Instantáneas de viaje: diario sobre la excursión al Chocó, 1934
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Instantáneas de viaje: diario sobre la excursión al Chocó, 1934

  1. 130 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Instantáneas de viaje: diario sobre la excursión al Chocó, 1934

Descripción del libro

Iniciamos hoy la publicación de un diario de viaje cuyo autor no imaginó que pudiera ser conocido por otras personas que no fueran sus compañeros de excursión o sus familiares. Ello explica algunas incorrecciones que a lo largo del escrito encontrarán los lectores. Nosotros sabemos que esas notas graciosas de intenso sabor aborigen fueron escritas hora tras hora a medida que llegaban los hechos en la inclemencia del medio, sobre un áspero banco de madera, en el pasamano de un leve barquichuelo que sacudían las olas o quizás sobre las rodillas entumecidas por una larga e incómoda posición; y así llegaron a nuestras manos indiscretas, y así las entregamos al público. Pedimos perdón a Delio y pedimos perdón a doña Ligia, su hermana, dueña exclusiva de este diario. El placer que nos hemos proporcionado leyendo las Instantáneas de viaje y la información que tendrán los lectores de nuestra revista acerca de nuestro hermano el Chocó y del injusto aislamiento colombiano en que vive vale bien el disgusto que les causaremos; por eso no esperamos su reproche.

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Información

Año
2015
ISBN del libro electrónico
9789587202526
Contenedor completo
LA EXCURSIÓN EN IMÁGENES
I

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HERNÁN GARCÉS GONZÁLEZ (DE PIE)
Y DELIO JARAMILLO RESTREPO
EN MARMATO, CALDAS
Fin cotendeor
JUNIO 29
Salimos a las siete de La Vuelta, después de desayunar aguapanela con plátano frito; por aquí no se conoce el chocolate. Caminamos a pie por una trocha fangosa, de la selva chocoana; como en el Chocó el intercambio entre los pueblos se hace por los ríos, estas trochas nunca se arreglan y por eso son tan malas; a lado y lado los árboles milenarios entrelazan sus copas, por lo cual no vemos los rayos del sol. El camino es liso y lleno de culebras según nos dijeron en La Vuelta; por esto caminamos rápidamente, callados, con la vista fija en el suelo; de cuando en cuando el grito de un excursionista que da con su esqueleto en el suelo. Un puente podrido se reventó y cayeron al agua Durán, Ferrer y el viejo Uribe; éste se lamenta horrible y trágicamente pero nada ha pasado; el largo Zapata ha venido materialmente andando en el trasero; no se levanta del suelo; tiene el centro de gravedad muy alto y es de equilibrio inestable como dicen los físicos.
Después de deslizar siete kilómetros llegamos al río Cértegui a las ocho y media de la mañana y aquí encontramos dos canoas que nos envió el inspector de la población que lleva el nombre de este río. Voy en la más pequeña con seis de mis compañeros. Siempre escojo la pequeña porque son más veloces y a mí me trastorna la velocidad; el doctor toma fotografías de nosotros desde su champa; este río es pequeño y de poca profundidad; los bogas no obstante esto, dicen que si la canoa se voltea, nos ahogamos porque “paisa no boya sino a los tres días en Andagoya”. Con esto quieren ponderar lo malos nadadores que somos; en todas partes nos llaman paisa, que son muy conocidos porque en estas regiones abunda el elemento antioqueño.
En un playita una equis toma un baño de sol; más adelante una enorme birrí está enroscada en las ramas de un árbol; éstas son peligrosas porque dan grandes saltos y atacan a los que van en canoa, según nos dicen los negros que manejan los canaletes; cuando pasamos por debajo del árbol en que está la culebra se nos enfría hasta la lengua.
Uno de los negros de la otra champa se enreda en un palo y se va al agua; sale sin gran dificultad porque son buenos nadadores.
Los bogas entonan canciones melancólicas; es el canto nostálgico de una raza expatriada y sin esperanza.
Las lianas y bejucos cuelgan de los árboles y forman como una cortina doble de verdura.
Como vamos a favor de la corriente, bajamos a buena velocidad.
A las doce y media desembarcamos en una playa, nos bañamos, almorzamos y luego continuamos el viaje.
A la una llegamos a Cértegui; la gente de este puerto es formalísima; en el embarcadero nos esperaban todos los habitantes y luego fuimos conducidos a un hotel muy bien presentado y aseado.
Nos sirven un buen almuerzo en el que abunda la carne de gallina; muy bueno todo; el pueblo es como todos los del Chocó: de madera, zinc y paja; tiene unos seiscientos cincuenta habitantes.
Después de visitar el poblado en el que nos atienden muy bien, bailamos en el hotel.
Por la tarde traen a Gerardo Botero dos negritos, que como son de apellido Botero se les ha metido que son de la familia de nuestro compañero, primos según dicen ellos; son hijos de don Joaquín Botero, un antioqueño que murió en estas regiones. Nos ponemos a aclarar el hecho y sabemos que Botero nunca ha tenido tíos paternos; no les quitamos a los negritos esta idea de la cabeza y se les sacan fotos.
Todos los antioqueños que hace algún tiempo trabajan en estas tierras, viven amancebados.
El doctor Wokittel está como enamorado de una morena muy pispa, maestra de escuela, que ha hecho todo lo posible porque nos reciban bien; se ha quitado la argolla nupcial y no se separa de ella. ¡Hasta a los gatos les da romadizo! Por la noche la lleva del brazo a la mesa, donde nos sirven una magnífica comida, pero durante ésta Julio Toro se la quita y la monopoliza para sí.
Por la noche le llevan al doctor muchachitos enfermos de fiebre; está hecho todo un yerbatero; les receta alófenas como purgante y les da quinoplasmina para quitar la fiebre. Al día siguiente por la mañana se repite la misma escena; le aconsejo al doctor que saque licencia para recetar, para evitar futuras complicaciones.
Dormimos sobre petates con almohadas.
Nos admira saber que esta recepción nos la han preparado con fondos de particulares porque esta inspectoría es muy pobre; el inspector es antioqueño.
JUNIO 30
Salimos a las seis de Cértegui después del desayuno; atravesamos el río Aguasal en canoa y nos internamos en la selva; al poco rato se abren las cataratas del cielo; caminamos por un camino lleno de fango, en fila india por lo estrecho y en el que nos hundimos hasta la rodilla; sacamos el pie con gran dificultad de estos lodazales, pero la cotiza se nos ha quedado en el fondo; la extraemos; nos la amarramos del pie y a poco andar estamos en las mismas; el ejercicio de sacar el pie del fango cansa pronto; las raíces, parecidas a culebras retorcidas, se atraviesan y entrelazan en el camino; nos enredamos en ellas y damos con nuestras humanidades en el suelo; luego vienen huecos profundos en la misma trocha, hechos por los mineros en su afán de buscar oro y platino por todas partes; caemos a cada paso en el pantano; voy detrás del ...

Índice

  1. PORTADA
  2. PORTADILLA
  3. CRÉDITOS
  4. CONTENIDO
  5. UNA EXCURSIÓN A LA SELVA
  6. INSTANTÁNEAS DE VIAJE, DIARIO SOBRE LA EXCURSIÓN AL CHOCÓ, 1934
  7. LA EXCURSIÓN EN IMÁGENES I
  8. LA EXCURSIÓN EN IMÁGENES II
  9. EPÍLOGO
  10. NOTAS