
- 216 páginas
- Spanish
- ePUB (apto para móviles)
- Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
Descripción del libro
El trastorno bipolar afecta a gran número de personas, independientes del sexo y la edad. El estado de ánimo de quien padece esta enfermedad oscila entre fases depresivas y maniacas, además de sufrir otros trastornos de la psique que hacen más complicada su situación. Ésta guía práctica es dirigida a los pacientes ya sus familiares con el propósito de ayudarles a comprender este padecimiento, identificar sus posibles causas, conocer los tratamientos que existen hoy en día y controlar los síntomas agudos.
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Información
Categoría
Medicina Capítulo VI
Trastorno Bipolar en niños
Características
Mucho tiempo se pensó que era una enfermedad que aparecía en la edad adulta; sin embargo, como ya se ha descrito anteriormente, las edades más frecuentes en las que aparece el trastorno bipolar es entre los quince y veinte años, y existen casos de aparición más temprana en un promedio de ocho años y medio.
También se determinó que el trastorno es distinto en niños y jóvenes en comparación con los adultos, y ésta es la causa principal por la que no se había detectado el padecimiento en los menores, puesto que los síntomas no correspondían con los de los adultos. Actualmente el Manual Estadístico y de Diagnóstico IV (DSM-IV) todavía recomienda que para diagnosticar una enfermedad bipolar en niños, se reúnan los criterios utilizados en adultos. Seguimos sin contar con criterios separados y específicos para el diagnóstico en niños. Regularmente se recomienda que se esté alerta cuando se encuentren datos sugerentes para la enfermedad bipolar, tales como:
Manifestaciones de ira o rabietas destructivas y que perduran después de los cuatro años
Cuando los menores han incorporado a sus expresiones el deseo de morir
Presentan actos impulsivos que ponen en riesgo su vida.
Existen algunas coincidencias entre el trastorno bipolar en niños y en adultos; sin embargo, el uso del DSM-IV resulta poco útil para diagnosticar niños; por ejemplo, el manual dice que un episodio hipomaniaco precisa un “claro periodo de humor persistentemente elevado, expansivo o irritable, que dure al menos cuatro días”. Esto es muy difícil detectarlo en los menores, ya que hasta el 70% de los niños con esta enfermedad tiene cambios en el humor y la energía varias veces al día. No se sabe si en el futuro habrá modificaciones en el DSM-IV que apoyen y faciliten el diagnóstico en niños, por lo que los especialistas utilizan algunos criterios del DSM- IV, además de otras medidas como entrevistas estructuradas.
En etapas tempranas de aparición de la enfermedad, la mayoría de las veces el primer episodio es una depresión y en raras ocasiones una manía o hipomanía. En tanto que para los adultos los episodios (maníaco, depresivo o hipomaníaco, con sus consiguientes intervalos de larga duración libres de afecciones) son más diferenciados, esto es un poco más fácil de detectar. Para los menores parece ser continuado, no se alcanza a percibir cuándo empieza uno y cuándo otro, se presentan como largas ciclaciones rápidas periódicas. Esto hace que el menor pueda tener cambios anímicos varias veces al día.
Como los síntomas de la enfermedad bipolar en la infancia no son claros, frecuentemente los padres, antes de saber que sus hijos tienen el trastorno, se muestran confundidos por el comportamiento inexplicable que presentan, frecuentemente refieren que los niños habían sido extremadamente difíciles de calmar y dormían de modo irregular. Parecían ser extremadamente dependientes y desde una edad muy temprana tenían rabietas o enfados incontrolables y desproporcionados.
Cuando el trastorno empieza antes de la pubertad, puede alcanzar formas más severas que cuando aparecen los síntomas en la edad adulta. Es frecuente que cuando se detecta un niño con el trastorno, existan otros miembros de la familia afectados, tanto por parte de la madre como por parte del padre.
Repercusiones del trastorno bipolar en niños
El diagnóstico del trastorno bipolar de los menores, es una opinión informada basada en el comportamiento del niño durante un tiempo, información que es vertida por padres y familiares acerca de la historia y el desarrollo del niño, la respuesta que ha mostrado a las medicaciones, su evolución psíquica y su estado actual. Por supuesto que el diagnóstico deriva de la visión del especialista de acuerdo con su formación y experiencia, y puede cambiar cuando hay más información disponible. Profesionales competentes pueden no estar de acuerdo en qué diagnóstico se ajusta mejor al individuo. Sin embargo, el diagnóstico es importante, ya que define el tratamiento y permite a la familia poner un nombre al problema que afecta a su niño, para saber lo que enfrentan y las medidas para combatirlo. Quizá el diagnóstico puede dar respuestas a algunas preguntas de los padres y a entender por qué su hijo actúa de tal o cual manera, pero también puede generar otras dudas que son incontestables en el momento actual del conocimiento científico.
Un niño depresivo es llorón, no parece importarle nada (apatía), tiene aspecto de estar enfermo, es lento en sus movimientos, con aspecto de aburrimiento, es somnoliento. En el caso de un niño maniaco o hipomaniaco es más difícil distinguir los síntomas, sobre todo porque pueden llegar a confundirse con los del TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), las siglas en inglés son ADHD, más adelante daremos las diferencias entre uno y otro con mayor detalle), inclusive es tarea difícil diferenciarlo de la actividad inquieta normal de los niños. La clave para encontrar la diferencia se encuentra en el estado de ánimo, mientras que un niño hiperactivo se torna molesto para los demás porque no logra mantener su atención ni estar sentado por periodos largos (lo que dura la clase), y quizá moleste e interrumpa a los compañeros, un niño maniaco tendrá un comportamiento extravagante, por ejemplo querer desplazar al maestro y dar la clase él mismo, o no tener conciencia de tener bajas calificaciones y creer que es brillante en sus intervenciones, es decir, no logran distinguir entre la fantasía y la realidad, y por lo regular tienen dificultades para subordinarse a las normas y reglas planteadas por la escuela. Un niño hiperactivo puede mostrar conducta impulsiva y no medir el peligro, lo mismo sucede con un menor maniaco, y es recomendable tenerlos bajo observación.
En los niños bipolares, es evidente un acelerado flujo de pensamiento, ocasionalmente ellos mismos muestran desagrado por esta situación, entre más se acelera el pensamiento su verborrea aumenta. En adolescentes se ha observado excesivo interés por la sexualidad, tienen actividad sexual en forma desordenada, ante lo cual deben tenerse cuidados por las consecuencias que esto puede traer, como embarazos no deseados, enfermedades venéreas, o problemas de índole social causados por la irresponsabilidad de sus actos.
La diferencia principal entre el padecimiento bipolar de un adulto y el de un niño radica en que en los menores se observan trastornos de humor continuos, presentan una mezcla de manía y depresión. Como síntesis, presentamos a continuación los síntomas más frecuentes.
Síntomas que se podrían detectar en niños bipolares
Estado de ánimo expansivo (eufórico) o irritable.
Depresión.
Cambios de humor rápidos que pueden durar unas horas o unos pocos días.
Furia manifestada en rabietas o conductas explosivas, duradera y a menudo destructivas.
Ansiedad por separación de los padres o familiares encargados de su educación y cuidado.
Desafío a la autoridad.
Hiperactividad, agitación y atención dispersa, lo que lo hace parecer distraído.
Alteración del ciclo sueño-vigilia, esto es, que cubre pocas horas de sueño o, al contrario, demasiadas.
En ocasiones muestra incapacidad para controlar el esfínter vesical nocturno, lo que se denomina enuresis.
Frecuentes terrores nocturnos, que pueden ser variados, entre ellos está el miedo a la oscuridad y las pesadillas.
Deseo de participar en múltiples actividades.
Alteraciones en su capacidad de juicio, impulsividad, pensamiento acelerado y habla excesiva (verborrea).
No mide el peligro.
Comportamiento sexual precoz o inapropiado.
Delirios, entre los que se encuentran los de grandeza, en este caso puede exagerar en el alcance de sus habilidades, algunos creen que tienen poderes sobrenaturales.
Alucinaciones; manifiesta ver o percibir situaciones u objetos que no existen en la realidad.
Síntomas de la enfermedad bipolar en adolescentes.
Aun en adolescentes pueden existir diferencias con el trastorno bipolar de los adultos; sin embargo, en la mayoría de los casos podría parecerse a cualquiera de las presentaciones clásicas de la enfermedad en adultos.
Trastorno bipolar I. En esta categoría, el adolescente experimenta episodios alternativos de depresión y manía intensa y algunas veces psicótica (con alucinaciones y delirios).
Síntomas de manía:
Estado de ánimo expansivo (eufórico) o irritable
Disminución de la necesidad de dormir
Pensamiento acelerado y habla excesiva (verborrea)
Delirios de grandeza
Interés y participación excesiva en actividades placenteras
Actividad física y mental aceleradas
Baja capacidad de juicio
En casos severos, alucinaciones.
Síntomas de depresión:
Muestras de tristeza intensa inexplicable, llanto excesivo.
Trastornos del ciclo sueño-vigilia. Padecen insomnio o bien duermen considerablemente más de lo habitual
Irritabilidad
Apatía y abandono de las actividades que antes encontraba reconfortantes
Bajo rendimiento escolar
Problemas para mantener su atención
Ideas suicidas
Bajo nivel de energía
Aumento o disminución del apetito.
También en los adolescentes se observan, más o menos definidos, intervalos libres de síntomas.
Trastorno bipolar II.
Como ya se ha descrito, es una de las formas del trastorno, sus manifestaciones son leves, presentan hipomanía y depresiones recurrentes, es decir que se presentan una y otra vez. Durante la fase hipomaniaca el adolescente puede mostrar gran creatividad.
Ciclotimia. Los adolescentes que sufren el trastorno en esta forma experimentan periodos de cambios en el humor claros pero menos severos.
Enfermedad bipolar no especificada o trastorno bipolar
III. Recordemos que se hace este diagnóstico cuando los síntomas no son claros y los médicos tienen que recurrir a los antecedentes familiares para encontrar indicios del trastorno en los parientes.
Igual que en los adultos, puede existir un factor de estrés desencadenante del padecimiento, como una pérdida u otro acontecimiento traumático. También se considera que los episodios subsiguientes podrían ocurrir independientemente de cualquier situación de conflicto emocional, o contribuir a empeorar el episodio agudo. La pubertad es un periodo de mayor incidencia porque los cambios hormonales pueden actuar como un factor desencadenante. Esto se ve claramente en las adolescentes, cuando su primer episodio maniaco o depresivo se presenta con el inicio de sus periodos menstruales.
Tomando en cuenta las diferencias entre las características del trastorno en menores y adultos, el tratamiento también debe ser diferente, tanto en el medicamento como en lo psicoterapéutico. Debido a la incertidumbre y la falta de orientación en los padres, se ha reportado que los menores suelen quedar sin atención durante largos periodos, hasta de diez años en promedio desde la aparición de los primeros síntomas hasta que comienza el tratamiento, por lo que se recomienda, de encontrar cuatro o más síntomas de los arriba descritos, acudir con un especialista para que sea realizada una evaluación. Entre más rápido se administre el tratamiento adecuado mejor se controlará la recurrencia de los episodios y su acentuación. La pronta intervención puede crear una diferencia significativa en el desarrollo del menor, justo en una edad difícil.
Uno de los riesgos que enfrentan los adolescentes con trastorno bipolar que carecen de tratamiento, es su tendencia al abuso del alcohol y las drogas, por lo que debe tomarse como un indicador para el trastorno.
Observar abuso de sustancias en menores puede ser motivo suficiente para practicarle los estudios necesarios, sobre todo porque se piensa que los adolescentes que repentinamente presentan los síntomas del trastorno tienen cierta tendencia a desarrollar adicción al alcohol y a las drogas.
Enfermedades que pueden coexistir o confundirse con el trastorno bipolar en niños
En el diagnóstico, los especialistas también consideran la posibilidad de que el trastorno bipolar se combine con otros trastornos y enfermedades psiquiátricas, o bien se confunda con ellos. A continuación se mencionan los más comunes, que presentan similitudes en los síntomas. También se describen grosso modo en qué consisten estos trastornos y síndromes, sólo con la finalidad de instruir a los familiares sobre estos padecimientos y en todo caso para que agudicen su observación y puedan dar mayor información al médico o psicoterapeuta que atiende a su hijo.
Trastorno de la conducta (TC)
Trastorno oposicional-desafiante (TOD)
Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)
Síndrome de Tourette
Trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH )
Trastorno de ansiedad generalizada
Trastorno de pánico
Trastorno explosivo intermitente
Trastorno reactivo del vínculo.
Depresión
Los niños con depresión mayor suelen presentar los mismos síntomas que los adultos (antes mencionados), la diferencia fundamental con el trastorno bipolar es que no existen datos significativos que reflejen síntomas de manía. La depresión en niños es mucho más común que el trastorno bipolar, ya que éste inicia por lo regular en los últimos años de la adolescencia. En algunos casos aparece enmascarada por otros síntomas como ansiedad, trastorno de conducta o déficit de atención y es característico el fracaso escolar.
Trastorno de la conducta (TC)
El trastorno de conducta es una condición que se presenta en la niñez y en la adolescencia, con problemas duraderos en el comportamiento, tales como conducta antisocial, impulsiva o desafiante, que puede llegar a extremos como actividades delictivas. Frecuentemente existe consumo de sustancias.
Entre las causas más comunes se encuentran el maltrato infantil, conflictos familiares, defectos genéticos y adicción a drogas o alcoholismo en los padres. Es difícil dar un diagnóstico debido a lo subjetivo de las apreciaciones de los padres acerca de la actitud del menor en cuestión. Además, también es complicado diagnosticarlo porque en múltiples ocasiones está acompañado de otras características, como en el caso del TDAH.
Entre las manifestaciones más comunes está la impulsividad, expresan sentimientos de indiferencia respecto a lo que pueda pasar con los demás, y en general son difíciles de controlar. Mienten, desacatan las reglas sin razón aparente y se involucran en comportamientos antisociales en los que intimidan a los demás y pelean. Los síntomas más frecuentes son:
Agresividad y crueldad hacia personas y animales
Actitud destructiva, aun con objetos de su propiedad
Algunas veces causan daños en los inmuebles, como provocar incendios
Evitan cumplir con sus responsabilidades, por lo que mienten, se escapan de la escuela o de su casa
Tienen actitudes vandálicas, entre ellas el robo
Pueden presentar alcoholismo o drogadicción a temprana edad.
Trastorno oposicional-desafiante (TOD)
Es un trastorno del comportamiento en niños y adolescentes, la edad promedio en la que aparece es de ocho años. Siempre se muestran negativos, enojados y con frecuentes actitudes desafiantes. Esta conducta constituye un círculo vicioso, ya que afecta adversamente las relaciones personales en todos sus ámbitos. Encuentran hostilidad y reacción ante su conducta, por ello se les dificulta establecer una interacción adecuada tanto en la escuela como en el medio familiar.
No se puede hablar de una causa particular del trastorno, ya que inciden varios factores sociales, familiares e incluso genéticos, al heredar desequilibrios químicos cerebrales que los predisponen a padecer este trastorno. Entre los aspectos sociales que constituyen un riesgo de sufrir el TOD se encuentran los conflictos matrimoniales, el abuso infantil, así como falta de atención de padres o tutores.
Un niño con TOD enfrenta a los adultos, pierde el control estallando en cólera, no sigue reglas ni obedece, molesta a los demás en forma deliberada, y frecuentemente también es molestado por los otros. Siempre están enojados y resentidos, muestran rencor y buscan la manera de vengarse, cuando se ven involucrados en situaciones vergonzosas culpan a otros y por lo regular su autoestima es baja.
Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)
Se caracteriza por obsesiones o compulsiones que se repiten, que son estresantes y que por este motivo el paciente no puede llegar a realizar sus actividades en forma normal. Inicia en la infancia con el desarrollo de una combinación de obsesiones, que pueden ser pensamientos o preocupaciones persi...
Índice
- Agradecimientos
- Introducción
- Capítulo I
- Capítulo II
- Capítulo III
- Capítulo IV
- Capítulo V
- Capítulo VI
- Capítulo VII
- Capítulo VIII
- Glosario
- Bibliografía