El misterio de la isla de Pascua
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El misterio de la isla de Pascua

Historia de una expedición

  1. 614 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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El misterio de la isla de Pascua

Historia de una expedición

Descripción del libro

Publicada por primera vez en 1919, el pormenorizado diario del viaje que Katherine Routledge y su marido realizaron en 1914 con fines de investigación a laisla de Pascua, Sudamérica y la Patagonia no tardó en revelarse clave para el avance de muchas teorías sociales, culturales y antropológicas relacionadas con la isla.Esta intrépida aventurera logró recopilar al menos cien años de la historia oral de Rapa Nui a través de escritos, fotografías, dibujos, listas de vocabulario, mapas y árboles genealógicos. Sin su intervención, gran parte del conocimiento sobre los ritos de los antiguos habitantes del "ombligo del mundo" se habría perdido para siempre. Routledge y sus compañeros del Mana exploraron las cuevas secretas, las antiguas ruinas y las extrañas estatuas gigantes de la isla. Pero si bien estos emblemáticos colosos de piedra constituían el interés inicial de aquella expedición, poco a poco este fue derivando hacia lospropios nativos y la memoria viva de sus leyendas, mitos y tradiciones, que transmitían por tradición oral.Según los aborígenes que recibieron al pequeño navío inglés, aquella mujer de pelo rubio y ojos claros era poseedora del "mana", el don sobrenatural que de acuerdo a sus creencias está presente en rocas, plantas, animales y seres humanos. Aunque hablaba solo un poco de español y desconocía el idioma autóctono, su capacidad de escuchar y su inusitado interés por indagar en la tradición pascuense y preservarla le valió el respeto de los habitantes de la isla. El libro que publicó narrando su experiencia bajo el título The Mystery of Easter Island: The Story of an Expedition seguía la estela de las más famosas novelas de aventuras en alta mar y tuvo mucho éxito de público debido precisamente a este motivo. La autora aseguró que escribiría una segunda parte más centrada en el aspecto científico pero no llegó a hacerlo nunca.

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Información

Año
2019
ISBN del libro electrónico
9788412045857
Capítulo XVI
La cultura nativa en la época
precristiana (CONTINUACIÓN)
Religión
La religión de los isleños, tal como nosotros entendemos el concepto, siempre ha sido un asunto un poco confuso, y ahora la dificultad para comprender el hecho religioso se ve dificultado por la circunstancia de que no les gusta dar a sus antiguas deidades el nombre de atua, «dios», después de haberse convertido al Catolicismo; eso solo lo hacen muy de vez en cuando.65 Normalmente se refieren a ellos como aku-aku, «espíritus», o tatane, con más frecuencia, palabra cuya derivación resulta obvia. Tal confusión de ideas se cristalizó un día cuando un nativo señaló muy serio que no estaban seguros de si uno de esos seres era Dios o Lucifer, así que «escribieron a Tahití, Tahití escribió a Roma, y Roma les dijo que no era Lucifer, que era Dios»; parece una visión moderna tomada a partir de la evolución de las ideas religiosas. Ambas palabras, tatane y aku-aku, serán empleadas para referirse a seres sobrenaturales sin distinción acerca de su significado original o sentido de divinidad; desde luego, algunos se corresponden con espíritus de difuntos, probablemente divinizados, como al decir que los ancestros de Hotu Matua llegaron con él a Pascua, por ejemplo. Existía un gran número de seres masculinos y femeninos relacionados con diferentes partes de la isla, y nos dieron una lista de unos noventa con sus respectivos lugares de residencia. Se les rendía adoración, aunque la única noticia sobre la existencia de estos entes se reducía a nombrar antes de las comidas a aquéllos a los que un hombre debiese algún favor especial e invitarlos así a tomar parte en el banquete; era una cuestión de etiqueta mencionar, aparte del benefactor propio, al espíritu patrón de cualquier invitado presente. Además, no se realizaban sacrificios en su honor y la invitación a los poderes sobrenaturales era meramente formal o, en cualquier caso, restringida en exclusiva a la esencia de los alimentos. Sin embargo, los aku-aku, humanos en este aspecto, podían ser benignos o malignos dependiendo de si se les había alimentado bien o no. Si estaban hambrientos devoraban mujeres y niños, e incluso nos informaron de uno con tendencia a robar patatas. Por el contrario, si tenían buena disposición hacia un individuo, estos trabajarían para él y el hombre se despertaría por la mañana viendo cómo le habían cavado su patatal; un trabajo que, según nuestro informante señaló con toda sinceridad, «no gusta kanaka».
Los aku-aku se revelaban en forma humana de tal modo que no podían distinguirse de una persona corriente. Uno, llamado Uka-o-hoheru, tenía el aspecto de una mujer muy hermosa y era esposa de un joven Tupahotu que no tenía idea de que ella era un tatane. Vivía con él en Mahatua, en la costa septentrional, y le dio un hijo. Un día muy lluvioso la mujer tuvo que abandonar la casa para llevar fuego allá donde cocinaba. Al regresar, su cónyuge estaba furioso porque ella no tenía pintura roja en el rostro y, al no creer la explicación de que la lluvia la había lavado, cogió un palo y la vareó. La mujer huyó corriendo y él la persiguió hasta que al final ella se sentó al borde del promontorio oriental, donde ahora se alza un ahu que lleva su nombre. Cuando por fin llegó el esposo, ella le dijo que regresase al hogar y cuidase del niño; después salió volando sobre el océano como un torbellino veloz y jamás la volvieron a ver.
Se dice que dos tatane vivían juntas en una cueva del acantilado de Parehe, y sus nombres eran Kava-ara y Kava-tua.66 Habían oído a todos los hombres hablar de la belleza de un tal Ure-a-hohove, un joven que vivía cerca de Hanga Roa; así que fueron a verlo, lo durmieron y se lo llevaron sobre su propia esterilla hasta la cueva, donde lo dejaron estar, pero antes de irse le dijeron a una anciana, también un aku-aku, que no fuese a fisgar en la cueva. Naturalmente, la anciana fue a fisgar, encontró a Ure, le advirtió de que no comiese nada que las dos tatane le ofreciesen y le dejó algo de pollo. Sus raptoras regresaron algo más tarde y le ofrecieron comida, pero él solo simuló comerla y en realidad se alimentó con el pollo. Después los espíritus volvieron a marchar. La anciana regresó y le dijo: «Si vienen cucarachas, mátalas; si vienen moscas, mátalas; pero si viene un cangrejo, no lo mates». Ure hizo lo encomendado y mató moscas y cucarachas, que eran otros tatane, pero no mató al cangrejo, pues era la anciana. Mientras, el padre de Ure lloró a su hijo un día tras otro… hasta que unos hombres que navegaban pescando bajo el acantilado oyeron una canción. Los pescadores miraron hacia lo alto y vieron al desaparecido, pero no pudieron subir a rescatarlo, a pesar de que el padre les ofreciese mucha comida, pues el acantilado era abrupto y la cueva tenía difícil acceso. Al final una mujer se presentó voluntaria para cumplir el propósito. La bajaron desde la cima metida en un cesto y así consiguieron llevar a Ure sano y salvo de vuelta a la cima. La historia termina con su regreso al hogar y no menciona, como pudiera esperarse, si se casó con su rescatadora.
Los aku-aku no eran inmortales. Un hombre llamado Raraku, se dice que la colina le debe su nombre, atrapó un gran heke, al parecer un pulpo, en el mar cerca de Tongariki y se lo comió, pero al hacerlo se volvió loco y la gente lo persiguió. El hombre cogió un lagarto de madera y corrió como un poseso entre los tatane empleándolo como un garrote (fig. 108); después cruzó la costa septentrional y bajó por la de poniente matándolos por doquier. Nos dieron el nombre de veintitrés que así encontraron su sino.
Por otra parte, los seres humanos también podían sufrir el ataque de los tatane, sobre todo de noche, pues no solo sus c...

Índice

  1. Titular
  2. Creditos
  3. Prólogo
  4. Prólogo a la segunda edición
  5. Inicio
  6. Itinerario de la expedición
  7. PRIMERA PARTE - Viaje a la isla de Pascua
  8. Capítulo I - El comienzo
  9. Capítulo II - El viaje a Sudamérica
  10. Capítulo III - Brasil
  11. Capítulo IV - Argentina
  12. Capítulo V - Patagonia
  13. Capítulo VI - Chile
  14. Capítulo VII - Juan Fernández
  15. Capítulo VIII - Vida a bordo
  16. SEGUNDA PARTE - La isla de Pascua
  17. Capítulo IX - Llegada a la isla de Pascua
  18. Capítulo X - Condiciones de vida en la isla
  19. Capítulo XI - Rebelión de los nativos
  20. Capítulo XII - Una base alemana
  21. Capítulo XIII - Restos prehistóricos. ahu o lugares de enterramiento
  22. Capítulo XIV - restos prehistóricos (continuación) Estatuas y coronas
  23. Capítulo XV - La cultura nativa en la época precristiana
  24. Capítulo XVI - La cultura nativa en la época precristiana (continuación)
  25. Capítulo XVII - Cuevas y cazas de cuevas
  26. Capítulo XVIII - Leyendas
  27. Capítulo XIX - La situación actual del problema
  28. TERCERA PARTE - Travesía de vuelta a casa
  29. Capítulo XX - Isla Pitcairn
  30. Capítulo XXI - San Francisco
  31. CUARTA PARTE - Travesía de vuelta a casa (continuación)
  32. Capítulo XXII - De San Francisco a Panamá
  33. Capítulo XXIII - De Panamá a Jamaica
  34. Capítulo XXIV - De Jamaica a Southampton
  35. Epílogo
  36. Glosario
  37. Colofon