El imperio romano
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El imperio romano

Ernesto Ballesteros Arranz

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El imperio romano

Ernesto Ballesteros Arranz

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eBook Interactivo. Desde el siglo I, Roma se convierte en el líder político, económico y cultural de Occidente durante cuatro siglos. La influencia de su obra (inspirada sin duda en la helénica) fue decisiva para toda la historia posterior y debe ser tenida en cuenta no sólo en la Historia Antigua, sino también en la medieval e incluso en el Renacimiento europeo que se nutre, como veremos, de gran parte de sus hallazgos.

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Información

Editorial
Hiares
Año
2015
ISBN
9788415874898
Edición
1
Categoría
Histoire

CULTURA

La cultura de la época Imperial es distinta, pero procede sin solución de continuidad de la Baja República. Vamos a desplegar los diferentes aspectos que facilitarán su exposición y recuerdo con fines didácticos.
a) Religión y Moral
La religión constituye los más profundos estratos de la creencia colectiva e influye en la concepción del mundo que un pueblo tiene, y, por tanto, en toda su concepción de la sociedad y la política. Quien crea que religión y política son dos cosas totalmente dis-tintas, no puede comprender del todo al hombre, que es el protagonista de estas dos actividades.
A comienzos del siglo II a.J.C., concretamente en la segunda guerra púnica, a finales del lll (212 a.J.C.), Tito Livio dice que a raíz de la porfiada contienda con Aníbal, comienzan a sentirse en Roma fenómenos religiosos y sociales extraños, y parece «que los dioses fueran otros». Dice así concretamente: «El Foro y el Capitolio andaban llenos de turbas de mujeres que ni hacían sacrificios ni oraban según las costumbres patrias. Embaucadores, místicos y adivinadores se apoderaron de las mentes de los habitantes de Roma, cuyo número había aumentado mucho con la plebe rústica, obligada a refugiarse en la ciudad desde los campos incultos y devastados, víctima de la miseria y el terror. Con lo cual fue fácil a aquellos embaucadores, aprovechando la ignorancia de las gentes, hacer su negocio, que ejercían como si fuese un oficio autorizado.» (Décadas, XV). Añade Ortega: «Roma herida hasta el fondo por Aníbal, obligada por él a combatir a la vez en países distantes (España, Sicilia, África, Macedonia) ha quedado abierta por la herida al mundo de la diversidad y ésta penetra en ella borboteando como un torrente, arrollando los modos tradicionales». (Una interpretación de la Historia Universal, Ortega. «Rev. occid.», pág. 210.).
Nuevas religiones, nuevas concepciones del mundo, nuevos estilos de vida. Son las religiones de Dionisos, Orfeo, y los pitagóricos, la de Démeter, la de Isis, la de Atis, etc… No es que todos !os romanos dejaran de creer en sus antiguos dioses y cambiaran de vida, sino que muchos grupos lo hicieron y la religión tradicional (los auspicios, manes y lares, etc…) dejó de ser una creencia colectiva. Y al perderse esta creencia se debilita y aniquila la concordia común, aquello en lo que todos estaban de acuerdo. El Derecho se funda en un estado colectivo de la vida humana. Al cambiar este estado ha de cambiar el Derecho público. Por eso dice Ortega: «Al quebrarse las creencias comunes, se resquebraja la legitimidad». La religión deja de ser una creencia común y se convierte en un acto discutible. El romano, al enriquecerse, se moderniza y se individualiza. Esto es Io, que Arnold Toynbee llama la «intoxicación por la victoria».
Y no son sólo ideas religiosas, porque durante el siglo II a.J.C. siguen entrando en Roma costumbres y creencias griegas y asiáticas, como el refinamiento corporal, la homosexualidad, etcétera, hasta que a mediados del I a.J.C. se atreve a decir César: «¿La República? ¡La República no es ya más que una palabra!».
El propio Cicerón, pontífice máximo, no cree en los dioses. Los emperadores suelen ser pontífices y hay pocos que crean en los dioses tradicionales. Pero se es consciente de que el vacío espiritual que constituye la falta de religión es el principal enemigo de la situación política y varios emperadores (Decio, Valeriano, Diocleciano) tratan de revitalizar los antiguos cultos, pero ya es tarde. Además de las religiones anteriormente apuntadas, se extienden durante el Imperio la de Mitra, el judaísmo, el cristianismo y otras varias. Alejandro Severo es el gran tolerante que admite todas las religiones y las rinde culto. La mitología olímpica, reimplantada por Octavio,y aún más, la vieja religión animatista y «numinosa» de los romanos, ya no son más que fórmulas vacías y sin sentido. Precisamente podemos considerar al Imperio como el período sin religión, es decir, como la transición entre la muerte de las antiguas creencias y la maduración de las que van a sustituirlas: el Cristianismo, que ya nos introduce en la época siguiente.
Cierto es que los Emperadores emplean la religión como un instrumento político, haciendo sacrificios y ex-votos a la Paz, al Imperio y al Emperador, que era divinizado después de morir (Divo).Hubo períodos de cierta originalidad religiosa, como el estoicismo de Marco Aurelio o la religión solar de Aureliano.
La moral de esta época sufre una relajación parecida y se hace preciso que el Estado intervenga cada vez más en la vida pública hasta llegar al absolutismo del Bajo Imperio, donde el poder del Estado se impone totalmente al individuo, reduciéndolo a un número en su corporación o gremio.
El estoicismo pone las bases de una nueva moral en el siglo I y II d.J.C. y luego es el cristianismo el que establece el principio moral.
En resumen, el Imperio es una época de vacío religioso y moral, de búsqueda de nuevas soluciones que puedan sustentar una nueva política, una nueva ciencia, un nuevo arte.
b) Ciencias y Filosofía
Ya hemos dicho que los romanos no son buenos científicos, no son propicios a la teoría. Todo hombre, y todo pueblo por un impulso mimético, tiene un ideal de vida, una imagen del hombre que quisiera ser. En persecución de ese ideal gasta el hombre todas sus energías. Los griegos comprenden la vida por medio de la teoría. Los romanos la comprenden en el respeto religioso; de ahí su imperturbable seriedad ante la vida.
Existen algunas figuras, como Claudio Ptolomeo, del siglo I d.J.C., pero ya hemos hablado de él en otro lugar, porque aunque es del tiempo del Imperio, pertenece al mundo helenístico. Lo mismo podríamos decir de Estrabón, pero hay geógrafos originales como Pomponio Mela.
Galeno es un médico del siglo II d.J.C. que vivió toda su vida en Roma, aunque se forma en la tradición y experiencia de Alejandría. Sus estudios y consejos fueron muy respetados en la Edad Media. Tuvo además afición por la teología y la lógica.
No sólo no crearon teorías, sino que rechazaron tercamente las de otros pueblos. La única filosofía que influyó en Roma fue el estoicismo; pero no debe culparse a la filosofía de la disolución moral y religiosa de los romanos, porque ésta comenzó en el II a.J.C., mientras que el estoicismo sólo dominó en Roma tres siglos después. Fue la filosofía de nobles y burgueses, pero se extendió sobre capas tan amplias de la sociedad, que transformó la vida de Roma, desde el Emperador (Trajano, Adriano y Marco Aurelio eran estoicos), hasta el más bajo de sus súbditos. De este modo la vida se hizo especialmente feliz y tolerante. El estoicismo obró como una especie de creencia colectiva, llenando por algún tiempo aquel hueco que la religión había dejado. Pero una filosofía, por convincente que sea, nunca puede ser creencia colectiva de un pueblo; a lo más, de una pequeña minoría.
Durante el siglo ll, pues, domina el Imperio una burguesía occidental ilustrada que eleva al poder emperadores hispanos y galos. Pero a finales del II ...

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