CFT 05 - Doctrinas de la Gracia
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CFT 05 - Doctrinas de la Gracia

  1. 168 páginas
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CFT 05 - Doctrinas de la Gracia

Descripción del libro

Todos los temas que caen dentro del ámbito de la Teología Bíblica son prácticos, porque el mensaje de la Revelación -desde la noción de Dios hasta el estudio de "las últimas cosas"- es "doctrina de vida" y destinada a suministrar una "nueva vida" por la acción del Espíritu, y a vivificar toda la "praxis" de una persona ya regenerada. Pero hay dos materias especialmente prácticas: la Ética Cristiana que, por definición, se refiere a la conducta del creyente, y las Doctrinas de la Gracia, de las que vamos a tratar en el presente volumen. Las doctrinas de la gracia son, pues, doblemente prácticas: 1) por formar parte del mensaje de salvación; 2) por afectar en su cercanía más próxima a la experiencia personal de cada uno de nosotros. No se trata aquí de penetrar en el conocimiento del Dios trascendente, que puede parecer lejano a nuestros quehaceres y problemas de cada día. Se trata del diálogo salvífico que Dios, libremente y por pura gracia, ha comenzado con nosotros, a través de Jesucristo, y de la respuesta personal que en nosotros se origina en virtud de esa gracia y por el poder del Espíritu vivificante. Se trata, en una palabra, de la aplicación que Dios hace a cada uno de los que se salvan, del poder reconciliador de la obra de Cristo, mediante la energía del Espríritu. Por tanto, si toda la Teología es enseñada para ser vivida, con mayor razón hemos de estar dispuestos a vivir las enseñanzas de este volumen, todas ellas destinadas a descubrirnos, desde la Palabra de Dios, el origen, la naturaleza y el glorioso destino de esa "gracia" que es la vida espiritual: Cristo viviendo en nosotros por la comunicación y el poder de su Espíritu.

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Información

Año
1973
ISBN del libro electrónico
9788482674483
Cuarta parte
El proceso de la conversión
LECCION 11.ª
LA REGENERACION ESPIRITUAL (I)
1. El momento decisivo
El momento decisivo para la vida del creyente es la conversión. El verbo “convertirse”, precedido de la exhortación del Señor, es muy frecuente en el A. Testamento. Los principales textos del Nuevo Testamento son: Mt. 13:15; Mc. 4:12; Lc. 1:16; Jn. 12:40; Hech. 3:19,26; 14:15; 26:18; 28:27; 1.ª Tes. 1:9. El verbo castellano “convertirse” (convertirse), como el griego “epistrépho”, significa “volverse, darse la vuelta”.
En Jer. 2:13, dice Dios: “Dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.” Se queja el Señor de que su pueblo le había vuelto la espalda, a pesar de ser El fuente de agua viva (agua clara, pura, corriente), o sea, la única fuente de salvación y felicidad, y se habían dado a la idolatría, al pecado, cavándose cisternas (agua estancada, sucia) que no retienen agua (rotas, cavadas en terreno poroso, escapándose el agua), es decir, marchando hacia dioses falsos (todo pecado entroniza un ídolo en nuestro corazón), que no pueden dar la salvación ni la felicidad. En esta condición se halla todo pecador no convertido: ha dado la espalda a Dios, y la cara al pecado. ¿Qué debe hacer para ser salvo? Darse media vuelta, para dar la espalda al pecado, y la cara a Dios. Esta media vuelta hacia Dios es la conversión. Como el abandono de Dios o aversión (perversión dice Ecl. 7:29) implicaba dos males (el pecado no sólo es una culpa contra Dios, sino también el único mal grave para el hombre): dejar a Dios y acogerse a un ídolo, así también la conversión implica dos bienes: dar la espalda al ídolo y la cara a Dios (V. 1.ª Tes. 1:9).
Por tanto, la conversión, por parte del hombre que se convierte, tiene dos pasos (o, mejor, dos aspectos de un mismo paso): el arrepentimiento, por el que se aborrece y abandona el pecado, y la fe, por la que se recibe a Cristo. Pero hay que tener siempre en cuenta que la iniciativa en todo lo que afecta a la salvación, es siempre divina. Ello quiere decir que nadie puede convertirse sin que Dios le haya antes vivificado, despertado y convencido de pecado y de la necesidad de salvación. Así, la regeneración espiritual precede lógicamente a todo cambio de mentalidad (“metánoia” término con que el Nuevo Testamento expresa el arrepentimiento), mientras que la fe es efecto de la gracia divina que conduce a la justificación.
2. Concepto de regeneración
Strong define así la regeneración: “Es el acto divino por el que la disposición dominante de nuestra alma es hecha santa, y por el cual, empleando la verdad como medio, es asegurado el primer ejercicio santo de tal disposición.”1
Por tanto, la regeneración comporta el lado divino del cambio que se efectúa en nuestro corazón y que, visto desde el lado humano, llamamos conversión: Dios cambia el norte de nuestra brújula, y el corazón así cambiado se mueve en dirección hacia el nuevo norte. De la misma manera que Lázaro tuvo que ser resucitado antes de poder moverse (Jn. 11:43-44), así también nuestro corazón tiene que ser regenerado para caminar en la verdad. Nadie se nace a sí mismo; nadie se resucita a sí mismo; nacer y resucitar son verbos pasivos (V. Ef. 2:1ss.). Pero Lázaro, una vez resucitado, sale del sepulcro. Así también, el hombre regenerado sale del pecado y se dirige hacia Dios. De la misma manera que una placa fotográfica es sensibilizada por la misma luz que le permite reproducir la imagen del objeto, así también la misma entrada de la gracia y de la luz del Espíritu Santo, por la Palabra, vivifica el corazón y le permite recibir la verdad del Evangelio y adherirse a Jesucristo. Llevando más lejos la comparación de la fotografía, dice W.T. Thayer que “la herencia afecta a la regeneración de la misma manera que la calidad de la película afecta a la fotografía, y el ambiente la afecta de la misma manera que el foco de la cámara afecta a la foto.”
3. Terminología bíblica
El Nuevo Testamento emplea diversos términos para expresar el comienzo de una nueva vida espiritual:
A)Gennáo”, que significa “engendrar” o “dar a luz”. Así lo encontramos en Jn. 1:13; 3:3-8; 1.ª Ped. 1:23; 1.ª Jn. 2:29.
B)Apokyéo”, que significa “producir”, “dar a luz”, como en Sant. 1:18.
C)Ktizo”, que significa “crear” y pone de relieve el hecho de que nuestra vida espiritual es de total iniciativa divina, como una creación de la nada, ya que nosotros no teníamos nada válido que aportar para nuestra regeneración: ni virtud, ni poder, ni mérito, pues estábamos “muertos en nuestros delitos y pecados” (Ef. 2:1). En el mismo sentido somos llamados “nueva creatura” yhombre nuevo” (V. 2.ª Cor. 5:17; Gál. 6:15; Ef. 2:10; 4:24).
D)Synzoopoiéo”, que significa “dar vida con”, como en Ef. 2:5; Col. 2:19. Este verbo está compuesto de “syn” = con “zoé” = vida (la vida eterna, que estaba en el Verbo, Jn. 1:4) “poiéo” = hacer.
Examinando estos términos en los contextos en que aparecen, nos daremos cuenta de que el comienzo de la nueva vida que llamamos “regeneración”, tiene dos momentos o aspectos: la generación, o comienzo de una nueva vida dentro de nuestro ser; y el “nuevo nacimiento”, o salida a la luz —parto— de la nueva vida. La generación implanta en nuestro interior el principio o semilla de la nueva vida; el nacimiento es la fecha en que la nueva vida se manifiesta operante.
4. Características de la regeneración
A’)Es instantánea. La implantación de un nuevo principio de vida es siempre instantánea. Lo mismo pasa en nuestra vida espiritual. Aunque la Providencia de Dios y la obra del Espíritu hayan estado preparando el terreno gradualmente, debe haber un instante en que la disposición radical de nuestro corazón, antes hostil a Dios y a Su Palabra, se cambia en favorable y amorosa, bajo la influencia del Espíritu Santo. Todo lo que antecede a la regeneración (deseos, temores, reflexiones, lecturas, oraciones, asistencia a los cultos), puede ser parte de la preparación del Espíritu o simples reacciones humanas, pero no deben confundirse con la regeneración propiamente dicha.
B’)Es radical. Porque es un cambio total en el estado del hombre, ya que toda la dinámica moral y espiritual de sus facultades se ve afectada por la nueva vida: una nueva gama de criterios acerca de los verdaderos valores ilumina su mente; un nuevo complejo de aficiones e intereses dispone sus sentimientos; un nuevo plantel de motivos guía las deliberaciones e impulsa las decisiones de su voluntad, renovando su energía operativa en el orden espiritual. En pocas palabras, la nueva vida comporta un correcto pensar, sentir, decidir y obrar.
Por ser un cambio radical, la regeneración es absolutamente necesaria para la salvación (V. Jn. 3:3,5; Rom. 8:7; 1.ª Cor. 2:14). Antes de la conversión, estamos “muertos” para la vida espiritual, y a un cadáver no se le va con medicinas, emplastos o inyecciones: es preciso que reciba una nueva vida. Por eso, al “sabemos” de Nicodemo (Jn. 3:2), no contesta Jesús con nuevas razones que refuercen las correctas convicciones apologéticas del fariseo, sino que, dando a la conversación un giro de 180 grados, le replica: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Jn. 3:3).
Esta radicalidad de la regeneración significa que el cambio se ha hecho desde la raíz del ser humano, desde lo que la Biblia llama el “corazón”, pero no significa que sus facultades hayan quedado inmunizadas contra el error y el pecado. El regenerado puede todavía equivocarse y puede caer, pero el norte de su brújula queda fijado. Aunque el pecado llegue a anidar en él, será como un cuerpo extraño dentro de la nueva naturaleza (1.ª Jn. 3:8-9). Los salvos “no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Rom. 8:4). Así como los no regenerados pueden obrar a veces como si fueran guiados por el Espíritu, aunque su brújula no marque el norte de la vida eterna, así también los regenerados pueden a veces hacer obras de la carne, pero no marchan según la brújula de la carne.
C’)Se produce primeramente en el corazón, es decir, en aquella región del ser humano donde se fraguan las opciones fundamentales, y de donde emerge todo el talante de la conducta (Mt. 15:18-19; Mc. 7:21-22; Lc. 6:45; Jn. 7:17; Rom. 10:9-10). Esto indica que se realiza en la zona subconsciente (o inconsciente), donde la energía psíquica obtiene su volumen y dirección. En otras palabras, así como somos conscientes de nuestras ideas, sentimientos y decisiones, pero no de los secretos motivos que juegan en nuestras opciones, así también somos conscientes de que se ha efectuado un cambio en nuestra vida espiritual, pero no podemos decir cuándo, dónde y cómo fue implantado por el Espíritu el nuevo principio de vida en nuestro interior.
D’)No es un cambio óntico-físico, sino moral-espiritual. La Teología tradicional católico-romana enseñaba que el justificado obtiene la participación de la divina naturaleza por medio de la gracia santificante, cualidad infusa que eleva al hombre al estado sobrenatural, confiriéndole así un principio óntico, connatural al nuevo estado. Nosotros admitimos la necesidad de un principio sobrenatural óntico, que mueva nuestras facultades en dirección a la vida eterna, pero decimos con Rom. 8:14 que ese principio no es una cualidad infusa o accidente sobrenatural, sino el mismo Espíritu Santo. En consecuencia, entendemos la participación de la divina naturaleza de que habla Pedro (2.ª Ped. 1:4), no como una “física comunión del hombre con Dios... por medio de un don creado”2, sino como una participación moral en el modo divino de comportarse, huyendo del pecado y orientándose hacia la virtud, como explica bien el contexto posterior.
Por tanto, la regeneración espiritual no cambia la sustancia del ser humano ni de sus facultades, sino que es un cambio: (a) espiritual, por la recepción del Espíritu Santo, que impulsa a nuestro espíritu en un sentido contrario al anterior; (b) moral, porque origina nuevos hábitos o costumbres de obrar; (c) psicológico, porque nuestra “psiquis” recibe un nuevo poder y una nueva orientación. El hombre tenía antes el poder de amar, pero lo dirigía hacia sí mismo; ahora lo dirige hacia Dios y hacia el prójimo. Respecto al pecado, el hombre tenía el conocimiento del pecado, pero no el poder de contrarrestarlo; después de la regeneración, puede vencerlo con el poder del Espíritu.
CUESTIONARIO:
1. ¿Qué significa la palabraconversión”?2. ¿Qué aspectos comporta la conversión desde los lados divino y humano?3. ¿Qué es la regeneración?4. ¿Cuál es la terminología bíblica a este respecto?5. Aspectos que hay que distinguir en el concepto de regeneración.6. ¿Es la regeneración instantánea o progresiva?7. ¿Por qué decimos que la regeneración es un cambio radical?8. ¿De dónde arranca la necesidad de la regeneración?9. ¿Dónde se implanta el principio de la nueva vida espiritual?10. ¿Es un cambio óntico o moral?
line
1. Systematic Theology, p. 809 (Traduzco del inglés).
2. Así dice L. Ott, Fundamentals of Catholic Dogma, p. 257.
LECCION 12.ª
LA REGENERACION ESPIRITUAL (II)
5. La causa eficiente de la regeneración espiritual
Hablando el Apóstol Juan de los que han recibido la dignidad de llegar a ser hijos de Dios, especifica que “no son engendrados de sangres, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” (Jn. 1:13). Así que:
A”)La regeneración no se produce por herencia. El pecado original se transmite de padres a hijos por herencia, ya que toda la humanidad futura estaba representada en Adán pecador (Rom. 5:12ss.), pero la regeneración espiri...

Índice

  1. Cubierta
  2. Página del título
  3. Derechos de autor
  4. Índice
  5. INTRODUCCION
  6. PRIMERA PARTE: EL ORDEN DE LA SALVACION
  7. SEGUNDA PARTE: LA GRACIA
  8. TERCERA PARTE: EL PROCESO DE SELECCION
  9. CUARTA PARTE: EL PROCESO DE LA CONVERSION
  10. QUINTA PARTE: LA JUSTIFICACION DEL IMPIO
  11. SEXTA PARTE: LA SANTIFICACION
  12. SEPTIMA PARTE: LA PERSEVERANCIA FINAL
  13. BIBLIOGRAFIA