Mujeres del rock. Su historia
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Mujeres del rock. Su historia

Crónica de las grandes protagonistas del rock

Anabel Vélez

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Mujeres del rock. Su historia

Crónica de las grandes protagonistas del rock

Anabel Vélez

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Al pensar en las leyendas del rock, la mayoría de gente echa la vista atrás y se le ocurren nombres como Elvis, Jagger o Lennon. Pero la realidad es que el rock no sería lo que conocemos si no fuera por la poderosa influencia de muchas mujeres que han contribuido a forjar un estilo musical ligado a la rebeldía y al combate generacional. De ahí la importancia de figuras clave como Chrissie Hynde, Patti Smith, Suzi Quatro, Pat Benatar o PJ Harvey.Este libro es el recorrido histórico y cronológico, desde los años veinte del siglo pasado hasta la actualidad, de las artistas más importantes e influyentes de la música rock. La autora explica su origen y procedencia, desde géneros como el blues o el góspel, hasta las voces que tienen algo que contar en los primeros pasos de este nuevo mileno. Evidentemente, no están todas las que son, el espacio es el que es, pero todas las que están son parte importante de la historia del rock.•Del blues, el R&B y el jazz al country o el góspel: Billie Holiday, Mamie Smith, Ella Fitzgerald.•Las girl groups: The Shangri-Las, The Chiffons, The Chantels.•Las mujeres del hard rock: Joan Jett, Pat Benatar, Lita Ford.•La mujer como protagonista de sus propias canciones: Tori Amos, Ani DiFranco, Amanda Palmer, Alanis Morissette, Sheryl Crow.

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Información

Editorial
Ma Non Troppo
Año
2018
ISBN
9788499175454
titulo
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Introducción

Mientras escribía mi primer libro Rockeras, ya sabía que habría artistas que por cuestiones de espacio no tendrían cabida. Da rabia, la verdad. Después de entregar el libro, me venían nombres y pensaba: Pero ¿por qué no las incluí? Sí, ya sé. Una vez que acabas un libro, deja de ser tuyo. Sigue su propio camino. El que ha seguido Rockeras, la verdad es que me ha llenado de alegrías. Creo sinceramente, como dije en el prólogo de Rockeras, que estos libros son necesarios más que nunca. Están generando un debate imprescindible y necesario. Ojalá un día estos libros sean pura anécdota, ojalá un día no tengamos que poner de manifiesto el importante papel de la mujer no solo en la música o el rock sino en todos los ámbitos de la sociedad. Ojalá. Lamentablemente aún no ha llegado ese día. Estamos en ello. Pero también estamos viviendo un momento espectacular, uno en el que se están poniendo muchos puntos sobre muchas íes, uno en el que decimos: «Estamos aquí. No nos van a callar. Este es nuestro sitio». Todas las protagonista de Rockeras y también de este libro lo dicen con su música, de hecho, hace décadas que lo llevan diciendo. Escuchémoslas, démosles el espacio que se merecen. Repito, creo que siempre se me quedará corto, porque hay tantas artistas que valen la pena y que no han recibido el reconocimiento que merecían, que casi daría para una obra de nivel enciclopédico que me llevaría toda la vida escribir. Oye, que si hay que hacerlo, por mí, encantada. Ya os lo he dicho, escribir de música es mi vida.
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A lo largo de estos dos años desde que Rockeras salió publicado, he viajado con él de la mano, he conocido a muchísima gente nueva, he debatido, me he reído, me he sentido reconocida y arropada. Pero también me he enfadado y he constatado que aún queda mucho por hacer. Cuando no se llama a las cosas por su nombre, parece que no existan, pero cuando se habla de ellas, muchos tienen miedo de abrir la caja de Pandora. Los sapos y las culebras empiezan a moverse sigilosamente y el machismo, sale de la cueva en la que debería estar encerrado de por vida. Se quita la máscara e intenta apagar la voz de las muchas personas, hombres y mujeres, que luchan cada día por la igualdad. A día de hoy he tenido que escuchar millones de veces los tópicos de siempre sobre las mujeres y el rock. Esos que cansan hasta la saciedad por absurdos y ridículos. Recordad, las mujeres no rockean. ¿Verdad? Cuando alguien me suelta una frasecita como esta, pongo los ojos en blanco y pienso, qué pena. Me da pena que se limiten tanto y que no den la oportunidad a todas estas mujeres que hacen discos tremendos, canciones espectaculares, que cuentan historias que merecen ser contadas y que por un prejuicio tonto se van a perder. Pero me da más pena porque igual que consideran que las mujeres no rockean, probablemente pensarán que las mujeres no pueden o no son capaces de hacer muchísimas cosas más. Y me da más pena aún, porque esta gente tiene madres, hermanas, amigas e hijas que sufrirán por sus prejuicios.
A lo largo de mi vida, como periodista musical y como mujer, he sufrido ese tipo de desprecio también. Pero como yo, todas las mujeres. ¿Recuerdas de pequeña que alguien te dijese «corres como una niña» como si fuera algo negativo? ¿Recuerdas que alguien te haya dicho «ese deporte no es para mujeres»? Cuando a un niño se le dice como reprimenda «lloras como una niña», porque las niñas son sensibles y lloran y los hombres no. ¿Qué tipo de niños y niñas estamos criando metiéndoles esas ideas en el cerebro? ¿Te han dicho: «No eres lo suficientemente fuerte, no lo aguantarás»?, por el simple hecho de ser mujer sin ni siquiera dejarte intentarlo. ¿A cuántas baterías, bajistas o guitarristas les han dicho: «Guau, qué bien tocas», sorprendiéndose y comparándote con un hombre, siempre? ¿Cuántas mujeres han tenido que aguantar que un técnico de sonido les diga que ellos le afinan las guitarras? O que las confundan con las novias de los miembros masculinos de la banda o que les pregunten en las entrevistas sobre la maternidad o casarse, cosas que a los hombres nunca les preguntan. ¿Cuántas mujeres se habrán peleado con la discográfica de turno para no salir en portada ligeritas de ropa mientras sus compañeros van tapados de la cabeza a los pies? En este libro descubriréis algunos ejemplos de esto y mucho más. Después de la cantidad de acusaciones por acoso sexual en el mundo del cine y la campaña Yo también o Me too, en la que mujeres de todo el mundo expresaban que lo habían sufrido, muchos amigos me comentaban horrorizados que nunca se habían imaginado que tantas mujeres que conocían lo hubieran padecido. Eso demuestra dos cosas, la primera la cantidad innumerable de veces que se nos maltrata y se nos desprecia por el simple hecho de ser mujeres y la segunda, lo escondido y silenciado que está. Y cuando todo esto pasa en un mundo tan masculinizado como el del rock, imaginaos.
Las mujeres no rockean, pero por lo visto, tampoco escriben de música. Falso. Si contara cada vez que alguien se ha extrañado de que vaya a tantos conciertos, y eso que soy periodista musical, ahora mismo me estaría bañando en una piscina repleta de dólares como el tío Gilito. Lo mismo me pasa con las veces que alguien me ha dicho en un concierto de rock: «No te veía yo en este tipo de concierto». Me faltaría tiempo para bañarme en tantas piscinas. Pero claro, soy una mujer y encima no tengo pinta de rockera o de lo que la gente piensa que es una rockera. Porque esa es otra, ¿a cuántas mujeres se las ha juzgado por cómo iban vestidas o lo guapas que eran y no por la música que hacían? Más tópicos y prejuicios. Estoy segura de que si fuera un hombre, no me harían tantas preguntas ni se extrañarían tanto. No me quiero ni imaginar lo que han tenido que sufrir las compañeras con hijos. Ese es otro tema que daría para un libro entero. Todo esto también lo han sufrido las protagonistas de este libro. Porque si eres mujer, te enfrentas a estas preconcepciones un día sí y otro también.
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El libro habla de todo esto, por supuesto, porque está ahí y forma parte de nuestro día a día, pero sobre todo habla de música. He querido hacer un repaso exhaustivo en la medida de lo posible. Recabar toda la información me ha llevado más tiempo y dedicación que el anterior libro. Un trabajo de investigación, pero sobre todo de escuchar, escuchar y escuchar. Decir que ha sido duro sería mentir, escuchar música es un placer para mí, como espero que lo sea para todos los que tengan este volumen entre sus manos. Sí, tú que estás leyendo. Espero que disfrutes tanto como yo escribiéndolo. Tener la oportunidad de ampliar el trabajo que hice en mi primer libro era algo que me entusiasmaba, por varios motivos además. Primero, porque me permitía seguir buceando en la historia del rock hecho por mujeres y segundo, porque escribir sobre música es una de las cosas con las que más disfruto.
Como ya comentaba, este libro nace como una extensión de Rockeras, publicado por Ma Non Troppo en 2016. Aquella primera obra era una guía básica de artistas, con sus fichas correspondientes. Respondía a un formato determinado que explicaba a las protagonistas por orden alfabético pero no las ponía en contexto con sus compañeras ni con la historia que en aquellos momentos vivían. Por eso este segundo tomo pretende ampliar el trabajo de Rockeras, no solo con más información de las artistas incluidas en él, sino también añadiendo nombres que se quedaron fuera y otros que he ido descubriendo a medida que investigaba para hacer este nuevo libro. He intentado seleccionar los trabajos más representativos de cada artista y también alguna de las canciones más significativas por sus letras, analizándolas para dar a entender un poco más la trayectoria e importancia de cada una de las mujeres que aparecen en el libro. Al final hay un breve apartado dedicado a artistas españolas y de Latinoamérica. Es un resumen por un motivo claro, creo que se merece su propio espacio y espero algún día poder escribir ese libro que hable de las mujeres que han protagonizado el rock aquí como se merece.
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Como veréis, en este libro el recorrido es histórico y cronológico, desde los años veinte del siglo pasado, hasta la actualidad. He intentado, como en el anterior libro, explicar de dónde venía el rock y las mujeres que antes del rock, desde géneros como el blues o el gospel, abrieron ese camino. Evidentemente, no están todas las que son, el espacio es el que es, pero todas las que están son a mi entender parte importante de la historia del rock. No quiero extenderme más, simplemente desear que este libro os permita descubrir alguna artista que no conocíais y que escuchéis su música, que es de lo que se trata. Ellas y su música son las protagonistas.
Quiero dedicar este libro especialmente a Sílvia Subirana y Georgina López por darme siempre su sincera opinión. Gracias eternas. Y a todas esas mujeres que a largo de mi vida me han hecho disfrutar de la música. ¡Larga vida al rock and roll!
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Capítulo 1

Wild women don’t have the blues.
Aquí empezó todo.

Imaginaos un almacén gigantesco. Uno en el que están guardados para la posteridad los discos que se han grabado a lo largo de la historia. Una biblioteca de Alejandría moderna en la que los vinilos, los singles de 7”, los CD y los diferentes formatos digitales (¿por qué no?), se catalogan, se conservan y se estudian como las obras de arte que son. Afanosos bibliotecarios de la música se dedican a escuchar cada disco e introducir la información en los ordenadores pertinentes para que los usuarios puedan disfrutar de sus melodías durante siglos.
Hace poco que esta biblioteca se ha creado y llegan camiones y camiones llenos de discos por catalogar, limpiar, recuperar y analizar. Mientras más antiguos, más difíciles de rescatar. En esta biblioteca hay un rincón abandonado y lleno de polvo en el que viven muchos de los discos de las artistas de este capítulo. Algunos atrevidos amantes de la música, en busca de las raíces en las que creció el rock antes del rock, se adentran cada día con una mascarilla y guantes para desempolvar algún acetato cuarteado. Entre los montones de vinilos originales, copias y másters hay una sección aún más abandonada y olvidada. En ella trabajan aún menos bibliotecarios. No dan abasto. Es la de las mujeres que alguna vez osaron cantarle al blues, al gospel o al jazz en los primeros momentos de estos géneros. Aun así, las personas que se dedican a recuperar sus discos, no se cansan ni se desaniman. Es un trabajo que hay que hacer. Estas mujeres son importantes. Son las voces que existieron antes de que el rock fuera rock. Sin ellas, nunca habría existido.

Las raíces del blues y del gospel

Antes de que el rock ni siquiera fuera una idea, otras sonoridades poblaban el mundo de la música. Melodías que prepararon el camino hacia su nacimiento. Fueron el blues y el gospel los terrenos en los que el rock plantó su semilla y germinó hasta explotar. Sin dichos sonidos, sin los artistas que los crearon, el rock jamás habría nacido. Por eso al hablar de artistas femeninas que marcaron la historia del rock no podemos dejar de lado a aquellas mujeres que abrieron el camino con su tesón, su esfuerzo y su música.
Desde los campos de algodón surgieron los cantos de los esclavos traídos a la fuerza de África para cultivar la tierra y vivir una vida que nunca fue la suya. De su tristeza, la dureza de su vida y el devenir de su pueblo nacieron cantos que se juntaron con el folk tradicional del sur de los Estados Unidos y la música que sonaba en las iglesias blancas. El blues y el gospel nacieron de ese amalgama de sonidos, tan distintos pero tan reconocibles, que acompañaban a los esclavos negros en sus largas horas de trabajo. Nacieron en el silencio de la tarde antes del anochecer y en las noches en las que las familias se reunían por fin tras una larga y aciaga jornada en el campo.
Tras la abolición de la esclavitud y la guerra civil entre los estados del norte y del sur, los esclavos liberados partieron hacia el norte en busca de una vida mejor. Ellos llegaron a las ciudades, pero también su música, que se mezcló con los sonidos más urbanos. El blues rural y el de la ciudad se encontraban con nuevos instrumentos y sonoridades: piano, batería, bajo, vientos o armónicas acompañados por cantantes de voz profunda saltaban a los escenarios de los locales nocturnos de la ciudad, las calles y cualquier lugar que quisiera acogerlos. En aquellos primeros momentos en los que el blues empezaba a tomar su forma primigenia, mujeres como Ma Rainey, Bessie Smith o Memphis Minnie fueron de las primeras en dar el paso. A pesar de ello, en las últimas décadas del siglo XIX aquellas mujeres que se dedicaban al mundo del espectáculo no eran consideradas respetables, sino todo lo contrario. Así que si querían dedicarse a la música, se arriesgaban a sufrir el desprecio de sus congéneres tanto masculinos como femeninos. Y con ello, a vivir una vida casi de paria social.
En aquella época, las mujeres no tenían acceso a un mercado de trabajo como el de sus compañeros masculinos. Aunque ahora tampoco, para qué negarlo. Algo hemos avanzado. Pero entonces pocas eran las posibilidades para una mujer y menos si era de color. Y aunque en el espectáculo parecía abrirse un pequeño resquicio, lo cierto es que no era precisamente un camino de rosas. Una mujer que se atrevía a subir a un escenario era considerada una prostituta, ni más ni menos. Ninguna mujer decente se plantearía hacer algo así. Esa era la norma. Pero algunas traspasaron esa puerta pese a todas las consecuencias que eso conllevaría. Aquellas mujeres que cantaban o tocaban en su casa el piano en un círculo reducido, se atrevieron a salir a la calle y dejarse infectar por el virus de esa música tan particular: el blues. Algunas por pasión, otras por simple necesidad: había que llevarse un mendrugo de pan a la boca.

Las primeras grabaciones de blues

Recorremos esos pasillos llenos de polvo de nuestra discoteca. Hasta que llegamos a la S de Smith, Mamie. Fue la primera mujer de color que grabó una canción de blues. De hecho, fue la primera persona que grabó una canción de blues. Corría el año 1920 y el tema se llamaba «Crazy Blues», muy apropiadamente. Después de limpiar el disco y prepararlo para la escucha, buscamos la gramola. Aparato que toda biblioteca de estas características tiene que tener para escuchar este tipo de disco. La aguja está en posición. Ahora sólo nos queda escuchar. Su poderosa voz canta al hombre que ama y que no la trata bien. El hombre que le causa esa tristeza loca. No es de extrañar que la canción fuera un éxito tal que cambió la industria musical. Una mujer cantando de esa forma y sobre algo así era impensable. Pero real. Tenía fuego dentro. Un fuego que prendió la llama que dio pistoletazo de salida para los race records, discos dirigidos a un público de color. El hombre blan...

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