Mujeres de cine

La mirada de 10 directoras españolas

Enrique Chuvieco Salinero

• Editorial: Ediciones Rialp, S.A.
• Año: 2014
• ISBN del libro electrónico: 9788432144592
• Categoría: Media & Performing Arts
• Categoría: Performing Arts

Nada hay más complementario y enriquecedor para el hombre que la mirada femenina. Su modo de contemplar la vida detrás de la cámara proporciona al espectador nuevos coloridos de la misma realidad, y contribuye a que el cine siga reuniendo en su seno, más aún si cabe, la pintura, la escultura y la fotografía, la música y el teatro, la literatura y la poesía. Enrique Chuvieco ha reunido la mirada sincera de diez directoras de cine españolas, sus criterios en el rodaje y su estilo propio al dirigir actores.

AMANDA CASTRO

Licenciada en Imagen por la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, realizó los cursos y el trabajo de investigación en el área de Comunicación Audiovisual del Doctorado de Estudios de la Mujer en la Universidad de Oviedo. Actualmente trabaja en su tesis doctoral sobre la adaptación de biografías de artistas al cine. Ha realizado una estancia de investigación en la Universidad de Columbia (Nueva York).

Ha trabajado en la dirección y producción de las series Villarriba y Villabajo, La Banda de Pérez o Don Juan, de José Luis Berlanga, producidas por Juan Gona para TVE, y en las películas Dama de Porto Pim, de Toni Salgot, y Abre los ojos, de Alejandro Amenábar. Colaboró en diversas campañas publicitarias, así como en televisión, para Globomedia.

Dirigió una Escuela Taller de Imagen y Sonido en Avilés (Asturias) y en la actualidad es jefa de producción de los informativos de la Televisión del Principado de Asturias.

Fue becada para el taller de García Márquez «Cómo se cuenta un cuento», impartido en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños (Cuba), y participó en seminarios con prestigiosos cineastas como Krzystof Zanussi o José Luis Guerín. Realizó cursos en la New York Film Academy (Nueva York), la London Film Academy (Londres) y La Casa del Cine (Barcelona), y participó como ponente en cursos de extensión universitaria como Las mujeres dirigen: representaciones fílmicas de la diversidad, junto a Josefina Molina (Universidad de Oviedo) y Mujeres en dirección (Instituto Cervantes de Dublín y Universidad de Limerick). También ha sido invitada al programa de cine «Versión Española» con motivo de la proyección de la película Cría cuervos (Carlos Saura, 1975).

Directora del premiado cortometraje Tierra de guerrilleros (2004) y A golpe de tacón (2007), estrenado en la SEMINCI y galardonado en España, Latinoamérica y EEUU, donde recibió el Premio al Mérito en el Indie Fest (EEUU). Obtuvo el Premio al Mejor Cortometraje en el Festival Internacional de Cine Iberoamericano La Chimenea de Villaverde y la Mención Especial Salvador Allende del Festival Internacional de Cine y Derechos Humanos de Valparaíso (Chile).

Ha escrito y dirigido el capítulo Sueños en prácticas de la serie Generación FP para la Televisión del Principado de Asturias, coproducida por Juan Gona, y es autora del libro La representación de la mujer en el cine español de la Transición (1973-1982), editado por KRK.

Recuerdo ese sentimiento de fascinación hacia la narración desde que era niña. Primero a través de la literatura, de los cuentos, y más tarde durante las primeras experiencias cinematográficas, que me produjeron un profundo impacto. Recuerdo el poder hipnótico que ejercían sobre mí las historias, proporcionándome esa vía de escape de la realidad hacia otros mundos anhelados llenos de magia, fantasía y sueños. Y, por supuesto, aún continúan haciéndolo.

Creo que la lectura impulsó rápidamente el desarrollo de mi imaginación desde muy temprano. Enseguida comencé a escribir pequeños cuentos, a crear mis pequeños mundos imaginados, tratando de imitar aquellos que tanto me cautivaban. En ese proceso de fabulación me sentía libre y poderosa. Pienso que la capacidad de fabular es uno de los grandes privilegios que poseemos y constituye una manera de ejercer la libertad, ya que nos permite la creación de nuestros propios universos y personajes a medida.

El descubrimiento del cine potenció aún más esa necesidad que sentía de historias, me fascinó completamente. Recuerdo que con doce o trece años me pasaba tardes enteras asistiendo a sesiones triples, a veces incluso de la misma película, y me emocionaba una y otra vez con las mismas tramas, las mismas escenas y los mismos protagonistas. El cine se convirtió en un refugio que me proporcionaba grandes dosis de felicidad y emoción.

A los diecinueve años asistí por primera vez a un rodaje cinematográfico, y esa experiencia «mágica» —que aún hoy recuerdo como si acabara de suceder— me despertó un fuerte deseo de pertenecer a ese mundo cinematográfico. Aún estaba en la Facultad por aquel entonces y allí, en una de las clases, nos ofrecieron la posibilidad de trabajar como meritorios en un rodaje de la serie Villarriba y Villabajo.

Años más tarde comencé a descubrir algunos cineastas que dejaron una huella profunda en mí y despertaron el deseo de ahondar en sus reflexiones acerca del cine y de la vida. Su manera de decir a través de sus películas conectaba con algo muy íntimo de mi propio ser. Me refiero a autores como Kieslowski, Angelopoulos, Wenders, Antonioni, Tarkovsky… A través de ellos llegó la necesidad de entender qué es el cine y cuál es la función del arte. Comencé a atisbar la grandeza del arte cinematográfico como una gran aventura, un modo de pensar, de descubrir, y, sobre todo, de explorar en las profundidades del alma.

Mi proceso de aprendizaje

El aprendizaje teórico comenzó en la Facultad de Ciencias de la Información, donde cursé la carrera de Imagen. A través de algunas asignaturas como Narrativa Audiovisual, Estética o Realización, fui aproximándome a la complejidad del análisis cinematográfico desde diversos puntos de vista. La formación práctica se inició con mi trabajo, como parte del equipo técnico de dirección y producción en los rodajes. Primero, en series de Televisión Española que se rodaban entonces en formato cinematográfico y, a continuación, en largometrajes y cortometrajes, publicidad y programas televisivos de ficción.

Al terminar la carrera he procurado formarme de manera constante a través de cursos especializados. Entre las experiencias más gratificantes puedo señalar la beca que recibí para asistir al mítico taller Cómo se cuenta un cuento, impartido por Gabriel García Márquez en la Escuela Internacional de Cine de Cuba. Todo un regalo de la vida y un verdadero privilegio poder compartir aquellos días con uno de los grandes genios de la narración. Creo que esa Escuela es un lugar maravilloso, profundamente enriquecedor, en el que puedes aprender constantemente, ya que el cine ocupa todas las horas del día.

También destacaría el gran aprendizaje práctico experimentado gracias a la beca recibida para cursar el Taller de Dirección Cinematográfica en la New York Film Academy (Nueva York). Por último, dos de los seminarios que más he disfrutado y que una vez más han abierto ventanas insospechadas a través de lecturas de películas han sido los encuentros con Krzysztoff Zanussi y José Luis Guerín. Son dos cineastas a los que admiro profundamente y con los que me siento en deuda por sus aportaciones durante ese breve tiempo en que pude aprender de sus diálogos didácticos con las películas que consideran más valiosas.

Los proyectos que me interesan

Particularmente prefiero las historias que exploran las relaciones humanas, los sentimientos que sirven para enriquecernos espiritualmente y que, de algún modo, iluminan la absurdidad trágica de la vida; esos relatos que nos muestran cómo hacen otras personas para confrontar con el gran enigma que es la existencia. En definitiva, el cine como intento de expresión del sentido de la vida, el cine que propone reflexiones sobre las cuestiones fundamentales y que nos conecta así, aunque sea fugazmente, con lo eterno.

En este sentido, tengo una especial conexión con el cine de Kieslowski, un cineasta que indaga en los misterios del alma humana a través de las relaciones que establecen las personas en su búsqueda del amor y de la libertad. Y su especial interés en aquello que considera lo más esencial de cada individuo: cómo arreglárselas con uno mismo. Admiro su manera de invitar al espectador a recorrer su propio camino de reflexión, a plantearse su manera de vivir.

Hasta el momento he dirigido dos cortometrajes cuyo guion no fue escrito por mí. Están relacionados con determinados hechos y personajes históricos, aunque ambos son ficciones. El segundo de ellos, A golpe de tacón, está basado en las vivencias de una mujer admirable, cuya valentía y pasión por la vida, y especialmente su generosidad, me cautivaron profundamente. Fue un proyecto complejo ya que está ambientado a principios de los años 60, durante las huelgas mineras asturianas, con todo lo que eso supone para una película. La recreación de otra época dificulta en gran medida las localizaciones, los decorados, el vestuario, el atrezzo. Todo se vuelve más complicado y especialmente en un cortometraje, donde por lo general las personas trabajan sin cobrar, regalándote su tiempo.

El tercer proyecto que tuve ocasión de dirigir, en este caso por encargo, y del que fui autora del guion por vez primera, es un documental sobre el mundo de la Formación Profesional, narrado a través de un día en la vida de cinco estudiantes. Supuso todo un descubrimiento de las diversas motivaciones e historias de vidas escondidas en las aulas de un instituto. Y una vez más me encontré con la bondad y la generosidad de aquellos a los que me acerqué para filmarlos.

A continuación abordé la adaptación de Una vida inesperada, una novela de Soledad Puértolas. Su lectura me produjo un gran impacto y despertó en mí el deseo inmediato de trasladarla al cine. Es un proyecto que aún no se ha rodado y espero lograrlo algún día. El proceso de escritura del tratamiento cinematográfico supuso un gran aprendizaje. Tuve la oportunidad de reflexionar acerca de las diferencias entre el lenguaje literario y el fílmico y de cómo mantener la esencia de la obra en esa transformación, a veces dolorosa y llena de renuncias, de fragmentos imprescindibles de la novela. Los meses que dediqué a este proyecto fueron realmente bellos, disfruté intensamente conviviendo con las palabras y el mundo narrativo de Soledad, por el que siento un gran interés y una admiración profunda.

Vives en y con tus personajes

Los proyectos cinematográficos van unidos a los diferentes momentos de la existencia. Mientras creas una película también la vives, y la película, a su vez, te transforma. Vives en tus personajes y haces que ellos vivan también parte de tus experiencias, aunque alteradas en la ficción. En palabras de mi admirada Soledad Puértolas: «Lo que uno piensa, lo que uno crea, es tan importante como lo que se vive». El campo cinematográfico te ofrece infinitas posibilidades para la creación.

Desde mi perspectiva de aprendiz de cineasta pienso que cada proyecto es diferente, lo concibo como un proceso de búsqueda, de descubrimiento, de experimentación, de indagación, y ahí reside para mí la magia del cine.

Por ejemplo, en mi cortometraje A golpe de tacón, tuve la inmensa fortuna de trabajar con profesionales como Luis San Narciso en la dirección del casting (y gracias a su generosidad con actrices y actores por los que siento una gran admiración: Lola Herrera, Cristina Marcos o Fernando Andina), María José Iglesias en el diseño del vestuario, Pelayo Gutiérrez en el montaje de sonido o Víctor Manuel, que compuso la canción que cierra el corto. El resultado fue un proceso de intenso aprendizaje. En este cortometraje traté de asegurar técnicamente la máxima calidad en todos los aspectos.

Por el contrario, podría poner el ejemplo del proyecto que rodé durante mi estancia en la New York Film Academy. Se trata de algo mucho más pequeño, que fue concebido, rodado y montado por mí, sin apenas ayuda. Es una especie de poema visual, sin diálogos ni narración estructurada. Un intento de aproximación a unos instantes de la vida, la búsqueda de un ritmo. En este sentido me interesa mucho la siguiente afirmación de Bresson: «Plegar el fondo a la forma y el sentido a los ritmos. Explorar esa necesidad del ritmo».

Sin embargo, el guion de largometraje de ficción que actualmente estoy desarrollando vuelve a requerir de un cuidado técnico especial, al estilo de mi segundo cortometraje, muy especialmente en la iluminación y la música y, en general, en todos los aspectos técnicos. Es una película donde la atmósfera es muy importante y las escenas de danza cobran un protagonismo especial. También a través de la música se narra una parte fundamental de la historia.

Cada aspecto técnico es relevante y da forma a la película al integrarse con el resto. Como dice Kieslowski, los responsables de la dirección de fotografía, de la música, de la dirección artística, del vestuario… son coautores del filme puesto que sus aportaciones producen cambios en los elementos esenciales del mismo. Por eso es importante rodearse de personas que puedan aportarte algo, y escucharlos con calma. A través de esa colaboración la película se enriquece profundamente.

Pienso que, desde su singularidad, cada aventura cinematográfica hace que primen determinados aspectos sobre otros. Como dice Antonioni, otro de mis cineastas más admirados, «es preciso encontrar para cada película un lenguaje que tenga su originalidad. Y esto no tiene que ver solo con el modo de encuadrar o construir una secuencia, sino un poco con todo el ‘material’ del que uno se sirve en una película: la fotografía, el sonido, la música, los actores».

Planificar las secuencias

A la hora de afrontar un rodaje, siento la necesidad de una planificación bastante exacta de los planos que voy a rodar, sobre todo en los proyectos de ficción. El storyboard es un instrumento que ayuda a visualizar la película y a que el resto del equipo pueda acceder fácilmente a lo que tú has imaginado y así darle forma. Aunque siempre conviene dejar un cierto margen a lo que acontece en el rodaje, a la magia de esos «maravillosos azares que operan con precisión», en palabras del maestro Bresson. Dejar que en cierto modo la película se vaya reveland...

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