Mujeres migradas
eBook - ePub

Mujeres migradas

  1. 76 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Mujeres migradas

Descripción del libro

En este libro cuento historias de mujeres que he conocido a lo largo de mi vida, historias que en muchos casos he vivido en mi propia piel y en otros casos las he vivido de manera cercana. Las hice mías dando voz a mi manera y bajo mi punto de vista a cada una de ellas. Las mujeres de este libro son diversas pero han vivido situaciones iguales o parecidas. Tienen mucho que aprender y que aportar unas de otras. Estas mujeres en su mayoría se convierten en Mujeres migradas. Son luchadoras innatas, han sido capaces de comenzar de nuevo en lugares desconocidos para ellas.

Preguntas frecuentes

Sí, puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento desde la pestaña Suscripción en los ajustes de tu cuenta en el sitio web de Perlego. La suscripción seguirá activa hasta que finalice el periodo de facturación actual. Descubre cómo cancelar tu suscripción.
Por el momento, todos los libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Perlego ofrece dos planes: Esencial y Avanzado
  • Esencial es ideal para estudiantes y profesionales que disfrutan explorando una amplia variedad de materias. Accede a la Biblioteca Esencial con más de 800.000 títulos de confianza y best-sellers en negocios, crecimiento personal y humanidades. Incluye lectura ilimitada y voz estándar de lectura en voz alta.
  • Avanzado: Perfecto para estudiantes avanzados e investigadores que necesitan acceso completo e ilimitado. Desbloquea más de 1,4 millones de libros en cientos de materias, incluidos títulos académicos y especializados. El plan Avanzado también incluye funciones avanzadas como Premium Read Aloud y Research Assistant.
Ambos planes están disponibles con ciclos de facturación mensual, cada cuatro meses o anual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¡Sí! Puedes usar la app de Perlego tanto en dispositivos iOS como Android para leer en cualquier momento, en cualquier lugar, incluso sin conexión. Perfecto para desplazamientos o cuando estás en movimiento.
Ten en cuenta que no podemos dar soporte a dispositivos con iOS 13 o Android 7 o versiones anteriores. Aprende más sobre el uso de la app.
Sí, puedes acceder a Mujeres migradas de Cinthya Maldonado en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Historia y Mujeres en la historia. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2018
ISBN del libro electrónico
9788417608545
Categoría
Historia
© Derechos de edición reservados.
Letrame Editorial.
www.Letrame.com

© Cinthya Maldonado

Edición: Letrame Editorial.
Maquetación: Juan Muñoz Céspedes.
Diseño de portada: Antonio F. López.

ISBN: 978-84-17608-54-5

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

Letrame Editorial no tiene por qué estar de acuerdo con las opiniones del autor o con el texto de la publicación, recordando siempre que la obra que tiene en sus manos puede ser una novela de ficción o un ensayo en el que el autor haga valoraciones personales y subjetivas.

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».
A cada una de vosotras que de una u otra forma habéis formado parte de mi vida, tanto de aquel lado del Atlántico como de este.
¡Gracias por todos los aprendizajes!
PRESENTACIÓN
En varias ocasiones escuché diferentes historias de mujeres migradas. Desde niña también tuve curiosidad por que mi madre me contara las historias de cuando ella emigró. Y cuando yo misma me convertí en una de ellas ha habido muchas ocasiones en las que me he sentido identificada con alguna de las situaciones. Después de observar, llegué a la conclusión de que todas teníamos muchos denominadores comunes: todas éramos inmigrantes, mujeres y nuestras historias eran parecidas, casi idénticas. Así fue como decidí sacar del baúl de los recuerdos esa facilidad mía de escribir, dando voz a mi manera a algunas de esas grandes historias de situaciones que pasamos las mujeres migradas.
Espero que juntas y juntos saquemos muchos aprendizajes de cada pequeña vivencia que comparto con mucho cariño en este libro en el que, palabra a palabra, he querido construir de la mejor manera cada una de estas historias que te ponen las emociones a flor de piel. Y también quiero recordarles que no olvidéis nunca que detrás de toda mujer migrada hay historias a veces dolorosas, de supervivencia, de búsqueda de nuevas oportunidades. Por ello, me gustaría invitarles a contemplar otras maneras de luchar contra las adversidades. Ya que para ser migrante se necesita mucha valentía y los inicios nunca son fáciles. Además, a veces quitarse la coraza de fuerte viene bien: nos aligera los momentos a vivir y nos permite conocer otras realidades.
Las mujeres, sin importar de dónde venimos, queremos y podemos aportar nuestros conocimientos y facilidades a las sociedades en las cuales nos establecemos, además de querer empaparnos de nuevos aprendizajes.
A las mujeres quiero decirles que nunca olviden que pueden hacer y ser todo cuanto quieran.
Cinthya Maldonado
SENSACIONES
Al salir a la calle, sintió que el fresco del anochecer pegaba en sus mejillas, qué agradable le pareció después de un largo día de trabajo. Su cuerpo estaba acalorado, sintió deseos de caminar por largo rato por calles poco transitadas, para disfrutar de tranquilidad, o muy transitadas, como en ese momento, y así poder observar el exterior —digo el exterior porque el interior sabemos esconderlo Y moldearlo muy bien en ocasiones— de otras personas que como ella volvían a casa aquella tarde-noche.
Pero las fantasías de su hipotético paseo nocturno se desvanecieron cuando recordó que tenía que volver a casa cuanto antes y fundirse en un beso lleno de amor con su hija. Empezó a recordarse y enumerarse cada una de las tareas que aún tenía que llevar a cabo en casa y de pronto sintió que una nostalgia la invadía y tuvo ganas de llorar. En aquel instante experimentó una gran tristeza, secó con delicadeza las lagrimillas que brotaban de cada una de las esquinas de sus pequeños ojos y disimuló como si una basurita hubiera caído en ellos, sintiéndose hipócrita por limpiarse y disimular, porque bien sabía que la única basura que había caído en su vida y que le sacaba esas lágrimas que estaba reprimiendo por vergüenza era la tremenda soledad y la nostalgia que la acompañaban. Tomó aire, caminó a pasos más largos y decidió tomar el autobús rumbo a su casa donde la esperaba un abrazo lleno de ternura.
ACTITUDES DISCRIMINATORIAS AGRESIÓN
Era un mediodía caluroso de otoño del mes de octubre en Barcelona, yo iba cargada con la bolsa de los productos de limpieza y otra bolsa de tela que acostumbro a llevar con mi bocadillo o comida y bebida del día. Al doblar y entrar en la angosta calle donde se ubica el edificio donde trabajaba y al cual me dirigía, observé a un hombre canoso, rostro casi redondo, estatura mediana, que picaba en uno de los interfonos pero que no obtenía respuesta. Aquel hombre se impacientaba. Yo avanzaba muy despacio, a mi ritmo, y aquel hombre me miraba fijamente como diciendo date prisa, es más, con un leve gesto me lo preguntó y con otro gesto asentí. Pasé primero el garaje, allí estaba un coche aparcado en la parte de fuera creo recordar que era un turismo de color marrón o quizá me confundí y era rojo vino no le di importancia, acostumbro ser lo más prudente que puedo. Al llegar al portal al tiempo que metía la llave en la cerradura saludé con un «Buenas tardes». Aquel hombre casi no contestó, es más, casi que entró antes que yo y a poco estuvo de apartarme para que lo dejara pasar. Una vez dentro y en el corto espacio que separa el portal de la puerta de entrada de la escalera, en aquel angosto pasillo, pregunté adecuadamente: «Perdone, ¿a qué piso va?». Él contestó en catalán: «¿Qué te importa?», a lo que yo respondí también en catalán, porque, al fin y al cabo, para eso me pase dos años haciendo cursos, para no seguir diciendo: «En castellano, por favor, porque no hablo catalán». «Me importa porque como usted comprenderá yo aquí vengo a trabajar y por lo tanto soy responsable de la llave que confiadamente mis jefes han puesto en mis manos, si le pregunto a qué piso va es para tener una respuesta ante cualquier acontecimiento que así lo requiera», contesté. Esa respuesta enfureció a aquel hombre y sacó lo peor de él, dándose la vuelta me dijo que él no era ningún ladrón, que yo una inmigrante de “M”, que qué me había creído, que seguro estaba hasta sin papeles viviendo en este país. Cosa que de alguna manera era verdad. Si bien es cierto que mi residencia acababa de ser aprobada, aún no disponía de ella en mi bolso ya que, por motivos que no vienen al caso y después de vivir 5 años empadronada e integrada en Barcelona, no lo había conseguido —la vez que estuve a punto de lograrlo no salió bien—, pero esa es otra historia que bien da para otro relato.
Siguiendo con mi discusión con aquel hombre, que como os iba contando se iba enfadando cada vez más, recuerdo que me hablaba en catalán a lo que yo también respondía en catalán, aunque automáticamente y poco a poco fui cambiando y acababa hablando en castellano, que es mi lengua materna y con la que por lógica me encuentro más cómoda a la hora de expresarme. Le dije: «Qué mal educado, mire que hablarle así a una persona y más a una mujer…». Su siguiente respuesta fue algo así como que me iba a golpear, de hecho, el gesto que me hizo fue amenazante totalmente, un amago de abalanzarse sobre mí. Le dije que no le tenía ningún miedo y que inmediatamente llamaría a la policía, cosa que efectivamente iba a hacer. Él respondió: «A ver, ¿a quién creerá la policía, a ti que eres una inmigrante o a mí?». «Supongo que la policía creerá la verdad porque, que yo sepa, este es un estado democrático, y en este caso la verdad la digo yo, porque como usted bien sabe yo no le he hecho nada para ser tratada de manera violenta por su parte», respondí. A todo esto, yo tenía ya mucho miedo pero no era el momento de mostrarlo y mucho menos a este ser. Llevé mi mano a mi bolso y saqué mi móvil, porque efectivamente iba a llamar a la policía, cuando se abalanzó sobre mí, me arrebató el móvil, recuerdo que era un Sony Ericsson, y me gritó: «Mira lo que hago con tu móvil». Lo estrelló contra el suelo y a continuación me dijo en tono desafiante: «Y ahora ¿con qué llamarás a la policía? A ver si voy a ser yo quien te acuse». Y yo, aunque en aquel momento presa de pánico no lo pensé, ahora me pregunto de qué me acusaría a mí esta persona.
Yo ya con lloros, como es habitual en mí cuando estoy desbordada y nerviosa, respondí: «¿Pero qué hace?, es consciente de lo que está haciendo?», y su respuesta fue cogerme por los brazos, estremecerme y empujarme. No llegué a caerme pero si me tambaleé. Con una enorme impotencia, presa del pánico, con un ataque de ansiedad tremendo y una sensación de soledad inmensa, no tuve más remedio que recoger mi móvil y quedarme allí. Observé a mi alrededor a ver si alguien me auxiliaba, pero no fue así, a pesar de que escuchaba comentar en voz baja lo sucedido, pero estaba tan bloqueada después de semejante episodio que lo único que se me ocurrió fue volver a atravesar el pasillo hacia la calle, ya que si seguía y traspasaba la otra puerta entraba en la escalera del edificio y allí había entrado él. Lo último que quería era que me agrediera de nuevo. Una vez en la calle me encontré a una mujer de edad media, una mujer súper amable a la que intentaba explicarle lo sucedido, pero era tal mi estado de nerviosismo que casi no se me entendía nada de lo que decía. Ella fue muy simpática, me dijo: «Tranquila, soy Susana —por su acento supe que era Argentina—. Vente conmigo, te daré un poco de agua, y miraremos qué podemos hacer». Una vez en su casa, que era en la finca de enfrente del edificio en el que yo trabajaba, me ofreció un botellín de agua, el cual me tomé casi de golpe. Aquel agua fue tan reparadora que, a continuación, y ya más tranquila, pude relatarle lo sucedido. Ella tomó su teléfono e hizo una llamada; cre...

Índice

  1. A cada una de vosotras que de una u otra forma habéis formado parte de mi vida, tanto de aquel lado del Atlántico como de este.