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Naturaleza y necesidad del matiz
EL MATIZ: UNA DIFERENCIA SUTIL O UNA TONALIDAD DE SIGNIFICADO, EXPRESIÓN Y SONIDO
¿Conoce el lector a alguien que sea un genio en tecnología y completamente inepto en estrategia? ¿Algún líder que tenga buenas ideas pero sea un ingenuo en política? ¿O sabe de alguna persona que use una determinada estrategia de cambio con resultados excelentes, mientras que otra que use esa misma estrategia y fracase estrepitosamente? ¿Y alguien que trabaje muchísimo sin apenas avanzar mientras que otro emplea la mitad del tiempo y consigue el doble? La diferencia puede estar en el matiz. Las personas que no aprecian el matiz se contentan sin darse cuenta con lo superficial. La sociedad es cada vez más compleja, y los líderes ansían ser claros porque así se lo exigen sus seguidores. Es una trampa evidente. Los líderes son susceptibles a las soluciones estándar. Quienes las buscan o corren el peligro de caer en ellas (la mayoría de los líderes) inevitablemente fracasan. La respuesta del matiz es no buscar lo obvio, sino el significado juntamente con las personas implicadas. Cuando se encuentre, será más claro, profundo y duradero. En una palabra, se convierte en aprendizaje consolidado.
SUPERFICIALES FRENTE A DETALLISTAS
En el campo de la educación, prácticamente todos los distritos escolares creen que hacen lo correcto: tienen unos objetivos, aplican los estándares de alumno y profesor, consideran los datos sobre el aprendizaje del alumnado, implementan comunidades profesionales de aprendizaje, etc. Sin embargo, en la mayoría de los distritos no se fomenta el logro del alumno. Por otro lado, hay algunos distritos que se ocupan de elementos parecidos a los de los distritos de poco éxito, pero los plantean de forma distinta: más como principios orientadores para descubrir actuaciones concretas que produzcan resultados. En este libro vamos a analizar la diferencia entre estos dos tipos de liderazgo. Al primer tipo de líderes les voy a llamar, un tanto injustamente, los superficiales. No desean necesariamente estar en este nivel de superficialidad, pero no saben qué otra cosa pueden hacer. Es posible, incluso, que desconozcan que impulsan una marcha atrás que empeora las cosas.
Los superficiales tratan los problemas como algo “técnico”: tratan de encontrar soluciones graduales adecuadas. Los sensibles al matiz trabajan con “principios” fundamentales que conducen a acciones ajustables.
A los del segundo tipo les voy a llamar los sensibles al matiz. Los superficiales tratan los problemas como algo “técnico”: tratan de encontrar soluciones graduales adecuadas. Los sensibles al matiz trabajan con principios fundamentales que conducen a acciones ajustables. Es una distinción similar a la que Ron HEIFETZ y Marthy LINSKY (2017) establecen entre problemas técnicos y problemas de adaptación, de los que me voy a ocupar con mayor detalle en lo que respecta al liderazgo del cambio positivo de los centros y los sistemas educativos. Pregunta: El matiz, una vez desvelado,¿ya lo tenemos? La respuesta es no. El matiz no se capta por el simple hecho de nombrarlo. Hay que penetrar en él para averiguar su significado interior en acción, lo cual exige tiempo y habilidad. Veremos que advertir el matiz es una destreza conceptual y práctica que requiere una actuación de inmersión y reflexión. Cada situación es distinta; la propia situación personal cambia constantemente debido a la dinámica interna y externa. El matiz aparece en cada esquina. Las ideas de este libro, una vez que el lector las interiorice, pasarán a formar parte integral de él. Pueden tener una calidad parecida a la de la ameba que se adapta a cada situación. Hay que seguir considerando y formulando los propios principios de liderazgo, aunque solo sea porque se quiere mejorar y ser un buen mentor para los demás. Con la vista puesta en 2020, y más allá, cualquier líder necesitará todo esto y más.
En este capítulo, voy a dedicar un tiempo considerable a definir qué es y qué no es el matiz. Por definición, el matiz es algo complicado, algo así como “si hay que definirlo es que no existe”. Paradójicamente, el peligro es que, una vez definido, el matiz se puede aplicar de forma mecánica. Sin embargo, el matiz implica la capacidad de ver patrones por debajo de la superficie. En este primer capítulo voy a insistir con determinación en qué significa ser líder meticuloso. A lo largo del libro, pondré ejemplos concretos de líderes a quienes entrevisté y consideré que eran líderes atentos al matiz, eficientes en el tratamiento de complejos problemas de su trabajo. Su reacción a las entrevistas me animó y me inquietó. Después de leer parte de los originales, mis entrevistados dijeron: “Tus preguntas desvelaron en mí cualidades de liderazgo que no sabía que poseía”. Marie Claire BRETHERTON de Inglaterra, a la que conoceremos en el Capítulo 2, dijo:
Debo decir que la lectura fue como mirarme en el espejo y ver reflejado en él algo de mí en lo que nunca antes me había fijado, que nunca había valorado, o que nunca supe siquiera expresarlo con palabras. Lo que [Fullan] ha escrito me reconforta, en el sentido de que me siento avalada, comprendida y hasta un poco más segura de mí misma, y, a la vez, con ganas de saber más.
(Comunicación personal, 18 de mayo de 2018).
¿Qué motivo hay, pues, para preocuparse? Los líderes que ya atienden al matiz se reafirmarán con lo que encuentren en el libro, pero el peligro es que quienes no se ocupen tanto del matiz no lo entiendan y, con ello, apliquen las principales conclusiones del libro de forma superficial. Lo único que le pido al lector es que tenga siempre presente esta advertencia mientras estudiamos la esencia del matiz en lo que resta del libro.
Para empezar, pondré el ejemplo de LEONARDO da Vinci. Una dimensión fundamental del matiz es la capacidad de ver la imagen completa —el sistema— y, al mismo tiempo, comprender los detalles, sus conexiones y los patrones ocultos que operan dentro del propio sistema. Los líderes que así lo hacen comprenden la dinámica de este cambio e influyen en ella, con la vista puesta en mejoras que se puedan medir. Retrocedamos 600 años.
LEONARDO DA VINCI, EL SANTO PATRÓN DEL MATIZ
Walter ISAACSON (2017) ofrece una nueva y hermosa biografía de LEONARDO da Vinci, el polifacético renacentista “maestro de todo y aprendiz de nada”. ¿Cómo consiguió tal perfección en tantas cosas? Al principio del libro, ISAACSON expone al lector la idea fundamental de cómo LEONARDO llegó a dominar todo lo que hacía. LEONARDO decía de sí mismo que era “discepolo della sapientia”, que ISAACSON traduce como “discípulo de la experiencia y el experimento” (pág. 17). El modus operandi de LEONARDO era: “En primer lugar, hago experimentos antes de proseguir, porque mi intención es consultar primero a la experiencia y después demostrar con el razonamiento que tal experiencia va a funcionar de esa forma” (pág. 8). Era una persona de detalles, lo cual era más una ventaja que una limitación: “La verdadera creatividad implica la capacidad de mezclar la observación con la imaginación, desdibujando así la línea divisoria entre la realidad y la fantasía” (pág. 261).
Por un lado, el consejo de LEONARDO era empezar por los detalles: “Si quieres tener pleno conocimiento de las formas de los objetos, empieza por sus detalles, y no des el segundo paso hasta que hayas asentado bien el primero en la memoria” (pág. 520). Diseccionaba cadáveres humanos —los tendones, los huesos, los nervios— de forma que en sus cuadros “no es difícil distinguir el músculo que se esconde debajo de la superficie” (pág. 212). Buscaba el detalle para que sus ideas se pudieran expandir con libertad: “Sus habilidades de observación, más que chocar, confluían con sus habilidades imaginativas” (pág. 264). Una base sólida es condición necesaria para la innovación. Los detalles y sus conexiones permitían a LEONARDO ver el sistema en funcionamiento.
Para captar el matiz hay que comprender el detalle. Los pormenores básicos y su forma de interactuar son los que permiten entender la motivación y el funcionamiento de algo.
Nuestros objetivos encierran una paradoja fundamental. Para captar el matiz hay que entender el detalle. Los pormenores básicos y su forma de interactuar son los que permiten entender la motivación y el funcionamiento de algo. El matiz es sutil, exactamente lo contrario de superficial. El detalle minucioso es eficaz porque con él se puede abarcar y entender un detalle mayor con el conocimiento del funcionamiento interno de los patrones. Puede parecer algo muy alejado de la sonrisa de La Mona Lisa, pero no es así. El conocimiento de lo que había debajo de la superficie posibilitó a LEONARDO captar lo que ISAACSON llama “la sonrisa inaprensible” (pág. 490). Vista desde un ángulo no parece una sonrisa. Desde otro, sí: “El resultado es una sonrisa que más refulge cuanto menos se buscas” (pág. 490). Observa ISAACSON: “El gran milagro es que ella parece ser consciente de nuestra presencia y de la...