1. Fracaso escolar
En el presente capítulo se detallan las bases que han asentado este estudio sobre el fenómeno del fracaso escolar durante la etapa de educación secundaria, haciendo especial hincapié en los casos en los que el fenómeno se produce en contextos de exclusión social, debido a la marcada incidencia que tienen los factores condicionantes que conducen al bajo rendimiento, la no consecución de objetivos, la repetición de curso y el abandono escolar prematuro en los adolescentes con edades comprendidas entre los doce y los dieciséis años en riesgo de exclusión.
A la hora de abordar esta temática, se ha profundizado en el análisis de posibles causas –directas o indirectas– del fracaso escolar y el abandono escolar prematuro por parte del alumnado en riesgo de exclusión social en comparación con el que no lo está, tales como las capacidades individuales del alumnado, su entorno social y la influencia que ejercen los distintos agentes que componen el sistema educativo, al tiempo que, mediante una revisión exhaustiva de los resultados de diversos informes y una extensa reflexión acerca de la visión de numerosos autores, se han seleccionado y respaldado una serie de propuestas que tienen como fin promover actuaciones y métodos alternativos que ayuden a disminuir los motivos que desencadenan este fenómeno.
Imagen 8. Representación del fracaso escolar
Fuente: https://www.drromeu.net/fracaso-escolar/
Antes de detallar estas posibles causas, es importante apoyarnos en las diversas definiciones y teorías sobre fracaso escolar que la mayoría de autores han aportado a lo largo de los años, basándose en encuestas y sondeos realizados utilizando expedientes académicos y alumnos reales. Estos autores se han adentrado en la búsqueda de una definición precisa del fracaso escolar, coincidiendo en que estamos ante un fenómeno complejo, gradual, de causas diversas y sobre el que inciden múltiples factores. Entre todos logran con éxito fijar una serie de causas y agentes comunes que hacen posible obtener una descripción global del concepto considerablemente sólida.
Al examinar los distintos enfoques de cada una de estas investigaciones, se observan características que se repiten y que ayudan a esbozar, sino una definición única, un compendio de factores determinantes comunes que permiten identificar con claridad los casos de fracaso escolar y abandono escolar prematuro.
Imagen 9. Manolito amigo de Mafalda, representando el fracaso escolar
Fuente: www.mafalda.net. Autor Joaquín salvador lavado tejón, conocido bajo el seudónimo de Quino.
Así, muchos afirman que el fracaso escolar es el desenlace final de un largo y lento proceso que puede llegar a originarse con bastante anterioridad a la entrada del alumno en el período de Educación Secundaria Obligatoria, es decir, no es extraño que empiece a gestarse en los años de educación primaria. Esta fase paulatina de desenganche se ha usado para establecer una definición de partida del concepto del abandono escolar, entendiéndose éste como el resultado de «un proceso progresivo de desvinculación de la escuela por parte de aquellos que acaban abandonando antes de la obtención de un título postobligatorio» (p.1), así como para referirse al fracaso escolar como «clímax del proceso de desenganche acumulado que conduce al abandono prematuro» (p.4). (Mena; Fernández; Riviére. 2010). Sin embargo, es la intención de estos autores resaltar el carácter fluctuante del proceso, el cual tiene sus altos y bajos, afecta al alumnado de forma distinta en función de su propia realidad, y puede manifestarse, además, de las maneras más diversas. En la misma línea y con el objetivo de perfilar los conceptos, escogen dar un paso más y diferenciar entre fracaso y abandono, refiriéndose a ellos como dos posibles consecuencias del desenganche por separado. De esta forma, completar la Educación Secundaria Obligatoria sin haber obtenido una titulación determinará un caso de fracaso escolar, y desvincularse de los estudios entre los dieciocho y los veinticuatro años sin obtener una titulación postobligatoria ayudará a identificar un caso de abandono.
Calificado de término borroso que plantea interrogantes (Escudero; González; Martínez. 2009:43), el fracaso escolar es nuevamente abordado en un intento de definición como «fenómeno multidimensional y complejo, estructural y dinámico», pero, adicionalmente, estos autores introducen la idea de que este fenómeno tiene «raíces dentro y fuera de los centros escolares», por lo que su visión comienza a tomar la forma de un proceso en el que influyen de forma activa no sólo los propios alumnos sino también sus familias y el entorno social y cultural en el que se encuentran inmersos.
Es por ello que igualmente se ha hablado de la naturaleza relacional del fracaso escolar (Escudero. et al. 2009) o, tal y como se ha denominado en el mencionado trabajo, de la exclusión educativa, a través de enfoques teóricos que serían «incomprensibles si no se toman en consideración las relaciones que sostienen con un determinado orden que no es arbitrario ni accidental, sino racional, ligado y provocado por el sistema social, económico y cultural que lo produce».
Pese a que el análisis y la búsqueda de una definición exacta de los conceptos de fracaso escolar, abandono escolar o exclusión educativa concentran sus esfuerzos, inicialmente, en el estudio de lo que ocurre en la escuela, no puede ponerse en duda que ese enfoque global desde el cual abordan el fenómeno los autores estudiados para este trabajo de investigación se antoja especialmente necesario. Zulma Perassi (2009), que analiza de manera exhaustiva la influencia de la evaluación en los casos de fracaso escolar, se refiere a éste como un «flagelo que trasciende los muros de la institución escolar y encuentra sus raíces en la realidad social, económica, política y cultural de un país».
Asimismo, Perassi (2009) hace nuevamente hincapié en la complejidad del término, manifestando que hablar del fracaso escolar como mero bajo rendimiento en alguna de las asignaturas del currículum sería simplificar excesivamente el fenómeno e ignorar todos sus niveles de alcance, pero subraya la necesidad de «remarcar que, si bien el fracaso excede el ámbito de la escuela, es decisivo el papel que esta juega en la historia de formación de cada estudiante» (p.2). Por ello, constituyéndose la escuela como componente activo en esta definición de fracaso escolar que enfrenta la realidad social, cultural y económica del alumno con la vida escolar, se observa cómo, efectivamente, los primeros años de escolarización determinan si el alumno será capaz de adaptarse al sistema educativo o no, si fracasará o no, si terminará siendo excluido o no:
Para constituirse en «alumno» ese infante necesita aprender a decodificar un entorno –poblado de normas, ritos, lenguajes y acciones– que no siempre es compatible con aquel que está vigente en su grupo de origen, y es imperioso que logre desarrollar un conjunto de habilidades sociales que le permitan dar las respuestas esperadas por los miembros de esa comunidad escolar. […]Cuando la escuela no es capaz de descubrir, «ver», nombrar y re-conocer al sujeto, y se focaliza en la norma privilegiando la dimensión del deber ser, es altamente probable que lo condene al fracaso escolar (p.2).
El fracaso escolar, descrito como una realidad que concierne no sólo a los propios alumnos, sino también a padres, madres, maestros y administración educativa (Moreno. 2009), se reconoce como un problema para el que raramente se buscan y ofrecen soluciones. Paralelamente, se relaciona este hecho con la multiplicidad de factores externos que inciden sobre las posibilidades de éxito o fracaso escolar, y que pueden, durante muchos años, mantenerse silenciosos e invisibles para las personas afectadas, y así lo declara la autora en su estudio:
El rendimiento escolar no depende exclusivamente del trabajo que realiza el alumno, ni de su voluntad o atención, sino que está condicionado por el éxito o fracaso de diversos factores globales, que condicionan este éxito o fracaso frecuente del escolar. El conglomerado de factores hace que la sensibilidad que debamos poner a esta problemática sea grande, de otra manera la no advertencia de ciertos factores puede provocar un mal diagnóstico y su posterior intento de solución a través de un programa de intervención o tratamiento (p.3).
Dentro de esta diversidad de elementos influyentes y causales de la problemática que nos ocupa, Moreno vuelve a elaborar varios borradores en busca de una definición concreta de la misma. En ellos, reconoce como indicadores del fracaso escolar la repetición de curso, las malas calificaciones y la no consecución de metas fijadas, entre otros, y se une al debate abierto acerca de la importancia de conseguir un título frente a la de aprender. Describe el fenómeno, además, como algo que «se produce en un marco sociocultural concreto, en una situación generada en un contexto sociocultural en el que rigen unas normas de comportamiento», esto es, sus parámetros cambian en función de la sociedad, el momento histórico o las circunstancias concretas del alumno.
En este punto de la investigación, comienzan a aparecer condicionantes externos del fracaso escolar que hasta ahora no habían sido mencionados, pero que subyacen permanentemente en los factores que generan el proceso gradual de desvinculación de la escuela que se origina en edades tempranas, y que son, principalmente, la presión y las exigencias ejercidas por el entorno más inmediatamente cercano al alumno: su familia, sus amigos y las expectativas que estos tienen en cuanto a su futuro académico, personal y laboral. La proximidad de la vida laboral y unas bajas calificaciones que provoquen que el alumno se sienta inferior a sus compañeros y recriminado por sus padres pueden convertirse conjuntamente en la causa del abandono escolar prematuro, conforme a la cual el alumno se autodescarta y acelera la fase final de su progreso de desenganche, optando por la que para él parece la opción más fácil: dejar los estudios y encontrar un empleo para el que no precise tener un nivel de estudios mínimo.
A medida que se avanza en este estudio y durante la búsqueda del perfil de esta definición global y compuesta, se nos pone en conocimiento de una nueva conexión: la del fracaso escolar con el absentismo y el riesgo de abandono escolar prematuro, interpretándose que tanto puede el primero ejercer una influencia sobre los segundos como puede esto ocurrir de manera inversa (Martínez; Álvarez. 2005). Aunque el absentismo, en ocasiones, responde a necesidades de fuerza mayor como enfermedades que requieren hospitalización o situaciones familiares y económicas específicas, en la mayoría de los casos se encuentra asociado a la desmotivación o, como se ha mencionado anteriormente, el desenganche por parte del alumno de la institución escolar, conduciéndolo casi inevitablemente por el camino directo al fracaso escolar. Por otra parte, se observa que el riesgo de abandono prematuro está estrechamente ligado a cuatro características definitorias del proceso gradual de desenganche o fracaso escolar: el propio absentismo, la repetición de curso, las dificultades de aprendizaje y la transgresión de las normas.
Ilustración 10. ...