Parte Segunda
EL MUNDO BIPOLAR
Aquí deseo detenerme un momento para pedirle al lector (especialmente si es bipolar, o pariente, amigo o terapeuta de un bipolar) que deje de pensar por unos instantes todo lo que sabe o “sospecha” sobre bipolaridad hasta hoy. Que me acompañe en la propia relectura de mi obra (y de mi experiencia como bipolar) sobre el tema.
Ahora lo sé (lo sé visceralmente con el cuerpo y el alma, y no sólo con la conciencia) que la bipolaridad no es una enfermedad, sino que es un modo de ser que forma parte de un conjuntos de conductas que se han convertido en trastornos que producen padecimiento, porque dichas conductas han sido mal encaminadas. Sin embargo, la oscilación bipolar es una estrategia para conocer y comprender la realidad, una “prima hermana” del pensamiento concreto, sintético e intuitivo. Veámoslo del siguiente modo: el bebé aprende a polarizar (pasar de un afecto a otro antagónico) como un modo de completar una realidad que se le presenta en trozos, fragmentada, y como este método es exitoso lo sigue aplicando a lo largo del tiempo; pero llega un momento (especialmente en el comienzo de su escolaridad, pero antes también) en el cual esta forma de conocer (circularidad, plasticidad, pensamiento concreto, en imágenes, etc.) le resulta insuficiente para abordar ciertos problemas de su vida cotidiana. Su primera reacción es, entonces, la desorientación, luego entra en confusión, y es en ese momento cuando la bipolaridad aparece, precisamente, como respuesta a esa desorientación y confusión, pero como un error. A estos frecuentes “errores” la Psiquiatría los denomina “síntomas”. Pero mi comprensión de la sanación (como en este momento de mi vida la entiendo) no es el concepto que tienen de ella la medicina o la psicología tradicionales, sino que ser sano consiste en desplegar las potencialidades que cada uno de nosotros tenemos en nuestro interior.
Por último, la bipolaridad es “autocreada” (no tengo mejor palabra), quiero decir que no es una condición estructural, sino un estado de sufrimiento generado por creencias (“oscilar es malo”, “hay que lograr la estabilidad como sea”, etc.). Por lo tanto, si la persona lograra liberarse de esas creencias que le causan semejante padecimiento, podría expresarse artísticamente, ser un verdadero creador y dejaría de sufrir a tal extremo.
Por lo tanto, ante un bipolar tal vez la primera pregunta que hay que formularse sea:
¿Cuál es el talento que no habrá desarrollado hasta ahora esta persona para que se haya transformado en bipolar?
Lo invito, estimado lector, a continuar caminando…
Capítulo IV
LA BIPOLARIDAD
COMO PADECIMIENTO
A veces no soy más que un ateo
de ese mi dios que soy cuando me exalto.
Fernando Pessoa
En los capítulos anteriores hemos analizado la tristeza y la alegría, y algunas de sus formas exacerbadas, señalando que en realidad estas dos manifestaciones están muy íntimamente relacionadas, ya que las une una misma condición emocional de origen. Así, la tristeza nace ante la pérdida o ausencia de lo que se ama, y la alegría, ante su encuentro o su presencia, de manera que es casi imposible pensar que el sufrimiento depresivo o el maníaco pueden darse aislados. Por el contrario, todo hace presuponer que, aun en las manifestaciones más aparentemente unipolares, si se hace un exhaustivo y profundo examen, se puede encontrar el polo aparentemente ausente, a veces como síntoma corporal, a veces como patrón de conducta, a veces como un afecto disfrazado.
Partimos, entonces, de la idea de que no existe la depresión pura o la manía pura, sino que siempre la oscilación entre ambos afectos está presente en modalidades más o menos encubiertas. Sin embargo, hay personas en quienes el comportamiento afectivo pendular está activo y está presente en carne viva con una fuerza y un esplendor inequívocos. Es ahí donde generalmente los terapeutas hablan del “sufrimiento bipolar”, que expresa de una manera patética y paroxística los dramas más íntimos de la historia de la persona que lo padece.
El rasgo característico de la bipolaridad es, sin duda, su ciclicidad, el hecho de que quien la padece está yendo constantemente de un polo al otro, circulando entre la manía y la depresión, entre la alegría y la tristeza. Esto implica la presencia de un necesario grado de inestabilidad emocional, que es la condición que da posibilidad a la alternancia. Esta alternancia puede revestir varias formas, que veremos más adelante, pero todas comparten un mismo semblante exterior:
Las personas bipolares poseen una gran tendencia a destruir con sus comportamientos todo lo que construyen, trátese de vínculos afectivos, desarrollos profesionales o laborales. “…Al borde estoy de ser / lo que más aborrezco: / Caín de lo que quiero”, dice en estos versos muy gráficamente el poeta español Pedro Salinas.
Es muy frecuente encontrar en los relatos de pacientes con este padecimiento un regular y constante reconocimiento de que fueron sus actitudes las causantes de sus pérdidas, tanto materiales como anímicas.
Manifestaciones externas de la bipolaridad
En las manifestaciones bipolares tiene un rol muy importante la condición interior tanto de aquellos factores como herencia, constitución, humores y hormonas, como los biográficos. Sin embargo, esto no implica exclusividad, ya que los factores exógenos son también relevantes.
Esta conducta se caracteriza por una virtualidad de crisis, por una tendencia rítmica profunda de las oscilaciones del humor, que se reiteran a lo largo de la vida. Esta ciclicidad puede estar separada por “mesetas” de aparente o real estabilidad, pero la posibilidad de caer en una “fase” de depresión o manía está amenazando latentemente.
Otro rasgo importante de los bipolares es la irregularidad de su conducta, que no sigue, generalmente, una línea directriz, sino que sube y baja de acuerdo con su tiempo emocional interno. Esto hace que se resientan sus rendimientos laborales, de estudio, etc., ya que los hace aparecer como inconstantes y poco disciplinados.
Los bipolares tienen una tendencia bastante característica de ir cansándose de a poco, progresivamente. A esto se le une el mismo proceso en el aburrimiento, de modo tal que el bipolar debe, cada tanto, detener su actividad para evitar así estas vivencias, ya que cuando lo invaden siente que son situaciones de las cuales no puede salir.
Otra cuestión de importancia es todo lo relacionado con los vínculos y los proyectos. El bipolar cambia rápidamente de actitud frente a sus proyectos y a sus afectos, le cuesta mantener relaciones durante mucho tiempo y es común encontrar en las historias de estas personas muchas experiencias de cambio laboral y de pareja.
En general, los bipolares tienen una excitación inicial débil y una resonancia de corta duración. Puede ocurrir, sin embargo, que al inicio las nuevas propuestas tengan una intensidad creciente que decae a poco de andar. Esto mismo le ocurre respecto a los objetos y las personas: acercamiento afectivo fácil sin consecuencias prolongadas. Pero en situaciones excitantes, éste puede ser explosivo.
En las profundidades de su alma puede descubrirse un hondo e inconsciente sentimiento de autodestructividad, que seguramente está enlazado con la falta de autoestima y valoración personal. Es como si estas personas expresaran con sus conductas: “Nada puedo tener, porque de nada soy merecedor”.
Esto conlleva, para los pacientes, mucho sufrimiento y penurias de soledad, dificultades materiales y de inserción social, que llenan su corazón de un sentir doloroso e irreparable.
Otra faceta interesante de las personalidades bipolares es la conciencia de ser incomprendidos, más específicamente de que nadie puede entender los motivos del “desastre que han hecho de sus vidas”, en parte porque son ellos los primeros que no saben el porqué.
Esta vivencia de aislamiento y diferencia los lleva muchas veces a excluirse de la vida social, pero no se trata de un sentimiento de orgullo, superioridad o histeria sino de un intenso sentimiento de desarraigo y desconexión. Es para ellos un “callejón sin salida”, no pueden ver la luz al final del túnel y en muchos casos desarrollan una postura de aceptación resignada.
A causa de que los bipolares suelen estar muy conectados con su entorno tienen un natural incremento de la curiosidad. Esto hace que muchas veces estén saltando de una cosas a la otra y que sean evaluados como distraídos cuando en realidad están “devorando el mundo” con su percepción. Con esto se relaciona el horror bipolar al tedio y el aburrimiento y el fuerte desarrollo de los sentimientos de interés que no tiene otro objeto que el estar interactuando activamente sobre las cosas con las cuales se relaciona. Interacción que implica intento de modificarlas o de ser modificado por ellas.
Desde un perspectiva positiva el oscilar implica la capacidad de poder ponerse en otro punto de vista diferente del actual y resulta una buena estrategia para comprender lo que no se conoce. En este pasaje de un polo al otro el bipolar va recorriendo un gama de gradientes a una gran velocidad que le permite, cuando está bien aspectado, alcanzar el dominio de una vasta escala de emociones que le da una enorme capacidad de tonos afectivos y matices en los vínculos y la comunicación.
Las formas del pensar reflejan maneras de vislumbrar y entender el mundo. El pensamiento bipolar es circular, dialéctico, dinámico, totalizador, pleno de cualidades sensibles, como una especie de sistema de conceptos vivos sumergidos en imágenes, de manera que, para él, el universo es una realidad concreta, plástica pero sobre todo en movimiento. Por otra parte, además de este rasgo, el pensamiento bipolar posee una orientación intuitiva y multidimensional. Lo primero lo lleva a ser capaz de llegar a conclusiones sorprendentes aunque no pueda dar cuenta de los procesos que lo llevaron a tal respuesta y, lo segundo, a experimentar los pensamientos como realidades desde incontables puntos de vista simultáneos con una gran intervención de todos sus sentidos.
Muchas veces la bipolaridad no aparece como afecto sino como equivalentes corporales. En estos casos, en general, se reviste bajo la forma de síntomas cíclicos y/o alternantes. Así, por ejemplo, patologías como la epilepsia, la urticaria, el cuadro combinado y alternado de híper e hipotensión, vértigos, cefaleas, diarreaconstipación, fiebres recurrentes, temblores, psoriasis son algunas de las posibilidades por donde se canalizan, sustitutivamente, los afectos de la depresión y la manía.
Francisco Alonso Fernández señala que “se dispone de suficiente documentación para señalar que la personalidad ciclotímica, el terreno predilecto del trastorno bipolar, acumula rasgos positivos para la creatividad filosófica y de otras modalidades, debido a sumar como un privilegio facultades como las siguientes: el instinto de búsqueda de nuevas ideas o experiencias, la firmeza para mantener posturas poco convencionales, el espíritu de riesgo para la lucha social y el debate del pensamiento, entre otras…”.
Esta afirmación del autor de El talento creador (Ed. Temas de Hoy, Madrid, 1996) es coincidente con mis investigaciones al respecto, que apuntan a mostrar que la creatividad del bipolar se amplifica gracias, por una parte, al carácter concreto (por imágenes), intuitivo, multidimensional y dialéctico de su pensamiento y, por otra, a la curiosidad, esta actividad que Fernández Alonso ubica como “instinto de búsqueda de nuevas ideas y experiencias”. Y que Ron Davis le atribuye la cualidad de ser una fuerza más intensa que la gravedad, la energía motriz que está detrás de la creatividad y de la evolución del hombre.
En muchas oportunidades los bipolares tienen comportamientos torpes, son desmañados y deslucidos en sus conductas y parecen ineptos e inhábiles en sus relaciones ...