1. MARCO CONCEPTUAL DE LA NUEVA EDUCACIÓN A DISTANCIA
La dinámica de la educación superior, en general, y también en América Latina y el Caribe, ha estado sujeta a la tensión de una expansión de demandas de acceso, que impulsa su masificación, asociada a procesos de diferenciación y a sus características. Estas han variado, siendo una de ellas la diferenciación asociada a la educación a distancia y a la incorporación de tecnologías de comunicación. En estos contextos de diferenciación se tienden además a modificar lentamente los mecanismos de regulación, de financiamiento y el carácter exclusivamente nacional de los procesos educativos.
Para permitir responder a las múltiples demandas de acceso a la educación superior, las universidades, así como los sistemas de educación superior, tienden a diferenciarse. Se parte del supuesto de que a medida que los sistemas se hacen más grandes y complejos, la diferenciación se conforma como el mecanismo para dar cabida a las diversidades de públicos estudiantiles y de espacios de trabajo, incrementando su diversidad (Parsons y Platt, 1973; Clark, 1991) y ofreciendo un rango de ofertas mayores (Texeira et al, 2012).
Es este un proceso que se realiza de varias formas, entre las cuales se destaca una diferenciación de sectores con la expansión de la educación privada; de instituciones, con la creación de instituciones tecnológicas, regionales, multiculturales; de niveles, con la expansión de diversos posgrados. Hay también procesos de diferenciación atendiendo a la localización local, nacional, regional o internacional de las instituciones. Este amplio proceso de diferenciación también está asociado tanto a la expansión del conocimiento como al desarrollo de nuevos campos de demandas laborales.
La diferenciación también se expresa en la incorporación de nuevas pedagogías y modelos curriculares, que se ha evidenciado en la creación de la educación a distancia, o de modelos duales estructurados con una particular articulación entre teoría y práctica en las empresas.
Ello ha permitido que las TIC se constituyeran en uno de los mayores impulsores de los procesos de diferenciación institucional y pedagógica y, a la vez, en la base de la transformación de la educación superior. Es en el contexto de los aumentos de la demanda y de la expansión de las tecnologías, que la región atraviesa una dinámica de expansión de la educación a distancia, la cual a su vez también sufre procesos de diferenciación entre formatos b-learning (semipresencial), e-learning (virtual), y a-learning (automático).
La expansión de las demandas de acceso a la educación superior impulsa una creciente diversidad de procesos de diferenciación institucional, pedagógica y también de niveles, de localización y de modalidades. Los procesos de diferenciación de la educación a distancia actúan a su vez sobre la ecuación de costos y la accesibilidad, constituyendo instrumentos muy eficientes en el aumento de la cobertura, dada la desigualdad de los ingresos y la segmentación social de los estudiantes.
La expansión de las tecnologías de comunicación e información con la digitalización, además de facilitar la diferenciación de las pedagogías, promueve el impulso a la diversidad de modalidades no presenciales. Esto se expresa en el pasaje que va desde los procesos de enseñanza a distancia de primera generación (libro) y segunda generación (radio y televisión), a dinámicas crecientemente virtuales (como plataformas Learning Management System o LMS, y MOOC), más allá de formas crecientemente hibridas, mixtas o b-learning en la educación presencial.
En general, la diferenciación está impulsada por múltiples determinantes, entre los cuales se destacan la expansión de los conocimientos, la diferenciación de las demandas de formación y las particularidades de los estudiantes; pero también por la propia diferenciación de las instituciones para ajustarse a ello. Asimismo, está impulsada por las múltiples articulaciones entre los espacios laborales y las ofertas de las instituciones. La diferenciación en todas sus variantes está asociada también al aumento de la división social y técnica del trabajo, resultado de las oportunidades de mercado, de los diversos desarrollos sociales y de los cambios e innovaciones tecnológicas. En este sentido, la irrupción y expansión de la educación no presencial con sus diversas expresiones es una derivación de esos procesos referidos. La educación a distancia se constituye como un mecanismo de primera importancia en la democratización del acceso y de la formación profesional por sus estructuras de costos y la amplia cobertura regional y social que permite.
El segundo marco conceptual del trabajo refiere a que esta diferenciación institucional impulsada a escala mundial tuvo su impulso en el hecho que desde los años 70 se iniciara a una nueva revolución tecnológica centrada en la microelectrónica, la programación informática y la digitalización. Más allá de un basamento en la expansión de los conocimientos, esta quinta revolución tecnológica, bajo los ciclos de Krondratieff (1956 [1926]), está cambiando radicalmente las estructuras de nuestras sociedades y también de la educación superior y está impulsando la educación virtual. La diferenciación previa permitió y facilitó la expansión de los componentes de la revolución tecnológica digital, impulsando una rápida digitalización de la educación a distancia previa. En tal sentido, la educación semipresencial ocupa el lugar de la “prehistoria” de la educación virtual en curso.
El tercer marco conceptual de este trabajo refiere a la relación entre el desarrollo de las tecnologías de comunicación e información y las ofertas educativas. El cambio de las tecnologías de comunicación e información se constituye en la base de las transformaciones de la educación a distancia, en lo que se ha llamado “las generaciones de la educación a distancia”, que “evidencia el desarrollo de una amplia diversidad de ofertas de educación a distancia asociados al tipo de envases, plataformas o soportes derivados de la innovación de los mecanismos de transmisión de la información” (Bates, 2000). La educación a distancia apoyada en el libro, la radio, la televisión o las plataformas virtuales LMS ha constituido un relativo camino de desarrollo de la educación mediada por tecnologías, por lo que las oportunidades de la diferenciación institucional y de la ampliación de las capacidades de oferta, en la educación a distancia, se vinculan a esos desarrollos de las TIC. A medida que se produce un aceleramiento de la innovación y una creciente competencia empresarial asociada a esos procesos de “creación destructiva” de tipo schumpetereanos, los cambios en las dinámicas de la educación a distancia se hacen más intensos.
Sin duda, estos desarrollos tecnológicos no solo determinan las diversas modalidades de la oferta educativa, sino que ellos impactan en las estructuras de costos y en el alcance territorial de los accesos a la educación, así como en las pedagogías de enseñanza, las características de los recursos de aprendizaje y el rol de los tutores, profesores, autores o técnicos de soporte.
El cuarto marco conceptual que soporta este libro es la hipótesis de que toda la educación históricamente se mueve desde modelos de enseñanza exclusivamente presenciales, sustentados en el trabajo docente, hacia procesos de aprendizaje que se apoyan en los recursos de aprendizaje, y que podríamos llamar como trabajo “muerto” (pasado) realizado por docentes o autores y expresado en recursos de aprendizaje, equipamientos tecnológicos o software aplicativos. Es decir, en los aprendizajes, de una enseñanza basada únicamente en el trabajo docente se ha pasado a dinámicas educativas que aumentan el peso de los recursos (libros, videos, plataformas, etc.). Este es un proceso de largo plazo que se asocia a la tendencia al aumento de los costos de las actividades presenciales y a la búsqueda de mecanismos para la reducción unitaria de esos costos mediante la incorporación de las tecnologías de comunicación y del desarrollo de formas de “envolver” o “envasar” el conocimiento en soportes no humanos. Esta dinámica histórica de sustitución o complementación del trabajo directo por herramientas es diferenciada para los distintos sectores técnicos y económicos. En la cultura, por ejemplo, se expresó en la irrupción de la llamada “industria cultural”, gracias a la cual el acceso a la cultura dejó de ser exclusivamente presencial para, de manera creciente, estar mediado por las tecnologías analógicas radio y televisión o por las imprentasesta. En la educación actual, y especialmente en la educación superior, el avance de los accesos en red, las plataformas virtuales o los recursos de aprendizaje digitales, así como los múltiples softwares de enseñanza se constituyen en las bases de la educación a distancia en el marco de la revolución digital y en la incorporación de tecnologías en la enseñanza, asociados a estructuras de menores de costos, mayores escalas de la cobertura y mejores niveles de calidad de los aprendizajes.
La dinámica de la educación superior en América Latina está determinada por esas tendencias generales de los procesos educativos. A medida que aumentan las demandas de acceso por parte de sectores de menores ingresos o tradicionalmente excluidos y que, por ende, se presentan más dificultades de acceso bajo los sistemas tradicionales presenciales, la educación a distancia se conforma, a su vez, como un escenario de amplias oportunidades educativas para estos grupos.
2. EL CONTEXTO: LA UNIVERSIDAD DIGITAL: REDES, INNOVACIÓN E INVESTIGACIÓN
El nuevo contexto socioeconómico está dado por un sistema social basado en la innovación permanente y que, de manera dominante, se asocia a la introducción de tecnologías digitales. En el campo educativo esto también sucede, y se manifiesta en pedagogías informáticas, sistemas de gestión automatizados y educación virtual. Tales procesos de enseñanza facilitan la creación y el funcionamiento de una universidad nueva y diferenciada: la universidad-red. De acuerdo con esta hipótesis, analizaremos cuatro ejes ordenadores de este concepto: la innovación como centro de la vida social; lo digital como eje de esas innovaciones; la pedagogía informática como derivación de la introducción de las nuevas formas digitales y la universidad-red como expresión institucional de la nueva forma de encarar los procesos de enseñanza y de aprendizaje.
1. LA INNOVACIÓN COMO CENTRO DE LA VIDA SOCIAL
La innovación se ha constituido en la base del desarrollo y en el centro de un sistema socioeconómico que, según el economista Joseph Schumpeter (1883-1950), ha dado fuerza al creciente capitalismo del conocimiento. La innovación impulsa la creación permanente de procesos, productos e ideas, con lo cual acompaña cambios en la dinámica social y en la creación y transformación de los mercados. Es un proceso que altera la relación entre los hombres y entre estos y la naturaleza, y que implica también la destrucción de capacidades, procesos y dinámicas anteriores.
Ello cambia, sin duda, las lógicas tradicionales de la educación, cuyo eje ya no descansa en la enseñanza de las “verdades” del pasado sino en el impulso una educación permanente, centrada en la investigación y actualización, que caracteriza al siglo XXI. Esta nueva dinámica socioeducativa introduce la incertidumbre, el cambio permanente, la obsolescencia y el reciclaje de conocimiento.
Sin lugar a dudas, el mundo de hoy no es el del pasado. Es un mundo basado en la innovación, cuya dinámica económica y social se centra en la creación de conocimiento, tal como sostienen los enfoques neoschumpeterianos de crecimiento endógeno. De hecho, es el aporte de Alvin Toffler (1970): vivimos en una sociedad caracterizada por la incertidumbre del cambio permanente con un permanente “shock del futuro” y de la información (powershift).
Esta es la base sobre la cual se consolida el contexto de las universidades en términos de expansión del conocimiento y de aumento de la producción intelectual (doctores, revistas, artículos, patentes, etc.) y de una población económicamente activa más formada y competente para crear y producir conocimiento y que, por supuesto, lleva a una transformación de los mercados laborales, de las formas del trabajo y de la especialización de las tareas y los procesos.
Este panorama, indudablemente, nos plantea nuevos paradigmas educativos sobre la base de que la educación no es una mera derivación mecánica de los cambios societarios; pero que, sin embargo, se va reconfigurando sobre el vórtice de la digitalización, la microelectrónica y la programación informática que son los ejes del sistema socioeconómico.
El sistema capitalista funciona sobre la base de fases y dinámicas de ciclos, tal como lo mostró el economista ruso Nicolái Kondrátiev (1892-1938) en el análisis de las etapas ascendentes y descendentes, y de sus puntos de ruptura. Sobre estos enfoques algunos caracterizan a la fase actual como la quinta fase del capitalismo. Otros se refieren a esta como la sociedad tecnotrónica, la sociedad de la información, en tanto otros la denominan fase postindustrial, digital, etc. Varios nombres y conceptualizaciones analizan la nueva forma de estructuración de la relación del hombre con la naturaleza y el funcionamiento de una sociedad en la fase actual, impulsada por la microelectrónica y la programación informática en particular.
Lejos quedan la cadena de montaje chaplinesca registrada en la película Tiempos modernos (Chaplin, 1936) o los molinos de viento que describe Cervantes en El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, en términos tecnológicos, del trabajo y de la educación; pues el mundo hoy descansa sobre lo digital como centro que estructura una nueva relación, mediada por el conocimiento, entre los hombres y la naturaleza.
Cuesta caracterizar el mundo bajo una lógica digital —tal como nos costó, en su momento, visualizar la parodia chaplinesca de la cadena de montaje en Tiempos modernos, que hace referencia a la forma en que se realiza el trabajo—. En este escenario nuevo, la innovación no se refiere meramente a la incorporación de componentes digitales, sino que conforma una nueva manera de estructurar el trabajo humano por medio de la digitalización. Este cambio incide en la forja de nuevas formas de estructuración en la educación, en la vida social, en la interacción y, por supuesto, en la incorporación del conocimiento al trabajo.
Ahora bien, surgen dos interrogantes: ¿cómo se incorpora el conocimiento en la vida diaria?, ¿cómo se hace en la vida del trabajo? Para responder el primero, parafraseamos a Arquímedes (287 a. C.) con su conocida expresión: “Dadme una palanca y moveré el mundo”. De la misma manera, como las acciones de nuestro cuerpo nos llevan a la incorporación del capital humano, los instrumentos y los mecanismos digitales informáticos, en su calidad de extensiones corporales cibernéticas, nos conducen a una nueva forma de anexión del conocimiento en la sociedad. Por analogía, la palanca en los tiempos contemporáneos es lo digital”, que desde la ciencia permite manejar, administrar e incorporar conocimiento en tanto procesos de creación de valor en el trabajo.
La teoría del capital humano supone que el conocimiento se incorpora al trabajo a través del cuerpo. Pero a medida que se desarrollan formas de envasar y codificar el conocimiento, en entornos analógicos antes y digitales ahora, el trabajo intelectual vivo pasa a ser crecientemente trabajo pasado o muerto (hoy digital) como eje de la creación de valor y de la incorporación de conocimientos en el trabajo. La incorporación del conocimiento en la vida del trabajo se sostiene en la propia separación de la labor “bruta” o simple y la labor intelectual, y se realiza a través de la tarea de profesionales y técnicos u obreros o administrativos especializados, y cuyo valor agregado se soporta en habilidades conformadas en ideas, datos e información. Al efecto, cabe preguntarnos lo que separa a una persona con formación de una persona que no la tiene: sin duda, más allá de que no existe una persona sin formación, lo que separa sus trabajos es el volumen de información y su capacidad diferenciada de administrar y manejar información, y de tomar decisiones en función de esa información.
El trabajo de los profesionales se centra exclusivamente en diagnosticar y en responder. Para ello se requiere, en la actualidad, de los múltiples formatos cibernéticos que permiten procesar datos y crear informaciones. Un médico diagnostica a un paciente gracias a equipos médicos que le dan información para poder prescribir una posología. Un ingeniero diagnostica un problema estructural a partir de equipamientos que le dan información para poder sugerir una solución. Un arquitecto diagnostica una necesidad de estructura urbana o de vivienda y presenta un plano bajo el software Autocad. Un economista adelanta un estudio de mercado gracias a planillas de Excel. Finalmente, un sociólogo estudia una realidad social a partir de procesar datos gracias al software SSPS. Todos trabajan a partir de diagnósticos y gracias a sistemas de información, o dan respuestas en aplicaciones informáticas. Y esto acontece en todos los campos profesionales.
En tal sentido, la capacidad de diagnosticar se asocia a la posibilidad de manejar información y datos, de generar sistemas de interpretación de los datos, de generalizar datos y, por lo tanto, de crear sistemas de información referenciales para la toma de decisión. Los profesionales contemporáneos hemos impulsado nuestra función social mediante la incorporación de conocimientos al trabajo a partir del apalancamiento proporcionado por herramientas informáticas. Podríamos decir que lo digital es el eje creciente de la existencia del trabajo intelectual y profesional, así como de su mayor productividad.
2. LO DIGITAL COMO EJE DE LAS INNOVACIONES EDUCATIVAS
Trasladándonos a la esfera de la educación, vemos como esta también vive una lógica de innovaciones, cuyo centro se ubica también en lo digital y virtual. Esta es la palanca sobre la cual se incorpora la innovación en nuestra sociedad, en tanto permite incorporar conocimientos e impulsar el capitalismo cognitivo como sistema social crecientemente dominante en los modelos de negocios, en los procesos de trabajo y en la competencia.
La innovación siempre ha estado presente en el mundo educativo: las reformas universitarias, la autonomía y el cogobierno, el ciclo básico, la didáctica, las estructuras organizacionales, la propia aula o la departamentalización, así como la universidad humboldtiana o la profesional. Todo ello ha representado innovaciones educativas significativas en sus diversos momentos. Sin embargo, la innovación dominante hoy se estructura sobre la base de los impulsos derivados de lo digital, en tanto permiten lograr mejores niveles de eficiencia en el aprendizaje, en la flexibilidad o en la gestión y en el carácter en red, individual y global de los procesos de enseñanza.
La educación apunta a una educación permanente, a la diferenciación y a la especialización, articulada a la creciente división social y técnica del trabajo, y a la expansión del conocimiento. En efecto, existen más de 400.000 campos disciplinarios, de trabajo y certificaciones y, a medida que el conocimiento se expande, se torna más especializado, global y diferenciado para dar respuestas a más cantidad y complejidad de problemas. En esta realidad cognitiva estamos pasando de la educación repetitiva tradicional a la educación creativa centrada en la investigación. Esta dinámica de expansión del conocimiento y de renovación educativa constante hace patente la obsolescencia del stock de saberes anteriores. Como lo señala Jean François Revel en su obra El conocimiento inútil (1993...