1. Navegando entre los tres kirchnerismos
Del colapso económico al crecimiento y sus desafíos
Doce años y medio y tres períodos presidenciales integran este ciclo político denominado “kirchnerismo”. Durante esa etapa, la economía argentina sufrió importantes transformaciones y atravesó diferentes instancias. Se sucedieron fases de acelerado crecimiento económico (sobre todo, entre 2003 y 2008, y entre 2010 y 2011), hubo períodos críticos (fundamentalmente, entre fines de 2008 y 2009, cuando el país se vio afectado por la crisis internacional), etapas de fuerte desaceleración (2012 y 2013) y un final marcado por el estancamiento general y la retracción de algunos sectores (2014 y 2015).
El mercado laboral tuvo un notable despegue, sobre todo hasta 2011, lo que permitió favorecer considerablemente la situación de los trabajadores y los sectores hasta entonces excluidos, redujo la pobreza y mejoró la distribución del ingreso. Con posterioridad a 2011, la creación de empleo privado se redujo de manera drástica y no hubo avances adicionales.
El despegue productivo fue muy importante. El agro pudo aprovechar las nuevas condiciones económicas para capitalizar las inversiones realizadas en la década de 1990, que lo equiparon con un buen paquete tecnológico, pero también lo dejaron fuertemente endeudado y con la mitad de los campos hipotecados (Bisang, 2008). El crecimiento fue innegable, pero quedó excesivamente volcado hacia el cultivo de la soja y sus subproductos, a lo que se sumó cierto estancamiento en la producción de carne vacuna y en la industria lechera; la producción avícola fue la excepción pues tuvo un salto importante.
La industria manufacturera se recuperó como no había sucedido desde los primeros años de la década de 1970. Se trató, sin dudas, de un verdadero punto de inflexión que produjo un quiebre histórico en la tendencia al estancamiento y la pérdida de empleo que caracterizó al sector durante el último cuarto del siglo XX. Pero ese desempeño exitoso comenzó a amesetarse en 2008. La recuperación de 2010 y 2011, tras la crisis internacional, fue muy importante; sin embargo, no tuvo las características virtuosas del sexenio 2003-2008. En 2012 y 2013 los problemas se multiplicaron, y en 2014 y 2015 el sector entró en franca recesión.
Fueron también períodos de implementación de numerosas políticas alternativas que marcaron un cambio de época. La reestructuración de la deuda constituyó un punto de quiebre en una historia iniciada a fines de los años setenta, bajo el último gobierno militar, que generó el problema de sobreendeudamiento que afectó a la Argentina durante los últimos veinticinco años del siglo XX. Fue el puntapié inicial de un período de desendeudamiento externo muy importante y significativo.
Desde el punto de vista social, tras una etapa en que el mercado laboral reaccionó de manera positiva, la implementación de la Asignación Universal por Hijo (AUH) y otras políticas sociales fueron una respuesta a la grave crisis social legada por las políticas neoliberales, que la recuperación del mercado laboral pudo morigerar, aunque al poco tiempo esas medidas mostrarían sus limitaciones.
Se redefinió el papel del Estado. La etapa de políticas neoliberales había desmantelado muchas de las facultades estatales y sus instituciones. En ocasiones, la reestructuración fue tibia e informal, no generó nuevas instituciones y se realizó con programas heredados de períodos anteriores con algún grado de aggiornamento (por ejemplo, en política industrial). En otros casos, por medio de intervenciones más directas y explícitas, se recuperó la participación en empresas que históricamente habían pertenecido a la órbita pública. Entre estas cabe destacar la reestatización de los recursos previsionales, de la empresa nacional de aeronavegación Aerolíneas Argentinas y del 51% de las acciones de la compañía petrolera YPF, así como el desempeño de un papel más activo en las áreas de defensa (la industria militar, aeroespacial, satelital, comunicaciones, etc.) a través de la recuperación de las capacidades de producción y la articulación de la demanda con el sector privado.
Desde lo productivo, reapareció el interés estatal en promover el desarrollo industrial, en algunas ocasiones, asentado en mejores condiciones macroeconómicas generales, y en otras, mediante acciones más directas y específicas, aunque no del todo articuladas y con alto grado de dispersión (algo que se repetirá en numerosos ámbitos de la gestión de gobierno: una suerte de enemistad con la planificación a mediano y largo plazo). También se destacaron la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología y la recuperación del sistema productivo vinculado a la defensa y las comunicaciones. Retomaremos este tema en el capítulo 6.
La gestión de la política macroeconómica atravesó diferentes etapas. Durante la primera, articuló elementos heredados de la transición duhaldista con nuevos instrumentos, procurando implementar un régimen oportunamente definido como de tipo de cambio competitivo y estable. La reaparición de la inflación, primero en 2005 y luego con más fuerza a partir de 2007, puso en crisis esta opción, pero muchos de sus aspectos virtuosos se sostuvieron hasta 2011. Durante esos años, el país tuvo superávit en sus finanzas públicas y una buena situación en sus cuentas externas, que le permitió generar un importante saldo comercial positivo y acumular reservas.
Se trató de una situación inédita en la historia económica argentina de las últimas décadas. Pero la acumulación de desequilibrios, fundamentalmente entre 2010 y 2011, trajo aparejada la necesidad de introducir c...