Fragmentos de Frankfurt
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Fragmentos de Frankfurt

Ensayos sobre la teoría crítica

Stefan Gandler

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Ensayos sobre la teoría crítica

Stefan Gandler

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Fragmentos de Frankfurt trata de recuperar el impulso original de la Teoría crítica en cinco ensayos en torno al pensamiento de Horkheimer, Adorno, Benjamin, Marcuse y la historia posterior del Institut für Sozialforschung, fundado en 1922, retomando y reinterpretando, en el contexto del siglo XXI, sus conceptos de modernidad, identidad, Estado, historia, dialécticay el antisemitismo como expresión de los límites de la ilustración.

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Información

Año
2014
ISBN
9786070304026
Categoría
Filosofía
1. TEORÍA CRÍTICA ¿SIN FRANKFURT?
El desarrollo de la civilización se ha cumplido bajo el signo del
verdugo; en ello están de acuerdo el Génesis, que narra la
expulsión del paraíso, y las
Soirées de Saint-Pétersbourg.
Bajo el signo del verdugo están el trabajo y el goce. Pretender
negar esto es ir contra toda ciencia y contra toda lógica. No es
posible deshacerse del terror y conservar la civilización. Atenuar
el primero es ya el comienzo de la disolución. De esto se pueden
extraer las consecuencias más diversas: desde el culto a la
barbarie fascista hasta la fuga resignada hacia los círculos
del infierno. Pero se puede extraer también otra: burlarse de la
lógica cuando está contra la humanidad
HORKHEIMER y ADORNO, Dialéctica de la ilustración,
Apunte: Quand mème.
ELEMENTOS BÁSICOS DE LA TEORÍA CRÍTICA
La Teoría crítica de la Escuela de Frankfurt ha muerto. Reconocer este hecho es la primera condición para poder ser capaz de retomar su proyecto único, en algún momento. Esta muerte prolongada por varios decenios empezó a más tardar en los años cuarenta y cincuenta con la desintegración de uno de los pocos proyectos exitosos del siglo XX, de un grupo de investigadores sociales no sólo multi sino también interdisciplinarios y terminó con la muerte del último miembro o representante de esta escuela: Leo Löwenthal, quien falleció en 1994 en Berkeley, California, donde trabajó en la University of California la mayor parte de su vida, al igual que su amigo y colega Herbert Marcuse.1 Después de la desintegración los autores de esta escuela se desarrollaron cada vez más por su propia cuenta y camino, sin embargo, ninguno de ellos se puede entender sin tomar en cuenta estos únicos momentos de muy fructífero intercambio de ideas desde finales de los años veinte hasta los cuarenta o cincuenta.
Tampoco se puede entender a estos autores (los más conocidos, además de los ya mencionados, son Max Horkheimer, Theodor W. Adorno, Otto Kirchheimer y, con cierta distancia cada vez más grande, Erich Fromm y en una relación muy ambigua Walter Benjamin) sin tomar en cuenta el contexto histórico, social y político en que se desarrollaba la Teoría crítica. Los años veinte fueron la época por la cual el “viejo continente” merecía por última vez la fama –que tiene hasta hoy– de ser una tierra fecunda para el desarrollo de la cultura y las formas de convivencia en general. Entre sus expresiones se pueden mencionar como ejemplos: el arte pictórico de vanguardia (no solamente en el inicio de la Unión Soviética); el dadaísmo; las obras de teatro moderno (como, por ejemplo, el teatro épico); la música dodecafónica de Schönberg y Alban Berg, y los proyectos de un reformismo social (como por ejemplo en das rote Wien, “la Viena roja”, donde sin precedente alguno se construyeron en pocos meses miles de viviendas para el proletariado y la clase media baja austriaca). En este entorno de los años veinte nace la Teoría crítica de la Escuela de Frankfurt.
Después de estos años siguió aquello que la Teoría críticat concibe como la “ruptura de civilización”, que es imposible de olvidar porque aún está presente en la vida cotidiana no sólo de Europa sino del mundo entero (a pesar de que se suele negar este último aspecto). Esta ruptura no es Hiroshima o Nagasaki, tampoco es la segunda guerra mundial en cuanto tal, sino es lo que uno de los herederos científicos de la Teoría crítica –tal vez el más importante– llama La destrucción de los judíos europeos.2 Raul Hilberg (quien logró escaparse del destino que se preveía para él en la Europa ocupada por la Alemania nacionalsocialista, nazi), dedicó toda su vida a estudiar y documentar este único proceso de matanza completamente planeada, organizada y llevada a cabo usando los grandes descubrimientos de la ciencia y los métodos industriales más avanzados. Nunca antes y nunca después habría “fábricas de la muerte” más perfectas y más racionalizadas en términos de la “razón instrumental”. Este concepto clave de la Teoría crítica no se puede entender si no se entiende qué fue lo que pasó en Auschwitz, Treblinka, Majdanek, Sobibor, Bergen Belsen, Dachau, Mauthausen y los otros campos de exterminio y campos de concentración nacionalsocialistas.
Ningún otro concepto de la Teoría crítica se puede verdaderamente entender sin conocer a fondo –y no solamente de manera superficial– lo que fue este proceso casi completamente exitoso de convertir a Europa en “judenfrei” (“liberado” o “libre de judíos”) como dice la más típica e importante palabra de la LTI (Linguae Tercii Imperii).3
Cuando un autor de esta corriente teórica habla de “la desesperación” frente a la cual habría que establecer una “filosofía que puede ser practicada responsablemente”,4 no se refiere a una “desesperación” en general, o de un mundo sin grandes proyectos, un mundo donde la clase media tiende a aburrirse (mientras la crisis no la salva del aburrimiento). Se refiere a algo mucho más radical, más profundo, podría decirse, existencial. Se refiere a la desesperación que provoca el conocimiento no superficial del mencionado hecho único en la historia –la Shoah–5 en cualquier ser humano no completamente cínico y mucho más todavía en los que apenas se salvaron del “destino” que el movimiento popular nacionalsocialista les ha previsto. Toda la Teoría crítica debería haber perecido en las cámaras de gas si la historia hubiera “cumplido su destino lógico” como después diría Horkheimer.
Pero la desesperación no es solamente la de un sobreviviente, quien siempre tiene familiares y amigos que no podían escaparse de la “lógica de la historia”, sino también es una desesperación a nivel conceptual teórico. Es ahí donde la Teoría crítica tiene su principal ruptura con la izquierda clásica, el movimiento obrero y el marxismo tradicional, sobre todo el marxismo dogmático al estilo de la Unión Soviética (en la época de esta escuela cada vez más rígida y estalinista). Es la ruptura con la creencia segura en el papel progresista-revolucionario del proletariado, y en la historia lineal de la forma de producción capitalista. Es más todavía: la ruptura con un punto esencial en la percepción del mundo moderno que desarrollaba Karl Marx.
Mucho se ha criticado a este exiliado alemán de familia judía, pero extrañamente una de sus limitaciones más graves, de mayor trascendencia, casi nunca se menciona en los cientos o miles de textos de críticos de Marx. Es exactamente el punto en que la Teoría crítica toma la más grande distancia del fundador del socialismo científico: esta limitación de Karl Marx no es lo que hoy en día se quiere hacernos creer, a saber, que no ve los aspectos “bondadosos” de la forma de producción capitalista, sino exactamente lo contrario: es su ingenuidad o mejor dicho su ignorancia hacia el grado de crueldad al cual puede llevar este sistema económico en una sociedad en la cual está vigente. Marx –en gran parte por la situación histórica en la que escribe– ve sobre todo la explotación como la razón del sufrimiento humano extremo que provoca esta formación social. Lo que ve de una manera sumamente limitada es el sufrimiento humano provocado no directamente por la lógica económica capitalista, sino incluso en ocasiones en contra de esta lógica, pero como resultado de la psicología social o de masas que corresponde a este sistema de producción.
Este Marx –a pesar de sus observaciones críticas sobre el Carácter fetichista de la mercancía y su secreto,6 sus Tesis sobre Feuerbach,7 y otros textos sobre la cosificación y la enajenación, partiendo de los cuales8 la Teoría crítica desarrolla su crítica a la ideología (Ideologiekritik) para tratar de dar explicaciones para la mencionada “ruptura de civilización”– no puede sospecharlo todavía: está fuera de su imaginación, porque en su época todavía es (por lo menos en Europa) inédito que la maquinaria en sí (Maschinerie an sich)9 se use en contra de los intereses de la humanidad, no porque se aplique de manera capitalista (kapitalistisch angewandte Maschinerie) sino porque se vuelve todavía más destructiva como fábrica de la muerte.10 Marx no podía imaginarse que los grandes capitalistas alemanes en el momento de ver “su” forma de producción amenazada por un fuerte movimiento obrero comunista y socialista opten por la vía de la destrucción generalizada, uniéndose y financiando a un movimiento sumamente antiburgués y, de primera vista, anticapitalista.
Marx se imaginaba mucho más fácil –demasiado fácil– la “muerte” del capitalismo, no podía saber que este sistema de reproducción en su agonía, podría optar por el irracionalismo absoluto, combinado con la razón instrumental altamente desarrollada, para salvarse como proyecto social y económico. Mucho menos todavía se podía imaginar en qué grado iba a participar una parte muy considerable del proletariado alemán y también europeo en este afán autodestructivo del proyecto de la ilustración, de una sociedad en la que rigen las ideas de liberté, égalité, fraternité.
(Cabe mencionar aquí la gran excepción de España, donde la izquierda junto con una parte de la burguesía progresista, se enfrentaron de manera armada al proyecto franquista de extrema derecha, llamando una última vez, parcialmente de manera exitosa, a la realización de la vieja idea del internacionalismo proletario.)11
Marx sabía de los posibles “dolores de parto” que podría llevar consigo el tránsito de la forma de producción capitalista a una poscapitalista (socialista o comunista como diría) y para hacer estos dolores más cortos escribió El capital como dice en el prólogo a la primera edición. Pero nunca se hubiera imaginado que este sistema económico, para salvarse, provocase las dos guerras más grandes de la historia y el genocidio más perfecto y rápido de la historia reciente, involucrando a gran parte de los (más) explotados y prácticamente a todos los Estados del mundo.12
A partir de esto se puede explicar por qué la Teoría crítica de la Escuela de Frankfurt siempre se ha visto como objeto de dos tipos de crítica o rechazo, sumamente distintos y hasta contradictorios.
La izquierda dogmática siempre la acusaba y acusa de ser muy floja y hasta burguesa, los llaman “marxeólogos” por sus referencias (no acríticas) a Marx que no llevan a una glorificación de los movimientos realmente existentes de la izquierda (dogmática), sobre todo de los países del hoy desaparecido “socialismo real”.
La derecha y los conservadores siempre calificaban a la Teoría crítica de “marxista”, lo que para ellos era lo mismo que estar en favor del llamado socialismo real.13 Aunque esta posición es completamente falsa, porque no llega a percibir las muy importantes diferencias entre el marxismo soviético de corte dogmático y la Teoría crítica de la sociedad de la Escuela de Frankfurt, intuye al mismo tiempo algo correcto. En el rechazo de la derecha hacia esta escuela, que a veces llegó a ser más fuerte que su rechazo hacia el marxismo soviético (que por lo menos era una teoría del poder y de cómo defender el poder y con esto comprensible para las teorías conservadoras y derechistas) sí intuyeron que la Teoría crítica era, en cierta manera, más radical en su crítica de la sociedad existente que el mismo Marx y mucho más todavía que el marxismo ortodoxo.
En México se puede observar una muy particular forma de presencia de la corriente teórica establecida por la Teoría crítica de la Escuela de Frankfurt; presencia que se manifiesta de dos maneras.14 Por un lado, hay una cercanía en general desconocida entre la Teoría crítica y esta nación latinoamericana que a partir de la Revolución tiene una tradición antifascista y abierta hacia la izquierda de otros países. Uno de los libros más importantes de esta tendencia filosófica-social, el Behemoth de Franz Neumann15 que hasta hoy es una de las obras claves para entender el nacionalsocialismo, el Fondo de Cultura Económica lo tradujo pocos meses después de publicarse en su idioma original. Erich Fromm vivió aquí un tiempo e hizo estudios sobre los campesinos mexicanos.16 Herbert Marcuse vino en 1968 a dar conferencias en el contexto del movimiento estudiantil.
Al mismo tiempo hay en la recepción de los textos de esta corriente teórica, en muchos casos, la tendencia hacia una de las dos formas de lectura que arriba describimos. El hecho de que la crítica al marxismo dogmático empezó en el subcontinente latinoamericano más tarde que en Europa occidental (como importante excepción habría que mencionar a Adolfo Sánchez Vázquez quién a partir de su Filosofía de la praxis17 da estimulantes aportaciones para un marxismo no dogmático) podría ser una razón de por qué muchas veces se daba aquí la mencionada lectura de la Teoría crítica como “una corriente más del pesimismo burgués”. La misma circunstancia del desarrollo tardío de un marxismo no dogmático en estas latitudes, hizo más fácil, para los pensadores conservadores, el confundir cualquier marxismo crítico con el de corte dogmático.
En este ámbito, en México hay un aspecto más que se da en diferentes interpretaciones de textos de autores de la Escuela en cuestión. Pensamos en la tendencia de descontextualizar la Teoría crítica, de olvidar o ignorar la situación histórica, política y social que al inicio de este capítulo mencionamos a grandes rasgos y con esto la tendencia de ontologizar o hasta teologizar sus desesperaciones y últimas esperanzas, vinculadas directamente con la realidad que hizo posible la existencia y el tan fecundo desarrollo de esta Escuela.
Al mismo tiempo se puede observar –a veces en el mismo autor– la tendencia de “sobrecontextualizar” la Teoría crítica de la Escuela de Frankfurt y subestimar con esto, por ejemplo, sus ensayos al explicar el antisemitismo, sugiriendo que esto es un “fenómeno típico de Alemania o Europa” y por esto sin gran relevancia para México.18
Para terminar esta breve exposición sobre algunos puntos problemáticos en ciertas interpretaciones de la Teoría crítica, es conveniente comentar solamente uno más: la “negatividad”. En algún texto sobre esta escuela que censura la distancia crítica que mantiene respecto de los distintos poderes existentes, podemos leer “la negatividad cede ante la necesidad postergando o cancelando la posibilidad del cambio, o bien la negatividad transforma y entonces se convierte en una nueva posibilidad”.19
Esta crítica que hace un autor conservador a la Teoría crítica de la Escuela de ...

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