Manual de criminalística moderna
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Manual de criminalística moderna

Alain Buquet

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Manual de criminalística moderna

Alain Buquet

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Disciplina activa en un campo muy vasto: crimen organizado, terrorismo, fraude, etc., la criminalística es la ciencia aplicada a la investigación de la prueba.Con ayuda de gráficas y de ilustraciones expresivas, esta obra didáctica, concreta y metodológica explica cómo las ciencias legales y la alta tecnología (ADN, láser, química refinada, etc.) operan al servicio de la policía y de los magistrados, en su lucha contra todas las formas mayores de criminalidad.Este manual es uno de los primeros y más importantes que se publican en el último decenio. Presenta de manera detallada la criminalística tal como se practica actualmente en algunos paises europeos, lo mismo que en el mundo anglosajón (forensic sciences).

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Información

Año
2014
ISBN
9786070306280
Categoría
Jura
Categoría
Strafrecht

1. ALGUNOS CASOS ESCLARECIDOS GRACIAS A LA CRIMINALÍSTICA

1. TERRORISMO INTERNACIONALACCIÓN DIRECTA

Entre 1979 y 1986, el grupo terrorista Acción Directa reivindicó alrededor de 66 atentados.
El primero —ametrallamiento del CNPF— se remonta al 1 de mayo de 1979, y el último —asesinato del señor Georges Besse— al 17 de noviembre de 1986.
Durante este periodo, las actividades de este grupúsculo fueron cada vez de mayor envergadura. En su origen, los miembros de la organización clandestina eran simples ponebombas vacilantes y en ocasiones torpes, pero con el correr de los años, a partir de comienzos de 1985, se convierten en asesinos. Su primera víctima: el ingeniero general de 1ª clase René Audran, director de Relaciones internacionales en el ministerio de Defensa. Lo acribillan de varios proyectiles de arma de fuego frente a su domicilio de La Celle-Saint-Cloud, a la vista de su hija, el 25 de enero, a eso de las ocho y media de la noche. Luego vienen las tentativas de homicidio por arma de fuego contra el inspector general del ejército Henri Blandin (26 de junio de 1985), en París, y contra el vicepresidente del CNPF, Guy Brana, y su chofer en Vésinet, el 14 de abril de 1986, y por último el asesinato de Georges Besse, CEO de la fábrica Renault desde enero de 1985. A partir de fines de 1985 y principios de 1986, la determinación de estos terroristas fue todavía mayor: citemos el ametrallamiento y atentado con explosivos a la sede de la Interpol que, en esa época, estaba situada en el 26 de la calle Armangeaud en Saint-Cloud.
La larga escalada culmina el sábado 21 de febrero de 1987 en el “aguantadero” del movimiento, una granja situada en Vitry-aux-Loges, pequeño pueblo de la periferia de Orleans. Como resultado de diversos informes serios, concordantes y coincidentes, de tres servicios de policía desde varias semanas atrás, se da la señal de asalto a la granja a las 20:50 horas por la autoridad a cargo. En cinco minutos, los cuatro jefes históricos de la organización: Jean-Marc Rouillan, Nathalie Menigon, Joëlle Aubron y Georges Cipriani, son interceptados y neutralizados por los hombres del RAID, que explotaron a fondo el efecto sorpresa para evitar una matanza, ya que los miembros de Acción Directa estaban poderosamente armados. La operación policial es un éxito total: ni una sola víctima en ninguno de los dos campos. Hay que destacar que el dispositivo desplegado era apabullante: tres servicios de policía, perros de presa, helicópteros, etcétera. Inmediatamente después del arresto comienza la búsqueda; que será larga, ya que culminará el domingo 22 de febrero, cerca del mediodía, cuando varios magistrados instructores de la 14ª sección del ministerio público encargado del asunto terrorismo llegan al lugar. La investigación será de lo más fructífera, porque la granja de Sologne de Vitry-aux-Loges es de hecho el centro operativo de la organización. El arsenal descubierto es impresionante, y comprende once armas: tres de repetición, un fusil de asalto Fal, una pistola ametralladora Vigneron y una ametralladora Sten; dos revólveres Smith y Wesson (357 y 38 especial); seis pistolas automáticas, entre ellas 3 colts 45, calibre 11.43 mm, un GP 35 mm Sig Sauer (calibre 9 mm) y un Herstal (calibre 7.65 mm), una decena de cajas de municiones. A lo que se añade un lote de explosivos en barra, un centenar de detonadores (Davey-Bickford) y varios centenares de metros de cuerdas detonadoras, contactos de tiempo y un manual técnico para tender trampas de explosivos para vehículos.
Los peritajes balísticos efectuados a pedido de Jean-Claude Willemin, magistrado instructor de los casos Audran, Besse, Brana y Blandin por los ingenieros del laboratorio del muelle del Horloge fueron llevados a cabo con rapidez. De las once armas capturadas, siete fueron empleadas en homicidios o estuvieron a punto de hacerlo. El fusil de asalto Fal de calibre 5.62 mm fue utilizado contra Guy Brana y el señor Fernández, su chofer, herido con dos balas. La pistola ametralladora Vigneron se utilizó contra el inspector general Blandin, situación en la que únicamente su auto recibió impactos, pero también en el atentado contra Brana. El revólver Smith y Wesson 38 especial ultimó a Georges Besse, y la pistola GP 35 también fue empleada durante el tiroteo. Por último, la pistola Sig Sauer se utilizó en la tentativa de asesinato de Henri Blandin.
La tarea de los técnicos de balística no fue fácil, pero el estudio de las balas en el microscopio comparador, de las vainas (impacto del percutor) y el de las huellas de la extracción de la culata y el eyector permitieron una identificación rápida a pesar del maquillaje clásico.
En efecto, basta con pasar tres o cuatro veces un papel de lija grueso por un cañón para falsear esas rayaduras capitales y modificar la firma de un arma. Luego, como lo hacía Mesrine, también puede darse un limazo sobre el percutor, complicando sobremanera de ese modo la identificación de las vainas. Por último, solución radical, puede cambiarse o el cañón o el cuerpo del arma culpable. Precisamente, fue esta última estratagema la que utilizó Acción Directa para el asesinato de Georges Besse, utilizando la pistola GP 35 cuyo cañón, luego de ser utilizado, volvió a instalarse en el cuerpo de un arma neutra.
Lo más extraordinario fue el descubrimiento de una enorme masa de documentos que incluyen una gran parte de los archivos y planes futuros del movimiento, así como de los materiales que sirvieron para su elaboración (fotocopiadora, varias máquinas de escribir, planchas de letras de transferencia del tipo Letraset, sobres “crudos”, el logotipo original, constituido por una estrella de cinco puntas, etcétera). Del estudio de los documentos surge que la “banda de los cuatro” tenía múltiples intereses y había constituido numerosos legajos sobre personalidades políticas, patronales o de lo más granado de París, libretas de direcciones, falsificaciones de todo tipo (documentos de identidad, tarjetas de ministerio, fichas de estado civil, etcétera), documentos técnicos sobre los explosivos y dispositivos de encendido, las matrices originales de las reivindicaciones enviadas a los medios, sobre todo la reivindicación del asesinato de Georges Besse.
Gran parte de los documentos incautados fue objeto de varias misiones de peritaje sumamente abarcativas. Era un verdadero trabajo de titanes en un plazo corto en el que cada documento fue identificado en el plano dactilográfico, reprográfico, soporte de papel, confección de los sobres, fabricación de documentos falsos,1 etcétera.
Para cada caso se estableció un cuadro sinóptico que establecía la comunidad de origen de las cartas reivindicatorias a partir de elementos distintos. Fue así como resultó posible empalmar entre sí 25 textos de reivindicaciones de atentados entre la dirigida a la AFP referente al atentado contra el Instituto Atlántico de relaciones internacionales, el 12 de julio de 1984, y el texto de reivindicación del asesinato de Georges Besse, el 17 de noviembre de 1986.
También se encontraron ciertos documentos que habían sido fabricados por la oficina descubierta en 1981 y cuyo peritaje había durado ocho meses.
Para la historia menuda señalemos que, durante las investigaciones, los servicios de policía utilizaron la fotocopiadora Canon PC 25 y varias máquinas de escribir para las necesidades del procedimiento.
Cuando estos materiales llegaron a manos de los peritos, los cartuchos negro, rojo, verde y azul marino de la fotocopiadora estaban prácticamente vacíos. Una observación análoga puede formularse por lo que respecta a las cintas de los casetes que equipan a algunas de las máquinas de escribir. Poco faltó para que la identificación resultara imposible, lo cual habría sido muy perjudicial, sabiendo que es rarísimo que los terroristas confiesen, y, en el caso de Acción Directa, sus miembros conservaban una mudez absoluta durante los interrogatorios, tras haber indicado que no tenían nada que declarar. Esta estrategia defensiva se prolongó en cada caso durante las diversas audiencias de la Sala en lo Criminal especial, que se desarrollaron ante una jaula de acusados vacía. En 1994, los miembros de la organización son condenados a reclusión perpetua más un periodo de seguridad de dieciocho años, en particular por el asesinato del general Audran en 1985 y el ex CEO de Renault, Georges Besse, algunos meses más tarde.

2. LAOPERACIÓN URUGUAY”, BRASIL

Durante las elecciones presidenciales de Brasil en 1989, Fernando Collor de Mello, candidato de la derecha populista, es elegido el 17 de diciembre en la segunda vuelta con el 53 por ciento de los votos contra el 47 por ciento para Luiz Ignacio Da Silva. Algunos días después de su entrada en funciones, el 16 de marzo de 1990, el presidente anuncia un muy severo plan antiinflacionario: sobre todo, bloqueo de los haberes en las cuentas bancarias, lo que provoca una caída brutal de la actividad del país.
A comienzos de mayo, el presidente pone en marcha un plan de reducción de los gastos estatales que prevé el despido del 20 al 25 por ciento de los 1.6 millones de funcionarios y la privatización de las empresas públicas “no estratégicas”, vale decir, que pone fin a cuatro decenios de proteccionismo industrial. El 3 de octubre de 1990, las elecciones regionales y federales, marcadas por una fuerte tasa de abstención, son favorables a los candidatos que apoyan a Collor, pero la segunda vuelta de las elecciones de gobernadores del 25 de noviembre constituye un revés inesperado y serio para el presidente. A partir de fines de 1990 la atmósfera general de Brasil se degrada, para conducir a una previsible caída del jefe de estado. Tras el fracaso de sus dos planes precedentes de estabilización económica, el poder propone un nuevo gran proyecto de reconstrucción nacional. Sin embargo, el 5 de abril de 1991, el tribunal federal de San Pablo establece la inconstitucionalidad del congelamiento de los haberes brasileños. El 8 de mayo, golpe teatral, la ministro de Economía, señora Zelia Cardoso, dimite, arrastrando a varios otros miembros del equipo gubernamental. A lo largo de 1992, la aceleración de los casos es rápida: en efecto, durante enero, dimisión en cascada del ministro de Trabajo y el secretario de estado de Acción Social, el ministro a cargo de la Integración Económica y, por último, del ministro de Salud, acusado de corrupción: la situación económica de Brasil es catastrófica, la deuda externa más importante del Tercer Mundo se eleva a 122 mil doscientos millones de dólares. El FMI concede una ayuda de 2.1 millones de dólares para evitar la bancarrota.
En el mes de marzo de 1992, el presidente Collor obtiene la dimisión colectiva de su gabinete, para proceder a una reconstrucción ministerial.
El 24 de mayo hace saber que va a perseguir ante la justicia a su hermano Pedro, quien lo acusa públicamente de haber cobrado millones de dólares realizando negocios ilícitos y de haber consumido cocaína a los 25 años. El caso de familia se convierte en un caso de estado. Se constituye una comisión de investigación parlamentaria. El 3 de agosto de 1992, el ministro de Educación presenta su dimisión, aduciendo que el gobierno en funciones está más preocupado por su propia supervivencia que por el destino del país.
En el mes de agosto, el doctor Roberto Delmanto, abogado de Claudio Francisco Vieira, secretario de la presidencia, toma contacto telefónico para proceder al estudio de varios documentos que diferentes peritos brasileños consideran polémicos, y anuncia su próxima llegada a París. El 24 de agosto de 1992, la Comisión de investigación parlamentaria publica un informe abrumador que desmonta una gigantesca red de reciclaje de fondos secretos de la que hicieron uso el presidente Collor y su entorno. La destitución del jefe de estado está en marcha.
A comienzos de septiembre, el doctor Delmanto, abogado de Vieira, me hace llegar diferentes fotocopias color para que pueda ponerme a trabajar. Por otra parte, fijamos una entrevista en París para entregarme en propias manos los originales, que conservaré varios días para que las investigaciones puedan desarrollarse sin precipitación y proceder yo a exámenes técnicos y científicos no destructivos, o sea, sin perjudicar de ningún modo los documentos, ya que no estoy autorizado a efectuar ninguna remoción.
El 29 de septiembre de 1992, la Asamblea nacional vota la destitución del presidente Collor por una enorme mayoría: 441 votos sobre 503. Por consiguiente, es suspendido en sus funciones a partir del 2 de octubre; el vicepresidente, Itamar Franco, se convierte entonces en presidente de hecho. Los senadores, a su vez, van a pronunciarse sobre las acusaciones de corrupción que se hallan en el origen de esta cuestión. El 12 de noviembre se acusa a Collor de corrupción pasiva y de ser el jefe de una asociación ilícita, y es sospechado por desvíos de fondos por un monto de 55 millones de dólares.
Una de las bases de la acusación descansa en el hecho de que un contrato de crédito por un monto de 5 millones de dólares, firmado entre Vieira y la empresa uruguaya Alfa Trading S.A. para financiar la campaña presidencial, es una falsificación o, en el mejor de los casos, que la fecha del documento no corresponde a la realidad, de donde procede el nombre de “operación Uruguay”.
Con este documento también me fueron comunicadas dos órdenes de pago por 5 millones de dólares cada una y un acta notarial referente a la legalización de la firma del presidente de la empresa prestamista.
En consecuencia, la misión que se confía al doctor Delmanto resultaba delicada, porque de hecho se trataba de un problema de datación. Desde la inculpación del presidente, el abogado penalista era no sólo el abogado de Vieira, secretario de la Presidencia, sino que también estaba encargado de defender los intereses de Collor.
El 30 de noviembre de 1992 realicé un informe completo y fundamentado que permitía inferir que los documentos examinados eran auténticos. El contrato de crédito era una producción informática de una impresora Epson modelo LX 800, que se comercializaba antes de 1989. Asimismo, las firmas correspondían a los especímenes de referencia y de la misma época, etcétera.
Por tanto, de las verificaciones dactilográficas, técnicas, materiales y gráficas, resultaba que la fecha que figuraba en los documentos examinados correspondía a la realidad, o sea, el 16 de enero de 1989.
El 4 de diciembre de 1992, el informe era presentado a la prensa en un hotel de San Pablo, como lo exige la ley brasileña.
El 30 de diciembre, el Senado reconoce al presidente culpable de corrupción por haber tolerado y haberse beneficiado de una red de tráfico de influencias que mancillaba la dignidad de su cargo. El ex jefe de estado fue condenado sine die a la suspensión de sus derechos civiles durante ocho años.
Sus abogados, y sobre todo el doctor Delmanto, no se quedan de brazos cruzados en la defensa de sus clientes. Con el objeto de ser peritados, me someterán otros documentos, que serán objeto de dos informes complementarios fechados respectivamente el 23 de junio y el 6 de septiembre de 1993, y cuyas conclusiones eran favorables a Collor.
El 30 de diciembre de 1993 me presento para una audiencia ante el decano de los jueces de instrucción del tribunal de justicia de Évry, por comisión rogatoria internacional. Esta audiencia se refiere exclusivamente a mi informe del 30 de noviembre de 1992, cuyas conclusiones confirmé y desarrollé oralmente.
Pese al carácter alternativamente dramático y vodevilesco del procedimiento de destitución desencadenado contra el presidente Collor, éste llegará a buen puerto el 12 de diciembre de 1994.
Algunos meses más tarde el doctor Delmanto me dirigió una carta, cuyo contenido es el siguiente:
Estimado doctor, tengo el honor de confirmarle, por la presente, que mi cliente Claudio Francisco Vieira, ex secretario de la presidencia de la República de Brasil, fue sobreseído por unanimidad de todas las acusaciones que se le habían hecho ante la Corte Suprema Federal de Brasilia. Su magnífica opinión grafológica y técnica sobre la llamada “operación Uruguay”, préstamo contraído antes del ejercicio presidencial para financiar la campaña y cuyo excedente fue gastado por el señor Collor durante su mandato, fue de una importancia primordial para el feliz desenlace del proceso. Tanto el ministro informante como el revisor mencionaron expresamente su opinión, su excelente currículum de actividades profesionales, así como el hecho según el cual la acusación no logró producir ninguna prueba en contrario. Su trabajo también fue de una importancia fundamental para el sobreseimiento del ex presidente Collor, por cinco votos a favor y tres en contra, de la acusación de corrupción pasiva. Nosotros, mi cliente y yo, le agradecemos profundamente su formidable opinión, de la que siempre le estaremos agradecidos. Firmado Roberto Delmanto, Advocadia criminal.
Para ser exhaustivos, señalemos que el industrial Paulo César Farías, ex tesorero de la campaña presidencial, también fue sobreseído; en cuanto a Fernando Collor, el 29 de diciembre de 2000 recuperó sus derechos políticos, por lo que pudo haber sido candidato en las elecciones presidenciales de 2002.

3. ELROBO DEL TÍO BONACHÓN”, FRANCIA

Hipólito Fernández Villanueva, un tío bonachón español, emigra a Francia en los años sesenta. Empleado por una empresa de Marsella como experto en montaje de calefacción central, recorre toda Francia de obra en obra, en caravana con su familia. Luego de algunos años se establece en la región parisina y manda construir a crédito una casa en el Loiret. Pero en 1975 sobreviene la desocupación.
A los cincuenta años no encuentra trabajo, y las letras de cambio de la casa se acumulan. Para colmo de desgracias, su yerno se halla en la misma situación. Los dos, habiendo agotado todos sus recursos, encuentran una solución para sus problemas financieros. Comienzan por atracar al cartero, luego desvalijan oficinas de correos, farmacias, recaudaciones y, por último, agencias bancarias.
Para salvar las apariencias ante sus parientes, pretenden haber encontrado un trabajo y cada fin de mes traen una paga ficticia. Incluso, Hipólito y su yerno se van temprano de mañana para parodiar la salida al trabajo.
Luego de cinco años, los dos son detenidos bajo el cargo de haber cometido cincuenta y tres robos en el Essone, Loiret y los Hauts-de-Seine. Ambos hombres reconocen sus fechorías, que les produjeron cerca de 1 250 000 francos, y el 15 de octubre de 1985 se los condena a diez años de reclusión criminal.
Pero el 30 de agosto de 1977, en horas del mediodía, dos turistas alemanes penetran en una pequeña agencia de la Sociedad general de Courtenay. Se quedan totalmente asombrados de no encontrar a ningún empleado. Inquietos, inspeccionan el local y descubren el cuerpo del cajero. A su lado, una vaina de revólver da fe de lo que sucedió algunos minutos antes. No hay ningún testigo, salvo el objetivo de la cámara de vigilancia, que se pone en marcha automáticamente al abrirse la caja. En esa época, las cámaras estaban equipadas exclusivamente con un film de plata que, al ser revelado, no aportó muchos elementos de identificación. Se ve una mano que rompe los precintos plásticos que envuelven los fajos de billetes, así como la silueta de un hombre solo, que lleva una gorra y anteojos de sol. El film es de mala calidad, las imágenes carecen de nitidez y en ocasiones son vagas. La cara del individuo, de contornos inciertos apenas destacados, no dice absolutamente nada a los investigadores, y en 1980 el juez ...

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