantidad de personas de distintas nacionalidades, condiciones sociales y económicas, así como también de variadas confesiones religiosas. Destacaban los grupos integrados por judíos, a los que poco a poco se fueron sumando también los creyentes en Jesucristo. Hay que decir que, en un primer momento, no hubo una clara distinción entre los propiamente judíos y los cristianos, pues muchas veces estos fueron considerados como miembros de una «secta» judía que había aceptado a Jesús de Nazaret como el Mesías esperado.
Lo anterior podría explicar algunos casos, como el que se encuentra en el pasaje de Hch 18,1-2: «Después de esto, Pablo dejó Atenas y se fue a Corinto. Allí encontró a un judío llamado Áquila, nacido en la región del Ponto, que acababa de llegar de Italia junto con Priscila, su mujer, porque Claudio había decretado que todos los judíos debían abandonar Roma». En efecto, en Corinto, Pablo encontró a Priscila y Áquila, quienes eran claramente cristianos, pero que para el emperador Claudio, como para muchos otros de su tiempo, seguramente no eran más que una variante de los judíos, y por eso fueron afectados por el decreto imperial que ordenó a los judíos abandonar Roma en el año 49 d. C., como lo atestigua el historiador romano Suetonio.
La destrucción de Jerusalén, ocurrida unos veinte años después, en el año 70 d. C., por parte de las tropas del general Vespasiano, agudizó aún más la situación mencionada. De este modo, las comunidades inicialmente judeocristianas tuvieron que emigrar de Israel y empezaron a crecer en las grandes urbes grecorromanas, como ocurrió en Antioquía de Siria. Esta ciudad no solo tuvo la fortuna de conocer a Pablo, sino también de servir de punto de parti...

Índice

  1. Portadilla
  2. Introducción
  3. 1. El evangelio de Mateo, un cofre lleno de sorpresas
  4. 2. Una estructura pentagonal trazada a base de discursos
  5. 3. El Sermón de la montaña, en primera fila del evangelio de san Mateo
  6. 4. ¿Cómo hilvanar un sermón de piezas sueltas? Dos propuestas
  7. 5. La profecía de Isaías 61, ¿telón de fondo del Sermón de la montaña?
  8. 6. La «carta de identidad» de los discípulos: las bienaventuranzas (Mt 5,3-16)
  9. 7. El arte de salar la tierra e iluminar el mundo (Mt 5,13-16)
  10. 8. La Ley alcanza la mayoría de edad (Mt 5,13-48)
  11. 9. Buscando del reino de dios y su justicia (Mt 6,19-7,28)
  12. 10. La justicia del Reino
  13. 11. Discípulo o no discípulo, casa sobre roca o casa sobre arena
  14. Notas
  15. Contenido
  16. Créditos