Tercera parte
Dimensiones estructurales
del proceso turístico
IX. Empresas multinacionales turísticas
Antoni Artigues y Macià Blàzquez-Salom
(Universitat de les Illes Balears)
Introducción
El orden económico internacional dominante impone las recetas neoliberales de política económica, como la reducción del gasto público, la privatización de las empresas públicas, el estímulo de la inversión extrajera o la liberalización del comercio. Los Planes de Ajuste Estructural derivados del Consenso de Washington (Williamson, 1989) se basan en dichos principios. Este contexto favorece a las empresas transnacionales, allí donde el estado liberal puede denominarse ya corporativo, marcándose como objetivos prioritarios la expansión del capital mediante la creación de un buen clima empresarial, compitiendo territorialmente por su atracción. Las políticas públicas orientadas a atraer la inversión de capital se concretan en la flexibilización negativa de la fuerza de trabajo, reduciendo su fiscalidad o la regulación territorial, laboral y medioambiental.
Este capitalismo tardío, caracterizado por el régimen de acumulación de la globalización neoliberal, se ve potenciado por las lógicas financieras de creación de valor, en las que las empresas multinacionales y transnacionales son las principales protagonistas. La economía política del turismo ha tratado el papel de las empresas multinacionales en esta industria (Britton, 1991), así como del propio turismo en el sostenimiento del capitalismo (Fletcher, 2011). Las vinculaciones entre la oferta de alojamiento turístico y el negocio inmobiliario ilustran la participación de las empresas transnacionales en las lógicas financieras (Yrigoy, 2016). Así las modalidades de explotación hotelera, por ejemplo, permiten desvincular su gestión de la propiedad del inmueble, mediante la franquicia, el alquiler o la cesión de la operación; de tal manera que las cadenas pueden llegar a ofrecer, únicamente con su marca, el compromiso de mantener estándares de calidad de la oferta. A modo de ejemplo, Conrad Hilton inició su expansión comprometiéndose a ofrecer los estándares de su país de origen, con el lema de que cada uno de sus hoteles era «un trozo de América». Justo antes del estallido de la crisis financiera internacional, en 2007, la cadena hotelera Hilton fue adquirida por el fondo de inversión financiera Blackstone Group, especializada en inversiones inmobiliarias. Ese mismo año Blackstone empezó a cotizar en la bolsa norteamericana.
La globalización también viene definida por la internacionalización de la actividad de las corporaciones empresariales, con la que ganan protagonismo económico y político a partir de sus ventajas competitivas, principalmente su gran tamaño, que les permite negociar el trato que les pueden ofrecer los estados en los que quieran invertir, en términos de ahorro fiscal, dotación pública de suelo e infraestructuras, regulación laboral o ambiental favorable, etc.; sus procesos de integración, por ejemplo, con la vinculación de su oferta de servicios turísticos (intermediación, desplazamiento, alojamiento, etc.), en un entorno construido en el que toman parte de su promoción inmobiliaria; su gran capacidad de creación de puestos de trabajo, realizar operaciones comerciales intraempresa; el poder comercial global de su imagen de marca, para repatriar beneficios (leakage), sacar provecho del amparo legal de paraísos fiscales para evadir el pago de impuestos, atraer inversiones (mediante la venta de acciones, las franquicias, los acuerdos temporales de empresas, etc.) o beneficiándose de las ayudas oficiales al desarrollo.
Las corporaciones han demostrado su capacidad efectiva de modelar los flujos turísticos y las políticas económicas, laborales, ambientales o territoriales en función de sus intereses, en especial en las periferias turísticas. Las relaciones de escala adquieren importancia para analizar la geografía en red de las cadenas hoteleras en la globalización desigual; por ejemplo, en tanto que España es un país periférico en el contexto europeo, pero es al mismo tiempo central en las relaciones de Europa y el conjunto de las regiones industrializadas con el resto del mundo y en particular con América Latina. En este sentido, España, y en particular las Islas Baleares, es la cuna de cadenas hoteleras que se sitúan en los rankings de las mayores del mundo: Meliá, nh, Barceló, Riu, Iberostar, Eurostar, h10, Piñero, Palladium, Catalonia, Princess, Be live, Globales, Playa, Lopesan, Al Andalus, g.s.m., etc. Su aparición, fortalecimiento y expansión internacional se relacionan con su protagonismo durante la conformación de España como un gran destino turístico, a partir de la década de 1960, vinculándose a los grandes operadores turísticos europeos, por ejemplo, de Riu con tui, Barceló con First Choice Holidays o de Meliá con Thomas Cook. Joan Buades publicó en 2006 (reeditada en 2014 por Alba Sud) una buena introducción al estudio de la ascensión de las cadenas hoteleras baleares a la cumbre de los colonizadores turísticos del planeta. Un estudio posterior del mismo autor profundizó en el estudio de su ejemplo modélico del capitalismo neoliberal, mediante una historia, no complaciente, de la cadena Barceló (Buades, 2009). Joan Amer (2006) estudió las influencias del lobby hotelero mallorquín sobre las administraciones públicas. Ivan Murray (2015) expone el papel protagonista de estas corporaciones en la definición de las geografías del capitalismo turístico y dedica muy extensos apartados de su tesis doctoral (2012), especialmente en su capítulo 10, a explicar la geohistoria de la forja de la potencia turística balear.
Tras este primer apartado introductorio, desarrollaremos a continuación los rasgos característicos de las empresas multinacionales, ejemplificándolos en las turísticas españolas.
¿Qué entender por empresa multinacional?
Nuestra vida está envuelta, las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año, p...