
- 290 páginas
- Spanish
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eBook - ePub
La persona humana parte I. Introducción e Historia
Descripción del libro
El presente volumen recoge, en síntesis, los aportes más relevantes que el pensamiento occidental ha ofrecido acerca del hombre. Rastrea la antropología de los precedentes milenios para legar sus claves a la posteridad, a fin de fraguar una nueva y más profunda compresión de la persona humana.
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Información
Categoría
Ciencias socialesTEMA 1
LA VIDA HUMANA
1. Noción de vida
Para hacerse cargo sistémicamente de la vida humana el único método natural viable es la filosofía{1}. Quien pretenda entender la vida humana desde un punto de vista analítico, más si es meramente empírico o biologista, está abocado al fracaso, porque la vida no se ve; no tiene ni forma ni figura. Lo que se ve es el vivo, pero no la vida del vivo. Se ven las manifestaciones del vivo, pero no la vida que permite tales acciones. Entonces, ¿qué es la vida natural? La respuesta de Aristóteles alude a un movimiento distinto de todos los demás. Se trata de un automovimiento íntimo, unitario y regulado. Explicitemos las partes de esta tesis.
Primero: es un movimiento «desde dentro». La vida natural es automovimiento intrínseco{2} El nombre de vida se toma de esas naturalezas a las que conviene según su propio ser{3} moverse a sí mismas. Por movimiento{4} se entiende cambio, no tanto cambio de lugar, es decir, traslación (movimiento local en el espacio), sino ante todo cambio interno. La vida se da en el movimiento -vita in motu, declaraba la sentencia medieval-, pero movimiento intrínseco. Si la vida se da, pues, en los seres vivos, no es una mera idea, ningún asunto de orden lógico, sino real.
Si lo característico de la vida es el «desde dentro», el fin de la vida no puede estar «fuera de» ella, sino que debe ser, como vislumbró Eckhart, vivir. Vivir es una perfección, pero como existen grados de vida, existen distintos grados vitales. Por ello, el fin, el anhelo, de la vida no puede ser sólo vivir, sino ser más vida. No sólo se trata de vivir más, sino de vivir mejor. Buscar mejorar vitalmente es búsqueda de perfección; pero ¿cómo es posible que la vida se autoperfeccione?, ¿acaso puede dotarse de aquello de que carece? En cierto modo sí, pues todo lo externo a la vida es medio para crecer vitalmente por dentro. Por eso la vida comporta, en cuanto al movimiento, un cambio de signo respecto de aquellos seres que son inertes. En efecto, los estímulos externos corrompen, desgastan, al ser que no posee vida (ej. la lluvia, el viento, desgastan la roca). En cambio, el ser vivo para vivir requiere de estímulos externos (ej. la planta necesita de luz, aire, agua, nutrientes, etc.), que incorpora, transformándolos, a su propio ser{5}. Todo ello indica, por una parte, que lo inerte es para lo vivo, y no al revés, y, por otra, que la vida no es estante, quieta, sino creciente, proyectada al futuro. La vida es crecimiento, y sin crecimiento no hay vida{6}.
Segundo: el orden de los movimientos del vivo denota unidad. Indica que el principio unificador es la vida del vivo. La unidad de las partes es referida al principio vital. Automovimiento íntimo. Pero también unitario. Sin unidad no hay vida, y los grados de vida son tanto más altos cuanto más integrados (ej. la vida de un animal integra mucho más sus partes que la de un vegetal. El hombre con «unidad de vida» está mucho más vivo que el de doble o triple personalidad. Un hombre que coexiste con los demás es vitalmente más pujante que el que se aparta o disgrega la convivencia. Dios es la misma unidad simple: la Identidad). La unidad es síntoma vital, pues lo contrario de la vida, la muerte, es la disgregación, la separación. La inmanencia muestra la inmaterialidad de la vida, pero la unidad también. En efecto, las células de los seres vivos cambian (se regeneran, mueren las viejas) cada cierto tiempo, relativamente breve. En cambio, el ser vivo permanece siendo el mismo sujeto vivo a pesar de los cambios (en los vivos con memoria tal aserto se comprueba muy fácil). Si los elementos corpóreos no son los mismos y el sujeto vivo, en cambio, sí, entonces ello indica que el principio vital no es corpóreo.
Tercero: movimiento inmanente y unitario, pero también regulado. También movimiento regulado, porque unidad implica orden interno, compatibilidad de todas las partes entre sí. ¿En virtud de que se da ese orden? Por la subordinación de las partes inferiores a las superiores de las que dependen, y de todas respecto de un mismo principio. ¿Cuál? La vida. La vida es la que unifica y regula, ordena aquello que vivifica. Con referencia a la vida humana suele oírse que «la vida es compleja y llena de matices». Pues bien, a más complejidad menos vida, porque la unidad de la vida apunta a la simplicidad. El no ser capaz de integrar ordenadamente las diversas facetas o dimensiones de la vida indica vida endeble. La regularidad interna del vivo muestra asimismo la inmaterialidad. Lo regulado es obviamente corpóreo, pero el principio regulador, la vida, no, aunque no se dé al margen de aquello a lo que regula (es el caso de los vegetales y de los animales). El principio regulador no puede ser meramente corpóreo porque no puede ser regulado. Lo regulado son sus manifestaciones vitales corpóreas.
A más inmanencia, más vida. A más unidad, más vida. A más regularidad más vida. Los grados de vida se distinguen, pues, según los grados de unidad, inmanencia y regularidad u orden. De menos a más estos son: la vida vegetativa, la sensitiva y la intelectiva. La vida no es, pues, democrática sino netamente jerárquica. Es muy bueno, por tanto, sembrar un árbol. Mejor aun cuidar de los animales. Superior, saber más. Óptimo, crecer como persona.
2. La inmanencia
Atendamos a ese movimiento tan peculiar que es la vida de los vivientes. Al movimiento también se le suele llamar acción{7}. Hay dos tipos de movimientos{8}: a) Los transitivos{9}, en los que el término del movimiento es externo a la acción (ej. escribir, pintar, edificar, etc. Lo escrito, pintado, edificado, etc., quedan fuera de la acción), b) Los inmanentes, en los que el término de la acción queda en ella misma (ej. ver, oír, sentir, imaginar, pensar, amar, etc. Lo visto, oído, sentido, está en el ver, oír, sentir, no fuera de la acción). Los inmanentes permanecen en el sujeto, son sin proceso y, por ello, sin tiempo. Los transitivos, en cambio, pasan por un proceso a una materia exterior. En Metafísica 1. IX, c. 6, Aristóteles escribe que estas actividades inmanentes no son movimientos, sino praxis perfectas o actos perfectos.
Nada puramente físico es inmanente. En todo movimiento físico se da un punto de partida, un proceso y un término. El término supone, también, el cese de la acción. Para moverse se necesita tiempo. No hay en lo físico velocidad infinita. Lo más veloz en el mundo físico es la luz, pero su velocidad no es infinita. Velocidad infinita física es una contradicción. Inmanencia significa arrojar por la borda el proceso, es decir, pura coincidencia entre el punto de partida y el de llegada; en rigor, negación del movimiento y, por tanto, negacion de lo fisico. Pues asi es la vida; un tipo de movimiento que no es físico. Por eso la vida es siempre inmaterial{10}.
Pues bien, la vida es inmanencia{11} (permanece en el que vive) y los grados de vida se distinguen según los grados de inmanencia. Ningún ser físico inerte posee en propio el movimiento al que está sometido. El ser vivo, en cambio, lo posee. Más aun, no se trata de que lo posea, sino de que lo sea; de que el ser vivo consiste en ese «movimiento» que es su vida. Las manifestaciones de ese movimiento en que la vida del vivo consiste sí las posee en propio. No es el mismo el movimiento en que consiste el vivo que los movimientos que el vivo ejerce. El primero es condición de posibilidad de los segundos. Los segundos los ejerce el vivo, pero el primero no. Es recibido. El primero mueve las partes del vivo, pues ninguna parte se mueve a sí misma. Ahora bien, todos los movimientos de las partes son compatibles entre sí.
Para explicar el movimiento es clásico en filosofía acudir a la noción de acto{12}. Según ella, el movimiento transitivo se describe como un acto no perfecto, y, por lo mismo, describe el paso de la potencia{13} al acto en una realidad'{14}. La vida natural en los vivientes compuestos, también en el hombre{15}, es un acto no perfecto, puesto que cabe que tengan más vida. No se trata, sin embargo de un movimiento transitivo sino de un movimiento interno. Se suele decir, siguiendo a Aristóteles, que vivir es el acto primero, o si se prefiere, que vivir para los seres vivos es ser{16}. Tal acto primero anima todas las restantes operaciones vitales que se denominan actos segundos (nutrición, desarrollo, sensaciones, etc.).
3. Naturaleza de la vida
Lo que caracteriza a la vida es que ella se puede relacionar activamente con el medio. La vida es en relación. En esa relación la vida muestra la resistencia a la corrupción y el anhelo de perfección. Lo inerte se caracteriza porque posee estos principios{17} a los que Aristóteles llama causas-: la materia{18}, Informa{19}, es decir la configuración interna, el movimiento extrínseco o causa eficiente{20} externa esto es, aquél movimiento que le es externo a una realidad (ej. la piedra situada en medio del cauce del río recibe un movimiento externo, el del agua que pule sus aristas), y el orden o fin{21} universal que armoniza toda la realidad física. La vida, además de la materia, de la forma, del movimiento extrínseco, y de ese fin u orden, posee movimiento intrínseco, pues el movimiento está en ella. El movimiento no le viene de fuera sino que lo genera el ser vivo. Ese movimiento lo regula el propio ser vivo, y por ello se da unidad en todas sus funciones, es decir, que todos sus movimientos u operaciones, son compatibles entre sí, están ordenados por la vida.
En un ser inerte la forma (no la figura, que es ...
Índice
- PORTADA
- PORTADILLA
- CRÉDITOS
- PRESENTACIÓN
- TEMA 1 LA VIDA HUMANA
- TEMA 2 EL ORIGEN DEL HOMBRE
- TEMA 3 LA ANTROPOLOGÍA GRECORROMANA
- TEMA 4 LA ANTROPOLOGÍA BÍBLICA Y PATRÍSTICA
- TEMA 5 LA ANTROPOLOGÍA EN LA EDAD MEDIA
- TEMA 6 LA ANTROPOLOGÍA EN LA BAJA EDAD MEDIA, EN EL HUMANISMO Y EN EL RENACIMIENTO
- TEMA 7 LA ANTROPOLOGÍA EN LA FILOSOFÍA MODERNA
- TEMA 8 LA ANTROPOLOGÍA EN LA FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA
- TEMA 9 ÚLTIMAS CORRIENTES
- TEMA 10 ANTROPOLOGÍA, ARTES, CIENCIAS Y TEOLOGÍA
- ÍNDICE DE AUTORES
- ÍNDICE DE NOCIONES
- BIBLIOGRAFÍA