
- 136 páginas
- Spanish
- ePUB (apto para móviles)
- Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
Francisco de Asís y el Papa Francisco
Descripción del libro
Este libro habla de san Francisco de Asís y del papa Francisco, procurando que las voces que se escuchen sean las de los mismos protagonistas: Francisco de Asís, testigo de Cristo crucificado y amigo de los pobres y Francisco, el papa con una espiritualidad hecha de rostros humanos.
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Información
ISBN del libro electrónico
9788428827447Categoría
Teología y religiónCategoría
Historia del cristianismo1
FRANCISCO ES MI NOMBRE
«Si aceptas este ministerio y oficio de ser nuestro papa, dinos con qué nombre te hemos de reconocer». «Quiero llamarme Francisco», respondiera el elegido. De ahora en adelante, el cardenal Jorge Mario Bergoglio, y en honor de san Francisco de Asís, será llamado Francisco.
Como era de esperar, enseguida comenzaron a buscarse las razones que justifican la elección del nombre del nuevo papa. Se barajaron las distintas posibilidades, sobre todo aquellas que lo relacionaban con su condición de jesuita. Santos admirables, y de este nombre, ha habido varios en la historia de la Compañía de Jesús. San Francisco de Borja, santo y noble, y dechado de fidelidad al servicio de la Iglesia. San Francisco Javier, el misionero universal, el evangelizador incansable, el celo ejemplar y sacrificado por la salvación de los pueblos...
«¡No te olvides de los pobres!», le había dicho el cardenal Claudio Hummes a su compañero de puesto en el cónclave. Esa sugerencia del cardenal brasileño y franciscano, ¿había sido decisoria a la hora de buscar un nombre apropiado? En la memoria del cardenal Bergoglio, ¿estarían aquellas palabras que han resonado tantas veces en la historia de la renovación eclesial, ¡repara mi Iglesia!, y que eran como un encargo de Dios al bienaventurado Francisco?
Francisco de Asís era una figura aceptada por unos y por otros, y hasta elegido, en un sondeo universal, como el hombre del último milenio. La humildad y pobreza del santo de Asís eran más que un buen criterio para gobernar al nuevo pueblo de Dios, que se sentía necesitado de los gestos y actitudes del Poverello. El papa Francisco, en la visita Asís en octubre de 2013, ha dado la respuesta a los motivos que le impulsaron a elegir el nombre de Francisco.
¿Es que Francisco de Asís había sido un revolucionario? En un entrañable encuentro con los niños discapacitados y enfermos ingresados en el Instituto Seráfico, el 4 de octubre de 2013, el papa diría que había elegido llevar el nombre de Francisco como obispo de Roma. Francisco, siguiendo el ejemplo de Cristo, amó a todas las criaturas del universo, sobre todo a los pobres y los abandonados, y lo hizo con admiración y sencillez.
«¡Sed revolucionarios!», les dice el papa Francisco a los componentes de la asamblea diocesana de Roma.
Este año habéis trabajado mucho sobre el bautismo y también sobre la renovación de la pastoral posbautismal. El bautismo, ese pasar de «bajo la ley» a «bajo la gracia», es una revolución. Son muchos los revolucionarios en la historia, han sido muchos. Pero ninguno ha tenido la fuerza de esta revolución que nos trajo Jesús: una revolución para transformar la historia, una revolución que cambia en profundidad el corazón del hombre. Las revoluciones de la historia han cambiado los sistemas políticos, económicos, pero ninguna de ellas ha modificado verdaderamente el corazón del hombre. La verdadera revolución, la que transforma radicalmente la vida, la realizó Jesucristo a través de su resurrección: la cruz y la resurrección. Y Benedicto XVI decía de esta revolución que «es la mutación más grande de la historia de la humanidad». Pensemos en esto: es la mayor mutación de la historia de la humanidad, es una verdadera revolución, y nosotros somos revolucionarias y revolucionarios de esta revolución, porque nosotros vamos por este camino de la mayor mutación de la historia de la humanidad. Un cristiano, si no es revolucionario, en este tiempo, ¡no es cristiano! ¡Debe ser revolucionario por la gracia! Precisamente la gracia que el Padre nos da a través de Jesucristo crucificado, muerto y resucitado, hace de nosotros revolucionarios, pues –cito de nuevo a Benedicto– «es la mutación más grande de la historia de la humanidad». Porque cambia el corazón (17 de junio de 2013).
«Revolucionarios» iban a ser los comportamientos del nuevo papa. Una sorpresa permanente con gestos y actitudes que llamaban poderosamente la atención. En sus vestiduras dominaba la sencillez, lo más común y ordinario de cada día; el apartamento donde se albergara sería la casa común de residencia de aquellos que visitan el Vaticano o que allí tienen su oficio de colaboradores de la Santa Sede; la misa diaria comunitaria y esa conversación familiar, esa homilía en la que dialogaba con la palabra de Dios y las cosas de los hombres; el lenguaje era sencillo y persuasivo, con expresiones llenas de vida y sentido, siempre acomodado a los oyentes; la forma de relacionarse con los cardenales o con los periodistas, con los trabajadores de las dependencias del Vaticano, con los encargados de las distintas secciones de los dicasterios de la Santa Sede, con las gentes que acudían a las grandes audiencias y con los comensales más diversos que sentaba a su mesa.
«Revolucionarios» iban a ser también los cambios y organización de las estructuras, las comisiones que se formaron, las nuevas orientaciones en los organismos de gobierno al servicio de la Santa Sede. Piénsese, por ejemplo, en la formación de un grupo de cardenales que aconsejarán al papa sobre asuntos de la Iglesia universal y para estudiar un proyecto de revisión de la Constitución apostólica Pastor bonus sobre la Curia romana. Este grupo estaría formado por unos cardenales que representaban los distintos continentes. Posteriormente se instituía el Consejo de cardenales. Este nuevo organismo será una expresión de comunión episcopal y de ayuda al ministerio de Sucesor de Pedro que el papa debe ejercer.
De una forma particular se miraba, y con algún recelo, la organización y gestión financiera del IOR, el Instituto de Obras de Religión. El papa Francisco nombra una comisión para conocer mejor la posición jurídica y las actividades del Instituto. No era un organismo de control, sino de ayuda al Santo Padre en el conocimiento y función del mal llamado «Banco Vaticano».
¿Era Francisco de Asís un revolucionario? Tomás de Celano, su biógrafo, relata la «revolución» de este modo:
Ya cambiado perfectamente en su corazón, a punto de cambiar también en su cuerpo, anda un día cerca de la iglesia de San Damián, que estaba casi derruida y abandonada de todos. Entra en ella, guiándole el Espíritu, a orar, se postra suplicante y devoto ante el crucifijo, y, visitado con toques no acostumbrados en el alma, se reconoce luego distinto de cuando había entrado. Y, en este trance, la imagen de Cristo crucificado, cosa nunca oída, desplegando los labios, habla desde el cuadro a Francisco. Llamándolo por su nombre: «Francisco –le dice–, vete, repara mi casa, que, como ves, se viene del todo al suelo». Presa de temblor, Francisco se pasma y como que pierde el sentido por lo que ha oído. Se apronta a obedecer, se reconcentra todo él en la orden recibida (Vida segunda, cap. 6).
Es san Buenaventura quien lo describiría de esta manera:
Les manifestó el papa Inocencio una visión celestial que había tenido esos mismos días, asegurando que habría de cumplirse en Francisco. En efecto, refirió haber visto en sueños cómo estaba a punto de derrumbarse la basílica lateranense, y que un hombre pobrecito, de pequeña estatura y de aspecto despreciable, la sostenía arrimando sus hombros a fin de que no viniese a tierra. Y exclamó: «Este es, en verdad, el hombre que con sus obras y su doctrina sostendrá a la Iglesia de Cristo» (Leyenda mayor 3, 10).
¿Qué sueño había tenido el cardenal Bergoglio? Los cardenales se reunieron en las congregaciones previas al cónclave. Allí se hablaría, posiblemente, de la necesidad de renovar algunas estructuras de la Curia vaticana, de clarificar actuaciones sobre las que recaían no pocas dudas y sospechas, de agilizar el funcionamiento de las congregaciones y de los distintos consejos y comisiones. ¿Reparar era revolucionar? Aunque Francisco de Asís, al escuchar que tenía que reparar la casa de Dios, lo entendiera en un sentido meramente técnico, de la reconstrucción de un templo casi en ruinas y que exigía acopio de nuevos materiales y estructuras más sólidas, sus comportamientos posteriores a la escucha de las palabras del Cristo de San Damián iban encaminados a dar firmeza a su conversión personal, a vivir el Evangelio en toda su originalidad y exigencia.
Mario Jorge Bergoglio nace en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, en el seno de una sencilla familia. Estudia química y en marzo de 1958 ingresa en Compañía de Jesús. Licenciado en filosofía, ejerce como docente en diversos centros. Ordenado sacerdote, realiza diversos ministerios y es nombrado provincial, cargo que ejerció desde 1973 hasta 1979. En mayo de 1992 es nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires. Unos años después ocuparía el cargo de arzobispo en la misma ciudad. Estamos en febrero de 1998. No vive en el palacio episcopal, y todos los días asiste a su trabajo en un medio público. El 21 de febrero de 2001 es nombrado cardenal por el papa Juan Pablo II. Miembro de diversas congregaciones de la Santa Sede y de la Comisión Pontificia para América Latina. Presidente de la Conferencia Episcopal de Argentina. El 13 de marzo de 2013 fue elegido papa. Escogió el nombre de Francisco, y es el primer latinoamericano y el único miembro de la Compañía de Jesús elegido para ser obispo de Roma y sucesor del apóstol Pedro.
Francisco, cuyo nombre de bautismo fuera Juan, nace en 1181 en la ciudad de Asís. Hijo de un rico mercader y joven divertido e idealista, cae prisionero durante la guerra. Sufre una larga enfermedad y la vida de Francisco comienza a tomar un nuevo rumbo. Ante el obispo de Asís se despoja de todos sus vestidos y bienes que p...
Índice
- Portadilla
- Introducción
- 1. Francisco es mi nombre
- 2. Los tiempos de Francisco de Asís y los del papa Francisco
- 3. Dios, el Padre de la misericordia y del perdón
- 4. La pobreza y los pobres
- 5. La paz y el bien
- 6. Una fraternidad universal
- 7. Ecología franciscana
- 8. La alegría y la esperanza
- 9. Francisco de Asís y el papa Francisco
- Epílogo
- Contenido
- Créditos