Capítulo 1
Violencia obstétrica en el marco del conflicto armado colombiano
María Angélica Nieto Rodríguez
Introducción
La violencia constituye un fenómeno multipolar que se sustenta en profundas raíces sociales, culturales, religiosas, históricas y políticas y que a través del tiempo se ha manifestado de formas muy diversas, de modo que, en algunos casos, su práctica ha llegado a generalizarse e, inclusive, a legitimarse y normalizarse.1 La violencia, lleva así a la asimilación y aceptación de determinados patrones como constitutivos de dinámicas socialmente permitidas que degeneran en el desconocimiento de los derechos humanos.
El caso del conflicto armado colombiano constituye un importante escenario donde se materializan los factores del fenómeno de la violencia y, bajo esa perspectiva, el presente escrito tiene como objetivo dar una mirada sobre una de sus manifestaciones más crueles y recurrentes: la violencia de género en relación con las mujeres y el conflicto armado.
Se considera que esta temática reviste en la actualidad una importancia capital, toda vez que la mujer, como titular de una dignidad que históricamente se ha ido reivindicando, continúa siendo víctima de conductas violentas que le subyugan y que constituyen violaciones graves contra su humanidad.
En línea con lo anterior, el análisis propuesto busca enfatizar una manifestación concreta de la violencia de género contra la mujer: la violencia obstétrica, que en el marco del conflicto armado se encuadra en aquellas circunstancias en que las mujeres, bien sea en su rol como participantes activas enlistadas en las filas de grupos armados ilegales o como víctimas de los mismos, se encuentran en estado de embarazo y, por tal razón, se convierten en sujetos pasivos de múltiples atentados contra su integridad. Esta situación, que poco a poco ha ido calando en el orden internacional, es poco conocida en su contenido y alcance, no ha recibido ningún tipo de tratamiento por nuestro ordenamiento jurídico y, para mayor preocupación, se ha convertido en una práctica normalizada que cuenta con amplio sustento en la estructura de los grupos armados ilegales.
El presente escrito busca así exponer los principales conceptos que se han construido acerca del fenómeno de la violencia obstétrica con enfoque de conflicto armado. Para ello, se presentarán algunos testimonios de mujeres que hacen parte de las filas de la guerrilla, se expondrá un caso emblemático que muestra la doble victimización a la que es sometida una mujer que debe dar a luz siendo víctima del secuestro y se presentarán algunas conclusiones frente a esta silenciosa y cruel realidad.
1. El fenómeno de la violencia: perspectiva de género en el conflicto armado
La violencia es un fenómeno complejo y multipolar, que abarca amplias manifestaciones y contextos en que la afectación de los derechos fundamentales constituye un común denominador.
En materia de género se ha reconocido a nivel internacional que, de manera específica en relación con la mujer, la violencia comprende “cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado”.2 En ese sentido, tradicionalmente las manifestaciones violentas contra la integridad física y moral de la mujer se han enmarcado en el ámbito de lo privado, dando lugar a la consolidación de la violencia doméstica como categoría que agrupa la mayoría de las conductas violentas que tienen como escenario el interior del hogar y que son ejercidas por uno o varios miembros de la familia.
Sin embargo, conforme a las contingencias históricas y sociales a las que se ha visto enfrentado nuestro país, la violencia contra la mujer ha adquirido una dimensión que trasciende de lo privado hacia la esfera de lo público y es allí donde el conflicto armado ha fungido como causa determinante de esta transformación en las dinámicas del ejercicio de la violencia contra la mujer, que se convierte en sujeto de nuevas manifestaciones exteriorizadas y que se acompasan con las exigencias de la guerra. La guerra, y el ejercicio de la violencia que lleva implícito, tiene entonces un efecto esencial en la concepción de la mujer, de su cuerpo, de su rol social y fundamentalmente de su reconocimiento como ser humano titular de derechos fundamentales y de una dignidad por reivindicar:
En lo esencial, el efecto de la guerra en las mujeres no sólo lo determina el carácter y el estadio del conflicto, sino también el papel particular de cada mujer que se encuentra en medio de un conflicto. Por cierto, es importante reconocer las necesidades generales de las mujeres, pero también es fundamental responder a las necesidades específicas de las mujeres, sean combatientes, personas privadas de libertad, refugiadas, desplazadas internas, madres y/o miembros de la población civil.3
En este punto es esencial hacer una aclaración que tiene que ver con el rol de la mujer en el conflicto armado y es que tradicionalmente se había categorizado a la mujer como sujeto pasivo de los crímenes cometidos por grupos armados ilegales, desde una concepción de mujer campesina, madre de familia, por lo general en situación de pobreza que debía ceder ante las reclamaciones de todo nivel que les fuesen formuladas por los actores armados. Actualmente, este panorama se ha ampliado para abarcar también las perspectivas y experiencias de aquellas mujeres que, por una u otra razón, se han enlistado en las filas de los grupos guerrilleros y han fungido como auténticas militantes dentro de los mismos:
Se ha tendido a clasificar a las mujeres, por un lado, en una sola categoría, denominada “mujeres y niños” y, por otro, como “vulnerables”. Sin embargo, la mayoría de las mujeres no son necesariamente vulnerables, y no cabe duda de que sus necesidades, experiencias y papeles en la guerra difieren de los de los niños (aunque hay que decir que en muchos conflictos se obliga a los niños a asumir papeles de adulto). Actualmente, las mujeres están participando activamente en muchos conflictos armados en el mundo entero y, a lo largo de la historia, han desempeñado un papel en las guerras”.4
Las mujeres se han desempeñado voluntariamente como reservistas, unidades de apoyo, participando directamente como miembros activos de unidades combatientes, desempeñando roles de infiltración y ataque o suministrando apoyo moral y físico durante operaciones militares; así mismo, se encuentran en estos espacios mujeres que, absolutamente en contra de su voluntad, se ven privadas del ejercicio de sus libertades básicas en el marco de conflicto armado, como es el caso de las mujeres secuestradas o de aquellas que se encuentran prestando servicios sexuales o de alimentación y aseo para los combatientes. 5
En todo caso, es menester aclarar que esta identificación de roles desempeñados por la mujer en el campo del conflicto armado no corresponde a una categorización absoluta, toda vez que la complejidad y multipolaridad del conflicto armado pueden dar lugar al desarrollo de otras dinámicas que involucran de manera directa a las mujeres y que lamentablemente, pueden pasar desapercibidos a los ojos de la sociedad y del ordenamiento jurídico. El conflicto armado constituye así un escenario que muestra el despliegue de la crueldad de las relaciones de poder, de la hostilidad de la guerra y de la unidireccionalidad6 de determinadas manifestaciones violentas contra la integridad física y psicológica de las mujeres, bien sea como miembros activos de los grupos armados ilegales o como víctimas directas de los mismos.
Las expresiones de la violencia armada muestran cómo las mujeres conforman un colectivo sometido a constantes amenazas y violaciones contra el núcleo esencial de sus derechos fundamentales, especialmente de la dignidad como eje de la concepción antropocéntrica sobre la que se edifica todo el aparato constitucional y la estructura estatal. Lo anterior hace que los ámbitos de protección eficaz de los derechos fundamentales sean más complejos, toda vez que el espectro de las necesidades insatisfechas de la mujer se amplía sustancialmente.
Ahora bien, para efectos del presente estudio, el caso del conflicto armado implica que debe hacerse un énfasis especial sobre las amenazas y violaciones contra el derecho a la seguridad personal, toda vez que es allí donde se han cometido las más crueles transgresiones en materia sexual y obstétrica contra las mujeres combatientes y víctimas:
La seguridad personal abarca la seguridad frente a los peligros, los actos de violencia o las amenazas contra miembros de la población civil que no participan o han dejado de participar activamente en las hostilidades. La violencia, daños físicos o mentales, abarca: asesinatos, ejecuciones sumarias y arbitrarias, torturas y mutilaciones, tratos crueles, inhumanos y degradantes, violaciones y abusos sexuales específicamente contra mujeres, como la fecundación forzada, los embarazos forzados, los abortos y la esterilización forzados y otras formas de agresión sexual.7
Como se verá algunos acápites más adelante, prácticas generalizadas en el interior de los grupos guerrilleros, como la esterilización forzada, los abortos forzados y el embarazo y parto atendidos en situaciones de alta precariedad, constituyen manifestaciones de violencia obstétrica que, en el marco del conflicto armado, vulneran el derecho a la seguridad personal y, por consiguiente, a la dignidad humana, al embarazo y parto humanizados, a la integridad física y psicológica de la mujer, entre otros.
Ahora bien, para comprender el alcance de lo que viene de afirmarse, en el siguiente acápite se expondrá el concepto de violencia...