
- 200 páginas
- Spanish
- ePUB (apto para móviles)
- Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
Dios dialoga con el hombre
Descripción del libro
La Iglesia hoy, en tiempos de Nueva Evangelización, tiene el reto de ser servidora de la Palabra de Dios. Su misión es ayudar a sus contemporáneos a escuchar y dar respuesta a esa Palabra. La catequesis se presenta como el cauce en el que el diálogo entre Dios y el hombre se hace posible, un diálogo al que estamos invitados desde nuestro nacimiento.
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Información
1
La misión de la Palabra de Dios
1. UN TEMPLO SIN DIOS
En una reciente visita a Roma, pasé una mañana entera en la Basílica de San Pedro. Mi intención era orar en el templo que custodia la tumba del príncipe de los apóstoles y pedir al Señor, por mediación del primer vicario de Cristo y de sus santos sucesores, el mantenerme fiel a la fe apostólica y ser testigo de ella ante un mundo que cada vez más necesita del testimonio de su amor. He de confesar que ese mañana era el segundo día que pasaba por San Pedro. Unos días antes ya le había rendido visita, pero la magnífica belleza de la basílica y sus extraordinarios tesoros artísticos acapararon tanto mi atención que lamenté solo haber rezado durante un instante en la capilla del Santísimo. Quizás esto fue lo que me hizo más sensible a lo que contemple esa mañana.
Ya son conocidas las multitudes que a todas horas visitan el templo. Grupos, familias, amigos, individuos, todos se agolpan ante cada maravilla para escuchar una explicación o sacar una fotografía: la Piedad de Miguel Ángel, el Trono de san Pedro y el Baldaquino de Bernini, los impresionantes monumentos en honor de los papas..., todo reclama la atención y, como en un festín de abundantes y deliciosos manjares, los visitantes no saben con qué quedarse. Incluso lo que solo puede ser motivo de devoción religiosa es reducido a objeto de curiosidad: las tumbas de los beatos Juan XIII y Juan Pablo II, la estatua de san Pedro en bronce..., son fotografiadas constantemente. Las gentes buscan tener un recuerdo de la máscara de cera del Papa bueno, de la lápida con el nombre del gran Papa polaco y del pie desgastado de san Pedro en el momento de pasar por su lado.
¡Qué pocos pasan a la capilla del Santísimo Sacramento! ¡Qué pocos encuentran un momento para hacer un rato de oración y elevar una plegaria a Dios! Sin duda, la Basílica de san Pedro se erigió para la mayor gloria de Dios y su verdadero tesoro sigue siendo la presencia de Jesús sacramentado en su interior; sin embargo, la inmensa mayoría de los visitantes, creyentes o no, pasan de largo sin descubrir cuál es el verdadero sentido de lo que admiran y sin reconocer la Presencia de quien lo habita. El signo está levantado y, además, es atrayente. Todo parece estar al servicio de la Presencia divina, todo para que las multitudes se admiren ante tanta belleza y caigan en adoración ante Aquel que la habita y, no obstante, los diletantes que visitan el epicentro de la cristiandad pasan sin reconocer al Señor que de algún modo les espera...
Esta anécdota no deja de ser una parábola de lo que ocurre en nuestros días. El gran templo de la creación está levantado y las maravillas que lo adornan ofrecidas. Los propios seres humanos son para sí un templo lleno de dignidad y belleza, y su propia historia, a pesar de sus páginas oscuras, parece aspirar hacia un destino en el que se realice la fraternidad universal.
Los creyentes sabemos que esto remite a Dios: al Creador, al Providente, al Definitivo. Lo sabemos porque está realizado y testimoniado por su Hijo Jesús, el hijo de María, y porque el Espíritu del Amor nos lo ha impreso en el corazón por la fe y la esperanza. Y, sin embargo, nuestros contemporáneos, al menos en occidente, han dado la espalda a Dios. Habitan en su templo, se admiran de las maravillas que realiza y se gozan de los tesoros que ofrece, pero a él le ignoran. Ignoran a quien es el Señor del templo, a quién es su artífice y a quién es anfitrión de la humanidad, su compañía y destino.
Este es el contexto en el que hoy la Iglesia realiza la misión de la palabra. Misión que la constituye. Misión sin la cual perdería su razón de ser. Pero misión que en este tiempo se ha hecho, si cabe, más urgente pues en un mundo en el que parece que Dios no tiene cabida es preciso que la Iglesia vocee con piedad, vigor e inteligencia la Palabra por la que Dios se ha dicho a sí mismo, llama al hombre y le ofrece su amistad.
La exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini, que el papa Benedicto XVI regaló a la Iglesia, es un buen punto de referencia para reflexionar sobre la misión que nace de la Palabra. El documento pontificio está dividido en tres partes:
– La primera (VD 6-49) expone y da testimonio de quién es la Palabra de Dios: Jesucristo: Verbum Dei.
– La segunda (VD 50-89) reflexiona sobre la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia: Verbum in Ecclesia.
– La tercera (VD 90-124) trata, justamente, la misión de la Iglesia, que es el anuncio de la Palabra de Dios al mundo: Verbum mundo. Aunque esta tercera parte es la que atañe directamente al tema de nuestro trabajo, nuestra reflexión, no obstante, va a avanzar a partir de una lectura trasversal de todo el documento pontificio.
El presente capítulo lo vamos a dividir en tres partes.
– En la primera, analizaremos la problemática de fondo a la que viene a dar respuesta la exhortación Verbum Domini y que no es otra que la indiferencia cuando no el rechazo de Dios en el que nuestros contemporáneos se hallan instalados.
– En la segunda, estudiaremos la respuesta que Dios mismo da a ese rechazo: Dios se ha revelado en su Palabra, se ha dicho, de un modo definitivo, en Jesucristo, quien ha cumplido hasta el extremo la misión de «decir» a Dios y ha encomendado a su Iglesia que, bajo la acción del Espíritu, continúe con esa misión.
– Por último, en la tercera parte, estudiaremos de qué modo la exhortación postsinodal entiende y compone esa misión eclesial de la Palabra.
Aunque nuestro trabajo va a tener como referencia fundamental la exhortación, también nos remitiremos a otras intervenciones de Benedicto XVI en las cuales explicita y profundiza en algunos elementos. Nuestra intención es que nuestra reflexión avance a partir del pensamiento y la orientación pastoral que el anterior Papa dio a su pontificado. Consideramos que ellos ofrecen los elementos fundamentales que deben articular el proyecto de Nueva Evangelización en la que la Iglesia se encuentra comprometida.
2. ¿DÓNDE ESTÁ TU DIOS?
ã En el surco abierto por la Nueva Evangelización
En la estela abierta por sus antecesores en la sede de Pedro, el papa Benedicto ha renovado el mandato evangelizador de Jesús a su Iglesia (cf. Mt 28,19-20; Mc 16,15-18; Hch 1,8; Jn 20,19-23) y ha impulsado el proyecto misionero de la Nueva Evangelización:
«Haciéndome cargo de la preocupación de mis venerados predecesores, considero oportuno dar respuestas adecuadas para que toda la Iglesia, dejándose regenerar por la fuerza del Espíritu Santo, se presente al mundo contemporáneo con un impulso misionero capaz de promover una Nueva Evangelización» (Motu Proprio Ubicumque et semper [21-IX-2010]).
Este proyecto (quizá el primero a escala global), como es evidente, tiene orientaciones diversas según las circunstancias y situaciones que respecto a la fe viven los países, grupos humanos o ambientes que son destinatarios del Evangelio. No obstante, en la base de la Nueva Evangelización se halla un renovado y común impulso misionero nacido de la escucha de la Palabra. Su condición es el encuentro con Dios y la acogida de la gracia que su Espíritu da, la cual transforma a los creyentes en testigos y pregoneros de la Palabra que ha pronunciado en Jesucristo. En palabras del propio Benedicto:
«Hablar de “nueva evangelización” no significa tener que elaborar una única fórmula igual para todas las circunstancias. Y, sin embargo, no es difícil percatarse de que lo que necesitan todas las Iglesias que viven en territorios tradicionalmente cristianos es un renovado impulso misionero, expresión de una nueva y generosa apertura al don de la gracia» (Ibid.).
Consideramos, pues, justificada la lectura trasversal que vamos hacer de la exhortación Verbum Domini desde la perspectiva de la misión de la Iglesia. Lejos de forzar el sentido del documento pontificio, esta clave de lectura nos permitirá comprender su tenor más profundo, al tiempo que el mismo documento nos ayudará a poner las bases a partir de las cuales la Nueva Evangelización encontrará verdadero arraigo e impulso en la misión del Dios-Trinidad.
å Como si Dios no existiera
Unas sucintas indicaciones ...
Índice
- Portadilla
- Didajé
- Agradecimientos
- Presentación. Invitados al diálogo con Dios
- 1. La misión de la Palabra de Dios
- 2. El acontecimiento de la Palabra de Dios en la catequesis
- 3. La catequesis, eco de la Palabra de Dios
- 4. El acto catequético, acción de la Iglesia al servicio de la Palabra y de la fe
- 5. Nueva Evangelización, el reto de una catequesis renovada
- Procedencia de los textos
- Siglas
- Bibliografía
- Contenido
- Créditos