
- 296 páginas
- Spanish
- ePUB (apto para móviles)
- Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
Alternativas de humanización
Descripción del libro
Un libro de antropología y espiritualidad, en definitiva de fe y cultura, que pretende ser una invitación a ser creativos en consonancia con la novedad del Reino. El autor, reconocido experto en estos temas, ilustra de forma magistral lo que supone la llamada a crear la novedad de Dios que es Jesús. Estos tiempos nuevos que están emergiendo son un oportunidad para hacer una síntesis e integrar para llegar a un nuevo renacer cultural y religioso.
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Información
CUARTA PARTE
ONCE EJEMPLOS DE INTENTO DE TERTIUM DATUR,
DE ALTERNATIVAS CREATIVAS
Estas bipolaridades que hemos analizado tienen que ser superadas, y en todas ellas podemos llegar a la alternativa, a otra realidad integradora y nueva. Estos diez ejemplos de bipolaridad no se corresponden necesariamente con las once propuestas de tertium datur que vamos a presentar. Pero no se olvidan; ellas nos han puesto en contexto al describir el ambiente sociocultural en el que nos movemos quienes nos queremos dedicar también a ofrecer a la humanidad en estos tiempos caminos provocadores y propositivos.
En estas andaduras de integración creativa y prodigiosa juegan un papel importante tanto el ascetismo como la mística. La ascesis ayuda a la integración, a la tarea, a superar el obstáculo y a la unidad de la vida entre lo interior y lo exterior. La mística facilita el amor, que es el aceite que favorece y hace posible la unidad y, mejor aún, la nueva criatura. Poner el amor en el centro de una existencia es augurarla buenos días y asegurar la alternativa buscada. Sin el cromosoma místico no se llega a esta integración y, sobre todo, a vivirla y testimoniarla, ya que se envejece pronto y se hace difícil crecer y arriesgarse para el futuro. En esos momentos de contemplación y de concepción poética y en esas especiales condiciones brotan las alternativas.
Quien es consciente de vivir una bipolarización rehace cada día su identidad. Cada día se da en él un descubrimiento, una salida de sí, un alumbramiento y una creatividad. Producto de ello es una superación. Todo esto se lleva a cabo de una manera sencilla, sugerente y original.
Si hubiera que poner un subtítulo a esta cuarta parte sería el siguiente: «A donde el amor nos lleve». Nos lleva al tertium datur, nos lleva lejos, nos lleva a lo más y a lo mejor. Nos merecemos esas metas hechas realidad. Son metas apasionantes. El mundo greco-romano del siglo I estaba marcado por tres oposiciones: la racial, entre griegos y judíos; la social, entre libres y esclavos, y la humana, entre hombres y mujeres. Pablo entiende que Jesús ha venido a reconciliar, a superar estas divisiones, estas bipolarizaciones. En la carta a los Gálatas nos ofrece la impactante realidad de que ya no hay «ni... ni», y tampoco es el tiempo del «o... o». Ese mundo ha pasado (Gál 3,28). Jesús vino a superar barreras y puentear la vida. En nuestros días hemos visto que las polarizaciones se han multiplicado; vivimos las más diversas clases de antítesis. Pero por la muerte y resurrección de Jesús se ha acabado con los diferentes muros de divisiones entre los seres humanos. Estamos en tiempo nuevo. El tertium datur es un don pascual. Eso se consigue cuando se logra crear una fraternidad de calidad que se vive cotidianamente.
Estos ejemplos de «síntesis» y de «puente» tienen una perspectiva interior y biográfica. En cierto modo han sido vividos o son vividos, aunque a veces reconozco que no pasan de ser intento. Expresan algunos de los cambios en la experiencia de la cultura, el pensamiento, la fe, la vocación, la acción en los últimos cuarenta años. No son todos. Quizá no son los más importantes. Pero en su conjunto manifiestan una nueva sensibilidad cultural y espiritual. Es fácil ver el comienzo y no tanto el resultado final. No es fácil presentar el itinerario interior que se ha seguido o que hay que seguir. En realidad muestran el modo en que yo me he ejercitado en buscar alteridad, en ser alternativo, en intentar la superación de las polarizaciones. De todas formas se ofrecen algunas pistas de este camino que en el siglo XXI hay que recorrer. Están provocadas por la descripción de las bipolaridades, pero no son respuesta directa a ellas. No hay duda de que todos los que luchen por ser cada día más humanos, un día lo serán. Todos los que se consagren a construir un mundo más humano, un día lo conocerán. No hay que dejar demasiado espacio a la resignación: «Si nos fatigamos y luchamos es porque tenemos puesta la esperanza en el Dios vivo» (1 Tim 4, 10). Con esta esperanza invito a entrar en la lectura de las siguientes páginas.
1
HOMBRE Y CRISTIANO: CREYENTE
En los seres humanos se debe privilegiar la vida en el Espíritu. Sin embargo, no se puede olvidar que hay que arar antes de sembrar. El terreno en el que se siembra y crece la experiencia espiritual se llama la condición humana. Lo que puede florecer en ese proceso de maduración humana es la espiritualidad, la vida en el Espíritu; y, cuando se llega a la buena cosecha, «nos hacemos plenamente humanos» o «auténticamente humanos»26. Normal que así sea, ya que la vida del creyente es una existencia fundamentalmente arraigada en lo divino; inmersa a diario en lo místico; movida por el Espíritu y no por la ley; arraigada en Cristo e impregnada en el misterio. Pero tiene que tener un corazón que sepa encontrar el cielo en la tierra y, en esta, un sustrato tal que lo haga posible; un terreno que permita que la planta crezca y dé fruto. Que consiga poner paz en tanta guerra, calor donde hay tanto frío, ser de todos lo que es mío, plantar un cielo en la tierra.
No es fácil integrar lo humano y lo divino en cada persona; no es fácil hacerse ser humano o hacer seres humanos maduros. En cada uno de nosotros se habla de base humana y de valores humanos; de humanidad y de divinidad. Superar la condición animal y llegar a tener talla humana; juntar lo divino y lo humano y ejercitarse en la integración de ambas dimensiones en el día a día son tareas para toda una vida. Es el empeño principal del creyente; es el verdadero tertium datur; como vamos a ver, hay cristianos que no son humanos y hay seres humanos que no son cristianos. Importa no volar a la estratosfera, sino permanecer en la realidad de humanidad y poner los pies en la tierra. Normalmente entendemos las cosas como nosotros las vemos y no como son; solo quien ha asumido vitalmente la condición integral de persona camina por la vida como ser humano, y como tal se comporta.
Esta tarea ha cobrado relieve en nuestros días. «El camino de la Iglesia es el hombre», proclamó solemnemente el papa Juan Pablo II. De Pablo VI es la frase: «El humanismo que excluye a Dios es un humanismo inhumano» (Populorum progressio 78). El mismo papa declaró en la ONU que la Iglesia es experta en humanidad. Pero la Iglesia no siempre sabe andar por el camino de la persona ni dar muestra de esta pericia. A veces se sale de ese camino, y a veces en él tropieza. Si miramos hacia atrás y prestamos atención al pasado u observamos bien el presente, podemos ver cómo en tiempos cercanos se orientaba el proceso de crecimiento de las personas con ciertos criterios nacidos de «determinados principios» y, por supuesto, algunos de ellos no eran buenos. Han sido diversas las maneras de comprender lo humano, y estas diferentes maneras de comprender lo humano están en el origen de cambios culturales y religiosos profundos; más aún, de cambios de época.
Esta alternativa me ha exigido ser creyente auténtico, ha sido el tertium datur que más energía me ha llevado en mi vida; en el que he puesto más atención. Por eso ahora soy creyente, y convencido, y lo soy de determinada manera. Para ello he tenido que poner en juego también visiones diversas del mundo y de la realidad, verdades fundamentales y experiencias distintas, como se ve en las grandes afirmaciones que siguen a continuación. Comienzo por explicarlas y paso después a aplicarlas al diario vivir.
Lo cristiano no es humano
Así se ha dicho y así se ha repetido, y todavía hay quienes así hablan y así creen. Este enfoque nació y se desarrolló en la Iglesia; algunos pensaron que lo cristiano era de otra categoría totalmente diversa; y de otro mundo. La fe no debía contaminarse con lo humano. Para ellos, lo cristiano está por encima de lo humano y automáticamente es superior. Por tanto, basta ser cristiano y no se necesita preocuparse de ser persona. Al hablar así se confundía la parte del ser humano con el todo y, sobre todo, se daba muestras de poca sensibilidad por lo humano y de escasa valoración de ello. La realización humana personal no era una meta que hubiera que alcanzar; más aún, se podía y a veces se afirmaba que se debía renunciar a aspirar a ella.
De este principio se sacan dos grandes conclusiones: terminar con la confianza y el amor al ser humano; no se debe poner fe en el hombre y se debe desconfiar de la persona, y sobre todo de lo que en ella es cuerpo y realidad material, y de lo psíquico27. Lo cual, en buen romance, se convierte en no aceptar cordialmente la condición humana, la corporalidad animal, la inteligencia y libertad, sus deficiencias y fallos...28; no se aceptan aquellos escenarios que el hombre y la mujer actuales declaran significativos para desarrollarse y madurar: el cuerpo, la amistad, el ocio y el descanso, la fiesta, la finitud, la estética, el placer....29 No se acepta fácilmente que los seres humanos son básicamente buenos, y son más buenos que malos. Esta desconfianza en los valores humanos le ha costado cara a la Iglesia y a la vida religiosa. Muchas veces esta actitud ha hecho aflorar el pequeño ateo que subyace, al menos en el sótano, de algunas de nuestras existencias. Este hecho llegó a asustar30. No hay duda de que estamos rodeados de creyentes ateos que pueden ser quienes con esta posición se identifican; tampoco hay duda de que existen ateos creyentes, como en parte veremos después. Los primeros parecen seres humanos religiosos, pero de hecho no están reconciliados y en comunión con lo creado, con los demás y, en el fondo, con e...
Índice
- Portadilla
- Presentación
- Primera parte. De la bipolarización a la alternativa creativa: una meta y un proceso
- Segunda parte. De qué hablamos cuando hablamos de TERTIUM DATUR
- Tercera parte. Descripción de las principales bipolaridades activas
- Cuarta parte. Once ejemplos de intento de TERTIUM DATUR, de alternativas creativas
- Quinta parte. Los nutrientes del TERTIUM DATUR
- Sexta parte. Entre la meta y el camino
- Bibliografía
- Contenido
- Créditos
- Notas