1. La educación emocional sistémica multidimensional
Las emociones son sistémicas y cuánticas; nos enlazan a los sistemas a los que pertenecemos y nos trasladan a diversas realidades multidimensionales, más allá del espacio y el tiempo, así como a los diversos niveles del ser. Son la wifi de nuestras antenas parabólicas para comprender la realidad, contextualizarnos en ella y tomar conciencia de nuestro ser; por eso se requerirá hacerlas conscientes, ya que buena parte de nuestro mundo emocional es inconsciente.
1.1. La visión sistémica multidimensional
¿Qué nos aporta la epistemología sistémica en la temática de las emociones? Desde el enfoque sistémico, la educación emocional de un niño no puede ser solo el aprendizaje de recursos y habilidades para identificar y regular las emociones, ya que las emociones y los sentimientos siempre están asociados a un contexto y no se les puede aislar del mismo, y difícilmente se pueden estudiar de forma lineal; en buena medida son inconscientes y están tejidas en toda la red de interacciones que el sujeto establece. Supone mirar la gran complejidad del individuo y significa ampliar nuestra mirada a las múltiples dimensiones que nos conforman.
Una pincelada sobre la jerarquía y el orden en nuestros cerebros
A menudo nos olvidamos de que somos seres tricerebrados. Todos tenemos claro el orden de aparición: primero se desarrolló un cerebro primitivo y arcaico denominado reptiliano, con funciones fundamentales para la supervivencia. La necesidad de adaptarse al medio aumentó la complejidad de nuestro cerebro hasta llegar al cerebro denominado emocional.
Los mamíferos, para sobrevivir, necesitaban apego y vivir en comunidades, por eso el cerebro mamífero o cerebro emocional es esencial para la vinculación y esta, a su vez, esencial para la vida y la supervivencia. Después se desarrolló el neocórtex, que supuso un salto evolutivo enorme con el desarrollo del lenguaje, y un hiperdesarrollo cognitivo y de la razón, que nos ha llevado a grandes avances científicos y tecnológicos, en detrimento del cerebro más arcaico y emocional.
La visión del mundo racional y lógico ha dado prioridad al neocórtex privándose de escuchar y dar valor a la información de los otros dos cerebros: el reptiliano y el mamífero.
La educación, como sabemos, se ha centrado y se centra en desarrollar habilidades y competencias para el mundo consciente y racional y somos muy analfabetos respecto a cómo gestionar el mundo emocional y relacional.
Los dos hemisferios cerebrales
Nuestro cerebro tiene dos hemisferios: el derecho y el izquierdo. En la escuela hemos otorgado un excesivo valor al hemisferio izquierdo, como si su «manera de funcionar» fuese mejor que la del derecho. El hemisferio izquierdo es muy concreto y nos ha sido muy útil a la humanidad para el desarrollo de la ciencia, la tecnología, etc., para un paradigma que miraba las partes en el microscopio. Podemos preguntarnos por qué. La respuesta no se hará esperar: porque esa era nuestra necesidad. Ahora estamos ante nuevos retos y necesitamos tener una visión más global de la realidad, más integrada.
El hemisferio derecho parece que percibe en imágenes y de forma más abstracta. En realidad, siempre hemos funcionado con los dos; quizás lo que ahora se requiere es la integración de ambos y alinear por fin la parte más racional con la más emocional. Algunos autores hablan de la parte masculina y la femenina.
Alinear e integrar los dos cerebros y los dos hemisferios requiere dos cosas estrechamente relacionadas:
- Desarrollar el hemisferio derecho para mirar estas dimensiones misteriosas ocultas, nuestras imágenes, lo sutil, nuestras emociones inconscientes.
- Permitir el acceso, abrir chimeneas para que la creatividad pueda tener lugar en la educación.
Actualmente, por fin, la neurociencia y muchos autores, como Vaillant, el médico cirujano español Mario Alonso, Joe Dispenza, Bruce Lipton y muchos otros, destacan la importancia del mundo inconsciente, tan injuriado por la ciencia racionalista, para ponernos en contacto con realidades no visibles. Bert Hellinger dice que los seres humanos nos resistimos a entrar en el inconsciente porque nuestro mayor miedo es dejar de pertenecer a un grupo, ser excluidos por el hecho de conseguir una conciencia diferente a la de nuestros iguales que nos haría ver dimensiones desconocidas por el resto.
Las múltiples dimensiones
La visión sistémica y multidimensional aplicada al mundo emocional nos aporta una atención muy especial a las raíces de las personas, a sus vínculos y a aquello que las puede ayudar a desplegar sus alas, así como a acceder a la información y a las emociones de las distintas dimensiones que la conforman.
Dice un proverbio árabe: «Benditos sean los padres que dan raíces y alas a sus hijos».
Las raíces nos proporcionan nutrientes, fuerza y la experiencia de cómo resolvieron los antepasados sus asuntos y también nos muestran los errores que se cometieron, para no repetirlos. Si la escuela honra las raíces de todos sus alumnos, está dignificando su identidad y eso tiene un potente efecto, abre el corazón a todas las familias, todos sienten que tienen un lugar en ella. Los valores que genera son la pertenencia, el respeto, el agradecimiento y la admiración. Esto se aplica a todos los ámbitos educativos, la historia de la escuela, de los equipos, el recorrido de los maestros, etc.
Los vínculos son las arterias por donde circula toda la información, las emociones y las creencias. Son como una malla, nos protegen, nos proporcionan calor, nos ubican, nos ofrecen seguridad, nos hacen confiar, nos dan fuerza, nos sostienen, nos conectan con nuestros sistemas y con algo más grande. A menudo también nos conectan con el desorden que existe en los sistemas y por eso necesitamos aprender a ordenarlos. Un ser humano, como un árbol bien enraizado y por cuyo tronco circula la savia vincular en orden, extiende sus alas hacia horizontes infinitos de la imaginación, de las posibilidades, y hacia la realización de sus sueños.
Así, un maestro o una maestra se deja impregnar como una hoja en blanco de todos los fenómenos que pasan, deja que sucedan, los acoge, los ordena y permite su presencia y que destilen sus aromas y sus sentidos. Está al servicio de algo más grande: una fuerza que cada alumno y cada alumna lleva incrustada en su piel, pero que hasta ahora tenía que esconder, disimular o dejar en la puerta de entrada. Aquí las raíces, la familia y la identidad de cada cual son los invitados de honor y traen regalos inesperados, permiten la emergencia de un campo de aprendizaje, de una red de saberes hecha de un hilo invisible por donde transitan el pasado, el presente y el futuro. Eso nos aporta una experiencia real, sentida, vivida de una educación que se dirige al ser completo que somos y abre el corazón de la escuela a todos los sistemas, contextos a los que pertenecemos sin excluir ninguno.
La educación emocional sistémica multidimensional ilumina aquello que late en las profundidades de nuestro ser. Nos coloca en sintonía con las propias raíces, nos engancha con más fuerza a la vida y a la red de relaciones de la que formamos parte, y nos ofrece una serie de aceites esenciales para una existencia más plena, mas armónica, más alegre y más solidaria.
Esta educación pone la mirada en el desarrollo de la conciencia, la interioridad y la complejidad de dimensiones vinculares, transgeneracionales, intergeneracionales e interpersonales. La inclusión de esta información llena de sentido el aprendi...