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ISRAEL Y EL DESAFÍO DE ROMA
El péndulo de la historia chorrea sangre en cada balanceo.
FREYA STARK, Rome on the Euphrates (1966)
Durante los primeros doscientos años de la presencia romana en el hogar judío tuvieron lugar cuatro revueltas armadas contra aquel control imperial omnipotente. Josefo en la Guerra judía (GJ) y en Antigüedades judías (AJ), Filón en Sobre la legación a Gayo (LG) y Dión Casio en Historia romana (HR) contaron estos acontecimientos que ocurrieron más por errores romanos que por intransigencia judía:
1. Bajo Augusto (4 a. C.): tuvieron lugar revueltas aisladas por todo el país, que terminaron con dos mil crucificados en Jerusalén (GJ 2,39-39 = AJ 17.250-298).
2. Bajo Nerón (66-74 d. C.): una revuelta general acabó con la devastación de Jerusalén, el Templo destruido y Masada capturada (GJ 2,277-7,455).
3. Bajo Trajano (115-117): una revuelta en Chipre y África del norte fue descrita en Roma espeluznantemente en lugar de históricamente (HR 68,32.1-3).
4. Bajo Adriano (132-135): una gran revuelta de estilo guerrilla fue provocada por las acciones de Adriano en Jerusalén (HR 69,12-14.4).
Todas estas rebeliones se mencionan frecuentemente y son bien conocidas. Pero se destaca mucho menos el hecho de que, como respuesta judía a la ocupación romana, ocurrieron todavía más incidentes a gran escala, organizados y controlados de resistencia no violenta, especialmente durante los años entre las dos primeras revueltas violentas.
«Moriremos antes que violar muestras leyes»
Cuando se mira la lista siguiente de protestas no violentas hay que notar dos rasgos más bien sorprendentes. Uno es que todas ellas tuvieron lugar en el período de calma entre revueltas armadas y represalias de las legiones que duró del 4 a. C. al 66 d. C. Otro es que se extendieron bajo todos los emperadores de la dinastía julio-claudia, desde Augusto a Nerón.
1. Bajo Augusto (6 d. C.): contra el censo de Quirino por imposición fiscal, dirigida por Judas el Galileo y Sadoc el Fariseo (GJ 2,118-433; 7,253 = AJ 18,1-10,23-25; 20,102).
2. Bajo Tiberio (26-36): contra los estandartes de imágenes de Pilato en Jerusalén (GJ 2,169-174 = AJ 18,55-59; LG 199-305).
3. Bajo Tiberio (26-36): contra el empleo del tesoro del Templo por Pilato para un acueducto en Jerusalén (GJ 2,175-177 = AJ 18,60-62).
4. Bajo Calígula (40): contra la colocación de una estatua divina de Calígula en el Templo de Jerusalén (GJ 2,184-203 = AJ 18,261-283; LG 225-260; Tácito, Historias 5,9,2).
5. Bajo Claudio (41-54): contra Fado (44-46), el primer gobernador romano de todo el país, acaudillada por Teudas (GJ 20,97-98; Hch 5,36).
6. Bajo Nerón (54-68): contra Félix, el siguiente gobernador (52-60), por «toda clase de crueldad y codicia», acaudillada por muchos «profetas» anónimos (GJ 2,258-260 = AJ 20,167-168). Pero también, y especialmente, dirigida por «el Egipcio» (GJ 2,261-263 = AJ 20,169-171; Hch 21,38).
El orden de estas acciones parece un programa deliberado para crear una alternativa no violenta y evitar otra revuelta violenta como la del 4 a. C., que dejó un país devastado.
Prevengo al lector para cuando se lean estas fuentes, especialmente Josefo: este autor piensa que el dominio romano era voluntad de Dios política y teológicamente. Según esto, despelleja igualmente la resistencia violenta y la no violenta. Pero se puede notar que, bajo Claudio y Neón, sus textos siempre admiten que los dirigentes eran «profetas» y se contenta con llamarles «impostores», «embaucadores» o «charlatanes», o con decir que, comparados con los rebeldes violentos, tenían «manos más puras, pero intenciones más impías».
Contra esta indiscriminada condena por parte de un historiador judío a finales del siglo I de nuestra era, aquí hay otra más matizada de un historiador romano de comienzos del siglo II: «Antonio Félix [52-60] practicó toda clase de crueldad y codicia ejerciendo el poder de un rey con todos los instintos de un esclavo [...] Sin embargo, la paciencia de los judíos duró hasta que Gesio Floro [64-66] fue gobernador. En ese tiempo comenzó la guerra» (Tácito, Historias 5,9-109). A este respecto hay que observar que Josefo y Tácito hacen la misma acusación: «Félix practicó todo tipo de crueldad y codicia».
Echemos un rápido vistazo al programa de resistencia no violenta puesto en marcha por Judas Galileo y Sadoc el fariseo contra el censo romano del 6 d. C. Combinaba creativa y poderosamente tres elementos, a saber, visión escatológica, resistencia no violenta y aceptación del martirio si era necesario o inevitable. Hasta Josefo admite esta teología a su pesar:
A ellos [los judíos] le importa poco aceptar la muerte en formas poco corrientes y hacer que la venganza caiga sobre parientes y amigos, con tal de que puedan evitar llamar amo a un hombre. Dado que mucha gente ha visto la firmeza de su resolución entre tales circunstancias, puedo ahorrarme una narración más detallada. Pues no temo que cualquier cosa que se cuente de ellos sea considerada increíble. El peligro es más bien que un relato pueda minimizar la indiferencia con la que aceptan la lacerante miseria del dolor (GJ 18,23-24).
Insidiosamente, Josefo combina todo tipo de resistencia contra Roma diluyéndola en una massa damnata. Hay que tener mucho cuidado en la lectura de sus textos para distinguir claramente entre, digamos, violentos bandidos rurales y terroristas urbanos, por una parte, y mártires proféticos no violentos, por otra. Con todo, desde Judas y Sadoc, en el 6 d. C., hasta que finalmente fue demasiado tarde, en el 66 d. C., en muchas ocasiones algunos judíos «con gran devoción en sus corazones se mantuvieron firmes y no retrocedieron ante el derramamiento de su sangre [o cualquier otra dificultad] que pudiese ser necesaria» (AJ 18,5), aun cuando la resistencia no violenta terminara en martirio.
«Estamos, como veis, sin armas»
Escojo el incidente bajo Calígula referente a la colocación de su estatua como dios en el Templo de Jerusalén como ejemplo paradigmático del programa contemporáneo de resistencia no violenta de masas entre los años 4 a. C. y 66 d. C. Lo hago así porque tenemos informaciones sobre él de tres fuentes distintas: Josefo (dos veces), Filón y Tácito. Lo podemos imaginar como programa que incluye los siguientes cinco elementos en su composición.
– El primer elemento es la situación romana. Durante el invierno del 39-40, Calígula ordenó al gobernador de Siria, Petronio, llevar hacia el sur dos de sus cuatro legiones hasta Jerusalén y poner en el Templo una estatua del emperador Calígula como dios. En abril-mayo del 40, el ejército de Petronio estaba acampado en Tolemaida, en la costa del Mediterráneo, pero en noviembre había marchado hacia el este, a Tiberíades, en lugar de hacia el sur, a Jerusalén. Petronio estaba prudente y sensatamente, pero también deliberada y arriesgadamente, tardando en obedecer las instrucciones del emperador. La locura de Calígu...